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El cuerpo expuesto

por Miriam Vega

El Cuerpo Expuesto es un proyecto fotográfico narrado en primera persona a través del autorretrato. La intención va más allá de documentar el acto de la enfermedad, y descodifica qué aspectos en relación a la vulnerabilidad y la discriminación se entretejen dentro del marco medico-social y político- económico.

     Su cuerpo a través del autorretrato ubicado es considerado un lugar de contestación crítica. Reflexiona sobre cómo opera y resuelve en diálogo con la enfermedad, siendo este un cuerpo de mujer y considerado por esta serie de factores un cuerpo incrédulo. Su intención es politizar a través de la imagen que nos ubique en un contexto de lucha a través del «do it your self» y que visibilice, a través de la red, aquello que incomoda. Las nuevas tecnologías hacen que la ausencia se convierta en presencia, a través de su cuarto propio conectado, abriendo el debate en territorios discriminados y no regenerados.

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miriamVegaMiriam Vega (León,1980). Su trabajo fotográfico investiga identidad, género y la vulnerabilidad del cuerpo a través del tejido, el autorretrato y la enfermedad.
Entre algunos de sus proyectos podemos destacar su participación en el Festival de Miradas de Mujeres con “Arqueologías de lo íntimo”, “Corporeidades Feministas en España» para el Museo de las mujeres de Costa Rica y su proyecto autobiográfico «El cuerpo expuesto».

E-mail: miriamvegaruiz@gmail.com
miriamvega.es
Catálogo para descarga: http://issuu.com/aracorbo/docs/catalogomiriamvega__final

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Mujeres en la gráfica: lucha y resistencia

Invisibilización y posicionamiento de mujeres en el arte [1]

por Mujeres grabando resistencias (MUGRE)

 

“Mujeres grabando resistencias nace de la iniciativa de 14 mujeres que buscamos plasmar la fuerza de nuestras propias luchas y protestas,así como las de otras mujeres que luchan contra la opresión del capitalismo y patriarcado.
Así, nos sumamos a millones de mujeres en el mundo”.
¡Aunque te llamen loca por luchar tú mujer lucha!

Hay una ausencia [invibilización] de registro del trabajo de mujeres en el arte, porque la historia del arte es primordialmente la de los artistas varones, además de estar escrita por ellos.

     Contrario a lo que se pensaría, en el arte social pasa lo mismo. Esta historia está marcada por el caudillismo, tanto en la imagen como en su producción y reproducción simbólica. Pensamos en las imágenes del Ché, de Zapata, de Francisco Villa o el Sub como íconos recurrentes en la gráfica relativa a la protesta social, y vemos en esas imágenes el reflejo de que la participación de la mujer en la lucha no ha sido ni reconocida ni representada. En el mejor de los casos, se les asigna el papel de acompañantes o guía maternal. No por nada el lema de la revolución en los setentas leía: “a parir madres latinas, a parir más guerrilleros”, restringiéndola a cumplir con la reproducción biológica. ¿Quién de las mujeres no ha querido ser la compañante de un gran revolucionario? y en cambio, ¿cuántas han anhelado SER la revolucionaria? Quizás quienes esto leen, nunca se sienta representados en el icono revolucionario de una «Adelita», pues es una figura invisibilizada, no protagónica, no es la que hace las barricadas, sino la que las mantiene, reiterando así el papel de la madresposa[2] que se busca imponer a las mujeres.

Por otro lado, las mujeres son cosificadas en el momento que la protesta social es acallada y ellas tomadas como botín sexual de guerra, a manera de estrategia de Estado para fracturar la comunidad, el movimiento, la organización. Recordemos lo ocurrido en Atenco en 2006, donde la policía irrumpe en el territorio de la comunidad y ataca violando a mujeres y hombres para desactivar el movimiento. Ejercieron un «castigo ejemplar» a través de las violaciones bajo una estrategia de terrorismo de estado para quebrar la organización de ese momento e inmovilizar con el miedo cualquier manifestación o protesta.

     Y cuando se pasa al plano de reconocimiento en el arte, las mujeres son valoradas a través de su vida, sobre todo sexual. Por ejemplo, la pintora Frida Kahlo como sufrida autopersonaje de sí misma, o como sufrida por ser esposa del pintor Diego Rivera. Y recordemos su sufrida relación como sufrida vida misma con otra contemporánea de esa época, Nahuin Ollin (Carmen Mondragón) escritora y pintora mujer hipersexualizada, “mujer violenta al vivir y al amar” y musa de artistas socialistas. Y siguiendo el contexto del arte social… ¿quién conoce a Fanny Ravel, pintora y grabadora e integrante del Taller de Gráfica Popular (TPG)? Si alguien puede dar referencia de ella, generalmente será porque fue amante de todos y todas de sus contemporáneo, y no por ser una de las primeras pintoras muralistas.
Si las artistas mujeres se reivindican como productoras de imágenes, como mujeres que han sido capaces de enunciarse, no son reconocidas en la historia del arte. Andrea Gómez, grabadora y también integrante del TGP, mujer comprometida con su entorno social, de quien una de sus imágenes fue multireproducida sin darle crédito, o dándole poca importancia, juega el mismo papel de olvido que sus compañeras de taller Elizabeth Catlett, Rosario Cabrera.
Tenemos a la artista visual Rini Templeton, participante del TPG y que toma como suyas muchas de las causas populares del México de los 70 y 80. Sus imágenes hacen notar su compromiso y acompañamiento en las luchas sociales que participó, también llama la atención su manera de trabajar en el sitio, en las marchas y es posible decir que es una de las primeras artistas que libera la imagen del autor: no firmaba lo que hacía, simplemente circulaba sus grabados, así como iban saliendo. En todas estas artistas sólo quedan sus mágenes, sin saber de quién son.

En ambas artistas sólo quedan sus imágenes, sin saber de quién son. Algo parecido es el trabajo de Favianna Rodriguez.

     En este pequeño recuento de mujeres posicionándose en el arte Mujeres Grabando Resistencias (MUGRE) encuentra una brecha en el camino del arte para seguir adelante, pero nuestro trabajo no es sacar a la luz a estas mujeres del TGP –sino estaríamos haciendo historización-, sino que nos vinculamos a ellas por realizar el mismo trabajo de la gráfica social pero que nos diferenciamos por no ser las mujeres cosificadas, sexualizadas, como compañeras—medresposas o amantes del hombre. Somos mujeres en construcción, buscando posicionándonos como autónomas en colectivo y llevando a cabo la sororidad.

      Sacamos a la luz, los diferentes papeles y posicionamientos de las distintas mujeres, como se ve reflejado desde nuestro primer trabajo, El fanzine, con la visibilización de la mujer negra y la tercera raíz en México, apropiándonos de nuestros cuerpos y sexualidad, en el derecho a decidir, en el papel de activistas sociales y políticas, como las mujeres zapatistas, destructora de una identidad de la mujer mexicana y latinas y apostando por la multiplicidad y diferenciación de identidades; como la mujer maíz , mujer migrante, mujer fuego, como mujer apropiándose de los medios de comunicación tecnologías… haciendo énfasis en la lucha y resistencia.

