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Una alumna más: la trans*pedagogía de Lia García (La Novia Sirena)

por Cynthia Citlallin Delgado Huitrón.

Lo siguiente es un escrito a dos voces; una melodía a cuatro manos. Entre ensayo y entrevista, es un trenzar de los restos de una larga conversación entre Lia García y yo. En lo que sigue se entrelazan nuestras palabras, vínculos, y sentires transfeministas.

Un berrinche, in medias res, retumba las ventanas de los salones. El sonido de una voz simultáneamente chillante y gruesa, dura y suave, se infiltra de afuera hacia adentro, anunciando la llegada de una alumna más. Mientras tecleo, la siguiente oración se quiere escribir sola, a manera de cliché, enunciando la poco provocadora pero (des)esperada declaración: “Pero ella no era una alumna cualquiera.” Sin embargo, esta afirmación desvirtuaría la performatividad del berrinche mismo, es decir, comprometería aquello que el berrinche hace. Un berrinche escandaloso que va algo así:

“¡Ya llegó la alumna! ¡Soy una alumna más! ¡No me dejan ser alumna! ¡Las autoridades dicen que tengo que ser una profesora formal, pero no es verdad! ¡Yo no quiero ser docente, yo quiero ser una alumna más! ¡¿Qué no ven que traigo puesto el uniforme?! ¡Soy una alumna más! ¡Vengo a aprender con ustedes! ¡Una alumna más!”

Mientras tanto los pasillos de la secundaria van cambiando, se llenan de murmullos entre alumnes curiosos y profesores sospechosos. Sus miradas se fijan sobre el cuerpo de la alumna en cuestión: la artista, activista y pedagoga transfeminista Lia García (La Novia Sirena).

Es así como comienzan los encuentros afectivos que conforman el proyecto artístico “La Alumna,” una serie de visitas a secundarias públicas y bachilleres en la Ciudad de México que conforman una propuesta encarnada para una trans*pedagogía desobediente. En toda iteración Lia viste una falda, o bien pantalones entallados, fabricados de esa típica y cotidiana tela de uniforme cuyo nombre —príncipe de Gales— lleva la carga del legado colonial responsable de crear las actuales instituciones educativas de nuestro país. En la parte superior Lia porta una camisa blanca, a veces fajada, a veces amarrada como ombliguera noventera o, en palabras más contemporáneas, un estilo de “crop-top” improvisado. Este uniforme, que a la vez es y no es un disfraz, permite que Lia se pierda en la profundidad del mar del alumnado, declarando así su proximidad y semejanza con elles. Llegar en uniforme a la secundaria también es un acto de posicionamiento: la alumna no pretende llevar el saber a las aulas, si no ser parte de la generación de dicho saber.  En otras palabras, Lia se posiciona desde abajo y con las de abajo, desestabilizando la verticalidad no sólo de la institución educativa, sino también del conocimiento mismo en cuanto a su direccionalidad, es decir, en cuanto a quién lo crea, quién lo imparte (o comparte) y quién lo recibe.

Una vez interrumpida la jornada escolar mediante el tocar de su voz y su llanto, una vez cruzado ese umbral, es hora de activar la piel. Lia se instala en el aula, o como ella diría, en la j(aula). Aunque cada encuentro es diferente, el programa es el mismo en todos: Lia lleva a sus nuevos compañerxs a hablar de la violencia, a identificar sus complicidades y, sobretodo, a activar sus sentidos para sentir lo trans* en toda su complejidad. “¿Cuándo fueron las aulas un lugar para la caricia? ¿Para la piel y el tacto?” Lia busca que preguntas como estas sean semillas que a su vez hagan brotar más preguntas. Una especie de efecto multiplicador reflexivo que nos muestra cierta postura con respecto al conocimiento, la cual no concibe la verdad como absoluta, sino que pretende afirmar la multiplicidad de ésta.

Entremos, por ejemplo, al espacio de la performance “Trabajo de Base” (2018) en Bachilleres 10.  Lia llega maquillada al salón donde un grupo de chicas la espera. “Quitarse las máscaras, dar la cara,” les dice, mientras pone un paquetito de toallitas húmedas sobre la mesa. “En las j(aulas) una tiene que desnudarse para que compartir los saberes colectivos ocurra desde la piel, [pues] de ahí viene nuestra única teoría.” La instrucción que Lia les ofrece a las chicas es que tomen una toallita y, juntas, ayuden a desmaquillarla. Entre risas y ternura, perdiendo el miedo a la cercanía y con un tacto cuidadoso, las chicas comienzan a frotar las toallitas suavemente sobre el rostro de Lia, removiendo, así, capa por capa, los pigmentos que homogenizan su piel. En este acto colectivo, entre el (des)maquillaje y la intimidad, lo que empieza con un intercambio reservado, se vuelve una platica más cómoda, transformando el espacio en un lugar femenino, conocido y acogedor. Hablan entre ellas sus penas y dolores, sus alegrías y deseos. Platican de sus miedos compartidos, del miedo a ser vistas, a estar expuestas en la calle, a la violencia feminicida. También platican de los miedos con los cuales viven las mujeres trans, las particularidades vivenciales que las diferencian pero que no por eso las alejan de la experiencia femenina. “Cuanta piel falsa te quitamos, Lia”, le dice una compañera. Lia las miró a los ojos a todas para encontrarse con ellas y así, transitar juntas. “Esto es sentir entre mujeres. Amarnos. Las llevo en el alma.”

