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De grande quiero ser delgada

Martha Elí Calatayud García

Escribí a los 7 años en mi primer diario

una libreta de espiral que compré

porque la maestra nos encargó completar la frase:

De grande quiero ser… 

El mismo día que en Ciencias Naturales

descubrimos el peso del agua

y antes de dormir puse sobre la cama unas galletas de mar

que recogí de la playa 

Me acosté sobre ellas 

quedito les dije que me chuparan el agua, toda 

Al despertar ellas estarían vivas y yo

sería 60% menos gorda 

 

Quiero ser delgada a las velas del pastel

Quiero ser delgada a las monedas en la fuente

Quiero ser delgada a las pestañas entre los pulgares

Quiero ser delgada a los tréboles

Quiero ser delgada a los dientes de león

 

Lo que se desea después de los 30

yo lo deseaba con fuerza a los 7

cuando el día después de dormir sobre galletas de mar

llegué al salón tarde 

llorando y sobre la piel aún la arenilla 

de los blancos fósiles rotos por mi peso

 

Cuando la maestra me preguntó 

qué quería ser de grande

todos rieron

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Martha Elí Calatayud García nació el 29 de julio de 2002 en Córdoba, Veracruz. Actualmente es estudiante de la licenciatura en Escritura Creativa y Literatura en la Universidad del Claustro de Sor Juana, donde participa como editora de la revista universitaria Celdas Literarias. Su cuento «Y si tú te vas» fue publicado en la antología «Viva la risa» emitida por el Consejo Editorial Cordobés. Además de su interés por las letras, ha participado como asistente de producción en diversas obras de teatro.

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El deseo es contagiosa

imagen x YoSoyMaret
imagen x YoSoyMaret

Diego Safa Valenzuela

Se hacían doce horas en coche hacia Torreón desde el Distrito Federal. Todas las navidades viajábamos en una Tsubame azul, la minivan de Nissan que se basaba en el Tsuru. Durante este largo trayecto era fácil enfrascarse en discusiones para decidir qué música poner. Lo bueno es que había suficiente tiempo para dividirlo. De vez en vez sonaban Los Tigres del Norte, no recuerdo si lo escogía mi papá o mi tío. Para mí, los tigres son ese desierto. 

Por eso mismo, antes de cantar en el karaoke de Travesura1, le dediqué «La Jaula de oro» a Torreón o más bien, a ese desierto. Creo que sucede algo mágico en los cantabares. En especial con el de Travesura, no sólo porque una marisquería se transforma en un karaoke, sino porque se construye un espacio de respeto y confianza mutua entre las personas que en su mayoría podrían parecer desconocidas entre sí. Cantar es permitido, por más feo que suene. Después de la euforia y los aplausos regresé a sentarme con mis amigas. De camino a la estación de Metrobús nos preguntábamos: ¿Cómo era posible que por esos minutos nos habíamos despejado de toda esa basura de autoflagelo que diariamente nos impide realizar nuestros deseos? ¿Cómo se produce esta transformación subjetiva?. Quiero aclarar que esta sensación no se acota a Travesura, sino que podemos sumar a los espacios, fiestas, eventos, antros que alojan la diversidad de las disidencias sexuales; claro con distintas intensidades.

Buscando dar posibles respuestas, podemos partir estipulando que la confianza es un afecto que se construye colectivamente, pero también se transmite; igual que la angustia. Se contagia. 

Ahora bien, ¿cómo se propaga? Para contestar, propongo deambular por algunas ideas freudianas sobre contagio histérico, para descolocar el contagio de una perspectiva biologicista. Empezaré por un fragmento del caso “Dora”, “una de las histéricas más repulsivas que jamás conoció”, en palabras de Felix Deustch. En un pasaje del historial, Dora le cuenta a Freud que identificaba cómo su prima se enfermaba “para obtener algo”, es decir, esta simuladora usaba dolores estomacales como una estrategia para arreglárselas en el amor. 

Dora tomó esta treta como una maqueta, pero con ciertas modificaciones; ella se quedaba afónica cuando su enamorado partía y recuperaba su voz cuando regresaba. Entre las dos mujeres, se había construido un lazo tejido desde un modo específico de sufrir mediante una suerte de transmisión implícita de saberes.

La infección parece ser punto de confluencia afectiva entre varias personas. No es que se imite el sufrimiento, sino que se trata de una apropiación. Se apropia de una posición subjetiva. Para precisar lo propio de este posicionamiento, recordamos el “descontento con la condición de mujer” que caracterizaba a Elizabeth Von R.2, una paciente que Freud describía con mirada retadora. La joven histérica se rehusaba a casarse, en vez de esto, deseaba estudiar e iniciar una formación musical. Este descontento podría pensarse como una posición crítica a la determinación que encauzaba su femineidad a la que dictaban otros. Resuena una de las tesis freudianas sobre la sexualidad; los síntomas son la vida sexual de los neuróticos3. Es decir, los síntomas son expresiones de una sexualidad que ha sido reprimida para someter las prácticas eróticas bajo estándares morales que se erigen como la normalidad.

Las histéricas son buenas para producir síntomas.

Desde este punto de vista, el síntoma como un saber que erotiza lo prohibido, teje una comunidad sexual cuando se contagia.

Algo así sentí al cantar Los Tigres del Norte. Pero la diferencia es que lo que compartía no era el modo de sufrir. Quizá lo que sentía era más cercano a otra dimensión del síntoma; el deseo. 

