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No hay futuro ni flor ni fruto. Basta.

por Oliver Terrones

Claro que fui diseñadu para el futuro, un futuro en el que doy frutos. Todo en mí se diseñó esperando ese fruto. Odio el futuro porque no quiero cumplir ese deseo pensado para mí. Antes de nacer yo ya tenía un nombre, un futuro diseñado y deseado, también otro indeseado; una lista con todo lo que no tenía que ser. Dos mensajes simultáneos: no ser loca y cómo ser una loca. Todus sabemos cómo convertirnos en la loca del barrio al mismo tiempo que sabemos que no debemos serlo.

Hoy trabajo en el Departamento de Movimientos Sociales y Territoriales. Nuestra misión es diseñar movimientos sociales y masas para la acción. Nos especializamos en rangos de edad que, hasta ahora, es el modelo más estable. Hay modelos experimentales basados en fenotipo y comportamiento sexual, pero hasta ahora no han dado tan buenos resultados como la edad y los ingresos. En décadas pasadas, para nuestra corporación era mucho más rentable promover estilos de vida basados en la felicidad o el amor, pero hoy lo son el odio y la frustración. No quiero decir que nosotrus fabriquemos esos sentimientos, todos esos sentimientos ya existen en nuestrus usuarius; los sienten tanto como antes podían alcanzar la felicidad tomando veneno. Nuestro giro comercial hacia el odio es porque necesitamos velocidad y el odio es veloz y explosivo.

Necesitamos que estallen y mueran lus que tengan que morir, que vayan a prisión lus que tengan que ir y desaparezcan lus que tengan que desaparecer. No hay diferencia entre vender movimientos sociales y otras cosas; por esto es que reclutamos a mercadólogus, editorus de revistas y redactorus de publicidad. Nos enfocamos en territorios cuyos intereses se oponen a nuestro gremio corporativo y les inyectamos un movimiento social. Lo tenemos todo: recursos narrativos policíacos, de terror, fantásticos, gráficos, visuales, psicológicos, estudios de mercado y, recientemente, revistas de confesiones verdaderas del corazón; nos han dado magníficos resultados entre lus señoritus más rosas.

No es difícil; odio y temor son tan estimulables como los demás sentimientos, sobre todo cuando nuestra audiencia carece de formación emocional y vive sometida a tanta frustración. Nuestra técnica basada en las revistas del corazón consiste en diseñar un personaje, bueno o malo, que expone su vida privada y de su círculo ficticio, lus usuarius se enganchan con su historia y la prensa se encarga de diseminarlo, ellus necesitan vender periódicos y nosotrus dinamitar esos territorios. Es orgánico y maravilloso.

Lus usuarius ni siquiera saben en dónde están las localidades de nuestrus personajes ficticios porque nos enfocamos en habitantes de grandes metrópolis cuyo único modo de contacto con el exterior son las vacaciones en localidades donde les mantienen cautivus bajo el Programa de Protección para Turistas con Dinero. Como sea, todus estus están llenus de culpa y necesitan sentirse útiles para el bienestar colectivo, pero no saben cómo solucionarlo; nosotrus les damos la solución. Nosotrus necesitamos de su furia dirigida que es el motor con el que movemos al Departamento. Nuestras historias crueles, cursis y conmovedoras hacen estallar los sentimientos de lus usuarius y voilá!

Hubo un tiempo, hace mucho, en que estus sujetus eran reales, luchaban por ideales y todo eso; gente antigua; soñadorus, hambrientus y ex-ricus frustradus. Hoy no, hoy todo lo diseñamos en el DMST y lanzamos la activación a la población. Nuestrus métodos publicitarius son arte. La mercadología es un arte y una ciencia, como bien diría el coach. Como sea, el último año implementamos el modelo Loca de Barrio. Damos tips y vendemos hologramas para ser una Loca de Barrio; diseñamos programas inmersivos, juegos y programas para nuestrus loquis, así les llamamos a nuestrus seguidorus. «¡Buenos días, loquis!” Les saluda la voz del programa y ellus saltan de alegría por una voz que les da el amor que no tienen. También vendemos muchos de estos programas a lus usuarius aliadus; no son nuestro target principal, pero su sentido de culpa contribuye. En el fondo sabemos que nadie quiere ser la loca del barrio. Serlo implicaría dormir y cagar en la calle, orinar en cualquier auto, comer sobras y hablar sola; no hablar con nadie. Es más, que nadie quiera acercarte a ti. Ser la loca del barrio implica oler a meses sin baño y a no tener internet ni nada; a tener solo lo que puedes cargar o esconder en escondrijos tuyos o de otras locas; vivir a dos pasos del suicidio. Como sea, a nuestro público le encanta romantizar a la Loca y la economía miserable, lo romantizan porque nunca lo han vivido. Creamos una comunidad ficticia en la que todus fingimos ser hermanus sin los compromisos institucionales de la familia; un simulacro de hermandad. Todo lo romantizan y nosotrus no tenemos la culpa.

