Perfect-timing

 

Luen Aguilar 

El mes que conocí a Silverio Fuentes fue el más extraño. Empezó por mi elección del momento menos apropiado para salir del clóset. Ya conozco mi perfect-timing para quedar como pendejo. Al menos estoy seguro de que pocos elegirían su cumpleaños para hacerlo, con tanta gente esperando nada más que gratitud de mi parte. Qué esperaban, llevaba pisteando desde las seis y nunca he destacado por ser propio cuando ando pedo. En plena euforia y borrachera intenté besar a Ricardo, él dio un paso atrás y yo quedé como mosquito chupasangre. Gracias a la cantidad ingente de alcohol que consumí el resto de la noche, no le di mayor importancia, ni a eso ni al caudal de pendejadas que cometí, y que ahora intento rescatar del olvido.

         A la siguiente mañana me despertaron los lengüetazos de mi perro. Eran las dos de la tarde, mi casa estaba hecha un desmadre, yo estaba tirado en el baño mojado en mi propia orina y con la cabeza recargada en los residuos de vómito que no pude atinar. Mi pie estaba más gordo de lo normal y me dolía cada que lo apoyaba. Me arrastré a la cocina en busca de un toque de mota o alguna cerveza olvidada que me hicieran el infierno más estable. Encontré las dos y a las dos les di. No funcionó. Me seguía doliendo la cabeza y me sentía más baboso que cuando desperté. En general, la cruda siguió así por casi dos días. En cierto momento recordé que había brincado la barda hecha con puritita mentira hacía nueve veranos atrás cuando caí en cuenta que lo mío eran los pitos.

            El domingo me sirvió para recapacitar y buscar la manera de darle vuelta al asunto. No me aculonaría para regresar a la trinchera donde me cubría la mierda hasta la cabeza. Mi familia no sabía y mejor lidiar con ellos cuando regresara a casa en algún período vacacional. Mejor, seguía sin importar cuán escabrosa estuviera la pista. A sabiendas de que no era la mejor opción, renuncié al trabajo. Traía un cerote en la cabeza que me decía: ¡el cambio debe ser radical y completo!

Sobre la tarde del lunes me llegó un mensaje. El número estaba registrado bajo el nombre de “Lunarcito”, supuse que era alguien que había conocido la noche de mi confesión. El mensaje decía que nos viéramos en el café Caligari a las cinco de la tarde del martes y al final agregaba un posdata: conseguí el número de Silverio.

Invertí algunas horas en tratar de recordar quién chingados eran Silverio y Lunarcito. No rescaté nada, pero me aferré hasta horas antes de mi encuentro del martes; quería evitarme la dependencia de una memoria ajena para saber cuánta pirueta había hecho. Aún así, llegué sin algún recuerdo útil, decidido a confesar que no sabía absolutamente nada de lo que había hecho la noche de mi cumpleaños.

            Cuando llegué, Lunarcito me recibió efusivamente con una abrazo y un beso en la boca. Tiré por la borda mi plan de confesión y opté por rescatar cuanto pudiera de mi conversación con él. Primero me recordó algunos actos vergonzosos, luego me contó que me había notado después de verme sacar a madrazos a Ricardo de mi casa, pero que se enamoró justo después, cuando regresé para poner rolas de The Smiths y bailar en media sala. Yo no hablé mucho por las punzadas del pie lastimado que me llegaban al culo. Antes de que acabara nuestro encuentro, recordó el pendiente con Silverio y me pasó una tarjeta la cual añadía solo un apellido y un número de teléfono. Lunarcito dijo que ya había hablado con él, que me había mencionado y que Silverio estaba interesado.

            Llegué a casa con la fuerte intención de acabar con mi incertidumbre. Marqué el número, sonó varias veces y nadie contestó. Intenté de nuevo y nada. Azoté el celular en la mesita de café de mi sala y prendí la tele. En poco tiempo me quedé dormido.

            Desperté dos horas después con la sensación de extravío que causa dormir de día y despertar de noche. Recordé el asunto con Silverio y mientras me despabilaba me puse a armar mi celular. En cuanto lo prendí, recibió un mensaje de un número privado que indicaba una hora y una dirección. No decía el día, quería verme esa misma noche. Faltaba poco para que llegara la hora, así que tomé el bastón viejo de mi abuelo y me fui a la estación del tren. Bajé y anduve en mis tres patas hasta llegar al punto establecido. Afuera decía Alfredo’s con luces de neón y había dos guaruras en la entrada. Me interrogaron y cuando mencioné a Silverio sus cejas se asomaron por el borde de los lentes oscuros. Sin más preguntas me dejaron pasar con todo e indicaciones exactas de cómo dar a su oficina.

