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El deseo es contagiosa

 

Diego Safa Valenzuela

Se hacían doce horas en coche hacia Torreón desde el Distrito Federal. Todas las navidades viajábamos en una Tsubame azul, la minivan de Nissan que se basaba en el Tsuru. Durante este largo trayecto era fácil enfrascarse en discusiones para decidir qué música poner. Lo bueno es que había suficiente tiempo para dividirlo. De vez en vez sonaban Los Tigres del Norte, no recuerdo si lo escogía mi papá o mi tío. Para mí, los tigres son ese desierto. 

Por eso mismo, antes de cantar en el karaoke de Travesura1, le dediqué «La Jaula de oro» a Torreón o más bien, a ese desierto. Creo que sucede algo mágico en los cantabares. En especial con el de Travesuras, no sólo porque una marisquería se transforma en un karaoke, sino porque se construye un espacio de respeto y confianza mutua entre las personas que en su mayoría podrían parecer desconocidas entre sí. Cantar es permitido, por más feo que suene. Después de la euforia y los aplausos regresé a sentarme con mis amigas. De camino a la estación de Metrobús nos preguntábamos: ¿Cómo era posible que por esos minutos nos habíamos despejado de toda esa basura de autoflagelo que diariamente nos impide realizar nuestros deseos? ¿Cómo se produce esta transformación subjetiva?. Quiero aclarar que esta sensación no se acota a Travesura, sino que podemos sumar a los espacios, fiestas, eventos, antros que alojan la diversidad de las disidencias sexuales; claro con distintas intensidades.

Buscando dar posibles respuestas, podemos partir estipulando que la confianza es un afecto que se construye colectivamente, pero también se transmite; igual que la angustia. Se contagia. 

Ahora bien, ¿cómo se propaga? Para contestar, propongo deambular por algunas ideas freudianas sobre contagio histérico, para descolocar el contagio de una perspectiva biologicista. Empezaré por un fragmento del caso “Dora”, “una de las histéricas más repulsivas que jamás conoció”, en palabras de Felix Deustch. En un pasaje del historial, Dora le cuenta a Freud que identificaba cómo su prima se enfermaba “para obtener algo”, es decir, esta simuladora usaba dolores estomacales como una estrategia para arreglárselas en el amor. 

Dora tomó esta treta como una maqueta, pero con ciertas modificaciones; ella se quedaba afónica cuando su enamorado partía y recuperaba su voz cuando regresaba. Entre las dos mujeres, se había construido un lazo tejido desde un modo específico de sufrir mediante una suerte de transmisión implícita de saberes.

La infección parece ser punto de confluencia afectiva entre varias personas. No es que se imite el sufrimiento, sino que se trata de una apropiación. Se apropia de una posición subjetiva. Para precisar lo propio de este posicionamiento, recordamos el “descontento con la condición de mujer” que caracterizaba a Elizabeth Von R.2, una paciente que Freud describía con mirada retadora. La joven histérica se rehusaba a casarse, en vez de esto, deseaba estudiar e iniciar una formación musical. Este descontento podría pensarse como una posición crítica a la determinación que encauzaba su femineidad a la que dictaban otros. Resuena una de las tesis freudianas sobre la sexualidad; los síntomas son la vida sexual de los neuróticos3. Es decir, los síntomas son expresiones de una sexualidad que ha sido reprimida para someter las prácticas eróticas bajo estándares morales que se erigen como la normalidad.

Las histéricas son buenas para producir síntomas.

Desde este punto de vista, el síntoma como un saber que erotiza lo prohibido, teje una comunidad sexual cuando se contagia.

Algo así sentí al cantar Los Tigres del Norte. Pero la diferencia es que lo que compartía no era el modo de sufrir. Quizá lo que sentía era más cercano a otra dimensión del síntoma; el deseo. 

Es conocido que Lacan, poco después del movimiento de 1968 4 parisino insistía en definir la histeria como un trabajo imposible, es decir; la labor de hacer desear. Producir el deseo. Quizá uno de los intentos de Lacan era ampliar la noción deseo y no restringirla a una flecha entre dos elementos, o a una disputa por el reconocimiento entre una persona que intenta gobernar y otra que se esfuerza por develar las faltas de aquel que se coloca déspotamente como amo. Sino como una comunidad. Una comunidad de deseo. 

Lo que se propagará no sólo es el sufrimiento, sino también el deseo. Quizá como describe Rodrigo Parrini en el trabajo etnográfico que hace sobre un grupo en Tenosique de personas gays 5. El deseo homosexual pensado como un virus que se propaga transformando la sexualidad de las personas que ha infectado. Pienso que la transformación del sujeto puede no sólo acontecer al asumir el riesgo de señalar un trato despótico al develar su verdad; sino también al ser franco con el deseo propio frente a otros. 

Esta franqueza es propia de un karaoke, desde el hecho de escribir el nombre de la canción que has escogido para cantar; hasta subirte al escenario y presentarte frente una audiencia de personas desconocidas que cantan contigo. Esa experiencia implicó para mí, transformar el soundtrack de un viaje tedioso de doce horas, a un mensaje de cariño a una ciudad donde pasaba todas las navidades. Escuchar desde otro lugar esa música que era tan familiar y tan ajena a la vez. Acercarme a sus letras, sus narraciones, su contexto; para cambiar su sentido, hacerlo mío y hacer que ellas me hagan suyo. 

 

Mi experiencia no se termina ahí. Encontré mayor fuerza con la respuesta de la audiencia, es decir, no espectaban silenciosamente con distancia y ajenidad. Mi canto resonó en el canto de otros. Algo se había contagiado. No podía decir mi reapropiación de la música de la carretera hacia Torreón, pero tampoco estaba lejos de ello.

Quizá la participación del acto de franqueza con respecto al deseo propio, no sólo se base en constatar. Atestiguar conlleva apropiarse del deseo, hacerlo resonar. Infectarse. Cantar con quien está en el escenario. Esta vez, la voz de Eco quiebra los muros que edifican a Narciso. Un momento en donde se produce la más profunda y verdadera transformación subjetiva. 

Creo que no es necesario coger para sentirse en una comunidad sexual.

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Pies de página

1 Quiero agradecer especialmente a La Maga y a Diana J. Torres por hacer que este espacio sea posible. Después de tantos embates, es de reconocer que sigan brillando.

2 Freud, S., y Breuer , J. (1893-95). Estudios sobre la histeria. En obras completas. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.

Freud, S. (1905). Tres ensayos de teoría sexual. En obras completas. Buenos Aires: Amorrortu

 Lacan, J. (1969-70). El Seminario 17: El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, 2004.

5 La exigencia es semejante a otra que analizamos previamente: si los gays pueden circular libremente y sin máscaras, si han salido de sus escondites, entonces no hay razón para que nadie se oculte. Su deseo tampoco se propagará, asunto que preocupa a todos estos informantes, porque estarán circunscritos. La operación que se les exige con respecto a su deseo, también se les pide con el sida: contengalo, eviten su propagación”. 

Parrini, R. (2018) Deseografías. Una antropología del deseo. Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana y Universidad Nacional Autónoma de México, p. 66. 

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Diego Safa Valenzuela. (México, 1988). 

Empezó sus estudios en la Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco. Al salir de la carrera de psicología trabajó en Elige, Red de jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos, en el área de educación feminista. En búsqueda de una experiencia clínica, se fue a Argentina a estudiar la maestría en Psicoanálisis de la Universidad de Buenos Aires. A la par del posgrado, tuvo la fortuna de colaborar con Ágora, una asociación dedicada a la atención de pacientes por medio del acompañamiento terapéutico. A su regreso, con el objetivo de trabajar en un espacio del sistema de salud público mexicano, encontró la posibilidad de ser terapeuta por más de un año en un centro de reclusión para adolescentes en conflicto con la ley. Por las dificultades de esa labor, fue necesario tener espacio de reflexión y de contención, el cual lo fue en la maestría sobre Violencia y Subjetividad por parte el Colegio de Saberes. Actualmente, se dedica a la práctica del psicoanálisis desde su ejercicio clínico y en su transmisión; es profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco y de Dimensión Psicoanalítica.

 

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ilustración por Marian

El poder de las vulvas Por Honey Nagiko

ilustración por Marian
ilustración por Marian

por Honey Nagiko

“¡Eres una hedonista!” Siempre lo escuché como un insulto. Dicho con resentimiento. Con coraje. Casi con odio. Y eso que la apreciación venía de mis “amigos”, tan liberados, según ellos, de los paradigmas religiosos, pero muy castigadores hacia quienes asumimos la búsqueda del placer como nuestra brújula. Tan interiorizado su temor al gozo, su culpa ante la complacencia, y su necesidad de castigar para redimir. Hedonista. Como si el placer fuera un pecado.

Pero qué digo, ¡Si sí lo es! Y bueno, no uno, sino varios. Y capitales. El placer de comer: gula. El placer de descansar, del “dolce far niente”: pereza. El placer de coger: lujuria. ¿Tendrá el placer algo de peligroso que prácticamente todas las religiones, gobiernos, culturas y sociedades han considerado imprescindible estigmatizarlo, al punto de castigar a quienes lo practican libremente?

El castigo y el control obsesivo surgen, la mayoría de las veces, del miedo. Del miedo a que el placer se pueda convertir en un obstáculo. Del miedo al poder que el placer puede tener. ¿Pero qué poder puede tener el placer? Sigamos un par de pistas:

La primera es muy obvia y reduccionista, pero también es cierto que es la base de toda economía: el poder de crear más seres humanos. El poder de generar un recurso indispensable para crear riqueza, es ciertamente un poder y un recurso que ha sido controlado por milenios. No por las poseedoras de las cuerpas que ostentan ese poder, sino por quienes regulan la riqueza y cómo se produce. Poder que aún recae, a su vez, en ciertos linajes legitimizados como capaces de gobernar. La perpetuación de estos linajes, sin la interferencia del semen de hombres pertenecientes a otros grupos, es lo que ha motivado los elaborados discursos religiosos hechos para que las mujeres auto regulen su deseo y el acceso a sus vientres. Aunque lxs cuerpxs de lxs mujerxs han sido controladas físicamente, la mayoría de las veces este control se ha ejercido a través de ideas falsas sobre sus propixs cuerpxs y su propio placer, las cuales han moldeado su identidad como “mujeres”.

El control religioso, social y mental que se ejerce sobre el placer de lxs cuerpxs con vulva se puede condensar en una palabra: virginidad. Tantas generaciones de mujeres mutiladas por el sentimiento de culpa y vergüenza, educadas para sentir miedo y rechazo ante la capacidad de su cuerpo de sentir deseo, y de satisfacerlo. Una educación en la que sistemáticamente se ha dejado fuera el conocimiento de los órganos de placer de lxs cuerpxs con vulva, de los líquidos que emanan de ellxs, y de cómo hacerlxs correr. Y no puedo dejar de mencionar las mutilaciones de clítoris, aún practicadas. No hay adjetivo que pueda describir el inefable horror de esta práctica, sobre todo cuando las mutilaciones son llevadas a cabo por otras mujeres. Una mutilación aún más violenta e irreversible.

La persecución y el castigo del placer no han sido únicamente religiosos. El Calibán y la Bruja, es el ensayo histórico en el que Silvia Federici plantea la tesis de cómo fue necesario castigar el ocio, el juego y la lujuria (sobre todo la de las mujeres consideradas “ancianas”, quienes durante buena parte de la edad media no eran desexualizadas y ejercían más o menos abiertamente su sexualidad), los  cuales eran mucho más aceptados y cultivados en las sociedades medievales que en las modernas, para moldear una sociedad lo suficientemente obsesionada con la productividad como para autoesclavizarse voluntariamente al trabajo. Esto es, para construir los cimientos del capitalismo. La infantilización del juego y la estigmatización del ocio y del placer fueron sólo dos estrategias para construir, a lo largo de varios siglos, al perfecto humano ciudadano del capitalismo; quien sólo se permite tener acceso al placer sin culpa durante los dos últimos días de la semana inglesa, esto es, durante el fin de semana.