Son gente muy sola y llena de culpa que necesita sentirse útil. Como sea, yo no quiero ser la loca del barrio, lo acepto; por esto estoy en el Departamento de Movimientos Sociales y Territoriales; yo necesito internet, una cama, un jeep, playa, perros, admiradorus, triunfos y que me confirmen que soy buena y verdadera. Que lucho por ti y tu bienestar, una heroína. Que alguien me necesite; todo eso. Parte de lo que más disfruto en el Departamento de Movimientos Sociales y Territoriales es identificar usuarius descompuestus y desactivarlus. Espiarlos para identificar sus errores de fabricación. Lus reporto con un superior y recibo amor. Mi diseño de programación original incluye poco amor, así que lo consigo a través de estos reportes. Consigo el amor de mis superiorus y, poco a poco, tal vez llegue a Comandantu Máximu del Departamento de Movimientos Sociales y Territoriales; tener inferiores, una planta de trabajadorus y todo eso. Soy feu, lo sé, uso demasiado maquillaje para ocultar lo feu que soy. Mis ojos son dos colas de ratas que lleno de pintura para que se vean grandes. También uso pintura para reducir lo que no me gusta de mí. Ellus tienen la culpa de que nadie me ame. Nadie debe saber de mi falta de amor ni que odio el futuro que me diseñaron. Lus odio a todus. Todus son detestables. Malditus. Ellus son los culpables de todo. 

En verdad odio el futuro, sobre todo cuando lo piensan todus esus pobrus. Sus deseos se contraponen a mi no-futuro y al de mi gremio. Nosotrus vivimos muy bien expiando nuestras culpas, ¿por qué nos contradicen? Yo sí pasé por un centro de estudios y detesto hablar con quienes no hayan pasado por eso; son torpes y sus deseos hoscos. Creen que sí tienen futuro, y detesto los futuros que imaginan para ellus mismus. Tontus. Sus futuros son tontus. Tontísimus. Ultratontísimus. Además, vulgares. Impregnados de la maldad del pobre. Como lus odio, cómo odio todo, sus futuros, todo. Me da muchísimo coraje. Cómo sea, la culpa de todo esto es de ellos. Ellus tienen la culpa. Yo solo soy  víctima de un futuro impuesto y que no quiero. Sufro mucho. Me bochorno. Me asfixio en mi escritorio. No quiero el futuro. Si yo no tengo futuro, nadie más lo tendrá. El futuro es una serpiente que se muerde la cola. ¡El futuro no existe! Y aún con todo esto, pasé decadas luchando contra el futuro y llegó. No llegó el futuro que quería ni el futuro para el que fui diseñadu, solo llegó y hoy estoy a dos días de ser desactivadu. Basta. Basta 1, basta 2, basta 3, basta 4, basta 5, basta 6, basta 7, basta 8…

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Oliver Terrones (Acapulco, 199X) Fantasma del futuro de los destinos turísticos y las ciudades más violentas de Latinoamérica.

Twitter: @tropostristes

Instagram: @oliverterrones

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Órgano del dolor

ilustración por CABEZITA DE PALOMITA

por Mariana Rossier

I

Viviremos la matanza del mundo entero, 

y será en soledad.

Tal como se dictó, nos

escabulliremos en la individualidad.

Rendiremos pasos a la alienación, 

al peso del olvido,

y será la dignidad una grieta dentro del diccionario,

abnegación, 

tal como se dictó.

Permaneceremos a oscuras sin los otros nuestros, de aquellos

de los que quede solo el último grito ahogado en recovecos. 

II

Hoy se entierra en mi sien y en mi pecho un dolor sin nombre, magnitud de continiente latino, profundidad de fosa indígena.

El lagrimal desborda su jornada diaria, 

la mandíbula con todo y dientes se destroza del horror

y el miedo por más que no quiera, me confunde entre escondite y coraje.

Mundo de odio, cultura de odio, sistema genocida.

Mis raíces, mis hermanos, nuestro continente…. se nos va.

Ya no es suficiente el amor, hoy prefiero una molotov. 

Ya no es suficiente el diálogo; hoy las balas se vuelven tu habla,

los muros de guerra tu escudo, ¿yo para que quiero palabras? ¡Serán gritos y serán armas!

No sé esperar

No sé callar

No sé observar detenidamente

No sé esconderme

No sé aguardar por tu aprobación

No sé sonreír falsamente

No sé dialogar

No sé, ser buena-comportarme-estar atenta

No sé permitir

No sé servir

No sé rezar

No sé obedecer

No sabré morir sin dignidad, 

sin que después de la última bala que me atraviese un policía yo pueda gritarle mirándole a los ojos: “¡ESCORIA!”

sin que después de que ese genital desconocido me penetre yo pueda enterrarle las uñas, escupirle, patearlo, gritarle, jalarle el cabello, decirle: “¡ESCORIA!”

sin que antes de perder la conciencia en camino a una fosa en medio de la carretera pueda intentar escapar de todas las formas posibles; grite, rompa, corra, queme, se los haga imposible…

Irme rebelde, loca, fuerte, incontenible.

