por Eva Bidegain (*)
“¿Qué cuento cuando cuento porno?”, pregunta en off el alter ego de la directora Albertina Carri (1978) en Las hijas de Fuego (2018); película porno feminista que presenta una mirada a las cuerpas y las relaciones sexoafectivas poliamorosas. Como correlato de época, están los aquelarres colectivos de los Encuentros Nacionales de Mujeres en Argentina y el movimiento Ni Una Menos que fue propagándose en otros territorios. En diálogo con los debates que colocan los feminismos sobre las cuerpas, la diversidad, la resistencia ante la explotación y el cafisheo del deseo por el capitalismo (Suely Rolnik 2019).
Si las cuerpas fueron plantadas como territorio colectivo, político; en Hijas de Fuego las cuerpas gordas, delgadas, blancas, urbanas, del interior, prietas, trans, marimachos, proclaman la decolonización del deseo. Un viaje atravesando la Patagonia hacia Buenos Aires es la excusa para explorarlo.
i. Cuerpa(s). Las primeras tomas de mujeres en la casa o en la maquila de electrónicos, son referencia de la rutina y lo productivo. En el bar donde llega la pareja de lesbianas protagónica, provoca comentarios lesbófobos de la mesa de varones. Se inicia la gresca, una tercera interviene. Y así, con una noche de trío sexual, se inicia el viaje.
Cuando aparecen los varones, son de amenaza, como susurro de la violencia latente del patriarcado. Frente al consumo de cuerpos del neoliberalismo, la profanación y desaparición de cuerpos del terrorismo y del capitalismo gore, Carri nos hace zoom en reconocer densidades, historia y el cuerpo social.
Este porno nos presenta emociones, historias y personalidades que se encuentran. La voz en off se pregunta: ¿sigue siendo una película porno, si refiere subjetividades?. Es el modo de colocar el zoom, de encuadrar el goce, de mostrar las cuerpas. Tacto, roces, risas, gemidos, pezones, labios, miradas, ojos, pelos; son presentados con una intimidad cuidada. A veces, la cámara toma distancia, se sumerge acuática en versos y en un estado onírico que recrea un organismo tentacular. El film proclama que las cuerpas no son orificios para ser penetrados y apropiados.
Carri hace de su cine una narración polifónica, progresiva, explosiva. En la alianza de cuerpos públicos de demanda política, como reflexiona Butler (2015). Así lo hizo en Los Rubios (2003), donde la protagonista era alter ego de la directora en la búsqueda de rastros, indicios, de memoria sobre sus padres desaparecidos. Allí contó sobre los cuerpos violentados por el terrorismo de Estado. Más adelante, en el rescate de archivos privados y públicos que componen Cuatreros (2017), exploró la construcción social de la subjetividad como estrategia del poder. La búsqueda del Isidro Velázquez especie de héroe gaucho es la historia de lo prohibido que los archivos visuales niegan.
ii. Afectos. El viaje plantea la relación sexoafectiva de cuidado, de compromiso vivo entre mujeres que no compiten y pueden ser compañeras. Carri nos lleva a plantearnos: ¿qué relaciones hacen posible que el deseo de las mujeres sea emancipado? Aquí el goce es de tres, de cuatro, de muchas. Hay ciertas genealogías que podemos encontrar entre Hijas de Fuego y Teorema (1968) de Pier Paolo Pasolini (1922-1975). En Teorema, Pasolini nos propuso imaginar el deseo y el amor sin posesión, como desarme de las bases de la familia burguesa. La llegada de ese Extraño visitante, de quien no se sabe nada, pero se siente cercano, descoloca jerarquías, afecta tanto a la empleada doméstica como a los patrones; a la hija virgen, como al hijo virgen de amor homosexual.