Como si sonara la campana, el encuentro llega a su fin.  Lia cambia de salón, esta vez con un grupo de chicos. El encuentro aquí es otro, pues se trata de un trabajo de des-masculinización.  Con la cara limpia y recién desmaquillada, la instrucción es diferente: “Tienen que maquillarme como si estuvieran preparándome para mi funeral, para la última vez que me van a ver mis familiares y amigxs. Sí chicos, por que la violencia trans-feminicida y feminicida nos mata todos los días a nosotras y ustedes son cómplices.” El carácter confrontativo de esta instrucción se contrapesa con la ternura, apertura y disposición de Lia. Esta vez pone el maquillaje sobre la mesa –sombra, base, blush. Uno de ellos sostiene un espejo negro con borde dorado y una flor garigoleada en el centro, un accesorio importante que permite que se reflejen también ellos y así contemplen su propia participación. “¿Qué hacemos con [esa complicidad]? ¿Des-anudamos o seguirán tensando su masculinidad? Tejamos nuevos modos de habitar eso que el patriarcado nos dijo que es ser hombre. Aquí estoy para ustedes, chicos.” Lia también reflexiona con ellos, les platica de su propia transición y juntos comienzan el arduo, lento, y largo trabajo de des-hacer suposiciones de lo que hace un hombre y lo que hace a un hombre. Les habla de cifras y les comparte historias de vida de sus compañeras trans, les pregunta qué significa para ellos la masculinidad y de que formas se presenta en sus vidas, para así resaltar las violencias que ésta llega a ejercer.

Así son las intervenciones de la alumna. Los accesorios y la acción cambian, pero su afecto es el mismo. Cintas de cera para depilar sus piernas, un tren de sillas en el patio para trenzarse el cabello, una simulación de rescate acuático para salvarse juntas, un juego de té dentro de una mochila para “escuchar-TÉ, mirar-TÉ, sentir-TÉ.” Aunque la forma varía, su cuerpo trans* es el medio y el método de su pedagogía de la vulnerabilidad, “una pedagogía situada en la experiencia y el cuerpo de la mujer trans.” De esta manera, Lia atraviesa todo aquello que parece inamovible, desde el sistema educativo que “no quiere tener ningún diálogo con nosotras, las personas trans”, hasta esas estructuras de poder que rigen las coreografías de nuestro día a día. Mediante el tacto y la acción directa sobre la piel, Lia hace del cuerpo un aula, tornándolo en un encuentro afectivo de transformación colectiva con sus compañerxs. La trans*pedagogía de Lia busca generar “un diálogo intergeneracional, interafectivo y desde geografías distintas.” Es por eso por lo que “La Alumna” es contundentemente con y para personas adolescentes, pues Lia encuentra un paralelismo entre lo trans y la adolescencia precisamente como un momento de ruptura, de cambio, de transmutación. “Es una experiencia corporal, pues el cuerpo comienza a develarse, el deseo a desbordarse.” Que Lia vuelva muchos años después a la secundaria, a uno de los sitios de su herida, para (re)vivirla, compartirla y así poder sanarla, también apunta hacía la relacionalidad del sanar y la imposibilidad de una sanación sin acompañamiento mutuo.

Por otro lado, el trabajo de Lia es un trabajo de alto riesgo pues al hacer del cuerpo algo táctil siendo un cuerpo atravesado por vivencias y violencias de género, “la situación se desborda.” Y este riesgo es un riesgo compartido. Y así como es compartido, también es asumido de maneras múltiples. Existe una labor sumamente importante que se encuentra siempre como telón de fondo en estas intervenciones, una labor que es condición de posibilidad de la performance y que podría pasar desapercibida fácilmente. Este es el trabajo de las y los maestros que invitan a Lia a accionar en las secundarias. Una labor de mediación, de interlocución entre la institución y la alumna, que posibilita lo que Lia llama “un trabajo de infiltración.” Pues es a través de personas aliadas que se involucran en una especie de operación encubierta que Lia logra cruzar los límites establecidos y protegidos por las instituciones. Esta infiltración también nos lleva a entender esta labor esencial como un acto capcioso y transgresivo, abriéndole un espacio al trabajo pedagógico de Lia bajo la idea de “una sesión” o “una plática” sobre sexualidad. Cabe destacar que para Lia articular y agradecer estas alianzas transfeministas es un elemento importante de su obrar, pues una vez más hace hincapié en la relacionalidad y reciprocidad del cuidado, abrazando simultáneamente el miedo y la confianza dentro de la diferencia: “Pude sentir tu temor [Maestra Diana Gorgona] pero cerraste la puerta confiando en mí. Gracias, mi queridísima.”