(silencio funesto)

Tú no tienes órgano del dolor;

Nosotros, 

somos todo dolor. 

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Mariana Rossier Dramaturga y poeta mexicana. Realiza el Laboratorio de escritura creativa a partir de la técnica Biodrama en reclusorios y con personas en situación de calle. En reclusorio CEVAREPSI (Xochimilco) y CEFERESO (Tepepan). Su obra dramaturgia: «Pati-dos» ganó el concurso Coloquio Internacional de Teatro de la Compañía Teatral Ocho metros cúbicos en el año 2020. Lleva la columna de Poesía Experimental para la Revista de Arte Boticario.

Facebook: Mariana Rossier – https://www.facebook.com/Mariana.Rossier

Instagram: @Palindrómica.88

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Toltekayotl technotronic

imagen por Rurru Mipanochia

por Karla Hernández Jiménez

Se despertó luego de un sueño nebuloso que aún cubría su cerebro conforme sus ojos y pies de titanio se movían en todas direcciones, tratando de adaptarse a las configuraciones particulares de aquella mañana gris.

Tenoch se levantó, poniendo un pie delante del otro hasta llegar al baño. El rostro delante del espejo le devolvió una mirada triste. Aún así, conservaba cierto destello de esperanza.

Luego de terminar de asearse y tomar su ración de alimentos criogénicos, salió al pequeño terreno que colindaba con su jacal.

Como cada mañana, mientras el sol comenzaba con su recorrido en el cielo nublado, Tenoch observaba el terreno del que se había apropiado su familia, suspirando ante la tierra árida que se extendía desde su patio hasta donde alcanzaba la vista.

No era que no supiera la forma adecuada de sembrar. Sus abuelos se lo habían dicho tal y como los ancestros lo habían transmitido desde tiempos inmemoriales, el conocimiento para sembrar la tierra llevaba circulando entre su gente desde hacía milenios.

Después de todo, la milpa era un espacio sagrado para los indígenas de aquel valle, así había sido siempre hasta que llegó el fin del mundo tal como todos lo conocían, cuando la madre Tierra finalmente se decidió a echar a todos los que alguna vez decidieron subestimar el poder de la naturaleza. Lástima que su gente también había salido afectada por esa catástrofe.

Hacia mucho tiempo que el gobierno mexicano les había dado la espalda. Los elegidos ya habían sido llevados al espacio, no había un lugar para ellos más allá de las estrellas.

En su momento, ni siquiera habían sido aceptados en la colonia de semihumanos, los descendientes de aquellos a los que sus respectivos gobiernos habían dejado abandonados, orillados a sobrevivir a su suerte.

Los sobrevivientes se asustaban al verlos, muchos habían llegado a pensar que de seguro esa gente había perecido como tantos otros. Cuando llegaron de repente al campamento que tenían, su reacción natural fue la de expulsarlos de la poca normalidad que se habían construido a jirones.

Como si su raza los hiciera menos sobrevivientes, ¿o quizás menos semihumanos?, que aquellos que habían construido un refugio en medio de la nada.

Nadie los vió partir desde el enclave que se hallaba en la antigua frontera entre México y Estados Unidos, nadie los recibió cuando decidieron habitar los restos valle en el que alguna vez había florecido la civilización de sus ancestros, aquel valle que alguna vez había estado dominado por un paisaje de pirámides veía renacer una nueva faceta de los descendientes.

Y ahora, en esta tierra fría, dominada por los inviernos nucleares y las tormentas radioactivas, había probabilidades prácticamente inexistentes de que algún fruto pudiera germinar, como si las raíces se detuvieran al percatarse del pobre suelo que llegaría a albergarlas.

Tenoch sabía de sobra todo eso, pero se empecinaba en continuar con la tradición en la que había sido educado.

Muchas veces se preguntó lo que hubiera pasado si sus antepasados no se hubieran doblegado ante los conquistadores que llegaron del este, del imperio donde jamás se ponía el sol, quizás los acontecimientos hubieran sido más favorables.

Lo más probable es que hubieran desarrollado su propia tecnología que les permitiera vivir un futuro mucho más luminoso en comparación con los tiempos difíciles que le habían tocado a él y a los sobrevivientes originales de su comunidad. Una auténtica mejora en el campo agrícola mezclado con la sabiduría milenaria.

Pero ahora nunca podría saberlo.

A veces, se le aparecía en sus sueños una milpa verde y frondosa donde abundaba el maíz como la que comentaban los más ancianos que había existido hacía mucho tiempo. Se imaginaba que surgiría de aquel suelo contaminado que alguna vez tuvo vegetación abundante.

Tendría que seguir soñando con lo imposible, por ahora tendría que conformarse con la Milpa virtual que había diseñado unos días atrás utilizando piezas recolectadas entre la chatarra que había caído desde el espacio.