            Al entrar recorrí un largo pasillo obscuro forrado con alfombra negra y espejos. Mi reflejo me hizo pensar las cosas dos veces, pero el trayecto solo alcanzó para mi indecisión. Tras el pasillo, la sala se extendía con butacas y mesas; en medio atravesaba un templete que topaba con en el fondo de una pared hasta perderse tras cortinas. Me apresuré. Uno de los guaruras esperaba a que me dirigiera a donde había dicho.

            Toqué tres veces la puerta y entré. Silverio veía el piso como buscando algo, me dijo pásale y cierra la puerta. Caí en cuenta de su carácter aprehensible porque entré viendo el suelo, buscando lo que sea. Hablamos bastante tiempo, de alguna manera supo maniobrar mi ánimo y convencerme. Terminó por responder algunas dudas existenciales y me mandó a casa con el taxi pagado para que me alivianara del pie y pensara bien las cosas.

            Había buscado un cambio. Tenía miedo de hablar con quien pudiera retrasar mi evolución, además en nadie confiaba lo suficiente. Pasé los días de mi recuperación kinestésica en constantes debates, pero al final la balanza se inclinaba al cambio. Cuando le hablé a Silverio para aceptar la propuesta, me acarreó a firmar un papeleo y a presentarme al resto de los miembros.

            El lunes comenzará el taller de baile. Lo que antes desconocía, ahora me interesa y saca de mí toda esa mierda positivista que encuentro innovadora. No me acostumbro aún a los excesos en maquillaje y aditamentos, pero no están tan mal, quizá con tiempo termine imponiendo un estilo más austero. La atención de alguna u otra manera le he tenido más apego, no hace falta mucho para que baile frente a todos. El mes está por acabar, y tanto vuelco me dificulta recordar cómo es que vivía con el miedo a perder el control que nunca tuve. De alguna manera las cosas se acoplaron. Al menos eso espero.

 

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 Luen Aguilar. Tengo 22 años, vivo en la ciudad de Guadalajara y soy estudiante de letras. No arrastro aún una página personal ni algún otro proyecto público, solamente los espacios ambientados con mis relatos y algunos poemas.

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Los ojos también cuentan

 

por Miranda Uribe
por Miranda Uribe

Los locos no tenemos amigos, le platiqué hoy a mi ojo que me veía asombrado de mi filosofía de supervivencia. Este ciego estaba buscando la muerte ya hacía un rato.

La busqué al asomarme a la ventana; la noche pálida me sonrió junto con la luna a la que se le podía percibir la flojera de no salir aún. La huesuda no está.

Tomé del cajón un carrujo, quería volar a su encuentro en los bosques del tártaro. No la encontré, entonces pensé en el cielo. Mi ojo perplejo me miraba y sé que muy dentro se quejaba de mí.

Los locos tampoco podemos amar porque no sabemos. Si es realidad la realidad, hurgando me encontré una colilla de lo que fue un cigarro fumado aquí; por una persona que decía ¿me quieres? Como si preguntar fuera querer. Como si querer fuera preguntar. Me estoy llenando el cerebro de humo; el humo es el comienzo de la fantasía.

La cual se me está acabando con la espera; al cabo de unos toques veré los resultados de este vicio malnacido. El humo me envolverá en sueños y volveré a la búsqueda de mí.

Me perdí como todos en el camino de regreso a casa, cuando atravesando la calle me atropelló el tiempo de la edad; venía en sentido contrario, no lo vi venir hasta ahora después de veinticinco años.

¿Quién se enamora de un loco? Me preguntó el ojo ingenuo. Vaya que no sabe lo que dice porque no piensa, sólo ve. Pensé seriamente en esto. Alguna vez, muchas bocas, muchas manos, también algunos sexos, inventaron eso. El amor. Yo no sé si existe, sólo lo siento. Pero todos y todas lo venden como una norma indisoluble: “Por muchos años”, una ganga de conveniencias, una especie de esclavitud con consentimiento de dos. Pero creo que los locos no damos esos resultados. No tenemos residencia marital ni descendencia. Nadie tiene porvenir con nosotros.

Los locos, a quienes nos cuestionan nuestros propios ojos no tenemos herencia ni sucesión. Soñamos y con eso es bastante para el amor. Nos brilla la inocencia y la demencia nos da alas para posarnos como mariposas en los pétalos de la flor. Sin llevar polen. No somos fértiles para producir flores. Producimos inmensidad, deseos, muchísima soledad, mundos llenos de versos, de historias, de egoísmos; somos espejos, dicen algunos que se puede ver a través de nosotros; plantas de ornato, las cuales admiras y quieres para dar luz a un lugar, para darle estatus a tu vida.