La pedagogía de Lia incomoda pues al ser encarnada, desbordada y riesgosa, confronta. Pero su accionar mismo proporciona el bálsamo para que ese confrontar también conforte. Su trabajo artístico y pedagógico exige transgresión, cruzar límites y habitarlos. Lia hace vibrar los pasillos de la secundaria, regresa el cuerpo al aula, rompe sus puertas, quiebra sus ventanas y saca el aula, que ahora es cuerpo, al patio. Así como bell hooks nos llama a “enseñar para transgredir,” Lia reformula y expande esta invitación, y nos convoca a trans*gredir para enseñar.

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Cynthia Citlallin Delgado Huitrón es doctorante en Estudios de Performance por la Universidad de Nueva York.  Escribe sobre la estética y política espacial de la performance trans/feminista en México.

Lia García (La Novia Sirena) es una artista, activista, poeta y pedagoga trans* de la Ciudad de México. Su trabajo moviliza su cuerpo trans* para detonar encuentros afectivos como actos de resistencia en espacios de complejidad.

 

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«No somos objeto de estudio, somos artistas» Entrevista a Alberta Canadá

por León Daniel

El primer día de clases, como es costumbre, no encontraba el salón. Un tipo hablaba por teléfono en un pasillo, era moreno, delgado, alto, con cabello largo y un lenguaje corporal que podría pasar desapercibido para muchos aunque yo alcancé a leer algo diferente. Encontré el salón, habían 8 mujeres y yo. Entró el tipo al que había visto en el pasillo, era el maestro.

–Hola a todas, todos, todes… ¿saben qué? A partir de ahora les voy a hablar en femenino- dijo con mucha seguridad -espero que no les importe, ya que son la mayoría mujeres, y porque… bueno, porque aquí vinimos a jotear. En ese momento pensé: estoy en el lugar correcto.

El curso era teórico y práctico; en una clase hablábamos de vestimenta prehispánica o de expresión corporal, en otra aprendíamos a caminar en tacones (o correr en caso de que llegue la policía, porque bien se sabe que a las primeras que quieren agarrar son a las travestis). En fin, un curso  multidisciplinario  y fuera de lo común, que cambió mi manera de ver el drag.

Le hice esta entrevista a la Institutriz, ahora mi mamá drag, Alberta Cánada (Alberto Patiño), para profundizar en algunos aspectos que me parecieron muy importantes del curso de “Dragtivismo y Alta postura”.

León: Te dije que no iba a hacer preguntas básicas como ‘¿Cuál es tu peluca favorita?’ Aunque ahora que lo pienso, nunca te he visto con peluca.

Alberta: Casi nunca uso pelucas por que tengo el cabello largo y para mí siempre ha sido un gesto de rebeldía tener el cabello largo, con mi pelo hago muchas cosas, me hago peinados, lo pinto, es como una extensión de mi cuerpo que utilizo mucho. Sólo uso pelucas rubias y lo hago para burlarme de la gente que se quiere blanquear. Tampoco me rasuro las axilas ni las piernas por que no siento que aporte nada a mi personaje.

León: ¿Qué querías ser de grande?

Alberta: Artista. No me importaba mucho qué tipo de artista, sólo sabía que quería ser artista. Primero me fui por el dibujo y pintura, después empecé a hacer danza, luego quise hacer música, al final el teatro me gustó porque toca varias de las expresiones artísticas que me interesan.

León: Me gusta mucho decir que tomé un curso de drag en la UNAM, y la gente se sorprende cuando lo digo ¿cómo te sientes de haberlo logrado?

Alberta: Para mi fue una sorpresa, por que, aunque tengo una trayectoria muy amplia, no tengo un reconocimiento oficial como un título universitario y mi taller se centraba más en el tema social que en cuestiones técnicas. A mí no me interesa formar dragas que dominen técnicas de maquillaje porque para eso hay otros espacios y muchos tutoriales. Más bien platicamos de machismo, clasismo, homofobia, derechos de las mujeres, serofobia, de distintas problemáticas que atraviesan a todos, de arte y cultura con el pretexto del drag. Ayudó mucho que el objetivo de la Unidad de Vinculación Artística de la UNAM es impulsar talleres con una naturaleza “no formal” de la educación artística, pensados para un público heterogéneo.