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Karla Hernández Jiménez Nacida en Veracruz, Ver, México (1991). Licenciada en Lingüística y Literatura Hispánica. Lectora por pasión y narradora por convicción, ha publicado un par de relatos en páginas nacionales e internacionales y fanzines, pero siempre con el deseo de dar a conocer más de su narrativa.

Facebook: https://www.facebook.com/Karla.Hdz.09

Instagram: @KarlaHJ91

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Soy quimera

Ángela Ferrari Lassalotte , «Yo creo en vos», 2015

por Fernanda Ramos Mena

Soy una quimera.

Mi cuerpo muta hacia su animalidad; muda de piel y se prepara.

Estoy despierta. Mis ojos observan con movimientos rápidos, pero atentos.

Me encuentro amenazante en un territorio de amagos.

Soy una quimera que lanza llamas para hacer arder al mundo ante su letargo.

Mi cuerpo está modelado de fragmentos de memoria de un pasado putrefacto.

Mi cuerpo se conforma de un presente doloroso y un futuro punzante.

Es el mismo que me desgarra la dermis y narra su testimonio.

Se manifiesta en mis estrías, en mi vello, en mis garras, mis callos y arrugas; en mis excreciones que me hacen caer en cuenta que a cada paso que doy, me pudro un poco más.

Soy una quimera porque serlo es mi única posibilidad de subsistencia en un mundo que se anuncia inhabitable.

Soy una quimera.

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Fernanda Ramos Mena Soy historiadora del arte y me dedico a la gestión cultural. Mi investigación se centra en el arte moderno mexicano y las prácticas artísticas contemporáneas desde un enfoque de género. Actualmente soy parte del equipo curatorial del Museo de Arte Moderno (CDMX) y colaboro en Editorial Dinamita. Vivo en la Ciudad de México obsesionada con la ciencia ficción, mientras espero ansiosa la destrucción de las estructuras hegemónicas.

https://www.facebook.com/fernanda.ramen

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CUERPICARRO

por Escalera

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Rubén Maldonado Barrera Escalera. (Ciudad de México 1983) . Cursó la licenciatura en artes visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM. Su vida se divide entre la docencia a nivel licenciatura y preparatoria y su producción artística centrada en la creación de narrativas gráficas que explotan la sátira y el humor negro en soportes como el fanzine y el web comic. Su obra ha sido expuesta en diversas expos colectivas en el Museo de Arte Carrillo Gil, UAM Galería Autónoma, Casa del Lago , Museo José Guadalupe Posada de Aguascalientes y muchos eventos de editorxs autogestivxs. https://www.facebook.com/escaleracomic

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Cambio de era

 

por Paula Irupé Salmoiraghi

Todo ha caído. Todo

lo que quisimos derribar.

 

Tenemos pachakuti

anarkofeminismo 

heroísmos utópicos.

Si te lo contaba hace un par de años

te me cagabas, forro, de risa.

 

Ya no hay más 

héroes musculosos y con espaditas. Ahora

todes somos heroínas.

No tenemos bombacha con estrellitas

ni andamos combatiendo gente. Nuestros

poderes son otros.

Atades a casa con este cordón umbilical 

de metal y silicona, pendientes

del latido materno, intentando

reiniciar, no queremos

partir al universo de la aventura. Nuestro deseo

es solamente no ser expulsades,

no abandonar, permanecer,

conservar lo bello, 

reproducir lo que amamos, lo que hemos

amado siempre y despreciado

por correr a matar monstruos y vencer enemigos, por jugar

competencias de machitos.

 

Hoy queremos fluir y engordar,

ser flácides y mutantes, girar

en ronda, abrir

el centro, ya no erguir

poder civilizatorio sobre esa mierda 

de la imagen y la semejanza,

pirámide soberbia

de la evolución.

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Paula Irupé Salmoiraghi Nací en Buenos Aires en 1969. Trabajo como profesora de Lengua y Literatura en colegios secundarios de la pcia. Investigo en grupos de Literatura Española y Proyectos feministas de UBA. He publicado: Mi tren monoplaza (Ed. Del Dock 2010), El cajón de las manzanas podridas (Baltasara Editora 2016) y El fin de la era farmacopornográfica (Ayarmanot, 2021) https://www.facebook.com/paulairupe.salmoiraghi/

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Soy la que llegó al futuro

Arte de portada de «El fin de la era farmacopornográfica»

por Paula Irupé Salmoiraghi

Soy la que

atravesó las eras,

la que

lo sufrió todo y se curó,

la que melodrama, tragedia y telenovela,

la que patada voladora y gas pimienta,

junté el atado y los cunumí

cuando se desbordó el Reconquista,

me subí a las naves del éxodo

con tres hijes y una panza

de seis meses.