     Cada uno de nuestros trabajos: Tarjetas sportcart, como incentivo y uso de la bicicleta; Por nuestros muertos, con la visibilización de feminicidios y rescate de la tradición de nuestros muertos frente a imposiciones de otras culturas; Vivas nos queremos #1 Y 2, que tuvo tanto éxito que pudimos relacionarnos con otras mujeres de Latinoamérica y Europa que quisieron aportar su gráfica y compartir juntas, pues no somos una historia individualizada sino colectiva y trabajamos con otros colectivos para posicionarnos frente al sistema capitalista, patriarcal y globalizado. Y nuestro último trabajo, Apropiación de territorio, entendiendo por ello lo que cada una quisiera: cuerpo, medios libres…ha tendido visibilizar a las mujeres en diferentes campos en que es y se desenvuelve.

     Estos son algunos ejemplos de como hemos venido trabajando, posicionándonos frente y contra la violencia hacia las mujeres, lo cual consideramos es también un posicionamiento desde lo político por medio del arte, ya no como mujeres madresposas, acompañantes de un hombre, o cosificadas.

     Así, finalizamos con la idea de asumirse como mujer para posteriormente producir desde el ser mujer desde esa mirada femenina que nos conduce a trabajar en colectivo, decidir horizontalmente y aprender de esa manera, donde no hay la que sabe más o la que no sabe nada –anulación de jerarquías-sino en esa producción de espacio que nos lleva a convivir y a compartir saberes donde el planteamiento es lo común y nuestra manera de relacionarnos es lo afectivo y nos reconocemos en un compromiso de trabajar lo social.

[1] Tanto «invisibilación» y “las mujeres” son categorías que utiliza el discurso feminista. El de las mujeres se retoma de Marcela Lagarde, y el otro de Marta Lamas.

[2] El concepto de «madresposas» lo utiliza Lagarde, Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas. UNAM, México, 2005.

 

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Vesubio (y la revolución por otros medios). Gráfica de Maia Gattás

por Maia Gattás Vargas

MANIFIESTO

Palestina monamur
es la necesidad de hacer visible,
una posición política,
una furia,
una descarga.
es la excepción que hace a la regla
(todo vive en los caminos subterráneos)
es la punta del iceberg
(la sangre corre por los túneles)
es el chivo expiatorio:
je sui:
yo soy, yo no soy
-no me dejan ser-
existir es resistir
(el tercer mundo existe y resiste)

una patada ninja entre occidente y medio oriente

Vesubio forma parte del trabajo dentro del colectivo «PALESTINA-MONAMUR (o la revolución por otros medios)».

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foto-autoraMaia Gattás Vargas (1986). Licenciada y profesora en Ciencias de la comunicación (UBA). Doctoranda en Arte contemporáneo latinoamericano (UNLP). Se desempeña como docente y artista con el grupo Palestina monamur (artes visuales y rap). Militante de la causa Palestina en latinoámerica.

páginas personales:

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Un tributo a las mujeres artistas en México por Katja Von Helldorff

por Katja Maya Von Helldorff

“Artistas en México” es un mural que se puede encontrar en un muro en Xochimilco mientras se navega en trajinera sobre uno de los canales que desemboca en el Embarcadero de Belem, en uno de los barrios más antiguos y tradicionales de la Ciudad de México. Ahí podemos ver 22 retratos de mujeres artistas que viven y trabajan en México y que se desempeñan en diversas áreas del sector cultural de nuestro país como son Jesúsa Rodríguez, Lorena Wolffer, Monica Mayer, Maris Bustamante, Diana J. Torres, Nina Hoechtl, Rotmi Enciso y Alí Gua Gua entre otras.

Para realizar esta obra la artista belga Katja Maya Von Helldorff se dio a la tarea de citarse con artistas mujeres a quienes les pidió que modelaran para ella para poder registrar sus facciones en un dibujo que sería llevado al grabado en metal.

     Katja eligió Xochimilco para hacer su obra por una afortunada casualidad en la que terminó colaborando con el colectivo «Xochimilco no te mueras», quienes le cedieron uno de los muros que tenían disponibles para intervenir.

     Katja plasma exclusivamente retratos de mujeres artistas desde una posición feminista de darle visibilidad a la labor de las mujeres, aunque no todas las que aparecen son feministas. Como recién llegada a México y sin conocer a nadie, Katja se puso a contactar con artistas que le llamaban la atención y a su vez ellas la ponían en contacto con otras y así fue armando la cadena de retratos.

     La artista comenta que le ha llamado la atención que los turistas que pasan frente al mural al leer “Artistas en México” bien grande en la parte superior del mural y no encontrar en él a los “grandes” hombres artistas mexicanos como Diego Rivera. Se han llegado a molestar hasta el punto de reclamarle, siendo que es bien sabido que en el medio del arte el trabajo de las mujeres artistas es constantemente pasado por alto en las grandes revisiones históricas sin que nadie se inmute.

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Mi nombre es Katja Maya von Helldorff.  Soy belga de nacionalidad, pero mi carrera artistica la desarollé en Berlin los ultimos 15 años… desde el 1999, asi que traigo algo de Alemania tambien. Ahora vivo en México, DF. Hace 3 años, decidi dibujar gente… no cualquier gente… mi entorno…

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ARCHIVA: Obras maestras del arte feminista

No es desconocido el arduo trabajo que «Pinto mi raya» ha hecho durante más de 25 años recopilando la documentación hemerográfica que surge en torno a performance y arte acción en México. Pero, además, recientemente Mónica Mayer ha activado la «Archiva: Obras maestras del arte feminista», en donde recopila las piezas de artistas feministas en México desde los 70 hasta ahora, para recuperarlas de la invisibilización constante.

     Aunque por el momento alberga 76 obras, es, como cualquier archivx, un ente vivo que se seguirá nutriendo de los trabajos realizados por mujeres artistas feministas que suelen quedar relegados de los espacios de poder del arte. Es una de esas «Otras historias» que quedan veladas, aunque se encuentren vivas y creciendo constantemente.