Me da orgullo porque sienta un precedente, mi carrera se forjó en la calle, entonces abre una brecha para personas como yo, que estamos incidiendo en estos temas desde lo cultural. He trabajado en muchas universidades con mi personaje drag, sin embargo es la primera vez que se abre un espacio oficial, en el que se imparte un curso teórico y práctico de una forma de arte sobre la que no existen libros de texto.

León: Cuando vi el temario el primer día de clases quedé impresionado, creo que a veces pensamos que el drag es algo muy superficial. No creo que hayan muchos precedentes de un curso de este tipo, ¿cómo lo construiste?

Alberta: A través del análisis de mis experiencias, mi meta era explicarle a alguien que no tuviera referentes sobre el drag, cómo llegué a hacer el trabajo que hago. Entonces había que explicar desde diferencia entre sexo y género, identidad de género, preferencias sexuales, derechos humanos, sociología, antropología, historia del movimiento LGBT+. Luego la parte artística técnica: proyección escénica, expresión corporal, expresión gestual, historia de la moda, performance, básicamente un temario de actor, trasladado al formato del drag. Por ejemplo, hablamos de la comedia a través de la “lengua viperina” que es creatividad para expresarse de manera contestataria sobre discriminación social y no ofender por ofender con tintes racistas o clasistas como algunos lo entienden.

León: Una de las cosas que más recuerdo a diferencia de cualquier otro curso que haya tomado, fue el ambiente seguro que generaste desde el primer momento. En el curso la mayoría eran mujeres cis y sólo éramos dos hombres jotos, ¿por qué crees que fue así?

Alberta: Desde el principio mi intención era que el taller se promoviera sin distinción de género, por que ahí está el mensaje del taller, el drag es un arte libre de estigma y libre de discriminación, cualquiera puede hacer drag. Para mí fue una sorpresa que la mayoría fueran mujeres heterosexuales cisgénero que buscaban en el drag una experiencia liberadora y tenían también un interés de ser incluidas en un movimiento que está contra los estereotipos de género.

Me parece que la presencia de las mujeres enriqueció mucho las experiencias para los hombres que estábamos ahí, pues normalmente las actividades de gays son muy excluyentes. Creo que todas aprendimos a cuestionar los roles de género que nos son asignados pero al mismo tiempo tomar lo que nos guste del rol que sea y aprender a expresarlos a partir del disfrute personal y no de la imposición o del consumo de otro. Aprendimos a masculinizarnos o feminizarnos como cada quien se sintiera feliz.

León: Otra de las cosas que recuerdo mucho es que a las mujeres del curso les costaba muchísimo des aprender las cosas que les habían enseñado, por ejemplo del maquillaje, les costaba mucho exagerarlo, o le temían a verse demasiado sensuales o sexuales, ¿cómo sentiste tu esa parte?

Alberta: Una de mis intenciones era que todos nos confrontáramos con lo que nos han enseñado que significa ser mujer u hombre. El drag que enseño tiene que ver con la explotación de los estereotipos para evidenciarlos de una manera lúdica y sobre todo en espacios seguros, en un grupo que te hace sentir seguridad e inclusión. Y ya después  experimentar colores, tipos de maquillaje, siluetas del cuerpo, tipos de expresión corporal, de expresión de nuestra personalidad y de nuestra sexualidad.

Como lo platicamos en la clase de maquillaje drag, se trata de borrar tus facciones y dibujarte unas nuevas que te gusten y que expresen tu personalidad o que expresen un mensaje que quieras transmitir. Hay que borrarse todo lo que nos enseñaron que está bien o está mal de ser hombre o mujer y dibujarnos lo que nos gusta y lo que nos hace sentir bien, sin importar que al juicio de un tercero parezca bonito, feo o grotesco.

Esa es la mitad del proceso, la otra mitad es llevarlo a la gente. Poder transmitir este mensaje al público es lo más valioso de hacer drag, por eso es que mi pedagogía busca llevarlo a un público, y de preferencia que no sea un público fácil. En lugar de hacer una aparición en un antro a las 2 de la mañana, hacer un perfomance en el Zócalo en pleno día, confrontar la enseñanza con la experiencia colectiva.

León: Una de las prácticas que más recuerdo fue la caminata en tacones, hasta nos enseñaste a correr por si se ofrece, recuerdo que las chavas estaban muy agradecidas con las clases de caminata en tacones y nosotros los jotos aunque la sufrimos más, le agarramos rápido el gusto ¿Qué crees que puede aprender del drag una persona que no es LGBT+?