Es conocido que Lacan, poco después del movimiento de 1968 4 parisino insistía en definir la histeria como un trabajo imposible, es decir; la labor de hacer desear. Producir el deseo. Quizá uno de los intentos de Lacan era ampliar la noción deseo y no restringirla a una flecha entre dos elementos, o a una disputa por el reconocimiento entre una persona que intenta gobernar y otra que se esfuerza por develar las faltas de aquel que se coloca déspotamente como amo. Sino como una comunidad. Una comunidad de deseo. 

Lo que se propagará no sólo es el sufrimiento, sino también el deseo. Quizá como describe Rodrigo Parrini en el trabajo etnográfico que hace sobre un grupo en Tenosique de personas gays 5. El deseo homosexual pensado como un virus que se propaga transformando la sexualidad de las personas que ha infectado. Pienso que la transformación del sujeto puede no sólo acontecer al asumir el riesgo de señalar un trato despótico al develar su verdad; sino también al ser franco con el deseo propio frente a otros. 

Esta franqueza es propia de un karaoke, desde el hecho de escribir el nombre de la canción que has escogido para cantar; hasta subirte al escenario y presentarte frente una audiencia de personas desconocidas que cantan contigo. Esa experiencia implicó para mí, transformar el soundtrack de un viaje tedioso de doce horas, a un mensaje de cariño a una ciudad donde pasaba todas las navidades. Escuchar desde otro lugar esa música que era tan familiar y tan ajena a la vez. Acercarme a sus letras, sus narraciones, su contexto; para cambiar su sentido, hacerlo mío y hacer que ellas me hagan suyo. 

Mi experiencia no se termina ahí. Encontré mayor fuerza con la respuesta de la audiencia, es decir, no espectaban silenciosamente con distancia y ajenidad. Mi canto resonó en el canto de otros. Algo se había contagiado. No podía decir mi reapropiación de la música de la carretera hacia Torreón, pero tampoco estaba lejos de ello.

Quizá la participación del acto de franqueza con respecto al deseo propio, no sólo se base en constatar. Atestiguar conlleva apropiarse del deseo, hacerlo resonar. Infectarse. Cantar con quien está en el escenario. Esta vez, la voz de Eco quiebra los muros que edifican a Narciso. Un momento en donde se produce la más profunda y verdadera transformación subjetiva. 

Creo que no es necesario coger para sentirse en una comunidad sexual.

 

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Pies de página

1 Quiero agradecer especialmente a La Maga y a Diana J. Torres por hacer que este espacio sea posible. Después de tantos embates, es de reconocer que sigan brillando.

2 Freud, S., y Breuer , J. (1893-95). Estudios sobre la histeria. En obras completas. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.

Freud, S. (1905). Tres ensayos de teoría sexual. En obras completas. Buenos Aires: Amorrortu

 Lacan, J. (1969-70). El Seminario 17: El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, 2004.

5 La exigencia es semejante a otra que analizamos previamente: si los gays pueden circular libremente y sin máscaras, si han salido de sus escondites, entonces no hay razón para que nadie se oculte. Su deseo tampoco se propagará, asunto que preocupa a todos estos informantes, porque estarán circunscritos. La operación que se les exige con respecto a su deseo, también se les pide con el sida: contengalo, eviten su propagación”. 

6 Mando un fuerte abrazo a toda la raza de Torreon.

Parrini, R. (2018) Deseografías. Una antropología del deseo. Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana y Universidad Nacional Autónoma de México, p. 66. 

 

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Diego Safa Valenzuela. (México, 1988). 

Empezó sus estudios en la Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco. Al salir de la carrera de psicología trabajó en Elige, Red de jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos, en el área de educación feminista. En búsqueda de una experiencia clínica, se fue a Argentina a estudiar la maestría en Psicoanálisis de la Universidad de Buenos Aires. A la par del posgrado, tuvo la fortuna de colaborar con Ágora, una asociación dedicada a la atención de pacientes por medio del acompañamiento terapéutico. A su regreso, con el objetivo de trabajar en un espacio del sistema de salud público mexicano, encontró la posibilidad de ser terapeuta por más de un año en un centro de reclusión para adolescentes en conflicto con la ley. Por las dificultades de esa labor, fue necesario tener espacio de reflexión y de contención, el cual lo fue en la maestría sobre Violencia y Subjetividad por parte el Colegio de Saberes. Actualmente, se dedica a la práctica del psicoanálisis desde su ejercicio clínico y en su transmisión; es profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco y de Dimensión Psicoanalítica.

 

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Deseo Queer – por Lineadeluz

Reflexión sobre la vivencia del deseo dentro de lo queer.
gráfica digital
2020
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Semblanza:
Lineadeluz es una alquimista transmaterial, generando imaginarios críticos y coloridos desde la pedagogía y el arte visual. Instrumentaliza el poder transmutador de la estética, lanzando hechizos a través del lenguaje e imágenes en sus piezas.

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Les Desertores

Les Desertores, un documental escénico en el que brillan las voces de infancias y juventudes trans.

por Liz Misterio

El fin de semana pasado tuve el privilegio de asistir al Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico a experimentar en carne propia la maravillosa puesta en escena Les Desertores, escrita y dirigida por la dramaturga mexicana Laura Uribe, quien forma parte del Laboratorio de Artistas Sostenibles (L.A.S.): Cuerpo, género, disidencias y biodiversidad

Las personas que conforman el colectivo L.A.S, declaran: “Esta obra es un documental escénico queer. El eje medular de este proceso de investigación-creación fue poner al centro las voces y experiencias de disidencias sexogénericas, específicamente de infancias y juventudes, con el fin de desplazar la mirada adultocéntrica y entrar en diálogo con quienes atraviesan por el deseo de romper los roles de género establecidos dentro de una sociedad aún muy alejada de abrazar la diversidad”.