 

Soy la que cremó a su madre hace diez años

y abrazó la urna de cenizas calientes,

la que heredó la biblioteca

de la abuela Celia aunque nadie

supiese siquiera que existía

confundida

entre los enciclopédicos y turísticos

libros del viejo de mierda que tuvo por marido.

 

Soy la que enseña en instituciones que odia y en el fregadero

(qué lindo

decir acá “fregadero” aunque

sea palabra que no pertenece

a mi variedad idiolectal de nacimiento)

 

Soy la que da testimonio y lo recibe,

la que gira como panóptico policial

porque tarea de madre

y porque hormigas en el culo y esta angustia.

 

Soy la que da

los boleos en el orto

a las conchudas que lloriquean

pirqui is mii difícil sin miridi.

 

Cantá conmigo:

Ya sé cayó, ya se cayó

al patriarcado

lo tiré yo.

 

Yo somos todas.

Todas soy yo.

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Paula Irupé Salmoiraghi Nací en Buenos Aires en 1969. Trabajo como profesora de Lengua y Literatura en colegios secundarios de la pcia. Investigo en grupos de Literatura Española y Proyectos feministas de UBA. He publicado: Mi tren monoplaza (Ed. Del Dock 2010), El cajón de las manzanas podridas (Baltasara Editora 2016) y El fin de la era farmacopornográfica (Ayarmanot, 2021) https://www.facebook.com/paulairupe.salmoiraghi/

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DEBÍ LEER EL MANUAL

imagen por Liz Misterio

por Víctor M. Campos

Lo perfecto es inhumano:

Fernando Pessoa

Volviste en esa caja de cartón rígido cuan larga como un ataúd. Te levantarías apenas estuvieras cargado y debidamente configurado. Parte del dinero se había ido en ti, en esa caja, en la hazaña de traer de vuelta. Hacerlo no sólo supondría recuperarte sino también recuperarme. Ser otra vez ese hombre felizmente desesperanzado que solía ser antes que saltarás desde el acantilado. Los bots te dejaron en la puerta, tomaron el registro biométrico de mi rostro y alzaron el vuelo. 

Habías vuelto.

Ahora tendría mi oportunidad de vivir esa pesadilla de la que tanto hablaban en las series de televisión: la tecnología, por más avanzada que se creyera, no mejoraría al ser humano. Ni qué decir de sustituirlo. Para afrontarla yo tenía un as bajo la manga: ni tú eras muy humano antes ni yo me identificaba con tal o cual definición de lo que supondría serlo. Si te quería de vuelta era para recuperar tu oscuro sentido del humor, esa risa despiadada y cruel, tu absoluta falta de respeto por ti y por los demás. Si tú volvías nos reiríamos juntos de esta nueva hazaña. Al levantar la tapa y reencontrarme con tu sonrisa fúnebre supe que podríamos hacerlo. Te acerqué a la toma de corriente y te conecté a internet.  Los que criticaban este gadget decían que era el colmo que a finales del siglo XXI siguiera siendo muy engorroso configurarlo como todo nuevo equipo. Debo reconocer que en eso sí tenían razón. Pero supongo que el hecho de que no todo fuera perfecto era el eslabón que mantenía nuestro vínculo con lo que quedara de humano en nosotros. ¿Y qué más humano que las patadas de frustración que te di por no poder prenderte a la primera?

Ahí estaba yo tratando de configurarte a imagen y semejanza de tu versión anterior. Elegir el timbre de voz, dar con el color y los matices de tus ojos, encontrar ese olor a café y sal tan característicamente tuyo, me tomó mucho más tiempo del que esperaba. Lo otro, tu software, se suponía que estaba ahí tal cuál tú eras y sólo había que permitirle al procesador que arrancara para comprobar que, en efecto, tú seguías siendo tú. Por supuesto que solicité algunas mejoras: una batería de más larga duración para tu buen humor y una memoria con nuevos recuerdos y mayor capacidad. Me fastidiaba que lo olvidaras todo por más que esa fuera tu estrategia para no afligirte por el daño que le habías causado a otros en el pasado. Si alguna vez salto, decías en la intimidad, será por eso. No creí que estuvieras hablando en serio. Tú nunca lo hacías. Cuando me dieron la noticia creí que era otra broma tuya. Te la mamaste.

Para evitar que eso se repitiera había intervenido tus recuerdos. No pensé que descargarte unos nuevos haría de ti ese alguien tan distinto para el que no estaba preparado. Debí leer el manual. ¡Pinches chinos! Debí comprar al nuevo tú con las marcas de confianza. Total: si ya había gastado una buena parte del dinero que habíamos estafado juntos, ¿Qué tanto podría afectarme gastar un poco más? Pendejo de mí, también. ¿Pero quién iba a saber que la tecnología cumpliría una sola de sus promesas? 