Alberta: Cuestiones de expresión y desenvolvimiento social y escénico pero sobre todo empatía con todos los que son diferentes, reconocer por ejemplo el privilegio que representa ser una persona cisgénero frente a una persona trans. También los hombres gay desarrollamos mucha empatía por ejemplo con las mujeres trans, el drag te lo puedes quitar. Muchas mujeres trans viven en un estado de vulnerabilidad constante, o tienen que reprimir su expresión para pasar desapercibidas y no sufrir violencias. Literalmente ponerse en los zapatos de otro, o los tacones en este caso. Asumir una postura crítica ante muchos temas, identificar cuándo estamos siendo opresores y oprimidos.

León: Hay quienes critican al drag por perpetuar los estereotipos de género.

Alberta: Creo que es diferente perpetuar un sistema que nos oprime y apropiarse de él para evidenciarlo y combatirlo. El drag viene de una lucha de hace muchos años para cuestionar, para incomodar, para rebelarse, para liberarse. Hay un drag que se queda muy corto y en la complacencia de la mirada masculina, también tiene mucho que ver para quién se hace. Hay muchos tipos de drag, y tal vez el problema está por ejemplo en los concursos en donde el premio se le da a la más bonita y no a la que tiene un discurso verdaderamente creativo o transgresor. Sigue siendo transgresor que nosotros como hombres nos apropiemos de esos estereotipos femeninos pero lo valioso es el mensaje que se pueda transmitir.

El drag no es en sí misógino, pero sí puede haber drag misógino como puede haber gays homofóbicos; por eso es importante ir más allá del show y la escena y verdaderamente aprender de la historia.

León: Yo definitivamente me siento diferente después de haber hecho drag, aunque no he tenido oportunidad de hacerlo de nuevo, cuando me siento inseguro me imagino en unos tacones y me ayuda mucho ¿Notaste un antes y después en tus alumnas?

Alberta: Sí, definitivamente, las que llegaron muy serias y tímidas al final se soltaron, encontraron su estilo particular para expresarse, siento que agarraron mucha seguridad. También se construyó un ambiente seguro y de mucha empatía y tolerancia entre nosotras, por ejemplo la cuestión de ayudarnos entre nosotras antes de salir a escena, que es una cosa muy del teatro. La parte técnica también mejoró mucho, los maquillajes, el caminado, la expresión de todas.

León: ¿Qué experiencias positivas te dejó el curso?

Alberta: Sobre todo que era una apuesta institucional, la institución quedó muy satisfecha con la experiencia. Aprendí mucho de la heterogeneidad del grupo. En otro tipo de cursos los alumnos tienen más en común, y es uno de los beneficios de que el curso se origine desde una institución como esta, hay un alcance a un público más diverso. También el uso del personaje drag me da muchas posibilidades de romper con la estructura vertical de la enseñanza; en algún momento yo era una más del grupo. Me gusta la experiencia de aprovechar una tendencia que es el drag como la excusa para enseñar sobre temas de activismo, sexualidad, género, moda, arte y cultura. Las personas que llegan a un curso como este, llegan más receptivas y tienen de entrada una disposición a hacer cosas diferentes.

León: RuPaul dice “Every time I bat my false eyelashes, I’m making a political statement”, ¿crees que que el drag sigue siendo político?

Alberta: Yo creo que depende mucho quién lo haga. Para estas drag queens súper famosas como RuPaul, me parece que no es suficiente con ser bonita por que ahora ya forman parte de un grupo privilegiado que explota el drag en términos comerciales. Ser bonita no es un talento, porque hay quien puede pagar para que la maquillen o que la vistan, entonces no es suficiente. Lo político viene desde una postura social e ideológica ante la opresión. Sin embargo, para mucha gente y en muchos contextos sigue siendo muy político y muy valiente hacer drag, por ejemplo fuera de las grandes ciudades.

León: Hay quien cree que el drag debe limitarse a la clandestinidad ya que ese es su origen, ¿qué opinas de esto?

Alberta: Para mí el drag es una herramienta artística de expresión, no creo que ninguna forma de arte se deba limitar a ningún medio ni a cierto público. Sacarlo de la clandestinidad no lo hace mejor ni peor, lo hace diferente y en todo caso lo enriquece. Por mi formación escénica yo veo al drag como un subgénero de la interpretación dramática y creo que debe ser analizado, debe ser profesional, con el objetivo de profundizar en este conocimiento y explotar sus posibilidades y no sólo se limite a hostear en antros.

León: Últimamente he buscado libros y teoría sobre el drag. Hay algunas buenas novelas que abordan el tema, tenemos películas históricas y libros muy buenos pero más bien de registro y de memoria. ¿Crees que debería haber una teoría drag?, ¿quienes deberían escribir y teorizar estos temas?