Cuando asistí a ver la obra lo primero que noté es que entre el público había varias familias con hijxs adolescentes, además de adultxs jóvenes miebrxs de la comunidad de la diversidad sexual, que portaban con orgullo sus colores en forma de prendas y accesorios decorados con la bandera del arcoíris, en el aire se respiraba la emoción y la camaradería de estar en un espacio seguro para las diversidades. Yo no sabía que esperar, ya que no quise leer las reseñas de la obra para dejarme sorprender por la propuesta escénica, sólo iba preparada con los sentidos bien despiertos y receptivos.

Tercera llamada, se apagan las luces, empieza la obra con una cita al Manifiesto Hablo por Mi Diferencia de Pedro Lemebel, el corazón se inflama y se estremece, y de inmediato todo el público se vio envuelto en un viaje colectivo que nos transportó a la infancia, aquel momento de la vida marcado por la inocencia de descubrir el mundo y el lugar que ocupamos en el, pero que muy rápido se ve transgredida por la rigidez y la insistencia de los cánones de género, que desde el momento 0 de nuestra existencia nos cataloga y proyecta sobre nuestrx cuerpos expectativas de lo que debemos hacer, desear, amar y ser. Nuestros guías en este viaje son cuatro infancias y juventudes trans*, cuyas edades van de los 11 a los 27 años, Stephany Channel Cantú, Dan Escárraga, Nicolás Fonseca, Andrea Vázquez, son lxs actorxs que comparten el escenario para narrar sus experiencias, actos de resiliencia, resistencias y fugas ante un cis-tema binario, heteropatriarcal que se esfuerza por capturarlxs y hacerlxs conformarse ante sus normas.

La teatralidad atravesada por lo real toma la escena configurando biodramas de infancias y juventudes que han optado por ser desertores de género, narrando vivencias personales que se transforman en experiencias colectivas y, por ende, políticas. Basada en hechos reales y situaciones compartidas, esta pieza revela la lucha para hacer frente a la crueldad que este ensamble queer ha experimentado en sus hogares, escuelas y dentro de sus propios cuerpos.

No quiero dar muchos detalles sobre la puesta en escena, porque no quisiera dar spoilers que arruinen la experiencia de ternura radical que es este trabajo escénico, conceptualizado y ejecutado desde la empatía, el cuidado y la dignidad que tanto merecen y necesitan las vidas trans*, sólo puedo decir que al terminar la obra no había un sólo ojo seco entre el público, pues la obra nos regaló un rayito de esperanza de que todxs lxs niñxs que nacimos con una alita rota por fin encontraremos nuestro pedacito de cielo rojo para volar, y que esa revolución la estamos haciendo colectivamente al imaginar otras narrativas para las vidas disidentes.

El  concepto, dirección y producción es de la compañía L.A.S [Laboratorio de Artistas Sostenibles]; Laura Uribe en la dramaturgia y dirección, Sabina Aldana en la dirección de arte; diseño de escenografía, vestuario y utilería.  Stephany Channel Cantú, Andrea Vázquez, Dan Nicolás Fonseca y Dan Escárraga en el elenco, Mauricio Rico lleva el diseño de movimiento escénico; Claudia Arellano en el diseño sonoro y asesoría vocal; el diseño de iluminación y la asistencia en video son de An Beltrán; Héctor Ortega en el diseño gráfico; Maricela Estrada en la asesoría en peluquería y maquillaje; Héctor Cruz en la asesoría en programación multimedia; en la colaboración en movimiento escénico se encuentra Nancy Arroyo Toledo,  en la asistencia de dirección Karla Flores y Jimena Mancilla se encarga de la difusión y vinculación de públicos. Asimismo, la producción mantiene una estrecha alianza con la Asociación de Infancias Trans, dirigida por Tania Morales.

 Les desertores se presenta en el Foro La Gruta, del 18 de agosto al 17 de septiembre —viernes a las 20:00 horas, así como sábados y domingos a las 18:00 horas—. El costo de las localidades es de $250 Las entradas se pueden adquirir en la taquilla del Centro Cultural Helénico, ubicado en av. Revolución 1500, o en la página: helenico.gob.mx.

Sobre lxs Autorxs

L.A.S. [Laboratorio de Artistas Sostenibles]

www.labdeartistassostenibles.com

IG: @labdeartistassostenibles

Compañía colombo-mexicana de investigación-creación dentro de las artes vivas, fundada por Sabina Aldana y Laura Uribe en el 2018. Laura Uribe es directora de escena, dramaturga y docente. Sabina Aldana es directora de arte y diseñadora escénica; ambas creadoras e investigadoras con una trayectoria de más de quince años. L.A.S. [Laboratorio de Artistas Sostenibles], se apropia del concepto de sostenibilidad para generar un sistema de pensamiento inagotable y fértil, generador de experiencias diversas, proponiendo la participación e intercambio entre artistas, investigadores, científicos y agentes sociales, buscando la simbiosis entre disciplinas, lenguajes y medios, así como la contaminación entre la ficción y realidad.

LAURA URIBE / DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN / CDMX, 1984.