El control de la reproducción y la obsesión por la productividad no son las únicas causas por las que el libre ejercicio del placer es considerado como algo que pone en peligro “al sistema”. Sigamos otra pista: el tantra. Ciertamente el término engloba una gran cantidad de prácticas, filosofías y paradigmas. Para propósitos de este ensayo, nos referiremos al tantra como una práctica sexo-religiosa entre ciertos practicantes devotos en la India. En las religiones tántricas el sexo es una práctica espiritual, una forma de conectar con el poder divino.  Lo que más se venera en las religiones tántricas es el yoni, o, en otras palabras, la vulva y la vagina. En prácticas tántricas patriarcales, los practicantes tienen sexo con “prostitutas sagradas”, de quienes obtienen el poder de conectar con lo divino e “iluminarse”. Así, el tantra coloca a la unidad creada por la vulva, la vagina y la matriz como un portal cósmico a través del cual se puede acceder al poder divino. Un portal que en sociedades patriarcales sigue siendo controlado por hombres, para beneficio de ellos mismos.

Me interesa explorar junto con ustedes, querides hysteriques, una pista más sobre el poder de lxs cuerpxs con vulva. Charlando con un ex-colega bastante machirulo sobre edad y sexo, me confesó que los hombres prefieren a las mujeres más jóvenes porque tienen menos deseo sexual y son más fáciles de satisfacer. Estudios científicos (y no es que yo crea en la capacidad incuestionable de las ciencias para producir verdades, la verdad, pero el dato viene al caso en esta caso crítico), revelan que, mientras que los hombres llegan al pico de su deseo sexual alrededor de los 20 años, las mujeres experimentan el mismo pico de deseo sexual alrededor de los 40. El miedo a la vulva dentada o devoradora, una vulva insaciable, probablemente nace ahí: una mujer de 40 años o más tendrá un apetito sexual que un hombre de su misma edad, mayor o ligeramente menor no podrá satisfacer. Esto, obviamente hablando desde un paradigma heterosexual, en el cual el placer “femenino” depende de la penetración prolongada o repetitiva; lo que desafortunadamente sigue definiendo la forma en la que viven el placer trillones de cuerpas en la planeta.

Esta plática me hizo recordar el amargo y tajante comentario que alguna vez escuché de una colega: “Las mujeres a los 40 desaparecemos”. Lo que desaparece, o disminuye, en realidad, es la capacidad del miembro masculino de gozar de erecciones una o más de una vez durante el mismo encuentro sexual a medida que los hombres envejecen. Lo cual, en el imaginario heterosexual patriarcal, es directamente proporcional a la capacidad de un onvre de satisfacer a una cuerpa y a su vulva mediante la penetración, sobre todo cuando la compañera de juegos es poseedora de una vulva y una vagina de alrededor de 40 años o más.

Acá por supuesto cabría una argumentación que podría ser larga sobre cómo, sea que el susodicho tenga 20, 40, 60 o 150 años, el miembro masculino desafortunadamente no está diseñado para provocar un orgasmo en unx cuerpx con vulva. Esto, como sabrán muches de ustedxs queridxs hysteriquxs, se logra con las manos y sí, en las edades moderna y posmoderna, también con ayuda de ciertos tipos de “juguetes” sexuales.

El placer de las vulvas y las vaginas es un poder que ha sido controlado para controlar, a su vez, la reproducción, la mano de obra, la “pureza” de los linajes que han gobernado los muchos mundos creados por lxs humanxs, así como para construir sistemas económicos basados en la explotación. E incluso, para controlar el acceso a “lo divino”. Conocer nuestrxs cuerpxs con vulva, saber cómo estimularlas para que se pongan jugosas, para regalarnos orgasmos; es la rebeldía que tenemos siempre tan a la mano para contrarrestar milenios de control religioso, político, económico y social sobre el placer de nuestrxs poderosxs cuerpxs con vulva.

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Honey Nagiko es exploradora de cuerpxs y placeres. Hedonista por elección y de profesión. Tuvo su primer orgasmo accidentalmente a los 9 años, jugando a escalar un tubo. Fue censurada por sus progenitores y desterrada a las sombras, donde el placer sexual era “algo malo”. Comenzó a recuperar la capacidad de disfrutar de un placer sexual sin culpas y autoamoroso hace 13 años. Se reencontró con su propio poder para regalarse orgasmos a través de la autoexploración y con ayuda de otrxs activistxs del placer.

@honey.nagiko

https://www.instagram.com/honey.nagiko/

 

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A las Vacas Sagradas se les Sacrifica.

Lechedevirgen
23 03 23

Acudí como artista invitadx a la inauguración de la exposición “Imaginaciones Radicales: Una Lectura Disidente de la Colección del MAM” en el Museo del Arte Moderno de la Ciudad de México. Celebro lo arriesgado en la curaduría que apostó por las voces diversas de la disidencia, con una visión actualizada que habla desde el presente y dialoga con el pasado en un recinto de tal magnitud e importancia para el panorama nacional del arte, pues posiblemente después del Palacio de Bellas Artes, el MAM sea el museo de mayor prestigio artístico en el país. Sin embargo, el motivo real de la escritura de este texto es una crítica a la jerarquía del sistema del arte y las problemáticas que de ella se derivan.

Antes que otra cosa, quiero dejar en claro que mi intención no es el de apostar por el discurso de la cancelación, el cual no sólo me resulta ineficaz en tanto a la búsqueda de soluciones a las problemáticas aquí descritas, sino que abona a una lógica punitivista que no comparto, pues criminaliza, polariza y construye una narrativa instantánea y dicotómica entre “víctima y victimario” que termina por banalizar las violencias y recrear “cacerías de brujas”, sino que al contrario, mi interés es la búsqueda de la reflexión colectiva en torno a las practicas de violencia y abuso de poder normalizadas en el mundo del arte.

Este texto, escrito desde la anécdota, la escritura autobiográfica, la crónica y el ensayo crítico, busca abrir el diálogo en torno a como desactivar estas estructuras de poder y técnicas de invalidación, desacreditación, discriminación etc. en nuestra práctica artística cotidiana derivadas de privilegios de clase, privilegios epistémicos, meritocracia y gerontocracia, entre otras.

Lo ocurrido en el MAM

Resultó maravillosa y muy gratificante la experiencia de verme incluidx en la selección de artistas junto a figuras como Graciela Iturbide, Francisco Toledo o Nahúm B. Zenil (de lo cual me siento muy orgullosx) así como recorrer la exposición al lado de colegas con quienes comparto más de una década de intercambios y vivencias en la que nos hemos visto crecer a la distancia, tan admiradxs y queridxs como Mar Coyol, Fabián Cháirez, Fershow Escárcega y muchxs otrxs como Lía García o Lukas Avendaño que aunque no asistieron físicamente sus piezas allí expuestas me hicieron sentirles cerca. Después de una hora y media de haberse inaugurado la exposición, decidí separarme de mi grupo de amigxs para poder tomar registro fotográfico de la exposición.

Casi con la sala vacía y cuándo me encontraba completamente solx, fuí detenidx de forma abrupta por alguien quién me increpó con una pregunta: “¿Eres tú el de esas fotos?” a lo que respondí que sí, que efectivamente era yo. Llamó mi atención el que no utilizara mis pronombres (elle) y también que las fotografías a las que se refería eran las de mi serie Cantos Xenobinarixs (2020) que abordan justamente el tema de la identidad no binarix.

“Me parece sospechoso qué se parezcan tanto al trabajo de Fershow (Escarcega), son peligrosamente parecidas” me comentó mientras se pegaba en la espalda con una mano y repetía la frase “lo traes aquí, lo traes aquí detrás”, yo le pregunté a que se refería, pues su uso del lenguaje, tanto corporal como verbal, me resultó confuso. Él no había sido para nada amable (al contrario de todas las demás personas con las que interactué en la exposición, pues él fue el único con una actitud hostil hacía mi persona) y yo no entendía a que venía el uso de palabras como “sospechoso” o
“peligroso” (palabras que me recordaron el argot que usualmente utiliza el estado para criminalizar y que me hicieron sentir como si yo estuviera robándole algo a alguien), entonces me aclaró con un gesto de obviedad: “Los curadores no van a querer tu obra, ni van escoger tu trabajo si se parece al de Fershow. No si le copiaste a otro artista”, entonces, le pregunté quién era y le extendí la mano para saludarle, él respondió el saludo y hasta entonces me dijo su nombre.

He decidido omitir su nombre porque como he dicho antes, el motivo de este texto es el de hacer visibles las problemáticas del abuso de poder y violencia derivados de la verticalidad del sistema del arte y sus jerarquías, y no el de buscar perjudicar de ninguna persona, ya que no se trata de una cuestión personal sino estructural. Tampoco veo necesario el nombrar públicamente a alguien que no necesita más reconocimiento del que ya tiene, por lo que he decidido no darle más publicidad en este escrito. Sin embargo, puedo decir que irónicamente se trata de un artista abanderado
por la diversidad sexual, defensor de los derechos de la comunidad LGBTTTIQ+ en México, que incluso formó parte de la generación que inició el Movimiento de Liberación Homosexual desde 1978.

No le reconocí, pues a pesar de saber sobre su trabajo y trayectoria nunca lo había visto en persona, ni tampoco nadie me lo había presentado. Yo le respondí que sus comentarios me resultaban invasivos, que mi trabajo artístico jamás lo he hecho pensando en el gusto de los curadores, o los jueces de las becas o los directores de las instituciones (porque de hacerlo de esa forma no sería un trabajo honesto ni auténtico, sino que estaría tratando de agradar con tal de obtener algo a cambio, cuándo confío totalmente en la calidad de mi trabajo y en la relevancia de mis propuestas), que mi
forma de hacer arte es muy extensa, qué mi trabajo artístico se ha abierto paso sólo, que quizá si realmente lo conociera se hubiera dado cuenta de todos los errores de interpretación que había cometido y de lo cerrada que resultó su visión, y que además, esas fotografías no las había propuesto yo, sino que fueron seleccionadas por Katnira Bello, como curadora de la exposición y que con ella podía discutir sus dudas e inquietudes. De hecho, los aspectos por los cuales considero que este artista comparó mis fotografías de Cantos Xenobinarixs con la obra de Fershow (colores estridentes y
elementos simbólicos de la identidad mexicana) hacen referencia a los colores de la bandera no binaria y también reflexionan sobre ese mismo tema en el contexto nacional actual.

La realidad es que cuándo me dijo su nombre sentí una fuerte decepción, decepción de saber que aquel pionero cuyo trabajo que resultó tan importante desde hace ya casi 50 años para luchas sociales y los derechos humanos, alguien que vivió la represión de aquella época que apenas yo apenas puedo imaginar, se había convertido en un juez gracias a la gerontocracia y meritocracia, en una persona que sólo puede enunciarse desde una posición de poder, desde el “yo estuve antes que tú / yo tengo más trayectoria que tú”, incluso me hizo saber su currículum en menos de un 30 segundos, diciendo un montón de cosas y logros personales que no recuerdo con exactitud por la sorpresa que me generó el darme cuenta que después de tantos años, alguien quién yo veía con admiración por ser una pieza clave de los movimientos políticos de las diversidades y de las revoluciones artísticas en el país se había convertido en una figura de autoridad.

Le mencioné que lamentaba mucho haberlo conocido de esta forma, mientras la frase “nunca conozcas a tus héroes” pasaba por mi cabeza, y pensaba también en lo mucho que me hubiera gustado compartir con él y aprender de él, cosa que ya no es de mi interés después del mal sabor de boca que me generó su personalidad, actitud y actos hacía mi persona.