Alberta: Creo que es problemático precisamente cuando quienes escriben o teorizan son solamente personas que tienen cierto privilegio y que no hacen drag o lo hacen desde una posición muy cómoda sólo para divertirse; no está mal hacer drag sólo por diversión, pero el origen del drag es sobre todo de personas que lo hacían por que no tenían otra fuente de trabajo. Para muchas personas el drag es una forma de vida, entonces cuando los académicos se apropian de estos estudios, le arrebata a alguien la oportunidad para contarlo desde su realidad y se genera una imposición de estándares para su validación. Creo que el drag debe socializarse y discutirse, deben escucharse diversas voces desde su experiencia en primera persona, pero hablar de una teoría abre la puerta a ser sujetas a una validación y eso sí me parece contradictorio al drag que es diverso, es abierto y es disruptivo. No somos objeto de estudio, somos artistas.

León: Recuerdo que en las clases hacías énfasis en que la presencia del drag en el espacio público lo transformaba por completo, ¿podrías hablarme de ello y del efecto que tiene en ti ser observada en drag en contextos cotidianos, fuera de las zonas de tolerancia?

Alberta: Salirse de los espacios comunes y entrar a espacios públicos implica una exposición y una vulnerabilidad en muchos niveles: físicamente, emocionalmente, hasta en un nivel público, porque te puede ver alguien que te conozca, por ejemplo. Es un acto arriesgado y para mí esa es la rebeldía. En esos momentos yo soy la única persona responsable de mi seguridad y eso es muy importante. El drag también protege, porque impone, por la belleza o por lo extravagante o por ser llamativo. Se forma una barrera en donde la gente generalmente entiende que estás haciendo alguna actividad creativa o artística. Te pueden llegar a gritar algo o hacer algún gesto, pero incluso hay una barrera física, la gente que se acerca es para pedir una foto o algo así. Sí, es una circunstancia de riesgo finalmente, pero también es cuando hay un mayor impacto. También hay que hablar de que la gente lo permite, porque sabe que es casi un disfraz que se puede quitar y vuelves a ser “hombre”. Lo que la gente no perdona es, por ejemplo, a las personas trans, hay mucha transfobia y misoginia. Hay dragas que mientras más masculinas y varoniles sean fuera del drag más se les aplaude y eso también es problemático.

León: Me gusta la idea de colarnos a donde somos incómodxs. Ahora que el espacio público es virtual debido a la pandemia ¿Crees que es importante la apropiación también del espacio virtual?

Alberta: Sí porque al final es una extensión del espacio, que aunque no es convencional, ahora tiene un gran auge y no está tan explorado. Las reglas de convivencia se hacen más flexibles y en otros casos se acotan. Se puede llegar a otros públicos que si no fuera por la situación virtual no te podrían ver, pero de nuevo no hay que limitarse a los espacios convencionales o de tolerancia, incluso en el marco virtual. Tampoco hay que olvidar el espacio real y material, la razón por la que ahora están sufriendo muchas dragas que trabajaban en los antros es por limitarse a esos espacios,

León: Drag, draga, vestida, travesti (nunca trasvesti)… ¿Qué puede aportar el drag mexicano frente al drag mainstream que estamos acostumbradxs a consumir?

Alberta: Son realidades diferentes, es como el teatro, la danza y la música. Tenemos diferentes referentes, esa es nuestra aportación al drag. No debemos aspirar a hacer lo que se está haciendo allá, nuestros ingresos son diferentes, nuestro bagaje cultural es diferente, incluso la discriminación y el racismo son diferentes en Estados Unidos. Algunas categorías estéticas pueden ser universales y también tenemos cosas en común como la homofobia y la transfobia. Hay una historia del drag mexicano que es muy ignorada, existe mucho antes de que llegara el boom de RuPaul. Tenemos, por ejemplo, un lenguaje muy rico, que se ha nutrido también de muchas culturas. Hay cosas muy mexicanas como el albur, el doble sentido, la poesía o la musicalidad. La música del drag que se está haciendo acá es muy referencial a lo que se hace en Estados Unidos, por ejemplo, siendo que hay una cultura riquísima de la música de protesta o de cabaret en México. No tenemos nada que pedirle al extranjero, creo que tenemos que hacer un ejercicio de autoconocimiento y explotar las cuestiones locales sin llegar a la caricaturización.

León: Durante la pandemia, el drag se ha visto particularmente golpeado por la falta de espacios o eventos, lo que también ha evidenciado la precariedad de esta forma de expresión artística ¿Crees que las comunidades LGBT+ podamos hacer algo para respaldar a nuestras dragas?