Son las cuatro de la mañana, aún no doy con ella, la de los labios rotos, la de los huesos largos y quebrados, la chica de blanco, la pelona. La busco desde ayer.

Tenía once años cuando me di cuenta que la gente me veía mal, era diferente a ellos, no jugaba sus juegos y les cuestionaba su apatía y miseria, yo me masturbaba y reía, si reía. Mi libertad les pesó tanto que nadie quiso hablar conmigo ni de mí. Me enviaron a una escuela especial. Nunca lo supe hasta hoy que estos ojos me observan con miedo y escrutinio; la mirada. ¿Estoy loco?

Siento que me estoy yendo de nuevo, llenándome de mentiras, de imágenes que no dicen nada, de gente que se ríe de uno; me han dicho ¿No ves como es la vida? Estoy perdido, ¿será eso? No tengo un ancla que me detenga en este mar de ilusiones y fracasos.

El ojo se quiere cerrar pero aún me escucha, no quiere dormir hasta ver qué hago con esta vida que no encuentra la muerte. Esta vida que asustada se me escapa de las manos, le huye a mi soledad. Por más que intento doblegarla, no cede.

Es una cobarde que prefiere matarme por la espalda sin darme pista alguna para enterarme cómo he de morir. ¿Cómo? Parece decir el ojo.

Inquieta, ingenua, como mi madre, desierta de cariño hacia mí, incapaz de decir palabras dulces. Cuánta soledad me guardo en el corazón, cuánto miedo provoco para ser como soy.

Gato salvaje

El ojo me mira compadecido, le brota una lágrima que cae sobre el piso, se confunde con la basura de mi cuarto. Es en vano esperar tanto por ella, es en vano sentir amor por alguien que no está aquí y ahora. Siento frío, mucho frío.

Me ronda la cordura nuevamente.

 

El ojo lentamente se cierra.

 

 

 

 

 

 

 

 

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(Ano)rmal

SelfieAnal

Tengo un ano descomunal

vórtice devorador de heterofascistas.

No presumo longitud
pero si de profundas dimensiones.

 

¡No va a entrar!
Sí, ¡ya entró!
aún cabe más
otro más
no es suficiente…
…esta historia ya se me vino entre el culo.

 

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SelfieAnalokFabrizio Quemé (1990). Guatemala. Anti-artista queer, todo terreno. Ha participado en diversos festivales y  muestras de colectivas. Sus textos y fotografías han sido publicados en algunos medios digitales. Su trabajo puede ser visto en
baladadeunlibertino.blogspot.com y escuchado en soundcloud.com/fabrizio-xxx.

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SOYYO

Dy…

Dy ¡Oh!

Dy Ooooooo

Dyos óseo

Osmosss ssn i

Junyos yúyyo

Soy vos

Ssn voz

De dos

Con sed

De hoy

Sé oy

No sé ayer

Soy un YO

Vyvo con Eyos

Vyvo ssn Ellos

Oie…

Yo

L

Nos-otros

Usted es

E-yos

Sólo somos YO

Y mys yoes…

Concédeme

Doce voces

Once veces más

Solo

Ssn el ELLO

Syg Mund

Syn Froy.

Silencio a mansalva o acariciar el vómito

Pequeni0ombre

No pedí ser lo que tu mente cercena del cuadro, no lo soy aunque quieras. Los restos están ahí, la mierda huele igual aunque no quieras. No soy la mierda, tus fosas nasales apestan, tus terminales nerviosas –tan ciudadanas de este mundo como todo lo demás – fueron criadas para impulsar tu diafragma y generar la arcada del sentido sin cabeza. Frente a esas náuseas inoculadas, anquilosadas en un cuerpo que resistís reconocer como creado, yo soy el vómito de Narciso que aprendió con el Nazareno a vomitar a los tibios; porque mi vida es política, porque mi cuerpo es producto, proceso, arena e instancia de la lucha. ¿Qué puedo callar? ¿Qué puedo amordazar por el bien de una salud pública que me enseñó a ser de los residuos el más educado, el mejor peinado, el siempre dispuesto y abnegado?

Tengo que jugar a las escondidas, no como un pibe, no por jugar, sino para hacerle el juego a mayorías espeluznadas, cuando no son más que espeluznantes monstruos ciegos, que no pueden dejar de serlo – como no puedo yo porque así es el mundo – pero los monstruos pueden al menos pretender aprender a leer braille para intentar ver algo, para acercarse a esos vómitos tibios –porque aún laten – con las yemas de los dedos y descubrir en lo excretado los pedazos que faltan a sus ojos inválidos, las sinapsis que a sus neuronas les fueron ocultadas, los restos repugnados con los que se erigen en silencio – o no tanto – posibles monstruos queridos o queribles.