Él, molesto por lo que imagino interpretó como un acto de desobediencia de mi parte por no haberlo reconocido al instante, contestó de una forma golpeada, subiendo la voz y entrecerrando los ojos: “Pues si tu dices que yo soy invasivo, yo digo que tu eres un irrespetuoso”. Acto seguido se dio la vuelta y me dejó hablando solx.

Entre el enojo, la confusión y el shock, sólo atiné a gritarle (porque ya estaba algo lejos) que lo que estaba haciendo no era justo, a lo qué el respondió con una mueca de asco mientras me miraba de arriba abajo: “Tú no me vengas a hablar a mí de justicia”, afirmando mi sospecha de que de verdad él creía que yo estaba plagiando a Fershow, un artista con quién además sostengo una relación de admiración mutua, con quién mantengo una amistad desde hace más de una década y que desde que nos encontramos hemos querido hacer colaboraciones juntxs, pero que por alguna u otra razón no han sucedido aún.

Este “artista consagrado y pionero de la fotografía” fue agresivo conmigo sin siquiera importarle conocer mi nombre ni mucho menos mi trabajo, pues creía que yo era fotógrafo cuándo realmente me dedico al performance desde el 2009, además de que la serie fotográfica a la que se refería es una editorial creada en colaboración del fotógrafo Herani Enríquez para la revista Noula, y que justo al lado estaba expuesto el registro fotográfico de mi performance Adiós al Clóset (mismo que tuve la oportunidad de presentar el pasado 28 de junio en el MAM como parte de esta misma exposición), fotografías que seguramente pensó que eran de alguien más. Tampoco respetó mis pronombres y por supuesto nunca me los preguntó, asumiendo que soy un hombre CIS género como él, a pesar de que mi expresión de genero y la ficha técnica de mis obras decían lo contrario. Este artista fue invasivo al abordarme y darme un “consejo” que sonó a amenaza, “consejo” que nunca pedí y que no necesito.

Mi sorpresa era grande, había sido ninguneadx, agredidx (“corneadx” o “embestidx” mejor dicho) por un vaca sagrada, varón CIS homosexual representante de la defensa de los derechos humanos de las diversidades, en medio de una sala enorme del Museo de Arte Moderno, sala repleta de obras que hablaban de respeto, inclusión y diversidad (contando las de este mismo artista también) y que se presentaba como una exposición creada “bajo una perspectiva de género, no bajo la óptica del binomio femenino/masculino, sino como un reconocimiento de la diversidad”, justo como decía el texto de sala.

Descolonizar las prácticas artísticas

Estos hechos me hicieron querer escribir este texto, no como una crítica a este artista, sino como una crítica al propio sistema del arte que produce y sostiene estas subjetividades, interacciones y mecanismos, porque me pregunto: ¿Hasta cuándo vamos a seguir permitiendo que artistas/ curadores/ historiadores/ directores que se benefician del peso institucional, de su trayectoria y de su renombre sigan pisoteando, humillando y atacando a artistas jóvenes? ¿A caso ya olvidaron cuándo ellxs mismxs lucharon contra esas instituciones a las que se adhieren ahora?, ¿A caso la única forma de vincularse con las nuevas generaciones es a través de la agresividad, de la hostilidad, de la imposición, la humillación, demeritando el trabajo y decirnos como tenemos que hacer las cosas? ¿A caso ellxs no aborrecían, tanto como yo lo hago ahora, esas mismas figuras de autoridad en las que se terminaron convirtiendo?

He decidido dejar de normalizar esa lógica y sus violencias, e invito al lectorx a hacer lo mismo de una vez por todas. Yo ya no pienso seguir con el juego falocentrista de “quien la tiene más grande / quién tiene más trayectoria” con el que los machos del mundo del arte siguen tan fascinados. Conmigo no, cariño. Hay perras que ladran, pero otras mordemos, y mordemos porque estamos hartas de sus estructuras coloniales de dominación, sistemas jerárquicos, verticales, patriarcales y eurocéntricos por más que duela reconocerlo, estructuras que siguen muy dentro de las prácticas artísticas en México y que benefician a quienes están arriba a costa de quienes están abajo y que en lugar de construir comunidad de forma horizontal terminan por generar separación, exclusión y la destruyen. Porque como dice la activista y feminista boliviana, María Galindo: “Ante el poder no te empoderas, te rebelas”.

También estoy hartx de la competencia. Sí el trabajo de alguien que admiro tanto como Fershow, se parece al mío o viceversa, yo lo celebro, celebro que nuestras comunidades disidentes estemos en la misma página, en el mismo sentido, en el mismo frente. Celebro que podamos estar todas juntas y también revueltas que nuestras obras se entrelacen, se nutran unas con las otras, muten y se contaminen, celebro generar lazos y puentes, referencias, genealogías, etc. Incluso si existe disenso y la crítica, que siempre serán bienvenidas, pues no necesitamos estar todas de acuerdo en todo para entender que aún así podemos confluir con el otrx en lo común.

Celebro y hasta me parece un halago que las personas que vean mi obra piensen que mi trabajo es parecido a otrx artista con quién comparto ideales y sueños, y lo celebro porque eso no me quita mi identidad artística, ni mi a propia trayectoria, ni mis propios logros, ni le resta poder a mi obra o la del otrx artista, al contrario, potencializa el trabajo de toda una nueva generación que ya no quiere seguir compitiendo entre ellxs, ni se preocupa por lo que piensen los “artistas consagrados” desde sus posiciones de poder, sino que quiere organizarse para generar mejores mundos posibles para las generaciones que vienen, porque realmente eso es lo que nos importa.

Ya no estamos en el siglo XIX para seguir creyendo que los “artistas consagrados” son “genios”, que hay que buscar crear la “opus magna”, que el arte desde ser único e irrepetible, que el arte es arte siempre y cuándo no se parezca a nada antes creado, que el arte es arte siempre y cuándo personas con poder lo legitimen como tal. Llamarme artista es mi propia venganza contra la exclusión al apropiarme de un término que en otras épocas y contextos hubiera estado fuera del alcance para alguien como yo, como ha sido el caso de las constantes y notables omisiones que ha hecho la historia del arte con artistas mujeres, disidentes sexuales, poblaciones trans, travestis o no binarias, racializadxs, con diversidad corporal, etc.

Confío en que es posible descolonizar la forma de relacionarnos en las prácticas artísticas, descolonizar y horizontalizar la forma de interactuar entre artistas, curadores, directores, etc. y desengancharnos de las estructuras de poder que nos ha dejado ese modo colonial y paneuropeísta de actuar.

En los 1.946 millones de kilómetros cuadrados que tiene México caben 24 de los 49 países que conforman el continente europeo. De hecho, para ser considerado un continente tendría que ser una gran extensión de tierra rodeada por cuerpos de agua, por lo que en todo caso debería considerarse como Euroasía, o incluso al revés Asiáeuropa debido a la extensión del territorio.

Sin embargo, antes Plutón dejó de ser un plantea, que Europa un continente. Europa no es el mundo entero y aún así ¿vamos a seguir reproduciendo y alimentando los discursos eurocéntricos de competencia, poder y autoridad que se han heredado/infiltrado en el arte, incluso en el arte disidente creado por personas pertenecientes a la diversidad de género y sexual?

Aún aunque el arte parece ser un lugar de libertad, respeto y transformación social, la realidad es que la gran estructura que mantiene el sistema del arte como lo conocemos, esta plagado de casos de abuso de poder, explotación y precarización que continua manteniendo en burn out a lxs artistas más jóvenes, quienes son pionerxs en sus propias historias, en sus propias ciudades, comunidades y contextos, y que resultan lxs más vulnerables, mismxs que en su mayoría no se atreverán a decir lo que viven justamente por la posición de vulnerabilidad en la que se encuentran y que por ello mismo soportan a diario los malos tratos de profesores, jefes, curadores, museógrafos, otros artistas de mayor trayectoria o de mayor edad, etc. Al mismo tiempo muchas personas en posiciones de poder preferirán normalizar estas prácticas de verticalidad porque así fue como consiguieron los lugares en dónde están y porque no quieren ver afectadas sus relacionales laborales.

Todxs conocemos a unx becarix, estudiante, pasante o artista que al ser considerdx “amateur” o “principiante” son (fuimos/somos) tratadxs como si no tuvieran derechos y que lamentablemente han (hemos) aceptado de forma tácita y sumisa ser explotadxs bajo el ritmo de las exposiciones, semanas del arte, bienales, galerías, museos, etc. La verticalidad está en todos lados ¿Cuántas personas que trabajan, exponen, enseñan o colaboran en estas instituciones relacionadas al arte, se detienen en aprenderse el nombre de lxs trabajadorxs del aseo, del personal de montaje, lxs de la cafetería, la librería, la tienda de recuerdos, de lxs veladores y guardias? y ¿Qué pasaría si, por ejemplo, yo sufriera un accidente en un performance? ¿A caso algún festival, espacio artístico o institución cultural está dispuesta a darme seguro médico, a asegurar mi derecho al acceso a la salud, como regularmente se hace con los trabajadores de cualquier negocio o empresa? La empresa billonaria del mercado del arte no paga, ni lo que se considera un salario mínimo (ni mucho menos da prestaciones) a quienes creen que funcionaremos como simples peones desechables en sus engranajes clasistas.

En mi caso, y después de haber vivido durante varios meses en la etapa terminal de una enfermedad crónica y degenerativa que no logró asesinarme, no tengo el tiempo de cuidar las apariencias ni mucho menos si eso significa que debo aceptar someterme a estas formas de abuso de poder, cuya herencia podríamos rastrear hasta los sistemas de castas y esclavitud, que por supuesto se reproduce en el mundo arte.

fotografías por Ana Victoria Cárdenas

¿Qué significa ser pionerx?

Si bien se respeta, valora y reconoce el trabajo de nuestrxs antecesorxs, aún más tratándose de una genealogía tan particular como la del legado de las diversidades sexogenéricas en un contexto histórico en el que se ha tratado constantemente de callar, borrar, patologizar, encarcelar y aniquilar a nuestras comunidades, también es de suma importancia manifestar que reconocer esas aportaciones no implica dejar pasar por alto ninguna forma de violencia, discriminación o abuso de poder, utilizando la crítica (en este caso al menos) con el propósito de llegar al diálogo y encontrar disposición para la reflexión, el cambio y la reparación del daño.

Para continuar trayendo el diálogo a María Galindo, recuerdo una de sus ideas vertidas en su libro Feminismo Bastado (2021) apropósito de construir otro tipo de alianzas: “las alianzas éticas (no ideológicas) nos empujan a repensar las alianzas no explicitadas
que son las que hoy circulan sin ser discutidas” entre ellas las “alianzas generacionales, que terminan o instalando una mirada gerontocrática en lxs jóvenes, o a la inversa un rechazo generacional hacía lxs mayores”, en este sentido, buscar alianzas éticas y no esencialistas ni instantáneas al interior de la comunidad artística y las colectividades de la diversidad sexogenérica, también implica transformar las formas de organización normalizadas que sostienen el statu quo y por tanto las posiciones de poder que de allí se desprenden, para con ello transcender ideas caducas como el hecho de pensar que todo lo que hicieron las generaciones anteriores es perfecto, necesario, histórico, heroico, etc. y por lo tanto les convierte en figuras incuestionables y blindadas.

Estoy consciente del valor histórico que tiene el trabajo de lxs pionerxs que han abierto el paso y brecha, que han construido de forma muy comprometida y arriesgada un camino muy necesario para que las nuevas generaciones podamos caminarlo, pero estoy totalmente en contra de tener que pagar casetas, derecho de piso o rendir tributo, pleitesía o reverencia a nadie, sea quién sea, más cuándo ese camino creado por nuestrxs antecesores y ancestrxs, un camino trans-cestral, ha sido un esfuerzo colectivo, legado del que nadie debe beneficiarse a título personal. Si algo me ha enseñado la furia travesti, trans y no binaria que me atraviesa el cuerpo y el de mis hermanas, es nunca dejar que nadie pase por encima de mi ni de noso-trans/nosotrxs, en ningún contexto de ninguna manera.