Alberta: Tiene mucho que ver con nuestras formas de consumo, pero de entrada hay que exigir mejores condiciones laborales. Por ejemplo, la gente que está ahora haciendo porno por internet, de alguna manera les ha resultado tener un esquema autogestivo y no depender de un tercero para vender sus contenidos. Es el problema de que el drag se limite a los antros y al consumo del alcohol y que sea una actividad secundaria dentro del ambiente nocturno. Hay que valorar el drag por sí mismo, y verlo en otros espacios, en otros horarios. También hay que buscar incentivos del gobierno y de instituciones culturales que nos ayuden a construir algo para nosotras y no sólo hacer colaboraciones para terceros, por ejemplo.

León: De las cosas que más disfruté fue aprender a “hechizar”, hacer que algo barato se viera costoso, “hechizar” me gusta mucho como término porque creo que resume muy bien lo que es el drag y habla también de la magia. Te agradezco Alberta por estos minutos de buena plática y por los hechizos.

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León Daniel (Ciudad de México, 1987), es arquitecto por la Universidad Nacional Autónoma de México. Obtuvo el diploma al mérito por la tesis Cineteca Morelia, un espacio para el cine. Cuenta con estudios de especialización en museografía por el MUNAL e Intervención de Arquitectura Contemporánea en Contextos Históricos por la ENCRyM. Ganó la medalla de bronce en la XV Bienal Internacional del Cartel en México. Participa activamente en AHF México como voluntario, haciendo trabajo de campo en campañas de prevención y detección del VIH desde 2018. Actualmente desarrolla actividades de gestión cultural enfocadas a comunidades LGBT+.

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Lectura, Pandemia, Escritura: Un manual en tiempos de pandemia

imagen por Brenda Itzel García Serrano

Por Antonio Marquet

Como respuesta inmediata al confinamiento y a la obligación (opción casi forzada) de dar clases a través del internet, utilizando el Zoom, pensé en armar un cuaderno con ejercicios que los estudiantes pudieran bajar de manera rápida. En él estaría el material que cubriría lo esencial del curso. Había que pensar además en el contenido de esos textos que abordara la dimensión emocional de los estudiantes. La selección de este material tendría el objetivo de detectar depresión, duelo(s), tristeza, enojo… Lo urgente era y sigue siendo, dar salida a una experiencia traumática: apalabrarla. Una vez terminado el manual en mayo de 2020, se presentó en las instancias correspondientes para obtener los dictámenes positivos, necesarios para publicarlo. Tuvo la suerte este cuadernillo de atraer la atención de Alfredo Garibay, director de Publicaciones de la División que imaginó un diseño amigable con los estudiantes enriqueciendo el material original. Gracias a su entusiasmo, el cuadernillo se transformó en un libro electrónico que pronto se colgará en la página de la División de CSyH de la UAM-Azcapotzalco para su distribución gratuita.

El manual Lectura. Pandemia. Escritura está dirigido a estudiantes de 18 años de Derecho, Administración, Sociología, Economía, del Tronco común de la División de Ciencias Sociales y Humanidades. En este libro, se hace énfasis en la diversidad sexual al discutir la película El Decamerón de Pier Paolo Pasolini, la peste que asoló a la capital mexicana en 1695 cobrando la vida de Sor Juana Inés de la Cruz, y la trayectoria recorrida por una generación a la que le tocó vivir la emergencia del VIH desde la década de los ochenta del siglo pasado y la del Sars-cov-2 en el ensayo “De una pandemia a otra”.

La humanidad ha pasado por diversas pandemias superándolas. La Biblia, el mito de Edipo, la Ilíada, textos de la Conquista de México dan cuenta de ello. El objetivo de la selección de los textos para su inclusión en el manual es poner es perspectiva histórica los hechos graves que vivimos en 2020-2021, haciendo énfasis es las estrategias de los protagonistas para superar el peligro y comparando los contextos.

En Lectura. Pandemia. Escritura se da clase y organizan los textos desde una perspectiva gay que trasmite la experiencia emocional de haber enfrentado otra pandemia devastadora. En el momento presenta, no es rara la tentación de negar el peligro de infección, de menospreciar el riesgo que se corre (como se hizo en la década de los ochenta con el VIH), sin embargo, es preciso aceptar, confrontar el peligro y procurar la unión social más allá de sexismo y clasismo. En el manual se hace énfasis en enfrentar el reto grupalmente. En el fragmento que abre el manual, los marinos en la nave de Ulises permiten al estudiante entender la importancia de la unidad, de utilizar las herramientas a la mano, al mismo tiempo que transformar los objetos en la nave (la cera) en armas efectivas para ignorar el canto de las Sirenas. Solo Odiseo lo escucha, pero está encadenado al mástil.