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Pequeni0ombre (Buenos Aires, Argentina), 25 años. Poeta por necesidad,  romántico, huraño e idealista, observador, reflexivo, hasta nostálgico. Delicadamente rústico. Y bailarín. Una mente escabrosa, llena de cajoncitos. Entre otras cosas, sociólogo interesado por el posestructuralismo, las vanguardias artísticas y el pensamiento de izquierda. http://pequeni0ombre.blogspot.com.ar/

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Lxs feministas con lxs normalistas y lxs anormales

careta_normalistas_anormales

Seminario de Posgrado: Cultura Visual y Género. Contravisualidades Latinoamericanas. UNAM

 

MANIFESTAMOS

22-OCTUBRE-2014

 

Estamos aquí y ahora para amplificar voces silenciadas.

Somos feministxs y nos convocan las desapariciones de los normalistas y lxs anormales, en Ayotzinapa, el Edo de México, Veracruz, Tierra Caliente, Chihuahua, Oaxaca y todos los territorios violentados.

Denunciamos la violencia, la corrupción y la impunidad.

Estamos aquí para CUIDAR-NOS.

Nos convoca el re-sentimiento y la rabia, por eso exigimos AHORA que aparezcan, que nos escuchen y los escuchen.

Nos vincula el dolor, la opresión, lxs muertxs, lxs presxs, lxs desaparecidxs, el resentimiento y la indignación.

Resentimos el terrorismo de Estado que desarticula nuestros movimientos y desacredita nuestra presencia, manipula la información y nos paraliza.

Encarnemos el dolor y amplifiquemos las voces silenciadas y sus demandas.

Estamos aquí y ahora con los desaparecidss. Somos feministxs y nos convocan lxs desaparecidxs, los normalistas y lxs anormales.

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Míticx desviadx

Concepto, vestuario y maquillaje: César Othón Hernández.

Fotografía: Christopher Navarro Delgado.

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Las sensaciones del ano – Cuando lo anormal se hace sensible.

por Miranda Uribe
por Miranda Uribe

 

Por: Benjamín Martínez Castañeda

 

Santiago de Chile, lunes 13 de octubre de 2014. Son las 10 am, ya es tarde, me he perdido el desayuno otra vez; me es muy difícil acostumbrarme a las dos horas adelantadas aquí en Chile, ¿qué importa?, no tengo que ir a trabajar, ni tengo una cita pendiente. Lo de anoche no fue nada, ni el Venezolano, ni el Peruano pudieron con todo esto, me he quedado caliente, mira que jurarse activos…ni ellos se la creyeron. ¿Cómo será la vida godinesca en Chile? Abro la ventana de la habitación del hotel, y sólo veo pasar los buses y mucha gente empaquetada, así le dicen en Chile a los que visten tacuche; no es muy diferente a lo que posiblemente se puede apreciar en México. Sigo dando vueltas en la cama y mi cuerpo reclama adrenalina.

Tomo mi iPad y abro  Scruff, ¿Qué? ¡Oso activo a menos de 100 metros! Se parece mucho al recepcionista del hotel, ¿será? Le escribo y no contesta, quizás me identifica como el chico de la habitación 310, aquel que anoche se despachó a dos hueones seguiditos. Sigo en busca de sexo, y nada, siempre es lo mismo: soy activo pero ando en busca de alguien que me culee. Sorry mano, ya somos dos en lo mismo, ¿te va uno a uno? Siempre contestan que no. ¿Por qué les da pena decir que son pasivos o come ñongas?, no tiene nada de malo. En la televisión comienza “El Chavo del 8”, pero qué horror, le cambio porque ni en mi país veo esa mierda.

Decidido a meterme a duchar, suena mi iPad, me han mandado un woof por Scruff, casi resbalo en el piso, tomo mi iPad y es un señor, envía un mensaje diciendo: Soy activo y busco culo aguantador. Pienso sobre que tan aguantador podría ser yo, no lo se. Le invito a que me visite en mi hotel, con el riesgo de quedar toda madreada como “La Fabiruchis”; me dice que no puede salir de su casa porque anda en silla de ruedas, me pregunto: ¿y cómo pretende que cojamos?…bueno, igual y se le para. Me da las indicaciones para llegar a su lugar, y sólo son 4 cuadras pasando el hotel donde estoy; al llegar, un hombre como de 50 años, 1.78 cm y erguido en dos pies me recibe en la puerta. Me quedé paralizado por un segundo, me toma del brazo y me dice: calma, no te lo dije al principio, pero…no tengo una pierna y uso prótesis y muletas; lleva mi mano a su pierna y siento lo duro de la extensión. Me da la opción de irme, pues el creyó que me incomodaba con su condición física.