Compartimos el linka para descarga aquí:

http://www.pintomiraya.com/redes/archivo-ana-victoria-jimenez/item/158-archiva.html

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Lo que nadie me dijo de la disidencia sexual

por Benjamín J. M. Martínez Castañeda

Hace poco, no mucho, alguien me hizo una pregunta: ¿Cómo llegaste a los estudios de género y a la teoría queer? Fue algo que no supe contestar de primer momento. Después de tratar de recordar de manera veloz cómo llegué ahí, vino a mi mente una imagen de cuando tenía 18 años; me encontraba cursando el tercer año de preparatoria y tenía que acreditar una materia llamada Historia de la cultura, la cual impartía el profesor Héctor Jiménez en la ENP 1 “Gabino Barreda”. La indicación del profesor fue: elegir un tema contemporáneo y desarrollarlo desde alguna de las metodologías vistas en clase. Yo no sabía qué hacer, pero un buen día fui con mis amigos al Living de Reforma; esa noche se encontraba ahí Guadalupe Loaeza, había ido a anunciar que escribiría un libro sobre la “cultura homosexual”, el cual, tiempo después se publicó bajo el nombre: En el clóset (2010). Cuando el profesor Héctor nos preguntó de qué escribiríamos para nuestro ensayo final, yo le pregunté si se podía hablar de una cierta cultura homosexual; él contestó que sería un buen tema de investigación y me aconsejaba revisarlo desde los estudios lésbico-gay, de su boca comenzaron a salir nombres al infinito; el único que pude grabarme en la cabeza fue el de Antonio Marquet.

    El primer, y único, libro que revisé de Marquet en aquel año 2007 fue: ¡Que se quede el infinito sin estrellas! La cultura gay a fin de milenio (2001). En él encontré un vasto archivo sobre el movimiento LGBT desde los años 60 hasta los 90 del siglo XX. A decir verdad, no me sentía identificado con esas luchas, sin embargo, me llamaba la atención la forma en que se colectivizaba el movimiento; algo que me hacía ruido era que los colectivos se hacían, se deshacían y rehacían. Mi pregunta es: ¿por qué? La respuesta la supe muchos años después, más adelante hablaré al respecto. En aquel libro de Marquet también encontraba manifestaciones artísticas bajo los nombres de Julio Galán, Armando Cristeto, Tito Vasconcelos, Alejandra Bogue, entre otros, además de festivales como la Semana Cultural Lésbica Gay. El movimiento LGBT se veía consolidado y fuerte, pero algo estaba pasando en mi generación: la disidencia se disolvía. Entre mis amigos y compañeros lesbianas y homosexuales no sentíamos represión ni opresión, al contrario, sentíamos gran libertad para salir a las calles sin pancartas ni marcas en el cuerpo.

   Al externar este sentimiento con el profesor Héctor, me pedía que revisara los medios de comunicación, en particular los programas de televisión,  y cómo se usaba la figura de las identidades lésbico-gay en ellos. Yo casi no veo televisión, fue un trabajo bastante difícil. El primer personaje abiertamente gay que recuerdo en una telenovela era un chico llamado Freddy, después aparece su novio Charlie, esto en la telenovela Clase 406 (2002). En una de esas ojeadas a la TV, estaba el escándalo: ¡Christian Chávez es gay! Para mí fue un: ¡bah! ¿Apenas lo saben? Para mí era más que obvio, él era cliente frecuente del mítico Living de Reforma. Después de esta desgarradora noticia sobre la sexualidad de quien pintaba para galán de telenovela, di con los programas Válvula de escape (2001-2001) y Desde Gayola (2002-2006 / 2008-2013), ambos conducidos por Horacio Villalobos. En estos programas se hablaba de la diversidad sexual, pero con un conductor de clóset, racista y clasista; todo el tiempo Villalobos se la pasaba menospreciando las producciones locales y enalteciendo las gringas, de los artistas que ocultaban su sexualidad Villalobos de jotitas chuscas no los bajaba. ¿Cómo alguien que habla de diversidad sexual, se puede expresar así en medios masivos de comunicación? Y qué decir de La Manigüis, personaje creado por Villalobos para Desde Gayola y que, en lugar de dignificar la figura y la identidad del homosexual, la humillaba públicamente. Alejandra Bogue pertenecía al equipo de Desde Gayola, en el año 2005, luego deja el programa y, a partir de esto, Villalobos se expresa de ella como «el viejito con chichis de labio leporino». Vuelvo a mi pregunta: ¿es justo que alguien que intenta hablar del nuevo movimiento homosexual, se exprese así de una persona transgénero, olvidando la lucha que hay detrás de todo el movimiento de liberación LGBT?

     Así fue mi primer acercamiento con los estudios lésbico-gay. Sobre el trabajo que tenía que presentar realmente no recuerdo nada sobre el desarrollo ni las conclusiones, sólo conservo las fuentes de investigación. Sobre el cómo llegué a la teoría queer, siento yo que fue más dramático. Me encontraba saliendo como novios con un médico y todo pintaba color de rosa, pensábamos en formar un hogar en cuanto yo terminara la licenciatura –semejante idea propia de un joven de 19 años- ; él era todo para mí y supongo que yo para él igual, pues no me dejaba ni a sol ni a sombra. ¡Qué ironía es esto del amor romántico-celoso-posesivo! Los últimos meses de relación fueron bastante tormentosos, él se enojaba si yo salía con mis amigos, pero como todo tiene límites, yo llegué al mío; decidí que nuestra relación terminaría, las razones que le di, fueron: no estoy dispuesto a ser propiedad de nadie. ¿En qué momento se le ocurrió decir esto a un joven enamorado? Como respuesta obtuve: «está bien, mejor así, porque como te gusta salir mucho, en una de esas te acuestas con alguien y me contagias». ¡Uf!  En aquel tiempo (2010) me encontraba haciendo mi tesis de licenciatura El cuerpo post-humano y el cuerpo transexuado. El discurso de la jotería, en la cual estudiaba desde la fenomenología y postestructuralismo la figura del drag queen, encontraba en el cuerpo y el lenguaje los eslabones de la inteligibilidad discursiva. Mi trabajo de campo lo realicé tomando fotos y anotaciones en los shows de Las Hermanas Vampiro, en particular con Oswaldo Calderón, Carlos Bieletto y Roberto Cabral; en ellos vi la reflexión política que yo necesitaba: el perreo. Perra que ladra primero es pendeja –dice Oswaldo Calderón-, y de eso se trata, de ser cautelosos y hacer de las palabras nuestras armas; aquí aprendí la violencia del lenguaje. Todo esto me tenía muy ocupado como para tirarme a llorar por alguien; en una de esas visitas rápidas que uno hace a la biblioteca en tiempos muertos encontré el libro Foucault y la Teoría Queer (2004) de Tamsin Spargo. Me puse a investigar el término y las búsqueda me dirigía a autoras como Butler y Preciado.