Directora de escena, dramaturga, performer, investigadora escénica y docente. En 2022, ingresa al Sistema Nacional de Creadores de Arte del Sistema de Apoyos a la Creación y a Proyectos Culturales (SACPC), en la disciplina de dramaturgia. Licenciada en Teatro por la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBAL. Cofundadora de la L.A.S. [Laboratorio de Artistas Sostenibles] junto con Sabina Aldana.  Su trabajo se caracteriza por experimentar en la escena contemporánea, con un enfoque transfeminista, transdisciplinar y documental, atendiendo una dimensión liminal entre la esfera íntima  micro política y la esfera macro política. Ganó el premio a mejor obra con su ópera prima: FRAGMENTOS DE UN DISCURSO EXPRESS, en el FITU 2011.

SABINA ALDANA / DIRECTORA DE ARTE / BOGOTÁ, COLOMBIA, 1987.

Es diseñadora visual colombo mexicana, egresada de Lasalle College Bogotá. Estudió Artes Visuales en el Instituto Universitario Nacional de Artes (IUNA) Buenos Aires, Argentina. Aldana, llega a México en el 2016, al ser seleccionada como coordinadora de vestuario de la Compañía Nacional de Teatro (2016-2018). Becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA (2019-2020). Becaria de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales (2021-2022) en Interdisciplina del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (SACPC). Cofundadora de la Compañía L.A.S [Laboratorio de Artistas Sostenibles] junto con Laura Uribe. Su experiencia está centrada en el diseño de vestuario, escenografía y dirección de arte para la escena. Como diseñadora ha transitado por distintos lenguajes escénicos como obras infantiles, comedias, adaptaciones de obras clásicas y experimentales, proyectos transdisciplinares enmarcados en las Artes Vivas y obras de danza contemporánea. En el 2022 estrena su primera obra interdisciplinar  bajo su autoría y dirección; «INDUMENTARIAS PARA NO DESAPARECER» en el Museo Universitario del Chopo, en donde encuentra su actual línea de investigación y creación; el vestuario como eje central de un discurso escénico.

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Cunilingus Limpiado de cazuela por Santo Miguelito Perez

Desculonizar el cuerpo, desgenitalizar el placer.

por Diego Silva 

Si tocas el timbre del diablo, seguro que te abre la puerta.
Solo no te asustes del espectáculo prostático.

Me quiero analizar
Para explorar la jungla de humedades desconocidas.
Por mi culo me vinculo con mi cuerpo.
Por mi culo me conecto con lxs otrxs.

Un pequeño fragmento de universo habita en cada uno de nosotrxs,
Con el culo devenimos humanxs.
No es canal de excreción, es vía de conexión.
Boca muda, cola suelta.
Excreto gemidos con mi boca, y por mi culo hablará mi desviación.

Culos interdependientes,
Sodomitas que bailan en círculo.
Pícate el culo y derrítete de placer en el proceso.

Todo sistema cerrado a sí mismo está condenado a morir,
al menos de aburrimiento.
Placer anal para deshacer la economía de la fecundidad,
Dedear al sistema para robarle sus hijos al capitalismo.

Ábrele el culo a tu masculinidad para que no se estanque la testosterona.
Transmuta tu esencia en calor para abrazarte o en humedad para disiparte.
Perderse en la frontera del cuerpo
Es reencontrarse en el umbral de la euforia.

Si la vulnerabilidad es la cuna donde nace el amor,
los besos anales son el medio para habitarlo.
Si reapropiarse del cuerpo implica desculonizarlo,
Desgenitalizar la sexualidad es la vía para lograrlo.

El tercer ojo reside en el culo,
abre las nalgas y expande tu conciencia.
Cuerpo iluminado de tecnología contrasexual,
libérate del velo del samsara y abandona las dicotomías.

Anal(izarte) es un derecho y no una obligación,
Es una invitación, jamás una imposición.
Si no encuentras placer en el culo,
Al menos úsalo para cagarte en el orden.

Cunilingus Limpiado de cazuela por Santo Miguelito Perez
«Cunilingus: Limpiado de cazuela» por Santo Miguelito Pérez

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Mi nombre es Diego Silva, soy de México y tengo 22 años. Me identifico como jotosexual y me siento inconforme con mi género, pero sigo buscando la categoría donde me sienta más cómodx. Uso cualquier pronombre, aunque estoy más habituado al masculino. Soy estudiante de psicología, artista de clóset, poeta frustrado y futuro sexólogx. Actualmente doy acompañamiento psicológico a supervivientes de violencia y familiares de desaparecidos. Creo en el poder subversivo del placer y del goce. Estoy en un viaje continuo de autoconocimiento y reaprendizaje de mi manera de habitar mi cuerpo en el mundo.

Redes: Instagram (@goudiegougou)

https://www.instagram.com/goudiegougou/

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Ilustración por Marian

La fiesta de María

Ilustración por Marian
Ilustración por Marian

¡Tócate, María! María, tócate. Mira que linda estás, María, mírate…

María abre los ojos. Está sudando y la playera se le pega a la piel. Siente duros los pezones, le molesta el roce de la tela. El calor no va a ceder, así que se levanta enojada, avienta la sábana y camina descalza hacia el baño. Se moja la cara. Está muy excitada. Sus manos están listas para tocar, pero no puede. No puede porque siempre acaba sintiendo vergüenza.