La idea de coger con un “discapacitado” me excitó demasiado, pasamos a su recibidor y eso era un lugar lleno de reliquias de todas partes del mundo. Recibe una llamada, escucho que le da indicaciones contables a alguien, quizás sea su contador o alguien cercano… ¡Oh por Dior! ¡Se ha sacado la verga! Eso es muy grande y grueso, y aún no se le para, ¡Que miedo! La toma con la otra mano mientras atiende la llamada, juega con ella y la sacude viéndome a los ojo, inclina su cabeza indicándome que se la chupe. Trato de meter eso a mi boca y es muy difícil, no me cabe, al final encontramos el modo ya cuando eso estuvo erecto por completo, aún así era una verga saca flemas destapa gargantas. Terminó su llamada y me levanta para besarme en la boca, pasamos a su recámara y comienza a desvestirme, me aprieta las carnes, me da manazos, me lame las axilas, el cuello; él se desvistió, lo abrazo, lo beso y le acaricio su pierna de plástico, la toco, la beso, la huelo, la muerdo.

Mi cuero se eriza, los vellitos se levantan y se mueven como si un viento arrasador los quisiera arrancar de mi cuerpo; él me toma por los hombros, me vuelve a besar, me voltea y lentamente me empina dejándome sentir su gran verga entre mis nalgas. Lame mi trasero, con su lengua masajea mi ano…mmm ¡que rico! Lo dilata suavemente, me dice: ¡no puedo más!, se pone un condón y me la clava sin decir agua va. ¡Ahhhh! ¡No mames! La tenía como brazo de albañil, gorda y venosa, sentí que me sacaría los ojos, le pido que me la saque y se niega, fueron segundos muy intensos. Decidí hacer de mi dolor mi placer, me relajé, respiré hondo y pude sentir como su pene movía y masajeaba mi ano y recto; mi piel se puso de gallina nuevamente y me dieron unas ganas inmensas de mear, sentía un cosquilleo intenso en la panza, simplemente no podía saber de mí.

Recordé que un examante me dijo que no siempre el mejor sexo es el más limpio, así que decidí a dejarme llevar y si era necesario me mearía en el momento, pero la reacción fue diferente; comencé a sentir mi ano muy ardiente, cosquillas en todo el cuerpo, mis gemidos parecían sacados de cualquier comercial de Herbal esscences. ¡Ah…ah…ah..! Estoy a punto de acabar, fue lo que él dijo; su pelvis y parte de su prótesis me golpeaban muy fuerte, sentí como se hinchaba cada vez más su verga. Un calor invadió mi recto, mientras apretaba con el ano su verga para terminar de exprimir su leche, sentía una gran bolsa de líquido hirviendo, era una sensación desconocida.

Cuando saca su verga de mi cuerpo, un torrente caliente salía de mi ano. Pensé que sería sangre porque estaba desgarrado, o en el mejor de los casos caca aguada, pero no. Era un líquido traslúcido y aceitoso, recordé que un doctor hablaba en T.V. de que tanto el recto como el intestino están recubiertos por una capa cerosa; quizás esa fue la forma en que mi ano eyaculó, en que mi ano dio todo de sí. Mi ano recibió placer. Después de ese día mi ano ha vuelto a ser el mismo de antes.

[divider]benja

Benjamín Martínez Castañeda es productor visual mexicano, su investigación está encausada a la teoría queer y filosofía política.

 http://benjamin-walpurgis.tumblr.com/

http://bjmmcteoriafotografia.blogspot.mx/

http://benjaminmartinezmvaf.blogspot.mx/

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Violencias cisexistas en las aulas: la transfobia y la plumofobia

Ángel Amaro

En los últimos años se está estudiando y abordando de forma interdisciplinar el fenómeno escolar del bullying lgtbfóbico, denominándosele comúnmente bullying homofóbico. Estamos ante una agresión patriarcal múltiple que invisibiliza, cosifica y violenta en el ámbito escolar a las identidades de género no cisexuales (transexuales, transgéneros y travestis) y a las orientaciones afectivo-sexuales no heterosexuales (gays, lesbianas, bisexuales y pansexuales). Bullying LGTBfóbico se muestra como un término paraguas que -a priori- trata de aglutinar de forma interseccional todas las agresiones cisexistas, heterosexistas y monosexistas que sufre el estudiantado. Es en los centros educativos donde, con mucha más virulencia, azota la dictadura de la las expectativas, los roles y los estereotipos; contexto legitimado por una pedagogía esencialista que percibe al estudiantado como no-sexual, no-afectivo y no-expresivo. Obviamente, cuando se habla de LGTBfobia, hay que tener presente la doble vertiente que existe en esta compleja matriz patriarcal que abordamos: por un lado tenemos las violencias en el campo de las identidades de género y, por otro lado, las violencias en el campo de las orientaciones sexuales. Se conocen más las segundas violencias que las primeras, ¿por qué? Es muy sencillo: la sociedad es cisexista y, estructuralmente, niega las realidades de las personas trans* y los cuerpos/expresiones diversas. Muchas veces se conocen más las vivencias y realidades de la gayfobia que las peculiaridades de la transfobia (especificidad del bullying transfóbico). Esto no es azaroso, el binarismo cisexista permea hasta cómo se previene el bullying y tiende a invisibilizar los cuerpos que nunca nombra y siempre estigmatiza.