     En ese momento no me adentré en la teoría queer porque no la entendía, recurrí a las traducciones de Marquet: El crepúsculo de heterolandia. Mester de jotería. Ensayos sobre cultura de las exuberantes tierras de la Nación Queer (2006); me sentía atraído a él en cuando a la mariconería y la jotería como formas de desarmar la heterosexualidad ante las producciones culturales así como resistencia al discurso homonormado, es decir, la mercantilización de lo gay desde las relaciones de poder patriarcales. Para Marquet la Nación Queer está compuesta por identidades y cuerpos transgéneros, transexuales, lesbianas, homosexuales, bisexuales, intersexuales, travestis; todas aquellas identidades que resisten y niegan las sexualidades binarias. Solo que algo no andaba bien en la traducción. Esta fue la idea que yo tenía sobre lo queer. Terminé mi tesis y comenzaba a leer un poco de Beatriz Preciado, ahora Paul B. Preciado, y esa idea de los cuerpos parlantes y deseantes, la concepción del dildo potens, en sí, todas esas construcciones sobre la contrasexualidad y políticas anales me chiflaban la cabeza; encontré en Preciado a mi psicóloga y gurú que me orientó y auxilió para reconocer mi cuerpo, mi identidad y mis placeres, y así dejar de pensar en relaciones amorosas, interpersonales, amistosas y laborales, como relaciones verticales y heteronormativas.

     La primera cosa que nadie me dijo sobre la disidencia sexual: no le puedes decir «te quiero» a nadie, pues inmediatamente piensan que quieres algo “serio”. ¿Qué es serio? Sigo sin saberlo. Solo para aclarar, yo a mis amigxs les digo te quiero, como a Paco, Gab, Liz, Mirna, Adriana, Carmen, Moni (a ella le digo te amo), Oscar, Alex, Viky, Dany, Tadis, Abraham; así como a mis amantes, vigentes o no, como a Jesús, Ángel, Ignacio, Carlos, Daniel y los que se vayan sumando. El problema no está en el “te quiero”, el problema está en el decirlo. Hablar es confesar, es exponerte y volverte vulnerable; es bajar la guardia en estos tiempos donde se tiene que ser duro, donde todos estamos en busca de afectos, caricias y sentirnos queridos, sin necesidad de llegar a “lo serio”. Pero que miedo saber y reconocer que alguien me quiere en estos tiempos de individualismo. Yo no veo en el «te quiero» peligro alguno, al contrario, pienso que es un esfuerzo y una forma de preservar, se trata de un obrar a favor de la existencia humana; es decir, a favor y en función del amor que experimentamos como un proceso o devenir en estos tiempos de feminicidios, desaparecidos políticos, precariedad laboral…vulnerabilidad. Es estar con el hombro siempre libre para auxiliar a los que quiero y amo, es dormir con un ojo abierto para cuidar el sueño del otro; pero sobre todo, es poner el cuerpo para que el otro no muera en desgracia.

     Hace poco decidí alejarme un tanto de los estudios lésbico-gay y enfocarme de lleno en el estudio de la teoría queer y sus posibilidades en México, el «por qué», se lo debo a un mal sabor de boca. Fui invitado por las artistas, profesoras e investigadoras feministas queer Nina Hoechtl y Naomi Rincon-Gallardo a participar en lo que sería el XXVIII Festival Internacional por la Diversidad Sexual, antes Semana Cultural Lésbica Gay. Ellas fueron invitadas por la UNAM como curadoras de la exposición que cada año con año se realiza en el Museo Universitario del Chopo, ellas vienen de otras organizaciones, prácticas y escenas que no cuadran con la hegemonía LGBTTTI; la propuesta era agua fresca al canal estancado del movimiento LGBTTTI, el proyecto pensaba recompilar espectro y fragmentos de la diversidad sexual y su lucha en la Ciudad de México sin emitir juicios de valor entre las luchas. No sabía qué decir, en el fondo de mi ser, tenía la intuición que eso terminaría mal, pues ya tenía conocimiento de las dinámicas laborales de las persona que dirigen este festival; sin embargo acepté. Se me asignó trabajar con Liz Misterio, la tarea fue: mapear todos aquellos lugares, actividades o personas que fortalecieran a la comunidad LGBTTTI desde lo cultural; decidimos nombrar a nuestro equipo como prostéticos culturales, pensábamos en las prótesis y todas aquellas indumentarias estéticas que revisten al cuerpo desde lo médico y lo social, sólo que nosotras teníamos en la cabeza algo más amplio. Nos dimos a la tarea de investigar sobre prácticas sexuales disidentes, fetiches, cabaret, literatura, tiendas de ropa, lugares de colectivización identitaria y de producción artística; pensábamos que todo esto formaba esa piel cultural que reviste al cuerpo, eso de lo que tanto habla la fenomenología, de ahí el nombre de prostéticos culturales.

     Trabajamos unos meses antes de nuestra primera revisión grupal, al llegar ese día todos teníamos algo que decir. El equipo de encuentros buscaba que se le pagaran los covers de los lugares que visitaban, nuestro equipo se las veía difícil porque atravesábamos a los equipos de encuentros y activismos, éstos externaban que algunos colectivos y personas en específico no querían prestar material por órdenes de los del FIDS; nuestras curadoras tenían la noticia: posiblemente la exposición no sea parte del FIDS, pero ésta se realizará con o sin su apoyo. Al final por estrategia de no «perder su espacio», el FIDS apoyó la exposición. Sería muy injusto si tomara la palabra por cada unx de mis compañerxs, la historia que ellxs tengan que contar sobre la exposición que ellxs la hagan; yo me detendré en lo que viví.

      Archivos Desclosetados: Espectros y poderes disidentes se inauguraba el dos de julio de 2015 en el Museo Universitario del Chopo. Nuestra misión: pasarla bien y estar atentos a los comentarios. La exposición fue la primera en su tipo, una revisión de archivos conformada por: Archivo Histórico y Fanzinoteca del Museo Universitario del Chopo, Archivo Histórico de LeSVOZ A. C. y Comité Organizador de la Marcha Lésbica de México, Archivo Histórico del Movimiento de Lesbianas Feministas de México (1976-2015) Yan María Yaoyólotl, Archivos y memorias diversas, Archivo Piratas de Género, Archivo sobre el movimiento BI, Jorge Yañez, Archivo Súper Gay, Los 41, GHAI, José Luis Castillo Torres, Colección Rafael Cruz Báez, Colección Horacio Guerrero, Colección Musas de Metal Grupo de Mujeres Gay, Paulina Martínez Peredo, Jorge Claro León, Armando Cristeto, Colección Fidel García Reyes, Fondo I, CAMeNA/UACM, Jorge Estrada, Fabiola García, Rotmi Enciso, Producciones y Milagros Agrupación Feminista, Museo del Estanquillo, Bala Studio, Contacto condonería, Lovemouse y Luna Gótica. Pero si fue una exposición primera en su tipo dentro el FIDS, ¿cuál fue el problema? En palabras de Salvador Irys: «¿No les ha pasado que hacen una fiesta en tu casa y no eres invitado?» Los organizadores del FIDS querían ver a sus artistas en la exposición, querían ver a los mismos de siempre, y ver reafirmada en la exposición la “historia” que de la diversidad sexual ellos han venido construyendo desde finales de los años setenta del siglo XX. Sin embargo, no es la única versión de la historia.