Al comunicar lo ocurrido a las curadoras de la exposición, a mis amigas y lxs demás artistas con quienes celebramos en esa noche de cantina, las sorpresas no acababan: múltiples testimonios de situaciones similares con el mismo artista, malos tratos, formas ofensivas de acercamiento, abuso de poder y un largo etc. También surgieron otros testimonios de actos similares con otros artistas de generaciones anteriores, pero lo que más me sorprendió fue el argumento constante: “Así son ellxs, son de otra generación, ya están grandes”. ¿De verdad es suficiente argumento para permitir este tipo de actos, para seguir soportando ser tratadxs como basura?, o peor aún ¿No vamos a intentar dialogar con ellxs sólo porque pertenecen a otra generación?, ¿Qué no acaso eso es otra forma de invalidación y subestimación, al hacerles creer que siempre están en lo correcto? entonces, ¿Realmente se reconocen sus conocimientos o simplemente es un simulacro? y además, en este caso yo tuve que enfrentarme a estas violencias en un día y en una ocasión que significa un gran logro personal (pero también colectivo) tomando en cuenta que soy unx artista que nació, creció y vive en Querétaro y no en la capital, disidente sexual, con un trasplante renal y diversidad corporal, prietx, con inmunosupresión, no binarix, y cuya obra habla de cosas tan necesarias como incomodas (cómo el resto de lxs artistas en esa exposición) en un país con altos índices de odio (Querétaro es el tercer estado con mayor discriminación a nivel nacional acorde a la Encuesta Nacional Sobre Discriminación 2022 del INEGI) y con instituciones llenas de prejuicios, explotación, saqueos y extractivismos históricos a grupos como a los que pertenezco.

Entre más trayectoria, fama, reconocimiento y/o poder poseas, más compromiso y responsabilidad tienes con la comunidad, la misma comunidad que te puso en ese lugar que ocupas y que te sostiene, justo como se supone que tu tendrías que sostenerla también, aún más al tratarse de las nuevas generaciones de la población de la disidencia sexogenérica, con quienes se tendría que construir en conjunto, en un intercambio transgeneracional desde el reconocimiento de tus propios límites y no desde la soberbia, con alianzas éticas y con una visión que abarque el pasado y el presente hacía mejores futuros.

Por supuesto que estoy consciente de que en algún momento las nuevas generaciones también habrán de criticar mi trabajo y mis ideas, sin embargo, espero ese momento con mucho entusiasmo, porque significa dos cosas muy importantes: que logré vivir muchos años (cosa no tan fácil de decir al tener un trasplante) y que entonces tendré la oportunidad de aprender de quienes en el futuro estarán marcando la pauta en torno a las necesidades más actuales y urgentes, y con ello se transformará mi trabajo también.

Parte de mi trabajo consiste en tratar de generar caminos menos violentos y complicados para que quienes vengan después de mi no tengan que pasar por lo que yo pasé, como dice Lemebel: “Hay tantos niños que van a nacer con una alita rota, y yo quiero que vuelen compañerx”.

Quizá yo no tenga la trayectoria que tienen los “artistas consagrados” como el que me atacó en esta ocasión, ni la de los grandes nombres de la historia del arte occidental, pero cuándo pase el tiempo y sí me toca ocupar el espacio de lxs precursores, de algo estoy muy segurx: Yo no quiero ser una vaca sagrada. No quiero ser alguien que con tantos años de experiencia y con tantas cosas positivas que puede compartir con las nuevas generaciones de artistas a quienes les toca seguir cambiando el mundo, escoja atacarles de la nada, reducirles, humillarles, reclamarles, o dar “consejos” no solicitados y tratar mal a las personas que no conozco sólo porque en mi cabeza creo que todo mundo debe escuchar mi opinión. No quiero ser una vaca sagrada, porque a las vacas sagradas tarde o temprano, se les sacrifica.


Lechedevirgen Trimegisto (1991) es el seudónimo del artista mexicanx no-binarix Felipe Osornio, conocidx por desarrollar una práctica artística expandida que abarca un amplio abanico de propuestas híbridas, combinando la disidencia sexual, la cultura popular, los saberes brujos y la ciencia con el arte de performance, la creación de imágenes, el video y la escritura. Referente de la pospornografía y el arte queer/cuir latinoamericano, su trabajo contiene una fuerte carga política y se considera a sí mismx un organismo híbrido por poseer tres riñones, resultado del trasplante renal que hace 4 años le salvó de la etapa terminal derivada de insuficiencia renal crónica (IRC) que le acompañó durante una década.

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"Sole Arnau" por Promethea

DESEOS ABYECTOS Y PLACERES ADVERSOS

"Sole Arnau" por Promethea
«Sole Arnau» por Promethea

por Itxi Guerra

Una vez, hablando con Bruno Martinez (sexólogo) durante una charla sobre discapacidad, dolor crónico y sexualidad, salió la cuestión de la fetichización de los cuerpos tullidos. Cómo nuestra única manera de habitar los circuitos del deseo era cuando nuestros cuerpos eran fetichizados. 

Esto no se planteaba como una cuestión negativa, como ocurre en ciertos casos, sino todo lo contrario. Desde la idea de “menos mal que nos están fetichizando!”, pues este es nuestro espacio de habitar el deseo, y no solo eso, también de romperlo.

A través de esta afirmación surge la cuestión que vertebra este texto: ¿Por qué fetichizar los cuerpos lisiados es concebido como una cuestión negativa, incluso es patologizado, en cambio si se hace con personas pelirrojas o con los pies (ej.) no?

Los cuerpos lisiados somos esa aberración de la norma. Esos cachos de carne con huesos que no somos ni deseados ni deseantes, monstruos de los cuales huir, damos asco, somos inconcebibles desde el deseo. 

Habitamos ese limbo entre fetichización, repugnancia y vacío absoluto en el que nos atrapan y encorsetan, pues saben que somos la bomba que detona el deseo normativo. Somos esa bomba lapa que hace saltar por los aires la heterosexualidad obligatoria, la monogamia, lo cis, la capacidad obligatoria, la hegemonía del deseo. Todo aquel sustento al cual se agarra el cisheteropatriarcado para sobrevivir, para permanecer y no morir.

Nuestros cuerpos son el reflejo del fracaso en el sistema capitalista. No cumplimos con sus expectativas de belleza, de docilidad, y por eso nos apartan de sus circuitos de deseo. Por puro miedo a reconocerse en su propia vulnerabilidad, su fragilidad, en su ruptura de la norma. 

Porque ¿cómo se va a desear el fracaso, la dependencia, la vulnerabilidad cuando es justo eso lo que nos incomoda, lo que nos perturba?

Por miedo a aceptar que todos los cuerpos son desechables para el sistema capitalista, que incluso sus propios cuerpos cuerdos y capaces pueden, y de facto así pasará cuando envejezcan, no caber en esos circuitos de deseo artificiales que se han montado. 

Es en ese vacío, en este silencio, en ese limbo, donde les diskas construimos nuestras propias utopías, nuestros propios circuitos, nuestros propios deseos. Trincheras donde poder corrernos, explorarnos, disfrutar lejos de miradas castigadoras que nos encierran y aíslan.

Trincheras donde todas las monstruosidades caben. Donde todos los cuerpos pueden habitar el deseo de la forma en la que les de la gana y donde nuestras camas puedan ser más que un sitio donde echarse la siesta. Que nuestras camas, cocinas y sofás son trincheras de placer, de goce y de deseo.

Es la trinchera del fracaso, de les fracasades, de les que no se someten al capitalismo feroz que corroe hasta nuestras camas. Es la trinchera de quienes deciden decir “basta!” ante un sistema que nos quiere funcionales, disforikes y obedientes, pero nos tiene eufórikes y disfrutones, poniendo en el centro los placeres, el ocio, los mimos y los fluidos.

Nos tiene juntes y revueltes, cuestionando la monogamia y haciendo de nuestras redes espacios de resistencia y goce, porque solo con amigues sobrevivimos y les destruimos. Porque les desmontamos el chiringuito en un momento.

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Soy Itxi Guerra, doy charlas y hago activismo kuir-diska en el estado español desde 2018. Soy un intento de akadémica mamarracha,  fan de las siestas y de hacer bollitos, como buena bollera.

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La venganza de Marimar: Contra la racionalización o blanqueamiento del amor

por

María Lucrecia Masson Córdoba de los Toldos 

Yos Piña Narváez Funes Boada del Valle 

Punto 1: El alegato

Las Marimar del mundo reunidas en congreso constituyente proclamamos el fin de la violencia contra todx latin dramática, enamorade, soñadore y utopista.

Punto 1.1: Definición de Marimar

Marimar es toda aquella que quiso y no fue correspondida.

Marimar es toda aquella a quien el éxito en el amor nunca le acompaña.

Marimar es toda aquella a quien se le retorció el estómago al verse sustituida, porque Marimar piensa que sí se sustituye, que lo de “con más vínculos sumamos” es mentira,

ya que nunca nada le demostró lo contrario. Y nunca a ninguna de sus amigas le funcionó este modelo.

¿Por que seguir defendiéndolo? Marimar sí lo sabe. Se defiende lo que beneficia a quien siempre sale beneficiado.

Porque el colonialismo tiene su correlato en el amor.

Porque la precariedad tiene su correlato en el amor.

Porque la belleza tiene su correlato en el amor.

¡Porque les rubies siempre son más guapes!

Punto 1.2: Si no puedo ser Marimar, no es mi revolución

Porque ver novelas con mi mamá fue mi educación sentimental.

Porque me crié entre Televisa y O’globo.

Porque el blanco, moderno y occidental modelo de amor no sirve.

Porque las feministas intentan hacerlo mejor, pero todas las fracturas de todos los colectivos, siempre algo tienen que ver con líos de cama.

Porque más de una vez me dijeron: -Seguro que tú por sudaka serás más celosa y posesiva ¿no?

Porque a muchas amigas mías, sudakas también, les han dicho lo mismo.

Porque a mi amigo Juanito, colombiano guapachoso, un catalán le dijo: -Ay Juan, ¿puedes ser menos cariñoso? Si us plau.

Esta es la Venganza de Marimar

es el grito sin resonancia de las histéricas despreciadas

las que estamos en las esquina de la fiesta viendo los circuitos de la deseabilidad-cis-hetero de la hetero fiesta

La venganza de Marimar es para aquellas apuñaladas con el doble checking azul del guasá.

Azul como el blus o las gotas de ribotril que tomo para dormir y no pensar en tí.

La venganza de Marimar no es un gesto.

Es la cachetada que le queremos dar a la erecta blanquitud

Es la furia bestial ante las políticas del rechazo que también forma parte de la muerte social. La muerte social como política de exterminio de los cuerpos negrxs, indios, cimarrónicos,

la soledad como forma de exterminarnos

La soledad como compañía forma parte de nuestras formas de vida,

la soledad and soul como diría Angela Davis

La venganza de Marimar es el deseo de encuentro de las solas furiosas, inentendidas, malqueridas….

desobedientes al disciplinamiento del deseo y al mandato obligatorio a lxs príncipes azules y los cuerpos blancos de publicidad de H&M

Somos la jauría, las envenenadas y torcidas ante “el curso incoloro del deseo

La Venganza de Marimar es para aquellas que buscamos

la autonomía placentera de estas lenguas (in)deseables.

Punto 2: Marimar. Justicia y reparación.

Porque el futuro no será mejor y porque no quiero aprender nada nuevo.