En una sociedad masculinista/masculinizada -y por tanto androcéntrica también en el activismo LGTBIQ- no es de extrañar que las violencias que sufren las mujeres lesbianas, bisexuales y trans* aún estén poco abordadas desde las agendas activistas; los patriarcalismos aún condicionan mucho la forma de abordar el bullying LGTBfóbico, buen ejemplo de ello es que las violencias patriarcales que sufren las mujeres LTBI aún no están en el centro del debate de forma interseccional.

Vemos pues que no se trata sólo, aunque también, de enunciar y hablar del bullying LGBTfóbico sin más. Hay que tener presente el gaycentrismo que binariza nuestro discuros y nos lleva a invisibilizar -de forma consciente o no- el resto de violencias patriarcales que padece el estudiantado LGTBIQ. Sería insensato hablar de acoso escolar y no centrarse en las transfobias -que suele pasar por cierto-. Esto sería una práctica binarista que no se hace asumiendo plenamente la diversidad corporal, estética y expresiva de los cuerpos y sujetos que habitan nuestras aulas y patios. No podemos caer en ópticas transfóbicas que no visibilicen el cisexismo estructural que sostiene la pedagogía patriarcal.

No todo es homofobia y discriminación por motivo de orientación afectivo-sexual.

Debemos alejarnos de ópticas homocentristas. Un ejemplo de abordaje cisexista, carente de una óptica transfeminista, sería el hecho de afirmar que la plumofobia (discriminación de expresiones estético-expresivas) está enmarcada dentro del campo de la homofobia; un sesgo gaycéntrico que tiende a percibir la discriminación de las expresiones y estéticas desde una perspectiva canónica homocentrada. Se cae en este caso en una lógica transfóbica que emplea la discriminación de las expresiones/estéticas para ponerlas al servicio de la agenda de los deseos.

En vez de abordar la plumofobia desde la complejidad que muestra el cisexismo, se habla de bullying homofóbico, negándose así la diferenciación entre el ámbito del deseo afectivo-sexual y la identidad sexo-genérica. Esta maniobra gaycéntrica hace aguas, ya que gran parte de l*s niñ*s que sufren plumofobia no son homosexuales o bisexuales. Entonces, ¿por qué seguir empeñad*s en explicar desde posicionamientos del deseo afectivo-sexual las implicaciones de las violencias cisexistas que atraviesan los cuerpos de nuestr*s estudiantes? Es una pirueta compleja, homocéntrica y cisexista. En realidad, se niegan los discursos de los cuerpos y las violencias que los atravesan para legitimar cierta manera de prevenir el acoso LGTBfóbico. No se puede erradicar el bullying LGTBfóbico desde una óptica gay articulada en torno a las vivencias y especificidades que experimentan los niños y chicos jóvenes gays, blancos, urbanos y de clase media. El estudiantado LGTBIQ es diverso y, por tanto, diversas deberán ser las estrategias socioeducativas emancipatorias.

Pedagog*s, activistas no-binaristas y educador*s implicad*s debemos empaparnos de una coeducación transformadora que emancipe a los individuos, de una pedagogía queer que tenga presente la diversidad como una matriz interseccional repleta de posibilidades, realidades y vivencias. Entender, por tanto, los cuerpos y sus agenciamientos desde las complejidades que los articulan, y tener bien presente el transfeminismo y un necesario proceso deconstructitivsta en nuestros discursos, praxis y acciones sociopedagógicas. Esta coeducación emancipatoria se rearticulará desde la diversidad de los cuerpos, las estéticas y expresiones; desde lo complejo y poliédrico; desde la autocrítica y la interdisciplinariedad.

Asumamos entonces las múltiples dimensionalidades y puntos de fuga del bullying LGTBfóbico. Siempre desde una agenda transfeminista y emancipatoria; desde los intersticios, los entrecruzamientos, las posibilidades, las diásporas, los prismas liberadores y constructivistas, escenarios democráticos que nos permitirán abordar integralmente todas las violencias patriarcales que se (entre)cruzan en la realidad escolar. La pedagogía queer puede arrojar mucha luz en esta tarea de reubicar y de(re)construir. Un proceso poliédrico que, sin duda alguna, es tan complejo como ambicioso.