________

María estaba contenta de haber entrado a la universidad. En los primeros días de clases conoció a las chicas que se convertirían en sus mejores amigas. Algo de lo que solían hablar era de sus experiencias sexuales y cuando le preguntaron qué tan frecuentemente se masturbaba María palideció. Para ella la masturbación era cosa de hombres. Le daba asco pensar que le podrían salir pelos en las manos, aunque lo dijeran de broma.

Sus amigas no daban crédito, así que le preguntaron: “¿A poco no te excitas algunas veces cuando te bañas? ¿No te metes los dedos? ¿No te frotas las tetas?” María prefería la palabra tetas que chichis y sintió confianza de contarles cómo se sentía al respecto.

Les dijo que a los once años ya tenía los senos muy grandes. En una fiesta familiar, su primo Luis le dijo que cuando corría sus chichis rebotaban como pelotas. Se metió unos globos debajo de la camisa y movió el pecho diciendo que así se le veían. En el último año de la primaria sus compañeras le preguntaban qué se sentía tener chichis grandes y que si no le pesaban. Ella se sentía muy incómoda. Empezó a odiar con todas sus fuerzas las palabras chichis, chiches y odiaba más aún cuando en la calle le gritaban “¡Qué ricas chichotas!”

Sus amigas le dijeron que esos “melones” eran poderosos y que de ahora en adelante debía verlos así. Una de sus amigas le comentó que para esa noche le dejaba de tarea tocarse, que al día siguiente le haría examen. A María le dio risa, obviamente iba a reprobar, así que les dio el avión, pero pasó varios días pensando en aquella plática.

Un día en que no estaba nadie en casa, se encerró en el baño, se desnudó y se miró de cuerpo completo en el espejo. Casi nunca lo hacía, pero esta vez se observó detenidamente. Se contó los lunares y se apachurró la panza, pero no se atrevió a tocarse los senos. Hizo un intento otro día; tocó sus pezones, con un apretón se pusieron duros. A María le gustó la sensación. Frotó, pero le dio vergüenza sentirse excitada. ¿Cómo se iba a excitar con ella misma?

María tuvo un novio en la prepa con el que se daba besos de lengüita y fue con el primero que se hizo consciente de la humedad entre sus piernas. En la universidad salió con algunos chicos más y con el primero que tuvo relaciones sexuales fue con un muchacho que apenas conocía. Y todo porque, según ella, se parecía a Pedro Infante. Cuando estaba en la secundaria, todas sus amigas estaban enamoradas de Alejandro Sanz o de alguno de los artistas jóvenes de aquella época. Pero María sólo tenía ojos para Pedro, El Inmortal. Los sábados se sentaba con su abuela a ver las películas en blanco y negro que pasaban en la televisión y suspiraba al verlo apretando y besando a su pareja en turno.

Ese chico que conoció era el único compañero de su clase que se dejaba el bigote. María se imaginó todo el tiempo que así sería estar con El Inmortal y cuando su bigote rozó sus senos se excitó como nunca. Ese bigote también navegó por su vulva y María no daba crédito de las cosquillas que estaba sintiendo. Estuvo un par de semanas con él, aunque se le pasó la emoción cuando se quitó el bigote. Tuvo algunas parejas más, pero nada especial, hasta que conoció a Ramón y se enamoró desaforadamente. Vivió ocho años con él, durante los cuales nunca se masturbó. Ella decía que no lo necesitaba. En los días de la ruptura, María sentía que el dolor le oprimía el pecho y pasaron muchos meses para que dejara de llorar a diario.

En el siguiente verano María se fue de vacaciones con sus amigas. Ellas le dijeron que ya era hora de levantarse el velo y dejar el luto. María pensó que aún no quería conocer a nadie más, así que pensó que quizá sería una buena opción comenzar a explorarse. Se compró el succionador de clítoris más famoso del mercado y acondicionó su recámara para una noche romántica: incienso, pétalos de rosa, vino, luz tenue, música… un cliché. Mientras se desnudaba, María pensaba “¿Hacer esto de veras es tan fabuloso? ¿Tan bueno para la salud como dicen en las revistas?”. Todo estaba listo, menos María. Miraba el succionador con desconfianza. Jamás había utilizado ningún juguete sexual, así que esta sería su primera experiencia.

Se acostó e intentó tocarse los senos. Pensó en Ramón, pero si seguía se sentiría triste. Pensó en sus anteriores amantes, aunque realmente no se estaba excitando, ni cuando recordó al que se parecía a Pedro Infante. No se sentía húmeda y tenía frío. Encendió el succionador, le pareció ruidoso y pensó que tal vez sería peligroso ponerse esa cosa en el clítoris. Aun así, lo hizo. Cuando empezó a sentir cosas decidió apagarlo. ¡Al diablo la masturbación! Mejor se buscaba una pareja ocasional.

________

María cumple 40 años el próximo lunes. No tiene mucho ánimo de festejar, pero sus amigas insistieron. Sería algo muy íntimo; cada quién llevaría algo. Ella prepararía una deliciosa cochinita pibil que aprendió a hacer gracias a su abuela. Dos días antes del festejo, María fue al tianguis a comprar todo lo que necesitaba. Esa mañana se levantó muy acalorada, así que se puso un vestido. Fue de un puesto a otro y entre el bullicio se dio cuenta de que su cuerpo pedía algo que siempre satisfacía con Ramón o con los chicos que había compartido caricias. Compró lo más rápido que pudo. Se acordó de los lengüetazos del Pedro falso y del bigote rozándole los pezones y le ardía la cara nada más de pensar que alguno de los marchantes o las personas que caminaban por el tianguis se dieran cuenta de lo excitada que estaba.