Les Marimar del mundo exigimos:

El cese de la aplicación de la lógica del progreso al amor.

No soportaremos más que se nos diga que tragando mierda aprenderemos. Que a costa de esfuerzos una se vuelve mejor cada día. Que hay que “currárselo”.

¿Y cuánto del currárselo significa “evolucionar”?

¿¿¿Evolucionar??? Peligrosísima palabra. Palabra responsable de justificar el dominio, exterminio y aniquilación de muchos mundos a manos blancas.

Por las ganas de cabrearnos y gritar y decir ¡No te quiero ver nunca más!

Y pronunciar sentencias absolutas.

Y decir muchas veces SIEEEMPRE y muchas veces NUUUNCA.

Y no buscar los matices ni las palabras moderadas.

¡Y mucho menos las palabras conciliadoras!

Exigimos nuestro derecho a no tener que adaptarnos a imposiciones comunicativas.

Queremos decir muchas veces: ¡Porque tú, porque tú, porque tú!

¡Porque gestión es la palabra más neoliberal que conozco! ¿Cómo la puedo usar para hablar de mi corazón roto?

Porque todes les perdedoras sabrán de lo que hablo.

Punto 3.

Nos declaramos:

¡Contra la racionalización del amor!

¡Contra el tragar lágrimas!

¡Contra la vivencia en soledad de la catástrofe emocional!

¡Contra el no poder nombrar, siquiera, la catástrofe emocional!

¡Contra todos los Sergios Santibañez! cuyo apellido, no por nada, suena tan colono.

La cachetada

Da igual si duermo del lado izquierdo de la cama

da igual si duermo

tus gestos de desprecio aun los tengo

y no son tuyos solamente debo confesarles

He olfateado el desprecio

en el supermercado

en la heterodiscoteca con los heterohermanos que van de naisli

He sentido el desprecio en las sonrisas que vomitas para tapar las arcadas que te produzco

Me acarician y frotan sus hetero-penes semi-erectos mientras bailamos

es la friendszone de la cis-heteronormatividad

es la zona de guerra

de tu batalla perdida, de tus deseos atados

de tu hetero lengua adormecida

Es tu pulsión de asco

es tu: “no se que”

tu: “no quiero que te des cuenta que me das asco”

pero se leer las muecas bastardas,

duerme acá y yo allá”… me dicen

el allá es tu placar agrietado y el acá son las orillas de un río desobediente

un río que tiene muchas orillas

para tu bifurcación mental solo hay dos

pausa

Y no por que quiero pausar. Porque me ahogo con tu saliba.

fui amamantade de telenovelas

intentaron hacerme una lobotomía en la Universidad para que se me olvidaran

no se me olvidaron esa forma desgarrada de apasionarse

dramática

hiperbólica

contradictorias

vulgares

amor vulgar

de ese que no saben las bohemias apasionadas domesticadas por Cortázar

los ilustrados fucoltianos

y los discípulos wana bi de Guatarí, Derridá y todo su crew

amantes del correctness y de la santísima trinidad de la sorbona parisina,

las aguas putrefactas del Sena y las ojas caídas del otoño

Basta!!

no deseo ser tu medalla de honor

no quiero ser tu pìldora de placebo

no quiero ser el mantra de tu autoconvencimiento

y de negación

de tu no placer por la abyección

sigue haciendo tus burbujas de jabón

en el césped verde de ikea de la confortabilidad aburrida

fatua

incolora

vacua

iré elese ariku

iré elese otonoguá

este cuerpo amoroso no quiere tu condescendencia bendita,

tu buenrollismo

tu buen ondismo infame

este cuerpo vivo, explosivamente amoroso no quiere migajas

residuos afectivos del detrito de cis-heterolandia

no quiero un de 10 a 12 de la noche, “porque he quedado”

ni un domingo de cenita cada 15 días

ni ver las píldoras idiotizantes de Netflix

Esta carne tiene espinas

espinas que pinchan a quien no saben tocar y acariciar un cuerpo espinoso

Este cuerpx no está muerto aunque muchas veces he sentido el frío de un arma en mi

sien

estx cuerpx no está muerto aunque el no tacto forma parte de una estrategia cis terrorista de exterminarnos

este cuerpo no está muerto

este cuerpo es un cuerpo de guerra

es un cuerpo de vida

es un cuerpo exiliado

es un cuerpo esfervescente

vengativo

poético

acariciablemente azul

asmático

este cuerpo lleno de elekes

tiene la protección de exú

ashé

[divider]

LucreLucrecia Masson. Activista feminista. Sudaka y gorda en descolonización. Pasó su infancia entre vacas y cardos rusos, un día dijo que quería ser bailarina y sus padres, que sabían sobre el mundo, le dijeron que el cuerpo no le daba. Más tarde cruzó el charco y ya en las europas se enteró que hasta las personas podían ser ilegales. Actualmente, desde Barcelona y ya con papeles en regla, dialoga y acciona en torno a corporalidades disidentes y afectos, apostando por generar alianzas desviadas y por asumir la tarea colectiva de darnos existencias más posibles y felices.

Yos Piña Narváez (erchxs) Migrante-nomádicx en proceso vivo de descolonización. Intensamente negrx. Sociólogx-activista- (de)formadx en Universidad Central de Venezuela (UCV) // Máster en Sociología de la(s) Ciencia(s) en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). Máster en estudios críticos en el Programa de Estudios Independientes (P.E.I 2014-2015) Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) Dibujante compulsivx de garabatos.  Asmáticx y scritxr noctámbulx. https://www.behance.net/TrashG

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Fat Horror: Una historia visual del terror gordo desde la transfeminidad

Durante el periodo de esta pandemia mi cuerpo se vio atravesado por tres

sucesos: el miedo, la transición y el terror, motivo por el que decidí escribir este texto entorno a una historia visual del terror gordo desde la transfeminidad. Este texto es un ensayo visual entorno a lo que considero una secuencia de transfeminidad en diversos escenarios de terror social que van desde crímenes, asesinatos, robos y descanso. Las ilustraciones que lo acompañan son un registro personal que he realizado en este proceso de pandemia en el que me vi envuelta en lo que yo llamo ‘’encarnar el terror’’.

A principios de pandemia toda persona gorda escuchó que quienes no éramos delgadas, seríamos las primeras que moriríamos, todo mundo nos daba por muertas. Ese periodo coincidió con una depresión prolongada que me mantuvo en escenarios de miedo constante. La segunda fase de la pandemia para mí fue la transición, pues decidí comenzar el tratamiento hormonal, sin embargo, no fui lo suficientemente sana y delgada para los médicos como para ser una chica trans ideal. Mi tercera fase fue el terror, que yo llamo mi fase fathorror que fue donde comencé a estudiar y rastrear la genealogía del terror gordo y el cómo me atravesaba a mi desde la transfeminidad.

Criminally Insane (1975) es un film de terror sobre Ethel, una gorda desquiciada con trastornos alimenticios que la llevarían a encarnar el terror en su entorno y decide hacer una masacre hasta que termina convirtiéndose en una gorda caníbal. El fathorror, desde mi punto de vista, es el terror y horror que encarnan las personas gordas, es decir, es entender el terror como un fenómeno social y que por tanto está constituido por dos elementos principales; el miedo y la moral. Para que el terror pueda ser terror, por lo menos deben existir estos dos componentes para que se hagan carne y por tanto, materia.

Podría decir que el fathorror es una dimensión grotesca de lo que en el cine se conoce como bodyhorror o terror corporal. Quienes fuimos y somos gordas, sabemos que el mundo le tiene miedo y pavor a nuestro cuerpo, encarnamos el terror que viene desde adentro.

Nunca había escuchado el término fathorror hasta que durante la pandemia encontré un cortometraje llamado «Cerdita» (2018) de Carlota Martínez que va de una gorda que es atacada por un grupito de rubias y que pronto se convertiría en un revenge que yo lo interpretaría y concluiría (para mi agrado) más como algo metafórico y con un desenlace alternativo, en donde Para, la protagonista, agoniza tanto su venganza e impotencia que crea un personaje ajeno a ella para atacarlas, algo así como un juego de terror psicológico donde se invierten los papeles. Mientras veía este corto pensaba qué si existe el queerhorror y blackhorror, este corto inauguraría tal cual el fathorror, sin embargo no sabía realmente nada sobre la genealogia del terror gordo y fue ahí que entendí la dimensión del miedo y la transición de pasar a la dimensión del terror.

La monstruosidad y el terror gordo tienen su historia y esta la encontramos prácticamente en la genealogia de la gordura en occidente. En el siglo XX el historiador Vigarello escribió «Historia de la obesidad» donde hace un recorrido histórico sobre los diversos procesos sociales, políticos, económicos y simbólicos de la gordura en la sociedad occidental y lo poco que él entendió de las sociedades no occidentalizadas. Todo esto me detonó una búsqueda por generar notas para conocer y conceptualizar sobre el fathorror o terror gordo y así entender el cómo se construye también la monstruosidad desde el cuerpo, pues históricamente aquello que nos da miedo simboliza la fuga de lo que está condenado y castigado socialmente y habitar el cuerpo también ha significado una persecución y exilio.

No se puede entender la historia del terror sin entender el terror como un proceso social más que estético. Cualquiera que quiera entender la gordura y su relación con la monstruosidad, tendría que recurrir a los archivos históricos para encontrar que nosotras siempre hemos encarnado y habitado eso.

Compartir una historia del terror gordo me llevaría muchas páginas, sin embargo, quiero dejar antecedentes visuales sobre gordura y terror en su intersección con la monstruosidad y transfeminidad gorda.

Las transexuales por si mismas ya estamos destinadas a ser criminales y delincuentes para los demás, somos peligrosas. Una transexual gorda entonces, es una bestia gigante que no tiene compasión por nadie y que no dudará en usar su cuerpo contra el mundo inofensivo que tanto la odia. Desde que tengo memoria, cuando la gente me insultaba, agredía o golpeaba, y mi reacción era de autodefensa, estaba destinada al castigo moral y físico, porque yo era una bestia que no debía responder ante ninguna agresión porque mi cuerpo era grande y gordo.

Fui castigada varias veces moralmente con el escarnio y exilio por tener un cuerpo de gorda y además, ser violenta. La gente solo me tenía miedo cuando yo estaba decidida a defenderme, porque en tanto vivía mi vida cotidiana, yo era un ser pasivo, inofensivo y dónde la gente podía depositar todo tipo de comentario y acción sin ninguna reacción. Cuando eres una transexual gorda la gente por lo regular espera mucho de ti; no eres lo suficientemente femenina porque la feminidad heterosexual es delgada. Una feminidad heterosexual en la gordura por tanto no encaja, entonces como la transfeminidad asimilada está cimentada en la heterosexualidad, no eres lo suficientemente trans por gorda. Pienso entonces que el miedo y la gordura se llevan bien con la delincuencia, criminalidad y lo bestial. Leer sobre asesinas, ladronas, transexuales terroristas y gordas golpeadoras me hizo renunciar a ser la víctima para traicionar incluso esas narrativas visuales donde yo como gorda, tendría que ser ilustrada y narrada en la ficción como víctima del mundo y no como devastadora del mundo, cuando por lo menos la ficción es el único lugar que por ahora me pertenece e interesa para encarnar el terror y la delincuencia y que por tanto es una urgencia desmoralizarlo.

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Rojo Génesis: Es Ilustradora, investigadora y creadora de Casa de Hadas, espacio de investigación en cine y terror transexual, lesbiano y gay en Latinoamérica. Coordina HORRORA, una revista que reúne contenidos de terror y horror hechos por personas LGBTIQ+. Su trabajo de ilustración tiene como propósito intersectar la gordura, transexualidad y terror, colocando en diferentes escenarios de delincuencia y miedo a sus personajes.
Contacto
Instagram: @_demonia_maldita_

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Plagas y Vacunas

por Lechedevirgen Trimegisto

*Texto publicado originalmente el 19 de mayo de 2021. 