     ¿Por qué estamos acostumbrados a hablar de lo que no está? ¿Por qué no podemos criticar de fondo? ¿Por qué hacer de lo superficial un huracán? Quizás porque no hay argumentos o no saben cómo criticar de manera inteligente. El equipo del FIDS y su galería Hazme el milagrito se dedicaron a rasgar con exageración, exigían cuentas, aclaraciones y disculpas. ¿Porqué disculparnos de una curaduría y una investigación? ¿A caso no saben que toda curaduría e investigación es un proceso de discriminar y organizar información? Sin embargo, yo tengo la vaga espina sobre el coraje de aquel equipo: un grupo de jóvenes con posicionamiento político feminista y cuir venía a desplazar a los mismos de siempre que se dicen hablar de la diversidad sexual, pero su única artista trans es Viviana Rocco, los mismos que no aceptan lesbianas en su círculo, los mismos que se quejan de la homofobia pero solo enaltecen cuerpos blancos hipermasculinos. ¿O sea cómo? Se nos tachó de ignorantes por no incluir una foto o el nombre de José María Covarrubias (La Pepa). Nuestra idea nunca fue hacer un homenaje a la persona sino a las causas; si hubieran observado bien la exposición, habrían notado que había carteles de la Semana Cultural Lésbico Gay fundada por La Pepa y Jorge Fitchl, la causa estaba expuesta. ¿Por qué hacer un altar al patriarca Covarrubias desde el feminismo? Otra ironía.

     Al parecer, para pertenecer a la comunidad gay se necesita ser machista misógino, o al menos eso es lo que nos hicieron saber Salvador Irys y Omar Feliciano. El equipo de investigación fue agredido a través de las mujeres que lo conformaban, en particular Nina, Naomi y Liz; los comentarios iban desde lo xenófobo hacia la güera extranjera pendeja, hacia lo clasista para la “hija” del diputado, etc. Yo como parte de ese equipo de investigación me sentía indignado; no voy a negar que caí en el juego de estos sujetos y me vi envuelto entre dimes y diretes que no pasaron a mayores, a diferencia de mis compañeras. En cuanto al equipo prostéticos culturales puedo decir que mostramos artículos como dildos, condonería, indumentaria leather, así como explantes para cuerpos trans; el bando contrario a través de varias cuentas de Twitter cuestionaban desde la burla nuestros objetivos. Están en su derecho de no saber lo que es la prostética, pero ¿porqué llegar a los insultos y difamaciones? tan fácil hubiera sido preguntar honestamente el significado de esta palabra; pero no, fue más fácil señalar y acusarnos de fraudulentos. Algo que me tocó vivir desde los prostéticos culturales fue la constante muestra de doble moral que existe en todos los sectores de la diversidad, veían en los dildos que mostrábamos una forma de exhibir lo íntimo y personal de las relaciones sexuales. ¡Momento! ¿No se han dado cuento cómo son las marchas LGBTTTI? ¿Han visto porno? ¿Sabrán lo que significa lo personal es político? Yo respondía en Twitter: «Se espantan por los dildos, pero bien que se los meten por el culo». Mi error.

     La idea de poner los dildos surgió por la firme causa que sostengo sobre el derecho al placer, algo aprendido de Paul B. Preciado; no se trata del placer por el placer, sino del placer situado. Es reconocer los grados de sensibilidad que posee tu cuerpo, es aceptar las posibilidades de afección que los objetos ejercen sobre tu cuerpo. Es el cuerpo vivo. Así es como me alío al feminismo cuir y al transfeminismo, desde el cuerpo situado. Sin embargo el bando contrario reaccionó desde el espanto; se ofenden de la exhibición de condones pero se olvidan de la crisis del VIH en los años 80 y 90, se ofenden por los dildos pero se olvidan de la pornografía gay donde el dildo es parte esencial. En fin, la doble moral nuestro peor enemigo. Nuestra nueva tarea: olvidarnos de Facebook y Twitter. Omar Feliciano, a través de estas redes sociales, agredía, hostigaba, acosaba y amenazaba a Liz; le toca a Liz contar su parte. Lo más alarmante, que Feliciano decía: «No me pueden acusar de misógino porque soy feminista». ¡Verga! ¿Si eso no es misoginia, entonces qué es? ¿Es verdad que un “activista feminista” hostigue y agreda de semejante manera a otras activistas feministas?

      La segunda cosa que nadie me dijo de la disidencia sexual: puedes ser feminista y joder a las otras feministas. Puedes hacer de la victimización tu mejor herramienta y forma de ataque. Si te agreden como equipo, puedes callarte, bajar la guardia y desaparecer del mapa con tal de no perder tus privilegios dentro de un sector que se mueve por conveniencia. Fue hasta entonces que entendí el por qué los movimientos homosexuales de los años 70 del siglo XX se disolvían a los tres días de haber nacido. Puedes pedirle a tus amigos que le dejen de hablar a los que te caen mal. Puedes ofrecerle tres pesos y chambitas a los amigos de los que te caen mal para desestabilizar su amistad. El activismo que pudo representar o significar el FIDS en sus mejores épocas, quedó reducido a difamación, chisme y actos mezquinos; nosotrxs no estábamxs preparadxs para pelear en esos términos, porque no es nuestro juego el reproducir esquemas y estrategias de batalla de los partidos políticos y la voz amenazante del patriarcado feminicida. La derecha ni para dar vuelta.

     Por estas razones es por lo que decidí distanciarme, por un tiempo al menos, de los estudios lésbico-gay, porque lo que nadie me dijo de la disidencia sexual es que ésta se vive y se encarna en cuerpo propio y no en discurso de dientes para afuera. He encontrado en lo queer una metodología y forma de trabajo que me permite ir más allá de los binarismos; he visto en lo cuir, más allá de una traducción vacía, un punto de partida en el que la enunciación desde esta trinchera es una resistencia política a las prácticas normativas y monosexuales. Lo que me ha dejado la disidencia sexual es un reconocimiento de mi cuerpo, dentro del espacio público y de las relaciones de poder. No se trata de renunciar a lo LGBT ni a lo cuir, para mí esto sería  tirar a la basura mi trabajo; se trata de limpiar el camino, ir abriendo espacios, reconstruir historias, repensar lo escrito, cuestionar las diferencias. Es crear posibilidades existenciales y afectivas con los otros cuerpos, historias e identidades que transgreden los límites de lo normal.