Subió corriendo las escaleras, abrió temblorosa la puerta de su departamento; aventó las bolsas en la mesa y se fue directo a la recámara. Se tumbó sobre la cama. Escuchó cómo su corazón latía rapidísimo y estaba asombrada de lo caliente que se sentía. Esta vez los pezones estaban duros sin haberlos tocado. Puso sus manos sobre el vientre y empezó a bajar. En ese momento se dio cuenta de que quizá el error había sido siempre empezar por arriba. Esta vez lo haría por abajo. Cada uno de sus dedos entraría en ella y en ese momento pensó triunfante: “¡María, te estás tocando!”

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BREVE SEMBLANZA

 Me llamó Elizabeth Borges García. Nací en 1983 y desde que tengo memoria me gusta que me cuenten cuentos. Estudié Ciencias de la Comunicación en la UNAM, he trabajado como telefonista, editora junior para libros de texto de bachillerato y asistente. Soy mamá de una joven adolescente, soy parte de un colectivo llamado Radio Xinaxtli y conduzco junto con mi amiga un programa llamado Culturama, que recién se está transmitiendo de 13:00 a 14 horas por Violeta Radio 106.1 FM.

Pueden encontrarme en:

https://www.instagram.com/borelisaga/

https://www.facebook.com/elizabeth.borges.56/

 

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ilustración por Marian

El poder de las vulvas Por Honey Nagiko

ilustración por Marian
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por Honey Nagiko

“¡Eres una hedonista!” Siempre lo escuché como un insulto. Dicho con resentimiento. Con coraje. Casi con odio. Y eso que la apreciación venía de mis “amigos”, tan liberados, según ellos, de los paradigmas religiosos, pero muy castigadores hacia quienes asumimos la búsqueda del placer como nuestra brújula. Tan interiorizado su temor al gozo, su culpa ante la complacencia, y su necesidad de castigar para redimir. Hedonista. Como si el placer fuera un pecado.

Pero qué digo, ¡Si sí lo es! Y bueno, no uno, sino varios. Y capitales. El placer de comer: gula. El placer de descansar, del “dolce far niente”: pereza. El placer de coger: lujuria. ¿Tendrá el placer algo de peligroso que prácticamente todas las religiones, gobiernos, culturas y sociedades han considerado imprescindible estigmatizarlo, al punto de castigar a quienes lo practican libremente?

El castigo y el control obsesivo surgen, la mayoría de las veces, del miedo. Del miedo a que el placer se pueda convertir en un obstáculo. Del miedo al poder que el placer puede tener. ¿Pero qué poder puede tener el placer? Sigamos un par de pistas:

La primera es muy obvia y reduccionista, pero también es cierto que es la base de toda economía: el poder de crear más seres humanos. El poder de generar un recurso indispensable para crear riqueza, es ciertamente un poder y un recurso que ha sido controlado por milenios. No por las poseedoras de las cuerpas que ostentan ese poder, sino por quienes regulan la riqueza y cómo se produce. Poder que aún recae, a su vez, en ciertos linajes legitimizados como capaces de gobernar. La perpetuación de estos linajes, sin la interferencia del semen de hombres pertenecientes a otros grupos, es lo que ha motivado los elaborados discursos religiosos hechos para que las mujeres auto regulen su deseo y el acceso a sus vientres. Aunque lxs cuerpxs de lxs mujerxs han sido controladas físicamente, la mayoría de las veces este control se ha ejercido a través de ideas falsas sobre sus propixs cuerpxs y su propio placer, las cuales han moldeado su identidad como “mujeres”.

El control religioso, social y mental que se ejerce sobre el placer de lxs cuerpxs con vulva se puede condensar en una palabra: virginidad. Tantas generaciones de mujeres mutiladas por el sentimiento de culpa y vergüenza, educadas para sentir miedo y rechazo ante la capacidad de su cuerpo de sentir deseo, y de satisfacerlo. Una educación en la que sistemáticamente se ha dejado fuera el conocimiento de los órganos de placer de lxs cuerpxs con vulva, de los líquidos que emanan de ellxs, y de cómo hacerlxs correr. Y no puedo dejar de mencionar las mutilaciones de clítoris, aún practicadas. No hay adjetivo que pueda describir el inefable horror de esta práctica, sobre todo cuando las mutilaciones son llevadas a cabo por otras mujeres. Una mutilación aún más violenta e irreversible.

La persecución y el castigo del placer no han sido únicamente religiosos. El Calibán y la Bruja, es el ensayo histórico en el que Silvia Federici plantea la tesis de cómo fue necesario castigar el ocio, el juego y la lujuria (sobre todo la de las mujeres consideradas “ancianas”, quienes durante buena parte de la edad media no eran desexualizadas y ejercían más o menos abiertamente su sexualidad), los  cuales eran mucho más aceptados y cultivados en las sociedades medievales que en las modernas, para moldear una sociedad lo suficientemente obsesionada con la productividad como para autoesclavizarse voluntariamente al trabajo. Esto es, para construir los cimientos del capitalismo. La infantilización del juego y la estigmatización del ocio y del placer fueron sólo dos estrategias para construir, a lo largo de varios siglos, al perfecto humano ciudadano del capitalismo; quien sólo se permite tener acceso al placer sin culpa durante los dos últimos días de la semana inglesa, esto es, durante el fin de semana.