93 personas trasplantadas han muerto a causa de Covid-19 desde el inicio de la pandemia en México, y yo podría haber sido una de ellas.

Las personas trasplantadas somos parte de los grupos de riesgo debido a que tomamos medicamentos inmunosupresores para evitar el rechazo del órgano trasplantado, sin embargo, NO HEMOS SIDO TOMADXS EN CUENTA como grupo de prioridad en la estrategia nacional de vacunación.

Ciegamente se han enfocado en personas mayores de 50/60 años como único segmento poblacional de riesgo, dejando fuera a todas las personas que viven con enfermedades autoinmunes o inmunodeficiencias que no respetan sesgos de edad como lupus, esclerosis múltiple, cáncer o VIH/SIDA.

A esto habría que sumarle las líneas interseccionales de género, raza y clase, para poder percibir a todxs aquellxs que han sido sistemáticamente excluidxs por mecanismos históricos de discriminación y violencia, y que ahora la pagan doble con los efectos de la pandemia como las comunidades trans, no binarias, cuir, etc.

Cualquiera de nosotrxs podría enfermar gravemente por covid y morir como han muerto ya más de 221 mil personas en México a causa de esta enfermedad (cifras al 19 de mayo de 2021).

En 1994, durante la marcha del Gay Pride en New York, Pedro Lemebel realizó un performance que consistió en presentarse ataviado con una aureola de jeringas y una pancarta con la leyenda «Chile Returns AIDS» («Chile (les) regresa el SIDA») como una acción de denuncia en relación a la clara desigualdad social entre el norte y sur global en torno a la pandemia del VIH.

Pedro Lemebel en Performance durante marcha Gay Pride en New York 1994, con el mensaje: «Chile (les) regresa el SIDA»

Ahora, 27 años después, vivimos una nueva pandemia en la que se repiten los mismos modelos de desigualdad vertical pero intensificados por una crisis económica global, la falta de acceso a servicios médicos, la indolencia de quienes no les importa cuidarse y cuidar a lxs otrxs, así como la injusta distribución de vacunas que claramente ha beneficiado a países ricos y de primer mundo por encima y acosta de países en desarrollo o «tercermundistas».

México sólo ha alcanzado a vacunar al 10.85% de la población (12,7 millones de habitantes vacunados de un total de 117 millones. Cifras al 5 de mayo de 2021), mientras tan sólo el vecino del norte, Estados Unidos, ya tiene un 46% de su población con al menos una dosis de la vacuna. Vivimos los estragos de un colonialismo voraz y un capitalismo despiadado que justifica las muertes de tantas personas en una «guerra» microbiológica que no parece tener fin y una carrera mundial por «volver a la normalidad», una normalidad que ya no existe. Las personas trasplantadas hemos tenido que luchar por nuestras vidas múltiples veces, sintiendo cómo nos consumimos en eternas listas de espera, entre hospitales, estudios de laboratorio, conectados a máquinas y sometidos a tratamientos devastadores.

 

Nos queda seguir luchando a contracorriente en un mar de incertidumbre, mientras otrxs más afortunadxs disfrutan de lo que queda de este mundo en ruinas.

Este es un homenaje a Lemebel y a todxs lxs que seguimos luchando por nuestras vidas.

Serie «Plagas y Vacunas: Homenaje a Lemebel» Lechedevirgen, Dirección de fotografía Herani Enríquez HacHe» 

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Biografía: Lechedevirgen Trimegisto (1991) es el seudónimo del artista mexicanx no-binarix Felipe Osornio, conocidx por desarrollar una práctica artística expandida que abarca un amplio abanico de propuestas híbridas, combinando la disidencia sexual, la cultura popular, los saberes brujos y la ciencia con el arte de performance, la creación de imágenes, el video y la escritura. Referente de la pospornografía y el arte queer/cuir latinoamericano, su trabajo contiene una fuerte carga política y se considera a sí mismx un organismo híbrido por poseer tres riñones, resultado del trasplante renal que hace 4 años le salvó de la etapa terminal derivada de insuficiencia renal crónica (IRC) que le acompañó durante una década.

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El transhumanismo del cyberpunk en mi cuerpo trans

por Alexa Lechuga Rodríguez

México, 2021. Mi nombre es Alexa, los años en que se desarrollan las historias cyberpunk que consumía en mi infancia y adolescencia se materializan amenazando nuestros cuerpos, su tecnologización, su libertad y su existencia. El cyberpunk es un género narrativo y estético que recientemente se ha repopularizado, debido a que el momento sociopolítico y tecnológico se acerca de manera trepidosa a las historias que contaban estas historias. Novedosos desarrollos como las redes sociales, los códigos abiertos de sofware y las tecnologías de fabricación aditiva dinamitan las todas las nociones que puedan existir sobre la identidad, su materialidad y su escencia. El estado de malestar social causado por un estado-mercado cuyos intereses destruyen la vida y los cuerpos de una creciente periferia ha contribuido a la reivindicación y glorificación de aquellxs que se levantan contra esta opresión sistemática.
De manera paralela, los gobiernos y sus disidencias tienen enfrentamientos en las calles y en las pantallas de todo el mundo. El auge del cómic como literatura y el premio nóbel Bob Dylan, anticipados por Ray Bradbury, son noticias que recordamos con nostalgia en medio de esta nueva distopía. Es en este escenario que los límites del cuerpo son remodelados de manera constante y sin precedente. El cuerpo, no sólo es un sitio de intervención tecnológica, sino que además las numerosas políticas que le cruzan le convierten en un campo de batalla identitario. Es a través de nuestras prácticas corporales y tecnológicas que se expresa este sitio de acción micropolítica, y es este aspecto el nos inserta en el cyberpunk, en su distopía, pero que también nos ofrece una posibilidad de respuesta, agencia y autodeterminación.

Como señala Karen Cadora, el cyberpunk, como género narrativo, se caracterizó por ser uno de los productos culturales mainstream que apeló al interés académico por sus propuestas trans y posthumanistas que convertían la identidad en algo sumamente mutable. Sin embargo este interés encontró su curso hacia la crítica de las narrativas cyberpunk, señalando la pobre exploración de la identidad y el cuerpo y la celebración del cartesianismo en figuras clave en el género como William Gibson y otros varones blancos. Los esfuerzos por capitalizar de esta nostalgia han sido más bien infructuosos, como lo demuestran los reviews mezclados de “blade runner 2049”, “death, love, and robots”, los intentos por rebootear las sagas Terminator, y Robocop, y el videojuego Cyberpunk 2077, actualmente retirado de PSN store y objeto de acciones legales. Esto evidencia la incompetencia de las grandes corporaciones para entender y representar a esta generación de cyberpunks. En tanto que muchos de estos productos son celebratorios de fantasías reaganistas para la exploración y resistencia identitaria. Este trabajo recoge la experiencia de mi cuerpo y el de otras mujeres trans que crecimos en las periferias de esta narrativa, vigente en la realidad material, pero que dejamos en la obsolecencia no sólo a este género futurista, sino a sus tecnologías de opresión de clase, raza, género. A continuación rescato tres ejemplos, la fabricación aditiva, la construcción de comunidades virtuales y la terapia de reemplazo hormonal.

Los conflictos globales entre la ciudadanía y sus gobiernos demuestran no sólo la pobre representacion política de las personas, sino la necesidad de crear mecanismos de resistencia ante la represión gubernamental. Conflictos como los suscitados en Chile, Hong Kong y Colombia pueden brindarnos aprendizajes sobre la agencia tecnológica, siendo desplegadas técnicas como el uso de señaladores láser para derribar drones de policía y evitar el reconocimiento facial, pero también siendo de suma importancia técnicas y tecnologías de eras anteriores como formaciones de ataque y defensa, el uso de sombrillas como escudo, y la construcción de armas y armaduras. Las tecnologías de fabricación aditiva, impresión 3d, son una forma potencial de resistencia, en tanto que pueden ser utilizadas para la fabricación de diferentes dispositivos antipolicía, como máscaras que eviten el reconocimiento facial, y armaduras poliméricas, y drones de bajo coste, entre otros. Esta misma tecnología, tiene aplicaciones en extremo diversas y diametralmente opuestas como lo es incluso la fabricación de dispositivos médicos, prótesis y órtesis, pero también otras menos obvias pero igualmente importantes, como la manufactura de piezas requeridas en áreas artísticas como el performance o el arte instalación, vitales en la construcción de nuevos imaginarios. Pero a nombre de mi cuerpo trans, lo que más me emocionó es la fabricación de una representación estética fuera de la heteronorma a través de las tecnomamadas que son los anillos, brazaletes, aretes, accesorios y ropa que jamás encontré en mi talla y gusto, ah y un dildo sin que me miren feo. Muerte al CISTEMA!

La soledad es algo con lo que las personas trans solíamos crecer, así como la disforia y un sentimiento de verguenza, que creo que compartimos con otras disidencias del cistema sexo-género. Durante mi infancia en los noventas conocí el internet, de inmediato me atrajo
la idea de que mi cuerpo estuviera detrás de una pantalla. La desmaterialización de la identidad en el cyberespacio es una que abre un diálogo con las características sexo-genéricas asignadas. La avatarización de la identidad en línea, es una forma que permite recodificarnos de forma paralela a nuestra corporalidad y mantener diferentes niveles de anonimato. Esta virtualización de la persona permite la expresión segura de las identidades disidentes de sexo-género, siendo actualmente disponibles foros especializados y aplicaciones de encuentros, así como salas de juego y otras actividades recreativas. Tal vez sea porque nos echaron del espacio público, pero aquí todo el mundo jotea. Adicionalmente, el cyberespacio es un lugar particularmente caracterizado por la apertura de las plataformas de creación de medios, pudiendo observarse la emergencia de fenómenos como el hyperpop, donde las identidades disidentes encontramos cierta representación. La habitación del espacio virtual por las disidencias sexo-génericas está sin embargo acompañada por el riesgo que constituye la presencia de grupos de odio, así como de potenciales abusadores en línea, siendo uno de los mayores retos para la creación de comunidades virtuales. La creación de formas de convivencia y espacios donde nuestras identidades puedan desarrollarse libremente es una prioridad.

La creación de comunidades virtuales y la impresión 3D son áreas donde la agencia tecnológica puede manifestarse como una subversión de la norma capitalista neoliberal, institución respaldada por la biología e incontables saberes científicos a través de los cuales construimos y desarrollamos nuestro lenguaje y discursos. Como señala Monique Wittig, es el pensamiento heterosexual el que constituye y dirige este proyecto. Y su obra maestra el hombre blanco, ejemplar de perfección biológica y moral si es que sólo aún perfeccionable, y su contraparte, la mujer. Aquel ser despreciable y ajeno a la razón, pero venerado por su incalculable valor como madre. Bajo este proyecto, todas las tecnologías, desde la ropa hasta el ciberespacio están marcadas en su habitabilidad por el género binario. A las mujeres se nos relega a tener hijos, y se nos patologiza cuando no podemos tenerlos, a las trans también. Es cierto que la experiencia de una mujer trans no es igual a la de una mujer cis, pero la experiencia de ninguna mujer es igual con otra, trans, cis o no binarix. Las opresiones vividas muchas veces operan de manera distinta, así como los mecanismos normativos y las formas de resistencia en tanto micropolíticas corporales. El cuerpo biológico en el que se basan la ciencia y tecnología modernas, es el primer sitio de acción para estas y es el más sofisticado sitio de acción del cyborg y de control de la mujer. En la práctica, millones de mujeres son patologizadas de manera semiindiscriminada por alteraciones ante las cuales es normativo un tratamiento a base de estrógenos sintéticos. Por otro lado la interrupción de la gestación segura y gratuita es una libertad por la que muchas mujeres luchan a diario, y que en la actualidad se realiza a través de estos mismos estrógenos sintéticos y sus derivados. Mi
cuerpo trans, también es sintético, yo soy sintética porque yo soy mi cuerpo. Hay muchas mujeres trans que no toman hormonas por diversas razones, no puedo hablar por ellas porque yo tomo esas hormonas en mi cuerpo. Como en el cuerpo de todas, mi cuerpo es mi elección.
Mi cuerpo es un hack del proyecto biologicista que disfruto y me brinda felicidad, y la voluntad de hacer algo por otras personas como yo. Disfruto ser mi cuerpo, disfruto ser sintética, disfruto ser un hack.