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Benjamín J. M. Martínez Castañeda

Facultad de Artes y Diseño (UNAM)

Facultad de Filosofía y Letras (UNAM)

https://benjaminmtzc.wordpress.com/

http://benjamin-walpurgis.tumblr.com/

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Relato histérico: los mecanismos de control médico sobre el embarazo

Por Sara Neria Ordaz

Los primeros días de febrero de 2013 sentí el cuerpo diferente. No tenía duda, estaba embarazada. Un par de semanas después un análisis clínico lo confirmó y, como es habitual, comencé la búsqueda de un médico con quién atenderme durante el embarazo. En ese momento no reflexioné respecto a la decisión, es normal que una mujer embarazada busque apoyo médico, sin embargo a la distancia me parece importante la interrogación del hecho, dado que el embarazo como bien sabemos es un proceso fisiológico y propio de toda mujer, es decir, la naturaleza de nuestro organismo se hace cargo del proceso de principio a fin, entonces ¿por qué se ha naturalizado la intervención del médico? Es evidente que el papel de la medicina es fundamental para el propio desarrollo de la sociedad, no es posible negar que gracias a los avances científicos y tecnológicos en torno a la medicina, se salvan vidas y que en el caso de la obstetricia se aumentan las posibilidades de nacimientos de niñas y niños sanos cuando hay problemas durante el embarazo, evitando también la mortalidad materna, pero en mi caso, como en el de la mayoría de las mujeres con quienes conviví en las salas de espera para consulta y estudios, no era ese.

     ¿Entonces porqué acudir al médico? Creo que la respuesta es: por prevención. Desde mi perspectiva, la prevención es un eje fundamental en el ejercicio de la medicina contemporánea y no tocar a sus puertas puede provocar ser tachada de irresponsable, más aún cuando de un embarazo se trata, porque todo el cuerpo social se adjudica el derecho de opinar por el bien del futuro hijo o hija, descalificando la capacidad de las mujeres y sus cuerpos para hacerse cargo, dando por sentado que no tenemos la capacidad racional y emocional para llevar nuestro embarazos de forma apropiada y autónoma. Por eso creo que acudimos al médico, aún sin tener síntomas ajenos a los del propio embarazo (sueño, nauseas, gripes, etc.)

    Inicié la búsqueda de una homeópata, suponiendo que encontraría un acompañamiento distinto al de la medicina alópata. Sin embargo, desde la primera cita inició el permanente discurso del riesgo y la prevención, que se mantuvo durante los siguientes ocho meses, e instaló una especie de angustia y temor por la salud de mi bebé. Recuerdo que la médico me dijo que por las fechas que le daba respecto a la última menstruación, era casi seguro que no hubiera embrión, sólo un saco embrional y me dio una orden para un ultrasonido transvaginal. Si se confirmaba la ausencia de embrión, tendría que hacerme un legrado para retirar el saco.

      No diré que me sentí mal, pero sí agredida por la seguridad del diagnóstico sin estudio previo y el nulo tacto para decir algo así. Ante la noticia de tal posibilidad, mi madre sabiamente dijo: “qué estudio ni que ocho cuartos, dale tiempo al tiempo, espera y verás que todo está bien, déjate de estudios” y con esas palabras también inició un acompañamiento entre mujeres, mismo que se enriqueció entre charlas coloquiales e intercambios de experiencia con otras madres, que por cierto fueron muchísimo más certeras y cálidas en sus diagnósticos y consejos que los y las expertas, sobre todo por la gran capacidad y sensibilidad que tuvieron todas ellas para calmar mi angustia. No está de más decir que como estrategia, considero que una embarazada debiera siempre hacerse acompañar por otras mujeres que ya han vivido la experiencia del embarazo y maternidad.

     El estudio finalmente reveló que había un embrión de aproximadamente 5 semanas de gestación, tras lo cual la médico del Instituto Nacional de Homeopatía decidió que debía usar progesterona, no por algún síntoma en específico, si no por si las dudas ¿dudas de qué? Como es común, no hubo mayor explicación o información respecto a lo recetado, quizá los médicos consideren que ante sus decisiones profesionales no debe cuestionárseles, finalmente el saber médico los faculta para decidir sobre el cuerpo de esos otros que debemos ser los pacientes, lo que también reafirma, desde mi perspectiva, la enajenación del propio cuerpo, porque aunque los reglamentos de los hospitales indiquen que el médico debe dar explicación al paciente sobre los padecimientos, tratamientos y sus consecuencias, sabemos que esto no ocurre y aunque haya excepciones, el lenguaje técnico del médico también se vuelve una barrera, incluso reflejado en la escritura de las incomprensibles recetas.

     Entonces decidí que no usaría la progesterona ¿por qué? Primero porque consideré que sin tener por lo menos un síntoma de alerta, era innecesario y después porque asumí que el embarazo es un proceso que implica un posicionamiento de género y que entregarlo a las decisiones médicas, es ceder en el territorio de los derechos, de lo que es propio y corresponde a las mujeres y con ello me refiero a que hay límites de comprensión por la simple diferencia biológica, así como las mujeres estamos imposibilitadas para sentir un dolor de testículo y jamás tendremos referencia de ello, un hombre vive en la imposibilidad de vivir la experiencia de la menstruación o el embarazo, porque son propios del otro sexo, así es que considero que un médico, sobre todo hombre, debería manejarse con respeto ante un proceso que, de entrada, le representa cierto límite de comprensión física. Aunque la petición de respeto no es exclusiva para los médicos hombres, pues aunque fui atendida por varias mujeres, su actitud no era menos insensible e indiferente, se imponía la profesión al género.

     No obstante mi decisión, opté por mantener un espacio médico de revisión, con la intención de no ser negligente conmigo y mi bebé. Acudí entonces al Instituto Nacional de Perinatología, donde fui admitida dados mis 36 años de edad o lo que los especialistas consideran ser una “mujer añosa”, condición que determina un “embarazo de alto riesgo”. Nuevamente salí alarmada de la primera consulta porque me recetaron 5 medicamentos preventivos: aspirina para preeclampsia, progesterona, un multivitamínico, ácido fólico y ranitidina para las posibles agruras después de tanto medicamento. Enojada pero segura de ser yo quien decidiría respecto a seguir o no las disposiciones médicas, opté por el multivitamínico y una amplia documentación respecto a las etapas que íbamos viviendo mi bebe y yo, opté por escuchar al cuerpo, por profundizar en lo que sentía y observaba, por reflexionar; lo que en conjunto produjo en mí una sensación de bienestar, no he vivido jamás una etapa tan placentera respecto a mi cuerpo y de empoderamiento como mujer ante el cuerpo social.

     No daré pormenores de lo que fue el recorrido entre consultas y estudios porque podría resultar tedioso. Solo mencionaré dos eventos por considerarlos característicos y porque ejemplifican claramente lo que me parece alarmante.