Todo empezó cuando me di cuenta, al tercer día que por fin te dio la gana prender, que algo andaba mal. Una vez que te expliqué la hazaña te sentaste a meditar por un largo rato. Esa risotada que esperaba en tu rostro afloró en forma de sonrisa dubitativa. Habíamos vencido a tu muerte y a ti te generaba más incertidumbre que otra cosa. No sé. Sin embargo, estaba feliz por tenerte de vuelta y supuse que tarde o temprano volveríamos a ser los de antes. Pero cuando te vi hablando con el vecino y riéndote con sus chistes anodinos, eso sí ya no me gustó. ¿Qué diablos estaba pasando? Solíamos reírnos de los tipos como él. No con ellos. Sus convicciones firmes y sus ridículas certezas; las camisas bien planchadas y los hábitos edificantes hacían que nos carcajeáramos hasta llorar. ¿Qué diablos estaba pasándote? No te había traído de vuelta para que te rieras con el vecino. Tus actualizaciones estaban tomando un curso muy distinto al que yo esperaba. La tecnología estaba yendo demasiado lejos con aquello de convertir al ser humano en una mejor especie. ¿Una mejor especie basados en qué? No mamen. Supe que tenía que hacer algo cuando aceptaste su invitación para ir a un taller de cocina vegana. No me quedó la menor duda cuando dejaste el alcohol y empezaron a salir de paseo en su tándem por las tardes. Si no tenía cuidado terminaríamos abrazándonos con las fieras en un edén multiétnico, libre de gluten y de energías fósiles. Seríamos la nueva portada en alguno de esos panfletos que regalan los Testigos de Jehová. ¡Qué horror! No había más tiempo que perder. Llamé directo a las oficinas del fabricante en Shanghái y les gritoneé en todos los idiomas que traía mi pulsera-traductor. Así hasta que se comprometieron a mandar un bot, a la mayor brevedad,  para revisar el funcionamiento de tu sistema operativo.  

Tú sabes lo que pasó después. 

Cuando llegué los encontré a los tres, muy felices y contentos, alrededor de sendas tazas de té con leche vegetal. ¿Té? ¿Puto té con leche y ni un chorrito de alcohol? No pude más. Puse la mesa patas arriba; el antecomedor, la cocina entera, todo lo hice volar por los aires. Quería romperte la cabeza con una silla. A ti, a ese patético vecino por el que me estabas cambiando y al maldito bot chino que se suponía que había venido a arreglarte. No pude más y me solté a llorar de desesperación. Entre los tres me abrazaron y me brindaron un consuelo de otra especie. 

¿Quién iba a saber que la tecnología cumpliría una sola de sus promesas? Debí leer el manual. Debí hacerlo pero en su lugar, cuando al fin logré desahogarme, llamé a Shanghái y me disculpé por todas las majaderías que había dicho sobre los chinos antes.

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Víctor M. Campos El autor se formó en el Taller Levreriano de Escritura Creativa, dirigido por Carmen Simón, en su capítulo Querétaro. Es licenciado en tal cosa con maestría en aquella otra. Cuentista publicado por el Fondo Editorial de Querétaro y por una docena de revistas tales como Monolito, Bitácora de Vuelos, Página Salmón, etc. Nació en la CDMX en el 76.

https://www.instagram.com/wokexican/

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Futuro Semilla

por Escalera

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Rubén Maldonado Barrera Escalera. (Ciudad de México 1983) . Cursó la licenciatura en artes visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM. Su vida se divide entre la docencia a nivel licenciatura y preparatoria y su producción artística centrada en la creación de narrativas gráficas que explotan la sátira y el humor negro en soportes como el fanzine y el web comic. Su obra ha sido expuesta en diversas expos colectivas en el Museo de Arte Carrillo Gil, UAM Galería Autónoma, Casa del Lago , Museo José Guadalupe Posada de Aguascalientes y muchos eventos de editorxs autogestivxs. https://www.facebook.com/escaleracomic

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Reporte 5/01/3012 desde Abya Yala

por Rurru Mipanochia

5 del 01 de 3012

Mi nombre es Alcyone1 A. Dosochocinco, pero mis seres cercanxs me llaman A285. Soy originarix de la llamada “Tierra en florecimiento”2.

El lugar dónde crecí, cómo su nombre lo indica -fuera de la miseria, peligrosidad, crimen organizado provocados por la desigualdad e inmersión del sistema colonial- patriarcal a partir de la invasión-, es un extenso y basto territorio, rico en minerales, fauna, flora (aunque muchas de nuestras especies se han extinto debido a la explotación, sobre producción y exterminio), materia prima, conocimiento. Es verde, colorido, frondoso, grande y hermoso; en realidad tenemos todo lo que necesitamos para subsistir durante nuestro tránsito por el Tlaltipac3. Tenemos todo con lo que podríamos seguir viviendo en prosperidad, sin carencias. Como lo hacíamos en el pasado, antes de la llegada de que los que se auto denominaron “hombres y mujeres civilizadxs”4, y que trajeron consigo sufrimiento, muerte, culpa sexual, violaciones, pecado, la concepción del género binario y enfermedades. Llegaron promoviendo el despojo de la naturaleza, su explotación y extracción, para la acumulación de sólo unxs cuantxs. Perdiéndole el respeto que tenían y tienen aún nuestros pueblos originarios; pues a partir de esta invasión, la naturaleza como la cuerpa de las mujeres, comienzan a ser vistas como un medio de producción y mercancía, como mencionó la activista aymara Adriana Guzmán Arroyo5, y la Dra. Silvya Marcos6 durante los años de la resistencia (por ahí en el año dos mil y tantos).