El control de la reproducción y la obsesión por la productividad no son las únicas causas por las que el libre ejercicio del placer es considerado como algo que pone en peligro “al sistema”. Sigamos otra pista: el tantra. Ciertamente el término engloba una gran cantidad de prácticas, filosofías y paradigmas. Para propósitos de este ensayo, nos referiremos al tantra como una práctica sexo-religiosa entre ciertos practicantes devotos en la India. En las religiones tántricas el sexo es una práctica espiritual, una forma de conectar con el poder divino.  Lo que más se venera en las religiones tántricas es el yoni, o, en otras palabras, la vulva y la vagina. En prácticas tántricas patriarcales, los practicantes tienen sexo con “prostitutas sagradas”, de quienes obtienen el poder de conectar con lo divino e “iluminarse”. Así, el tantra coloca a la unidad creada por la vulva, la vagina y la matriz como un portal cósmico a través del cual se puede acceder al poder divino. Un portal que en sociedades patriarcales sigue siendo controlado por hombres, para beneficio de ellos mismos.

Me interesa explorar junto con ustedes, querides hysteriques, una pista más sobre el poder de lxs cuerpxs con vulva. Charlando con un ex-colega bastante machirulo sobre edad y sexo, me confesó que los hombres prefieren a las mujeres más jóvenes porque tienen menos deseo sexual y son más fáciles de satisfacer. Estudios científicos (y no es que yo crea en la capacidad incuestionable de las ciencias para producir verdades, la verdad, pero el dato viene al caso en esta caso crítico), revelan que, mientras que los hombres llegan al pico de su deseo sexual alrededor de los 20 años, las mujeres experimentan el mismo pico de deseo sexual alrededor de los 40. El miedo a la vulva dentada o devoradora, una vulva insaciable, probablemente nace ahí: una mujer de 40 años o más tendrá un apetito sexual que un hombre de su misma edad, mayor o ligeramente menor no podrá satisfacer. Esto, obviamente hablando desde un paradigma heterosexual, en el cual el placer “femenino” depende de la penetración prolongada o repetitiva; lo que desafortunadamente sigue definiendo la forma en la que viven el placer trillones de cuerpas en la planeta.

Esta plática me hizo recordar el amargo y tajante comentario que alguna vez escuché de una colega: “Las mujeres a los 40 desaparecemos”. Lo que desaparece, o disminuye, en realidad, es la capacidad del miembro masculino de gozar de erecciones una o más de una vez durante el mismo encuentro sexual a medida que los hombres envejecen. Lo cual, en el imaginario heterosexual patriarcal, es directamente proporcional a la capacidad de un onvre de satisfacer a una cuerpa y a su vulva mediante la penetración, sobre todo cuando la compañera de juegos es poseedora de una vulva y una vagina de alrededor de 40 años o más.

Acá por supuesto cabría una argumentación que podría ser larga sobre cómo, sea que el susodicho tenga 20, 40, 60 o 150 años, el miembro masculino desafortunadamente no está diseñado para provocar un orgasmo en unx cuerpx con vulva. Esto, como sabrán muches de ustedxs queridxs hysteriquxs, se logra con las manos y sí, en las edades moderna y posmoderna, también con ayuda de ciertos tipos de “juguetes” sexuales.

El placer de las vulvas y las vaginas es un poder que ha sido controlado para controlar, a su vez, la reproducción, la mano de obra, la “pureza” de los linajes que han gobernado los muchos mundos creados por lxs humanxs, así como para construir sistemas económicos basados en la explotación. E incluso, para controlar el acceso a “lo divino”. Conocer nuestrxs cuerpxs con vulva, saber cómo estimularlas para que se pongan jugosas, para regalarnos orgasmos; es la rebeldía que tenemos siempre tan a la mano para contrarrestar milenios de control religioso, político, económico y social sobre el placer de nuestrxs poderosxs cuerpxs con vulva.

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Honey Nagiko es exploradora de cuerpxs y placeres. Hedonista por elección y de profesión. Tuvo su primer orgasmo accidentalmente a los 9 años, jugando a escalar un tubo. Fue censurada por sus progenitores y desterrada a las sombras, donde el placer sexual era “algo malo”. Comenzó a recuperar la capacidad de disfrutar de un placer sexual sin culpas y autoamoroso hace 13 años. Se reencontró con su propio poder para regalarse orgasmos a través de la autoexploración y con ayuda de otrxs activistxs del placer.

@honey.nagiko

https://www.instagram.com/honey.nagiko/

 

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Te amo tu pinga, mi amorcita por Anama Rojas

por Anama Rojas

Mi amorcita, pensar en tu pinga me fascina. Tu pinga, lo linda que brilla con mi saliva, su olor a orgasmo, su olor al sol.

¿Cómo puede un pene ser duro y dulcito a la vez?

¿Cómo puede un pene ser un clítoris también?

Lo explica la ciencia
y no me interesa,

tu pinga entra entera
en mi cabeza;

tu verga pensándose en todo mi cuerpo,

tu verga cogiéndome el pensamiento.

Estás tan rica, así, erecta, dejame chuparte, qué fácil amarte, amor, te amo la verga la boca la vida ¡Qué guapa sos desvestida! Qué guapa sos en el patio, trenzándote el pelito con las manos, te amo los dedos, los pelos, los brazos, te amo todos-todos los pedazos.

Quiero beberme tu semen mi amorcita

¿Me dejas amarte con mi boquita?