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Lo sensible y lo político dentro de la comunidad LGTBQI

por Xavier Aguirre “el abuelo”
por Xavier Aguirre “el abuelo”

por Scarlet Álvarez

En México no es secreto que la diversidad sexual no es bien recibida, culturalmente somos educados para temerle no sólo a la diversidad sexual sino a la sexualidad por principio. Se nos enseña con avidez en la primaria que la educación sexual existe para evitar errores, nunca se nos explica que la sexualidad viene en diversas presentaciones y que no es motivo de vergüenza ni de espanto. Lo que tampoco se nos dice, y que muchos no llegan quizás nunca a descubrir es que la sexualidad tiene poco o nada que ver con el género y a su vez el género nada que ver con nuestra anatomía genital.

Lo que quiero traer a la luz, es algo que he notado recientemente y de lo que quiero hablar en este ensayo, el cómo la construcción de géneros es una construcción social de orden político y de control que se extiende hasta la comunidad LGTBQI y se ha traducido en la ciudad de México en la exclusión del lesbianismo, la transexualidad, los individuos transgénero, intergénero y la bisexualidad, es decir, todas aquellas categorías que no entran para empezar en el universo de la homosexualidad, en un segundo término, la homosexualidad masculina.

La encuesta nacional sobre discriminación en México (ENADIS)[1] tuvo su última edición en 2010, y en la liberación de resultados, específicamente de la encuesta de diversidad sexual se piden disculpas por no poder cuantificar ni cualificar la diversidad, respuesta social ni tolerancia hacia la comunidad Bisexual, Transexual, Transgénero ni Intersexual, por no tener las herramientas aún para poder cualificar estas comunidades. Hay más preocupaciones que sólo las de no poder incluir todo el espectro que simboliza la sexualidad y que se cierra en las comunidad gay y lesbiana, se encuentra una evidente diversidad de opiniones en torno hasta dónde se les permite a los homosexuales tener derechos, y es que no todos se les pueden concebir. El 65% de la población en el Distrito Federal no se opone a que dos personas del mismo sexo contraigan matrimonio, sin embargo, el 67% de la población del DF se encuentran muy en desacuerdo que una pareja homosexual (ya sea gay o lesbiana) se les permita adoptar a un niño.

Específicamente es el caso de las mujeres con preferencia diferente a la heterosexual las que tienen mayor problema para vivir abiertamente y sobre todo, encontrar aceptación. Según la encuesta “las mujeres con preferencia sexual distinta a la heterosexual comunican en menor porcentaje que los hombres, su orientación sexual a la madre y al padre (cuatro de cada diez no se lo han dicho a ninguno)”. Aunado a esto, se encuentra una constante en la intolerancia respecto al nivel socioeconómico. Los niveles muy bajos, bajos y medios tienen los mayores porcentajes de intolerancia, lo que no se traduce, claro está, es que es evidente que la intolerancia en los sectores más bajos no es porque las personas “así sean” sino porque así son educadas, y son educadas por el mismo estado que aparentemente está preocupado por la intolerancia.

En la ciudad de México hay un recorrido importante que centra a la diversidad sexual en las colonias como Zona Rosa, Roma norte y sur y La Condesa; de igual manera, es relevante señalar que estas colonias no sólo son de alto nivel socioeconómicos, sino que la “aceptación gay” ha sido su estandarte ya desde hace unos años. Pero esta aceptación realmente se traduce en la aceptación del capital que la comunidad LGTBQI tiene, pues los restaurantes, bares, tiendas departamentales e incluso karaokes se sitúan en esta ideología por el capital entrante, no por su real apertura a las diversidades sexuales y menos aún por su apoyo a las mismas. lo que nos lleva evidentemente a notar cómo es el capitalismo lo que mueve al mundo, una suerte de transacción pues los habitantes de estas zonas toleran a los anormales siempre y cuando su esfuerzo se traduzca en ingresos monetarios.