Es verdad, tampoco hay que caer en romanticismos, pues se debe mirar, revisar críticamente el pasado y el futuro para pensar una variedad, una pluriversidad7 de saberes y expresiones culturales que puedan coexistir en equidad. Es importante revisar las historias (no hegemónicas) para entender nuestro presente y vernos hacia el futuro. Así que sería una mentira decir que no había sistemas de opresión, y desigualdad en algunos aspectos, pero he de decir (según varias fuentes históricas fuera de la hegemonía) que no eran tan perversos como el patriarcado-colonial que llegó con los “civilizadxs” y que se justifica de ahí, hasta hoy en día a partir de una supuesta superioridad de una raza y su derecho a dominar. Con ello, se produjeron categorías coloniales: indixs, negrxs, mestizxs, blancxs. Raza e identidad racial fueron establecidas como instrumentos de clasificación social para otorgar legitimidad a las relaciones de dominación impuestas con la colonización basándose esa supuesta superioridad de lxs invasores, lxs blancxs.

Originarios de Opsis Eur8, pisaron, torturaron y exterminaron casi a toda nuestra cultura (aunque siempre existió y aún existe la resistencia), el mayor genocidio en la historia de este planeta. Lastimaron también a las otras especies, sometiéndonos de las formas más terribles, justificándose bajo una supuesta, como ya he mencionado, superioridad. Y después de cerciorarse de borrar casi todo nuestro conocimiento, robándose gran parte de él (como se lo siguen apropiando muchas veces hoy en día) sin darnos crédito en el futuro, lo mismo con otros territorios. Se autodenominaron como supremos, superiores y los únicxs poseedores de la palabra, de la “verdad universal”.

Nos excluyeron/excluyen a todas las corporalidades, expresiones que no se apegan a sus cánones; se impusieron, crearon el sentido de periferia, para nombrar una otredad, desacreditando nuestra producción de conocimientos, sentires, filosofías, teorías.

Desde entonces comenzaron a llevarse a robarse lo que nuestra tierra con cariño produce para todos los seres vivos y “no vivos”, en su bella lógica por mantener el equilibrio y amena convivencia con otras especies. Ellos, y algunos de sus aliados ahora en nuestras tierras, destruyeron/destruyen y expoliaron/expolian nuestros campos, selvas, nos aesesinaron/asesinan e hicieron/hacen sufrir; no contentxs con ello, torturaron/torturan en nombre de lo que llaman desarrollo y civilización.

Nos desestabilizaron en todos los aspectos, han roto el equilibrio del cosmos y no conformes con eso, quieren despojarnos de nuestra manera de concebir, pensar y sentir el mundo. Quieren que despreciemos nuestros propios valores estéticos, teóricos, epistemológicos. Y ante tal violencia colonial, la resistencia, ha buscado crear una crítica frente a la manera en que se ha construido históricamente la mirada, las cuerpas, el placer, las imágenes, la idea del arte, la estética, t o d o. ¡No! no queremos imponernos como el centro, como lo ha hecho Opsis Eur, ni invisibilizar como se ha hecho con nosotrxs. Queremos cuestionar y recuperar nuestra memoria. En palabras de Adriana Guzmán: “No es una competencia, no se trata de deslegitimar los aportes que han hecho, se trata de reconocer que responden a otros cuerpos, a otras realidades y a otras memorias… no queremos que nos impongan una memoria”9.

Esperamos encontrar la forma de que los diversos saberes, conocimientos, experiencias, sentires, puedan dialogar en equidad, sin imponerse uno sobre otro, retroalimentándose. Creciendo en comunidad, pero siempre conscientes de nuestra interseccionalidad y de como nos atraviesa lo que nos atraviesa, de nuestros privilegios. Intentar dejar de reproducir ese sistema. Yo, por ejemplo -a pesar de tener ciertas opresiones por ser mujer, cyborg, migrante, discapacitada-, si me encuentro aquí hablando, compartiendo mi experiencia con ustedes, mujeres, docentes de Opsis Eur, es porque me atraviesan ciertos privilegios – de clase, tonalidad de piel, que se asemeja un poco a lxs “civilizadxs”, etc-. Si no fuera así, ¿porqué no hay en este espacio, legitimizado como productor de conocimientos hegemónicos, hablando, compartiendo su experiencia ninguna mujer/persona trans, de algún pueblo originario, afrodescendiente, etc?