¿Quisieras venirte en mí, amorcita,

llenarme de semen la carita?

fotografía por Mario Patiño, modelo Nayla  Mondragón

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Anama Rojas Centroamericana con memoria, comunicadora y trabajadora del sonido. Cuando las condiciones materiales se lo permiten también es investigadora en el ámbito de filosofía política.

La gestión del trabajo digno está en el centro de su militancia política. Es sonidista, editora de audio, diseñadora sonora y mediadora de pedagogías audiovisuales.

Forma parte de la Colectiva Viajo Sola, red de artistas-amigas colegas; y ha colaborado con diversas producciones cinematográficas y sonoras de los espacios Era Verde y Palabra de Mujer de UCR-Q, La Revuelta, Tierra Púrpura, Radio Machete, Mujeres Libres Riendo, Frente Ecologista Universitario y otros.

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"Eat me good" por Keka Grant

Besar por Abigail Maritxu Aranda Márquez

por Abigail Maritxu Aranda Márquez

"Eat me good" por Keka Grant
«Eat me good» por Keka Grant

“Tú, que en un beso me diste lo que nunca te pedí???”

-José Alfredo Jiménez, Deja que salga la luna

 

Tengo 64 años y todavía no sé besar

No aprendí y si aprendí lo olvidé con fuerzas para que al momento en que me beses para enseñarme a besar, mi boca parezca la de una virgen, aunque sea una puta

Besaste mi culo y me hiciste tuya, así aprendí a ser mujer

Besaste con tal fuerza que perdí la respiración y el culo

Besar es recordar que la boca es un órgano sexual, el cerebro no ha aprendido a sentir, a besar, a ser culo

La boca besa, el culo es la otra boca, también besa

Al caer en el abismo, ¿me besarás la boca o el culo?

Tu cuerpa es el abismo, tus besos son el espacio entre la caída y el suelo

Besar es un misterio, por eso, siempre cierro los ojos y cuando siento tu lengua recorrer mi alma y mi cuerpa, ciega de pasión, acepto el abismo y caigo

Quiero aprender a besar, quiero olvidar que alguien me enseñó, bésame como si fuera mi primera vez, tal vez, aprenda o tal vez olvide cómo se besa

Todavía no sé besar

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Abigail Maritxu Aranda Márquez (Oaxaca, 1957) somos la suma de nuestros aciertos y errores. A mí no me gustaba la escuela: del kínder a la segunda vez que repetí 6º de Bachillerato me la pasé haciendo otras cosas como leer y escribir cosas que no estaban en los programas, teniendo novias y apostando… A los 15 años me di cuenta  de que era una mujer felizmenteencerrada en el cuerpo de un hombre pero el clima extremadamente liberal de mi casa me confundió muchísimo y guardé silencio y casi me costó la vida…

Entré a la Licenciatura de Letras Modernas (Inglesas) porque quería ser escritora y leer a William Shakespeare y James Joyce en sus idiomas originales…wrong… no sólo no me titulé, sino que me fui a hacer un diplomado de Historia y Crítica del Arte del cual tampoco me dieron ni un solo reconocimiento oficial… Llevo 48 años en el campo del arte y 39 años  haciendo el ridículo, dando clases… para alguien que tomó todas las decisiones equivocadas, no me ha ido mal…Y después de 30 años de vivir una vida doble, me asumí libre y soberanamente mujer y ahora ¡¡soy feliz!!

Sin estudios formales para ser artista visual, hago piezas de arte acción desde 1993, esculturas, poesía visual con luz neón, conjuros y preocuparme solamente por los próximos veinte minutos: cuando sobrevives cinco terremotos, tres desahucios, tres divorcios y una viudez y lo más difícil, un corazón que creció, literalmente, esos próximos 20 minutos son vitales. No me preocupa la fama, ya era famosa en 1993 cuando empecé a dedicarme “profesionalmente” a hacer arte, mi banda de noise jamás ensaya porque tocamos lo más crudo y salvaje posible y sí, sí nos han bajado del escenario porque el anfitrión opina que el público quiere escuchar cosas más accesibles y es un orgullo que te bajen, significa que estabas haciendo bien tu música

¿Alguna otra cosa? Cada vez que me dicen que no, termino haciendo las cosas ante un público mayor que el del evento programado porque aprendí a no aceptar un no como respuesta y eso se los enseño a mis estudiantes desde 1979…

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Húmedas acuarelas de Verónica Torocahua

La artista peruana Verónica Torocahua presenta en su obra eróticas y voluptuosas escenas, de figuras femeninas gozando de los placeres del cuerpo, tanto solas como acompañadas.

Para su creación utiliza la técnica de la acuarela, con lo que refuerza la sensación de humedad y del intercambio de flujos y fluidos que vemos representados, con esto la artista alude a tabus sociales ligados a ciertos aspectos y practicas de la sexualidad libre y desapegada de la heteronormatividad.

Verónica Torocahua (Arequipa, Perú 1991), más conocida como Veka, soy artivista, gestora cultural y tallerista desde hace 8 años, soy representante de una colectiva
de artistas llamada «QUIPA» desde donde trabajamos actividades artísticas interculturales y de educación social en pro de una comunidad más sensible y empática. Mi arte es político y transita entre la denuncia, la reflexión, el archivo y mis historias de herencia. Una especie de antología de lo íntimo que va conectada entre cada nuevo proyecto en el que me sumerjo; mi SER cotidiano. Para mí el arte es incendio.
redes: IG @vekaronica
facebook: Veka DarkBeauty
tiktok: vekadarkbeauty

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