El cyberpunk, futurismo de posibilidades y desobediencia en la tecnología, queda obsoleto ante mi cuerpo trans. Mi cuerpo trans se ha redibujado más allá de lo que creí natural y tecnológicamente posible. Mi cuerpo me da forma y yo doy forma a mi cuerpo. Lo sintético y
lo natural se han borrado en mi cuerpo. Soy una y soy miles, todas conectadas, soy una y soy legión. El hombre y la mujer se descodifican en mi cuerpo, en tanto discurso como materialidad. Mi cuerpo trans es un sitio de resistencia y desobediencia tecnológica. Yo soy mi cuerpo trans. Amo mi cuerpo trans.

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Alexa Lechuga Rodríguez. Soy una mujer trans neurodivergente, con discapacidad motora. Me gusta hacer y cuidar de mis amigxs. Médica general, maestrante en estudios de género.

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La comuna: devenir (mundo-bosque) Una (re)construcción de nuestrxs cuerpxs mutiladxs

ilustración por María Pérez

“Devenir (mundo-bosque). No se trata de huir del mundo sino hacer que este mundo huya de nosotras. Mundo, huye, mundo de la clasificación de la lógica binaria, mundo de nuestra identidad recortada, negro sobre blanco.”

                Ludditas Sexxxuales, 2013.

 

El mundo, el planeta del onvre blanco, heterosexual, destructor, sin discapacidades, neurotípico, hecho a la medida para ser funcionario del capitalismo, el cuerpo perfecto, de una estética incorrompible, el cuerpo del poder, subordinado al sistema, puesto en ventaja ante las relaciones, colonizador de los espacios y de otras corporalidades; ante tal realidad, el punto de fuga, la heterotopía se consigue a través de la comuna.

La comuna, como función heterotópica, es un solo un cuerpx que resiste a través de diferentes corporalidades disidentes, una anarquía que se vale de las cosas sencillas de la vida, una alquimia transformadora de los cuerpxs, la magia y el devenir cyborg como una máquina de guerra ante el Estado, accionar desde la primera persona, o sea el cuerpx.

Lo que se quiere dar a entender, a través de esta ficción utópica que espera algun dia ser una realidad (trans)mutable y material de nuestro macrocosmos es indagar sobre qué artefactos y obras artísticas como los implantes para devenir cyborg, el teatro, el performance, las sensaciones corporales y subjetivas ayudan a dar paso a una miscelánea de cuerpxs que estéticamente e internamente golpean el status quo, en efecto, se ayudan de las heterotopias vistas desde Foucault y que dan lugar a nuevas formas de vivir y sentir, tanto en lo macro como lo micro.

Se plantea apostar por un arte cyborg (re) pensado y con conciencia de clase, ya que sin su potencia política transformadora no sirve de nada, es puro discurso privilegiado sin praxis en lo cotidiano, la cultura epistemológica es puesta en juego.

Si el conocimiento es compartido, entonces, da lugar a una comuna enfocada en el arte donde toda experiencia es válida y da lugar a obras artísticas desde lo desconocido, lxs cuerpxs se deshacen del tiempo, ya no se sofocan ni se perciben desde una construcción social, el paso del tiempo ya no marca su valor.

Al hablar de la comuna, donde sucede aquel devenir (mundo-bosque), problematizar el espacio, es fundamental, ya que en él se encuentra explícitamente una apropiación y se da porque hay toda una interiorización de la praxis colectiva, hay una acción y transformación ligadas, una identificación simbólica.

El espacio, es un lugar propio, se construye un significado espacial y lo que hay dentro de este imaginario permite el accionar.

Al (re) significar y apropiarse de la comuna (el espacio) entonces apela a un sentido de afección, de ternura radical, de identificación con el otre, por consiguiente, fortalece las relaciones entre la comunidad y el vínculo se mantiene vivo.

En efecto, esto no da lugar a cualquier espacio, sino que la comuna y todo el conjunto de corporalidades y disidencias que habitan pertenecen y crean una heterotopía.

“Las heterotopías son configuraciones mixtas, reales e imaginarias que contienen utopías y positividad, son impugnación mítica y real del espacio en el que vivimos.” (Islas, 2014, p. 69)

Es una otredad, que se encuentra entre la transformación, la intensidad, la contradicción, existe una incomodidad, son perturbadoras.

Un lugar que se opone a lo ya antes visto, el sistema quiere borrarlxs, purificarlxs a su manera, la comuna cyborg-anarquista es un contra-espacio.

Por consiguiente, una comuna requiere de un gran trabajo y colectividad para existir en este mundo capitalista, aquella heterotopía no se da por sí sola, es una antítesis de aquella sociedad que nos somete, es utilizar la tierra, aquel espacio, para lograr una nueva forma de vida.

Va desde cultivar tus propios alimentos, el apoyo mutuo, la autogestión en todos los aspectos de tu vida, construir tu propia casa; te resistes a un sistema que nos prefiere ver muertxs, utilizas los materiales que te dota la tierra , la aplicación de la permacultura, ser partícipe de una tecnología que no contamina como la construcción de los baños secos, no hay necesidad de contaminar agua limpia, se trata de construir un lugar con afinidades cercanas a ti, dejar a un lado la mutilación de tu cuerpx para llevar a cabo una nueva estética que pueda desdibujar el binarismo del género, y que dé lugar a diferentes maneras de devenir mujer, donde lxs cuerpxs trans y no binaries puedan ser sin la necesidad de rendir cuentas, y por inercia quien quiera indagar en lo cyborg lo use como herramienta política, una construcción de un cuerpx sin órganos como diría Deleuze y Guattari.

“El «cuerpo sin órganos» surge en este sentido como concepto, como creación. Su sentido político es el del sufrimiento de un cuerpo que no quiere organizarse de una manera determinada, es el cuerpo que sufre e intenta inventar una nueva tierra, que toma una «línea de fuga».” (Benguigui, 2012)

“El «cuerpo sin órganos» es una producción, a la vez productor y producto. A través de la creación los órganos abandonan sus funciones, el ojo escucha, las orejas ven, el vientre huele y el corazón razona. El cuerpo se encuentra atravesado por flujos deseantes que producen una organización determinada. Pero el organismo se abre en las conexiones, funciona en los límites de los cuerpos, contra los cuerpos que responden a dicha producción. Así, el cuerpo supera al organismo, su organización, hacia un estado activo y afirmativo. Es el cuerpo más allá de la vivencia, la vibración de la vida orgánica que aprisiona la vida.” (Benguigui, 2012)

Por lo tanto, para el devenir de nuestras corporalidades, me parece fundamental, como ya había dicho anteriormente, adentrarse a una estética en la que se pueda construir a partir de ello, una transgresión, una máquina de guerra ante lo que nos corta y sofoca, el sentido de la vista,la imagen retiniana, es corrompida por esta nueva manera de ser con tu cuerpx, ya no hay reglas, ni patrones asfixiantes que seguir, se encuentra en una constante revolución.

Es así, que se podría indagar en la somaestética de Shusterman para esta construcción de nuevas disidencias y la (re) significación del arte cyborg y ser cyborg; aquí el cuerpx es vistx como un centro de desarrollo de todas las experiencias sensoriales, ya sean sonoras o visuales y aquel devenir estético de lxs cuerpxs pueden ser desde pequeñas acciones cotidianas, de aquello que nos acomoda, apasiona, un cambio, ser conscientes de nuestra propia rareza, el cuerpx se hace de una enunciación estética que puede ser permanente o cambiante.

Por consiguiente, si podemos construir nuestra corporalidad, aquella disidencia y punto de fuga a través de la experiencia, lo que dice Foucault sobre aquello puede ser de bastante utilidad.

En efecto, al adentrarnos en esta parte del devenir se encuentra el momento del “placer” que si hablamos de hacer resistencia a través del cuerpx este es un punto primordial dentro del cual se debe indagar, ya que lograr placer en un cuerpx mutiladx marca una nueva búsqueda hacia una corporalidad más libre.

Así mismo, en una de las entrevistas de Foucault él se refiere al placer como un “acontecimiento que ocurre”, sin embargo, fuera del sujeto, en su límite o en medio de dos sujetos, por lo tanto, para la filósofa Oksala al estarse refiriendo al placer como algo que sucede fuera del sujeto y no como una experiencia en sí, Foucault está poniendo en juego una nueva perspectiva de la experiencia.

Se postula lo siguiente: “la experiencia como la posibilidad de una sorpresa, una transgresión de los límites en algo intempestivo o aun ininteligible”. (Benavides,2017 p.266), por lo tanto, la experiencia se siente fuera del sujeto cuando justamente, es experimentada como una transgresión de los límites, se excede, nos lanza a estar fuera de nosotrxs mismxs, te arranca, hay una aniquilación de la subjetivación, el sí-mismo del sujeto ya no existe.

El placer ligado y conocido a través de la experiencia es una resistencia al poder sistemático ya que reconstruye al cuerpx y va eliminando aquello que lo mutila. Asimismo, pongo en juego el devenir (mundo-bosque) ya  que con esto me refiero y lo comprendo como las múltiples alternativas de expandirnos y ser a través de nuestrxs cuerpxs, de marcar disidencia, y que son posibles a través de la experimentación del placer sexual, ya que abre nuevas brechas de auto conocernos y relacionarnos mediante distintas sensaciones, sin embargo, hay una gran variedad de placeres posibles, por consiguiente, el cuerpx da pie a una multiplicidad que sirven como un escape y medio para explorar placeres alejados de una codificación marcada por el sexo.

El placer viene en distintas formas y colores, ayuda a transformar les corporalidades en máquinas de guerra ante un Estado que nos quiere ver morir con cuerpxs infelices, el placer es la venganza de la comuna, de los cuerpxs que le dan vida y resisten a la cotidianidad.

Es por eso, que nuestras cuerpas, nuestrxs cuerpxs, ante el placer, el deseo y la experiencia, por lo aprendido, crea una apertura, reivindica su derecho a (ser), a la monstruosidad, desde vivencias libres, el devenir cyborg confabula desde adentro del CIStema para lograr una desarticulación de lo que oprime al cuerpx.

Se trata de destruir para dar posibilidad al construir y pensar la tecnología desde nuestra trinchera, nuevamente, ser el punto de fuga, el cuerpx sangrante, el que transmuta a otras pieles, a nuevos sentidos, el punto de inicio es la rebeldía.

La comuna, al ser una máquina de guerra, por consiguiente, pone los afectos y los sentimientos en el estado, en la vía para encontrar la fuerza del existir; es por eso, que es importante mencionar que hay una dinámica de articulación y desarticulación de las, les, corporalidades, donde se utiliza de manera exacerbada también el deseo, es el motor, la savia de la máquina de guerra.

El deseo se usa en lo colectivo, es la estrategia, el punto clave para lograr el movimiento dotado de transformación para dar paso a la creación de algo nuevo y que sea diferente, el caparazón, la resistencia, el arma de doble-filo con la cual se pueda responder.