Carri nos muestra otra pertenencia: donde nadie toca sin consentimiento y donde las cuerpas son territorio recuperado. No hay límite, más que los que planteen el deseo y la fantasía. Las mujeres aquí: obreras y urbanas, sin hijos y sin marido, sin patrón y sin Estado; plantean una relación sexoafectiva de cuidado, de compromiso vivo. Subvierte que los cuidados sean exclusivos de la maternidad. Ella plantea un maternaje de manada, recuperando una praxis planteada desde la militancia política en los setenta. La familia monógama y la propiedad privada, van de la mano en el planteo del estado capitalista como Engels señaló pero que no ahondó, según Gayle Rubin (1986): la relación entre la posesión, el intercambio de mujeres, la paga de un cuerpo para el goce privado son consustanciales con el patriarcado como subjetividad del sistema sexo género. ¿Qué relaciones hacen posible que el deseo sea catfisheado?, reflexiona Sulnik (2019). Carri pregunta: ¿qué relaciones hacen posible que el goce sea emancipado?. Aquí el goce no es de pareja, y la pareja no es de dos. Es de tres, de cuatro, de muchas. Como las tres Gracias, hijas de Zeus y una ninfa; diosas del hechizo, del placer y la celebración, acompañantes de Eros y Afrodita, de las carnales dionisiacas. Es en este punto donde la película se torna utopía.
iii. Fluidos. La higiene ha estado asociada a una idea de clasificación, de organización del mundo. Es una expresión del orden social, tiene una carga simbólica: “a veces los orificios corporales parecen representar los puntos de entrada o salida de las unidades sociales o bien la perfección corporal puede simbolizar una teocracia ideal” (Douglas 1973:17). La higiene ha sido parte de una ingeniería social sobre los cuerpos, técnicas corporales que la vida civitas debía implementar tras el asedio de las pestes y la aglomeración de los cuerpos en las periferias y en los conventillos. Y que continúa. Está presente en la prensa de las enfermedades infecciosas y los marginales y los migrantes. Ingresó en nuestras formas de encontrarnos con otras cuerpas durante la pandemia de COVID19 en los espacios públicos y en algunos casos, en los privados. A diferencia de los desterrados de la ciudad por la peste, que se cuentan historias de cortejos, sexo y engaños (dixit El Decamerón); las chicas de Carri no se destierran de ninguna peste, se exilian de la Norma. Inventan una nación con sangre, sudor, saliva y labios.
Si la higiene ha estado asociada a una idea de clasificación, de organización del mundo, el toser, escupir y comer con la mano son gestos relegados al mundo de las malas maneras. Carri declara desde la voz en off: “Lo prohibido será el vómito de rancias miradas que observan con retina perversa afectos desconocidos”. Las escenas sexuales de Carri apuestan por la viscosidad, por dedos y manos que exploran; por más aberturas que las convenientes para la heteronorma. Correrse, acabar, eyacular una sobre la otra. Hay labios que se mezclan con otros labios, se comparten con otros labios, no siempre los mismos. Labios que recorren cuerpos, como también objetos. La subjetividad tiende a presentar los fluidos como parte orgánica de los cuerpos. Aquí no hay vergüenza, ni ocultación.
El porno de Carri nos invita a detenernos en tiempos oníricos, tiempos no reproductivos, en tiempos no escindidos entre deseo y acción. Si hay un tiempo-espacio generado por las nuevas tecnologías de comunicación que han impuesto la velocidad sobre la aprehensión, probado a escala mundial en los confinamientos de la pandemia, hay otros tiempos-espacios vírgenes y por restaurar. Es el movimiento gozoso, una exploración que permite un conocimiento orgánico. Esta es la vuelta a la sensibilidad del cuerpo que nos plantea también Las Hijas de Fuego. Un cuerpo que no se priva, ni es privado.
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Referencias bibliográficas.
- Butler Judith (2017). Cuerpos aliados y lucha política. Hacia una teoría performativa de la asamblea. Paidós Básica
- Douglas, Mary (1973) {1970} Pureza y peligro. S.XXI editores.
- Rolnik, Suely (2019). Esferas de la insurrección. Ed Tinta Limón. Colección Nociones Comunes. Bs. As.
- Rubin, Gayle (1986). El tráfico de mujeres, notas sobre la economía política del sexo. En Nueva Antropología. Estudios sobre la mujer, problemas teóricos, 30. Ludka de Gortari (eds). CONACYT/UAM Iztapalapa.
Referencias películas:
- Los rubios (Argentina, 2003, Dir: Albertina Carri)
- Cuatreros (Argentina, 2017, Dir: Albertina Carri)
- Teorema (Italia, 1968. Dir: Pier Paolo Pasolini)
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(*) Eva Bidegain (Buenos Aires, 1980). Nacida en Caballito, criada entre tres ríos sobre un acuífero inmenso. Busco (otros) modos de habitar. Escribo, camino y escucho historias.
@evabidegain/