     Hoy es común realizar en el primer trimestre de embarazo un ultrasonido estructural para determinar la salud del bebé, mismo que me realicé con resultado satisfactorio: mi bebé estaba bien, pero la médico me comentó que si yo quería mayor certeza podía pedir un análisis de líquido amniótico, así sabríamos a ciencia cierta si el bebé no tenía algún problema. Para ello, debía firmar un documento donde se dejara al médico sin responsabilidad alguna, porque el estudio implicaba un alto porcentaje de riesgo de aborto. Obviamente me negué y molesté, porque entendí que cuando los procedimientos médicos no implican riesgo debemos obedecerlos al pie de la letra, sin duda o explicación mediante y su omisión implicaría irresponsabilidad de nuestra parte; pero cuando el procedimiento implica alto riesgo, debemos asumirlo nosotros como pacientes, dejando sin responsabilidad alguna al médico. Así, en ambos casos, estamos en desventaja; me resulta paradójico porque no hablamos de un objeto ajeno, sino de nuestros cuerpos, cuya responsabilidad es siempre nuestra, incluidas las decisiones, pero al entrar a un consultorio pareciera que el médico se apropia de nuestro cuerpo y efectivamente lo vuelve objeto, enajenándonos de lo que decide sobre él, o sea de lo decide sobre nosotras.

     Respecto al segundo ejemplo describiré otro procedimiento: como parte de las revisiones de rutina se mide el diámetro del cérvix, una apertura anatómica que se dilata al momento del parto para facilitar la salida del bebé, cuyo diámetro es variado aunque existen ciertos estándares. Pues bien, mi cérvix en el octavo mes de embarazo estaba, según el médico que me hizo el estudio, con una medida de riesgo y había que aumentar la cantidad de progesterona (misma que como ya he dicho, no estaba administrándome). Opté por no dar explicaciones al respecto y en cada revisión (que por cierto hacía un médico diferente siempre), las medidas de mi cérvix variaban, a veces más amplio, a veces menos, pero invariablemente me decían que iba bien con la progesterona. En la última revisión pregunté al médico si no era posible que variara el tamaño del cérvix, según la estatura y complexión de cada mujer, siendo normal que el mío estuviera un poco más dilatado, a lo que tuvo a bien responder que en realidad, el estudio daba resultados no tan precisos y que cada médico podía dar medidas distintas, pero que en mi caso el uso adecuado de la progesterona había prevenido cualquier problemita ¡¡¿Qué??!! Salí de ahí convencida de que mi decisión de no administrarme la progesterona había sido lo más adecuado y me sorprendió que el especialista pudier dar semejante respuesta.

     Finalmente, con 35 semanas de embarazo, en la última revisión (donde a esas alturas no esperaba que me propusieran un parto natural), el médico que me atendía sentenció que si para la semana 39 no había indicios de contracciones, él indicaría la cesárea o aceleraría el parto por medio de oxitocina, porque a él no le gustaba que los embarazos pasaran de la semana 39. Quiero pensar que en realidad tenía razones médicas para tal decisión y que no sólo se trataba de un gusto personal, pero obviamente no opté por quedarme a averiguarlo. Anticipadamente busqué y encontré un espacio para el nacimiento de mi hija, pero eso corresponde a otro relato.

     Y, bueno, ante la arbitrariedad ¿por qué decidí permanecer bajo revisión médica cuando tanta desconfianza me provoca? Respondo lo siguiente: me parece que teniendo los avances científicos de hoy en día, sería absurdo no acceder a ellos habiendo posibilidades. En la ciudad tenemos servicios que ciertamente anhelan en otras regiones del país, en donde es lamentable que haya casos de mortalidad materna e infantil, por partos mal atendidos o no atendidos a falta de médicos, hospitales e instrumental básico, pero habría que contextualizar, reflexionar y dimensionar al respecto. No es lo mismo una valoración médica del embarazo para conocer la salud del bebé y la madre e intervenir en caso de ser necesario, que asumir el embarazo como un proceso de riesgo materno-infantil y sin signos o síntomas de alarma, prevenir cualquier situación que el médico piense que pueda ocurrir, porque de por medio se establece un mecanismo de control que refuerza de manera importante el discurso patriarcal, que ahora se desliza a la figura del médico; sin dejar de lado la cuantiosa ganancia que generan los tratamientos preventivos para la industria farmacéutica.

     Concluyo comentando que pese a mi diagnóstico de embarazo de alto riesgo y a la omisión de los medicamentos que por prevención debía tomar, me mantuve nadando hasta el octavo mes de embarazo, actividad que suspendí por precaución ante la cercanía del parto, pero que me mantuvo en un perfecto estado de salud física y emocional; realicé todas las actividades que me hacían sentir plena, lo que incluyó bailar y acudir a una que otra marcha como corresponde a una activista.

     Hoy mi hija rebasa los dos años de edad, es saludable, hermosa e inquieta. ¿Que si hubo riesgos? Por supuesto, primero por las propias disposiciones médicas, después porque el riesgo es algo constante y permanente en nuestra condición de seres vivientes, no solo en el caso de embarazo, pero creo que ver el riesgo como una oportunidad y no como posibilidad de control vale la pena para así poder decidir sobre nuestros cuerpos y embarazos aunque nos digan necias e irracionales. Porque algo es cierto: lo emocional juega un papel fundamental durante el embarazo, nuestra sensibilidad es una herramienta de autocuidado y protección de nuestros bebés, lo que no se contrapone con lo racional, por el contrario, se complementa. Creo que para escuchar al propio cuerpo, para volver a él, es necesario restarle valor a la palabra del médico, ubicarlo como un apoyo junto con el cuerpo social, que debería ser acompañante de nuestro embarazos, pero con base en el respeto más que con la permanente insistencia del control y dirección de lo que nos es propio, sin imponer procedimientos violentos como las cesáreas, cuyo número es alarmante en el país, contraviniendo incluso sugerencias de organismos internacionales, y en el mismo tenor se encuentran otros procedimiento de rutina como la episiotomía (corte quirúrgico del periné al ano), el rasurado del área genital o la anestesia, a los que, sin ser necesario, se somete a las mujeres que llegan a los hospitales ya en trabajo de parto.

     Pareciera ocioso hacer énfasis en lo anterior, pero a nivel psico-emocional es sumamente importante, porque el impacto que generan los procedimientos, el instrumental médico, la amenaza de posible cesárea, establecen un ambiente poco propicio para un momento en el que las mujeres tenemos una sensibilidad excepcional y debemos conectarnos con nuestro bebés para crear juntas y juntos el extraordinario evento del nacimiento. Que se requiere del apoyo de otras y otros es cierto, definitivamente, pero como siempre, la cualidad y calidad del acompañamiento requiere de un vínculo afectivo que genere confianza y seguridad, no de procedimientos de rutina que cosifiquen el cuerpo de la madre y el bebé.

     Lamentablemente el embarazo es objeto de control del cuerpo de las mujeres y por lo tanto un ejercicio de violencia naturalizado culturalmente, que se ejerce inconscientemente como tantos otros mecanismos de control y que consolidan la estructura social cotidiana, que reproducimos sin reflexionar en su sentido y objetivos.

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Vivir y otras ficciones: La anomalía como potencia, como última trinchera de lo político.