Como menciona Beatriz Preciado en las micropolíticas de género, es que la solución a los abusos a la comunidad LGTBQI no se pueden erradicar de otra manera que no sea la experimentación con la sociedad y la apertura de los espacios hasta ahora no sólo son reducidos, sino ni siquiera entendidos de la diversidad sexual. Además, menciona: “Es preciso transformar ese saber minoritario (hablando de las teorías queer y las filosofías contemporáneas de género) en experimentación colectiva” y es esta cita la que inmediatamente me hace pensar en Rancière[2] y su división de lo sensible, en donde se nos habla de que existe divisiones en el espectro sensible de la sociedad, y esas divisiones no son otra cosa que la política e ideología mayoritaria impuesta como un modo de vida superior (monetaria y moralmente) y esto afecta la experiencia de maneras indiscutibles. Es este mismo argumento el que retoma Helena Chávez[3] para hacer claro que el arte está inscrito en un circuito de campos de experiencia, y estos campos tienen la capacidad de ejercer cambios en la sensibilidad

¿Cómo se traduce todo esto en el discurso de este ensayo?
Bien, pues si no hay campos de experiencia fuera de la comunidad y sus colonias delimitadas ya designadas, no habrá transformaciones en la sensibilidad de sus habitantes, lo que se traduce en que no habrá un incremento en el entendimiento de la diversidad sexual, ni de los agentes que la practican y subsecuentemente no habrá un cambio dentro de las políticas de aparición que permitan el desarrollo o incluso gestión del respeto por la comunidad.

Volviendo a Beatriz preciado “No se trata de escoger un sujeto oposicional de la historia”[4], es decir, no se trata de levantar un estandarte y declarar a los transexuales, los bisexuales, intergénero, etc. como víctimas ni de hacer encuestas como la ENADIS en donde acaso valoran su situación de vulnerabilidad. Lo que se necesita es que existan políticas de aparición, políticas que abran el campo de experiencia dentro de la sociedad para poder entender el respeto a todas las personas y es así como Beatriz llega al principio de autocobaya y cito: “Este principio autocobaya como modo de producción de saber y transformación política, expulsado de las narrativas dominantes”. El principio lo que hace es subvertir las regulaciones de una ficción colectiva como lo es el género y la sexualidad predominante y producir una política desde la subjetividad.

Combatir política con política como lo propone Paco Vidarte[5], “educar una ética que contribuya a nuestra felicidad” y cuestionar incluso si la comunidad LGTBQI debe o no seguir vigente como comunidad, segregando dentro de sí misma lo que fue segregado ya por la sociedad. Haciendo no sólo política sino siendo uno mismo político, siendo críticos y aplicando como dice él “no es sálvese quien pueda sino sálvese quien quiera” dando a entender que todos tenemos la posibilidad y derecho no sólo de salvarnos sino de salvar-nos a nosotros, a los todos.

En última instancia quisiera decir que la lucha por los derechos humanos (dentro de los cuales están los derechos sexuales) se quedan cortos para proteger el espectro que el humano contempla ante su diversidad sexual y que es necesario que no se terminen los grupos de resistencia que ponen en duda el saber y hacer políticamente correcto y socialmente aceptado que olvida que todos tenemos el derecho a vivir la vida bajo los términos, gustos y decisiones sexuales de nuestra elección.

Biblografía:

Testo Yonqui. Beatriz Preciado. 2da edición. Barcelona, España. 2008.

Ética Marica. Paco Vidarte. Ed. Gay y Lesbiana, Egales. 2010

La división de lo sensible. Estética y Política. Jaques Rancière. Salamanca 2002.

Las políticas de la aparición. Helena Chávez Mac Gregor. Publicado en Academia.edu

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Semblanza

Scarlet Álvarez. Licenciada en Psicología Educativa, cuenta con una carrera técnica en Asistencia Educativa y actualmente es pasante de la licenciatura en Artes Visuales en la Facultad de Artes y Diseño. En la Facultad de Artes y Diseño, co-funda y coordina el programa de Investigación-Producción Transversal, primer grupo de investigación para alumnos avalado por el Centro de Investigación-Producción y Estudios de la Imagen (CIPEI).

En 2013 coordina la comisión de relaciones públicas del primer Simposio Violencia y Poder , reflexiones estéticas e interdisciplinarias, que contó con la participación de Helena Chávez, Pedro Ortiz-Antoranz, Teatro Ojo, Cráter Invertido, entre otros; actualmente se encuentra coordinando la edición de las memorias del mismo.

Sus investigaciones abordan el problema de la educación a la luz de las estructuras políticas y discursivas operativas en los procesos sociales.

Página web personal:

www.scarletalvarez.wordpress.com

[1] ENADIS 2010. Censos sobre Diversidad Sexual, obtenido digitalmente gracias a la plataforma del CONAPRED.

[2] “La división de lo sensible. Estética y Política” Jaques Rancière

[3] “Políticas de la aparición.” Helena Chávez Mac Gregor, publicado en Academia.edu

[4] “Testo Yonqui”. Cap. 12, Micropolíticas de género. Beatriz Preciado.

[5] Ética Marica. Proclamas libertarias para una militancia LGTBQ

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