Finalmente, no es solo una revolución simbólica y emocional de lxs cuerpxs, da paso a una nueva estética que le de cara a los miedos de quien se ve atacade y asustade ante el devenir de la corporalidad; al (ser) cyborg también pone en juego una defensa física, personal, un arma para quien nos ve con desventaja y forma despectiva, para aquellas mujeres que caminan solas en la calle, a plena luz de la luna, para las, les, trans, la bruja, el brujx, les compas no binaries, para toda disidencia que por su mera existencia esté en peligro de ser arrebatada, para:” un aquelarre que ha despertado de nuevo, y que es interseccional.”

Actualmente, ya hoy todo un movimiento artístico cyborg, con sus representantes, una fundación para los implantes, sin embargo, como se había dicho desde un principio, hay un doble discurso en algunas personas que lideran este movimiento, y por lo tanto, hay un pierde, no funciona, no se maneja en su máxima potencialidad como una herramienta que pueda ser desarrollada en grandes rasgos y que rompe el funcionamiento del dispositivo social como científico que se encuentra imperando.

En efecto, una corporalidad cyborg también da cabida a nuevas formas de pensarnos, mirarnos y de auto-crearnos estéticamente, y sobre todo da nuevos sentidos al cuerpx humano, el mundo se conoce de distinta manera y dota de información valiosa a través de diferentes disciplinas artísticas.

Por ejemplo, al situarnos en esta ficción, inventé varios implantes con inteligencia artificial que podrían ser de gran utilidad, el primero sería un cyborg corazón que se puede enchufar al cuerpo, así como una computadora o cualquier aparato eléctrico, este da la posibilidad de percibir como saben, huelen, se sienten los colores, semejante a cuando escuchas una canción y te asemeja a una tonalidad, te dota de la experiencia de poder ubicar el color aurático de los animales, las plantas, el agua, todo a tu alrededor y con esto, con la perspectiva única de cada persona convertirlo en una performance, en arte plástica, en una canción, en un video-sensorial donde te muestre en su máximo esplendor lo que es cada color o la capacidad de crear nuevas tonalidades, el mundo se explora, se rompen los límites.

Por otro lado, retomo la antena de Neil Harbisson (artista cyborg), ya que complementa la idea anterior, tiene la capacidad de captar las vibraciones de los colores, incluyendo los infrarrojos y ultravioletas, al igual que los recibe del espacio, así como videos, imágenes, etc; también sirve para llamadas telefónicas.

En tercer lugar, están las cyborg piernas adheribles, rompe huevos de machos, sirven como defensa personal y para una gran velocidad, si hasta el día de hoy nos penalizan, sobre todo a las mujeres el uso de gas pimienta y teasers en este futuro utópico, nosotras, nosotres tenemos estas piernas.

Por último, se encuentra el cyborg puño, el cual también es para defensa personal; en esta ficción ideal sería gratuito, no tendría un costo, ni sería para un sector poblacional en específico, rompe estas barreras, con las diferencias de clases, ni habría una superioridad moral por devenir cyborg, más bien, abogaría por la colectividad y el bienestar de la comuna, de la disidencia.

“Resistir: borrarse, experimentar, hacer rizoma. Combatir. Difuminar en nosotras el universal o la especie a la que fuimos asignadas: “mujer”, “blanco”, “occidental”. (ludditas sexxxuales, 2013, p.30)

Finalmente, como diría Bolaño: “soñábamos con utopía y nos despertamos gritando”.

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Bibliografía

Benavides Franco, Tulio Alexander, “El cuerpo como espacio de resistencia: Foucault, las heterotopías y el cuerpo experiencial”, [Web],vol.10,no.30,Río grande,2019,Cátedradelapazencolombia,<https://publicaciones.eafit.edu.co/index.ph p/co-herencia/article/view/4845/4388> (27 febrero 2021), pp.247-270.

Benguigui, Carlos, “¿un “cuerpo sin órganos” en Unamuno?, [Web], 2012, La Clé desLangues,<http://cle.ens-lyon.fr/espagnol/litterature/litterature-espagnole/auteurs-contemporains/un-cuerpo-sin-organosen-unamuno- >  (27 febrero 2021).

Islas, Hilda. “La Dimensión Estética de los Dispositivos. Construcción de “Máquinas De Guerra” para la Experimentación, Investigación y Producción Artísticas”. En Dispositivos en Tránsito Disposiciones y potencialidades en comunidades de creación, Eduardo Andión Gamboa (coordinador). México D.F.: Centro Nacional de las Artes, 2014.

Ludditas sexxxuales, Ética amatoria del deseo libertario y las afectaciones libres y alegres, Milena Caserola, 2013, Buenos Aires, segunda edición.

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Me llamo María Pérez (elle/ella); actualmente vivo en Ciudad Monstruo, y estoy por finalizar una licenciatura en Historia del Arte; soy ilustradore independiente, fotógrafe y neurodivergente; mis obsesiones van desde los corazones, lo grotesco, el horror y el autorretrato feminista como un espacio político de emancipación y ternura radical; juego con la dualidad de mi ser; creo en las contrapedagogías libertarias porque veo una herramienta de esperanza y reciprocidad para las nuevas infancias.

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¿Cuál Futuro?

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por Abigail Maritxu Aranda Márquez

¿Futuro?

Capitalismo neoliberal rampante

Heteropatriarcado narcisista

El cambio climático tan acelerado

Pandemia del Covid 19

Pandemia del VIH SIDA

Pandemia de los feminicidios y transfeminicidios

Las guerras interminables en casi todo el mundo

La guerra perdida contra el narcotráfico

La guerra contra nosotras, las mujeres y las mujeres trans

La trata de personas

Las hambrunas constantes en ciertas partes del mundo

El control mediático de la comunicación a través de las cinco corporaciones principales

El agua como una forma de valor o una mercancía en la Bolsa de Valores

La primacía del capital sobre los valores humanos

El 1% de millonarios, l@s 99% no hemos aprendido a contrarrestar ese poder económico

La política

La basura y los plásticos

Si en tu listado falta algo, inclúyelo aquí

Las preguntas siempre se deben plantear al revés. Partamos desde una lógica del presente, en algún momento del 2019, el virus que ahora denominamos Covid 19 se tornó primero en una epidemia urbana local en Wuhan, China. De pronto, fue declarada una pandemia mundial en febrero del 2020 y en México, desde 12 de marzo de ese año. ¿Teníamos previsto ese futuro en ese entonces?

No. Nuestra idea de futuro correspondía a otra lógica temporal: nos peleábamos con el gobierno por las becas del Fonca, nos preocupaba el calentamiento global, reducir la violencia feminicida y transfeminicida en nuestro país, buscar mejores oportunidades laborales pero se nos olvidaba que no habíamos / hemos resuelto la pandemia del VIH, la cual lleva casi 40 años matando gente. Wuhan no nos preocupaba.

Nuestro concepto occidental de tiempo plantea el asunto como una aparente banda continua en donde pensamos que ésta tiene tres secciones importantes para dividirla y comprenderla: pasado, presente y futuro pero las ciencias tienen otra manera de concebir el tiempo, la literatura otra y las culturas originarias alrededor del mundo tienen una mayor sabiduría ancestral al respecto. Entonces, ¿de qué futuro nos tenemos que preocupar?

Leer las noticias es instructivo. La pandemia de la violencia feminicida y transfeminicida se ha incrementado a raíz del distanciamiento social, el glaciar más grande de la Antártica se ha desprendido del continente, lo cual demuestra que el calentamiento global sigue siendo una realidad presente y terrible y ante la cual, nadie en el mundo ha protestado ni previsto el futuro del mundo, es decir, nuestra idea del futuro está maniatada y contaminada por nuestras inoperancias y pavores de este presente.

¿Cuántas veces hemos escuchado la frase de qué futuro les dejaremos a nuestr@s hij@s, cuando hay un decrecimiento real de

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la población? Veamos los temas apremiantes y lo traduciré solamente en números; Basura: ¿cuántas bolsas de basura se necesitan en el mundo occidental para recoger la mierda de los perr@s domestic@s? ¿Dónde se depositan? Hay leyes que prohíben el uso único del plástico y aunque los posibles ludditas han ofrecido cientos de soluciones al respecto, estas políticas no se implementan en toda la población, ergo, hay continentes de plástico en los océanos flotando. Súmele la ropa íntima que se tira una vez que dejó de ser útil, ¿sigo?

Es cierto, que muchas personas están trabajando para cambiar este planeta, este presente pero el futuro es un fantasma que nos agobia a diversas velocidades y en diferentes formas. Cuando se estrenó la película Soylent Green (Cuando el destino nos alcance), en 1973, muchas personas pensaron que jamás llegaríamos a ese punto. Wikipedia nos regala un pedazo de su argumento:

 

“La industrialización del siglo XX llevó al hacinamiento, la contaminación y al calentamiento global debido al «efecto invernadero». En el año 2022, en este futuro distópico, la ciudad de Nueva York está habitada por más de 40 millones de personas, físicamente separadas en una pequeña élite que mantiene el control político y económico, con acceso a ciertos lujos como verduras y carne, y una mayoría hacinada en calles y edificios donde malvive con agua en garrafas, y dos variedades de un producto comestible: Soylent rojo y Soylent amarillo, que son la única fuente de alimentación, ya que los alimentos naturales son un privilegio para los sectores dominantes. La compañía Soylent es una empresa que fabrica y provee los alimentos procesados de concentrados vegetales a más de la mitad del mundo. Soylent verde es el nuevo producto alimenticio sacado al mercado, basado en plancton, según la publicidad de la empresa.”[1]

 

Lamento el spoiler pero el Soylent Green en la película es la producción masiva de galletas verdes, hechas a base de cadáveres humanos en 2022. ¡¡2022!! Cualquier novela o película de ciencia ficción nos ha acostumbrado a aceptar cualquier premisa del futuro, porque las distopías se han convertido en realidad. Desde el texto de Tomas Moro Utopia hasta Los Supersónicos, por citar algunos ejemplos entre cientos, siempre hemos querido ver un mundo perfectible pero en la realidad, el futuro nos elude. ¿Porqué?

Supongo que por sus diferentes velocidades. El futuro del día siguiente, la semana entrante, el futuro de cuándo se acabe el agua, el futuro que much@s queremos construir desde ahora: creación de hortalizas, nuevas comunalidades, apoyo mutuo, respeto al planeta, cuidado del agua, consumo local, respeto a los seres sintientes, el uso de bicicletas o autos eléctricos, pero creo que el número de ludditas que quieren revertir el famoso reloj del fin del mundo es mucho menor a los nueve mil millones de seres humanos que poblamos este planeta. El 5% que lo quiere salvar.

Así que cuando me preguntan por el futuro, empiezo a hacer las preguntas al revés.

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[1] Entrada de Cuando el destino nos alcance, 1973, dirigida por Richard Fleischer y guión escrito por Stanley R. Greenberg basado sobre la novela Make Room! Make Room! De Harry Harrison. Consulta

https://es.wikipedia.org/wiki/Cuando_el_destino_nos_alcance  30 de mayo del 2021, 23.08 pm

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Abigail Maritxu Aranda Márquez1 (Oaxaca, 1957) Profesora Investigadora de tiempo completo en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, donde imparte las asignaturas de Teoría e Historia del Arte y un Taller de Producción de Moda que se autogestiona como una fábrica social. Estudió la Licenciatura de Letras Modernas (Inglesas) en la Universidad Nacional Autónoma de México (1978 – 1982). Así como la Licenciatura en Docencia de las Artes (2016 – 2018) en La Esmeralda. Artivista Trans se ha dedicado al performance desde 2009, con acciones en Oaxaca y la Ciudad de México y ha comenzado a explorar su nueva identidad como mujer trans desde la escultura, la moda y el arte acción. Autora del libro El cerillo que nunca se apaga. Ha participado en varias exposiciones colectivas. Fundadora de la banda de arte sonoro y noise The Fucking Dogs.

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