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Antonio Centeno, co -direcor del documental que dinamitó toda las convenciones sociales sobre los derechos sexuales de las personas diversas funcionales trae entre manos otro proyecto fílmico de la mano de una pandilla de locxs maravillosxs que creen en el potencial político de explorar la anomalía e inventar otras narrativas en donde todos los cuerpos tengan cabida, nos referimos a VIVIR Y OTRAS FICCIONESuna película de ficción cargada de realidad que actualmente está colectando fondos a través de Verkami para terminar su postproducción.

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Somos más que una película

Una película que no es solo una ficción. Somos un grito para subvertir la realidad

Por ello promovemos un conjunto de creaciones audiovisuales alrededor de este largometraje, vinculadas al carácter activista de nuestro cine.
Somos conscientes de la necesidad de construir un imaginario colectivo, que permita superar la mirada común sobre el cuerpo abyecto, sobre las vidas rotas. De ello depende el desarrollo de políticas capaces de transformar el ámbito de lo posible, al que se reduce la vida de seres humanos con cuerpos que desafían la noción de “normalidad”.
Este trabajo paralelo que complementa la producción y distribución de “Vivir y otras ficciones”, pretende interpelar la mirada del juicio, del sentido común, que la concepción capacitista impone.
Asimismo, este trabajo en permanente desarrollo nos permite darnos a conocer,generar empatías y complicidades que nos permitan desarrollar una comunidad amplia, identificada con el discurso y la construcción de ese nuevo imaginario en torno a las corporalidades anómalas.

Estas son las principales campañas desarrolladas en torno a la producción de “Vivir y otras ficciones”:

Campaña Yo me masturbo: sirviéndonos de los códigos propios de la publicidad, lanzamos una campaña a través de internet.

Falsa noticia asistencia sexual: aprovechando el carácter progresista del nuevo Gobierno municipal de la ciudad, lanzamos la falsa noticia sobre la creación de un servicio de Asistencia Sexual en Barcelona. La campaña alcanzó un enorme impacto, ya que se logró que la noticia se asumiera como real. Más allá de la publicidad conseguida, logramos hacer creer como posible una reivindicación que hasta entonces ni tan solo existía en la agenda política.

 

Anomalías intempestivas: video creación en la que se muestran cuerpos que habitualmente no cuentan con representación en el mundo del arte, la publicidad y que por tanto no puede verse reflejados en el imaginario colectivo.

Cine realidad para representar la anomalía. La anomalía como interrupción de lo previsible. La anomalía como potencia, como última trinchera de lo político.

Queremos generar complicidades a partir de la producción de este largometraje y de otros artefactos audiovisuales que apoyan su difusión, y que hablan de ese asumirse anomalía desde el cuerpo. Desde la vida.

Sinopsis

Pepe, el taxista ful, ha salido del psiquiátrico tras pagar condena por robar para trabajar. Únicamente la solidaridad de Antonio, activista con diversidad funcional, le permite construir una vida frágil sobre la que proyectar nuevas ilusiones.

Sin embargo, su necesidad de encajar en un mundo sin sentido se convierte en una tarea desesperada. El horizonte de su ansiada “normalidad” resulta inalcanzable.

La relación con Antonio interpela su mirada sobre la vida, invitándole a reconocerse como anomalia e inventar una locura mayor, para vivir.

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Quiénes somos

Jo Sol, Antonio Centeno, Afra Rigamonti, Pepe Rovira…compartimos amistad, el espíritu artístico, complicidad ideológica y la locura de lanzarnos a crear una película de ficción sin ningún presupuesto, solo con el entusiasmo por compartir un tiempo de creación.

Compartimos también un pasado, hecho de colaboraciones que nos cargan de sentido y de razones para llegar hasta el final de algo tan complejo como es hacer una película y que pueda verse más allá de los círculos afines.

“Vivir y otras ficciones” constituye una prolongación tanto de ese grito desde el absurdo que fue el , como de la mirada sobre el cuerpo planteada con .

Diez años han transcurrido desde que la noticia del falso taxista que robaba para trabajar, expusiera la paradoja de una realidad sin sentido. En un mundo donde sólo se existe como trabajador, robar para trabajar se convirtió en la respuesta absurda a un mundo absurdo de un hombre anónimo y genial. Pepe Rovira, el viejo taxista ful, debe asumir que su tan anhelada “normalidad”, no es otra cosa que una enfermedad contagiosa.

El encuentro con el activista por la vida independiente y los derechos sexuales de las personas con diversidad funcional, Antonio Centeno, permite situar el deseo en el centro de ese desafío por vivir.

Resulta estimulante ver cómo todo esa ficción sucede mientras se crea una obra nutrida de semejante energía no sólo en lo teórico, sino en la necesidad de crear prácticas y pensar en común cómo debe garantizarse el acceso al propio cuerpo para aquellas personas que funcionan diferente, cómo debe ser un sistema de asistencia sexual.

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Y sobretodo APOYA el proyecto aportando un poco de dinero a la causa, hay  muchas recompensas, desde un visionado online de la película hasta la oportunid de ser productor de la misma!!!

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Editorial #16 NuestrasOtrasHistorias

portada por Alex Xavier Aceves Bernal
portada por Alex Xavier Aceves Bernal

Porque sabemos que la historia es la herramienta de los poderosos, los colonialistas, y del patriarcado para mantenerse en el poder, hoy reclamamos el derecho de narrar desde las microhistorias, desde lo personal y lo oculto.

Despatriarcalicemos  la Historia con las narrativas de las mujeres, las minorías raciales y sexogenericas, de quienes no han tenido voz para contar su versión de las cosas, contemos NUESTRAS OTRAS HISTORIAS.

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Felix D´Eon: postales de un tiempo que pudo ser

Érase una vez… un mundo en el que los jóvenes se distraían de la lección de piano para toquetearse mutuamente, en que ver a una familia lesbomaternal pasear por la calle no causaba el disgusto de nadie y en el que los jóvenes cadetes se entregaban al placer con sus compañeros en sus ratos libres…

     La obra de Félix D´Eon nos transporta a otro tiempo y nos muestra una realidad alternativa en la que los afectos y la pasión no dejan espacio para el ningún resquicio de vergüenza, violencia, ni homofobia; nos muestra postales de un pasado que pudo haber sido, fuera del clóset y de la clandestinidad.

     Félix vino a llenar un hueco en la memoria colectiva de las comunidades LGBTTTI sobre un periodo en la historia en el que sus narrativas sexuales y amorosas fueron borradas y condenadas a existir en el secreto, y lo ha hecho con una gráfica que es a la vez sexualmente explícita y delicada.

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Félix nació en Guadalajara, México de padre francés y madre mexicana. Se crió y estudió en los Estados Unidos y actualmente vive en la Ciudad de México.

Síguelo en su página personal

http://felixdeon.com/

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