A285 mira la pantalla holográfica que flota sobre la mesa de centro, los rostros de las docentes se pierden bajo las sombras del aula. Nerviosa, se acerca el reloj inteligente a la boca. Indica a su AI con un susurro que cierre las diapositivas y apague la pantalla holográfica. Un pequeño dron pasa levitando acercándole la silla para que se siente, leyéndole la mente. A285 sorprendida, se sienta. Le duele el estómago, tiene nauseas.

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1 Sistema estelar en la constelación de Tauro. Una de las Pléyades. Su magnitud aparente es de + 2, 85. Alcyone A tiene una luminosidad 2400 veces mayor que la luminosidad solar. “Las Pléyades es conocido entre los mayas quiché como motz, que significa puñado de semillas de maíz, pues su primer avistamiento en el horizonte marca la época de siembra. Entre los mayas de Yucatán la constelación era conocida con el nombre de tsab, el cascabel de la serpiente celeste cuya imagen aparece en las páginas zodiacales del Códice París. Como entre otros pueblos de Mesoamérica, el orto o salida heliacal del conjunto de Las Pléyades anunciaba a los mayas el arribo inminente del tiempo de lluvias y el inicio de sus labores agrícolas para preparar el terreno para la siembra. Esto puede apreciarse en los almanaques agrícolas de los códices que utilizan la imagen del cascabel de la serpiente como glifo para indicar el nombre de las Pléyades, así como su relación con el ciclo agrícola y pluvial. También el mito maya de creación de las inscripciones del Clásico vincula a las Pléyades y Orión con los ciclos de siembra y nacimiento de la planta del maíz”. Recuperado de: La observación astronómica en Mesoamérica. Torres Alfonso Rodríguez.

https://www.revistacienciasunam.com/en/105-revistas/revista-ciencias-54/893-la-observacion-astronomica-en-mesoamerica.html, enero 2021

2 Una de las traducciones de Abya Yala, nombre con el que se conocía al continente antes de ser impuesto el nombre de América, dado por el pueblo guna en Panamá y en Colombia.

3 En la cosmogonía náhuatl es el plano en el que se vive sobre la tierra, lugar de acción y creación. Lugar transitorio sobre el que estamos de paso.

4 El Dr. Ramón Grosfoguel, dice que antes de 1492 en AbyAyala, no existía un sistema social que marcara la diferencia de dominación, opresión y explotación, a partir de categorías raciales. La clasificación racial racista no existía. A partir de 1492 se comenzó a forjar la división entre personas sin alma y personas con alma; según esto, las personas sin religión católica no tenían alma y por ende se cuestionaba su humanidad y como son animales, no era un pecado a los ojos de Dios esclavizarles. Otros debates decían que quizás, era gente con alma, pero en una etapa infantil, una etapa de inmadurez, siendo bárbaros y por eso debían cristianizarlos. Estas serían las dos posiciones centrales que articularían el discurso racista actual por los próximos 500 años. Después, en el siglo XIX, cuando la autoridad del conocimiento pasa de la iglesia a la ciencia, se traspasa a pueblos con y sin ADN, según el discurso del racismo biológico. Con los antropólogos y la ciencia pasa a la concepción de pueblos “primitivos” que hay que civilizar. Estas son en realidad las mismas narrativas que se han estado perpetuando, la primera con una base teológica y la segunda con una base científica. Recuperado de:

https://www.youtube.com/watch?v=xAp09ysYH7I , https://www.youtube.com/watch?v=BPGZSzMIP5Q, Enero 2021

5 Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=bJ7WnZXi_Lk, enero 2021

6 Marcos, Sylvia (2004). Religión y Género. Editorial Trotta.

7 Actitud epistémica que aporta una mirada caleidoscópica a los diversos mundos, construcción de conocimiento y saberes.

8 Europa (Eur opsis), del griego “eu” verdadero, “opsis”, ver, vista u ojos; “Ojos grandes”.

9 Guzmán Arroyo Adriana, Descolonizar la memoria, descolonizar feminismos. Recuperado de: https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&ved=2ahUKEwiD2Zjdg8TuAhVOSK0KHTCLCBsQFjACegQIAhAC&url=http%3A%2F%2Fwww.biodiversidadla.org%2Fcontent%2Fdownload%2F165770%2F1232635%2Fversion%2F1%2Ffile%2FDescolonizar%2BLos%2BFeminismos%2BFeminismo%2BComunitario%2BAntipatriarcal.pdf&usg=AOvVaw1Mhie3FkHiCYA3H_ipKJIL

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Rurru Mipanochia Artista Visual mexicanx  (en realidad es un cyborg ( o un autorave infectado desechadx a la tierra) egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México, en  la Facultad de Artes y Diseño, UNAM 2008-2012.

En 2015-2016  recibe la beca Jóvenes Creadores, del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, FONCA, en la categoría de Gráfica. En 2017obtiene varias residencias artísticas, entre ellas en el  Centro Cultural Huarte de Arte Contemporáneo, en Navarra.

https://www.facebook.com/rurru.mipanochia

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