En Lectura. Pandemia. Escritura se propone al estudiante textos que van desde la Antigüedad, La Odisea, pasando por obras medievales (un cuento de El Conde Lucanor), del Renacimiento (El Decamerón de Giovanni Bocaccio), hasta el momento actual, la Francia del desconfinamiento de junio del 2020; fotografías de la pandemia, publicadas por la Agencia France Press; el análisis de los precios de la canasta básica en mayo de 2020 en un artículo de La Jornada. Cada uno de los textos tiene que ver con pandemias, como la que azotó a la ciudad de México a finales del siglo XVII.

VIH en la familia

También se aborda los avatares de una pareja serodiscordante que se arriesga a tener un hijo. Se insiste en que el sida no es una enfermedad de homosexuales. También los heterosexuales se infectan (ello no significa ahora una sentencia de muerte)[1]. Por el contrario, Aquiles (uno de los protagonistas de “Parto feliz” de Antonio Bertrán) toma la decisión de vivir, de casarse y tener un hijo. Los retos que enfrenta la pareja no son fáciles; tampoco imposibles.

Bélgica y México; depresión y determinación por vivir

Si en el corto Familia Nuclear se observa las posibilidades de la vida en Bélgica, la depresión impide a la familia gozar de un entorno rico, libre. Comparando ambas problemáticas: en Bélgica bien pueden tener todo a la mano; la capacidad de goce se viene abajo porque el marido abandona a su mujer; ella no logra hacer el duelo; la familia resuena en una depresión inelaborable. La familia de Aquiles en cambio toma decisiones firmes, se compromete, logra lo que se propone: a partir de haber pasado por una fuerte depresión y vivir como seropositivo. Para cerrar el análisis de un texto, se reflexiona en los textos anteriores: la comparación permite repensar las estrategias que sirvieron a los personajes salir del peligro de muerte que enfrentaron.

La tisis decimonónica

Al concluir la entrevista-crónica del periodista y activista Antonio Bertrán, “Parto feliz”, se presentó la oportunidad de ver en transmisión desde el Metropolitan Opera House de Nueva York, La Traviata, ópera de Giuseppe Verdi que plantea la disyuntiva entre placer o el amor, entre vivir disipadamente para la fiesta, el alcohol y el amor, solo que la enfermedad, en este caso la tuberculosis, cobra una elevada tarifa por la falta de tratamiento. Violeta y Alfredo logran vivir un muy breve lapso felices (el suficiente para dar la espalda a la sociedad y la familia). El “pálpito del universo” puede ser el amor (como lo sostiene Alfredo), sin embargo, los amantes Violeta y Alfredo solo alcanzan a vivir un corto lapso huyendo a la campiña francesa. La felicidad de la unión amorosa permite superar prejuicios familiares; no hay cura, sin embargo, para la enfermedad que termina separando a los amantes.[2] El amor de Alfredo, su osadía al pronunciar una nueva profesión de fe, logra transformar todo su entorno: a pesar del poder del amor para transformar a la sociedad, la familia y a los padres, nada se puede contra el bacilo de Koch.

Economía del Covid

A través de un artículo periodístico sobre el precio de la canasta básica aparecido en La Jornada, se invitó al grupo a trabajar sobre la economía en tiempos de pandemia. La investigación se centró en el precio de terapia intensiva, de los medicamentos; el costo de una ambulancia, del oxígeno… con el objetivo de armar un texto colectivo con esta información. Se hizo hincapié en recabar en fuentes cuya confiabilidad no dé lugar a crítica. El punto central de este ejercicio fue tener conciencia de los elevados precios de la enfermedad. Ello servirá para fortalecer el autocuidado.

Videografía del desconfinamiento

Filmado en junio, en el primer momento de desconfinamiento en junio del 2020, el video Despertemos[3] se pregunta cuál es la tarea de la juventud ante la grave crisis provocada por el Covid-19. El corto es una llamada a la toma de conciencia y la acción. Su valor consiste en difundir una voz articulada, propositiva y crítica de dos jóvenes francesas que pertenecen a la generación milenial. Después de analizar la propuesta de estas jóvenes se propone que los estudiantes hagan un video que recoja el punto de vista mexicano. En especial el de un joven de veinte años que vive en el norte de la ciudad de México. Aventurarse en una videoescritura significa explorar nuevas herramientas a su disposición para expresarse. El reto de hacer un video y colgarlo en el internet es un proceso que parte de escribir el guion a partir del análisis de las acciones urgentes en el entorno, al mismo tiempo que involucrarse imaginando un futuro. El proceso en términos generales implica un compromiso no solo con la crítica del mundo en el que vivimos hasta marzo de 2020 sino con la toma de decisiones, con la posibilidad de pensar en alternativas cuando llegue el momento del desconfinamiento en Ciudad de México.

Rituales funerarios en época de Covid

El texto de Néstor Braunstein indaga en las condiciones que para el duelo tiene la desaparición de los rituales. Ciertamente no es un texto fácil para los jóvenes estudiantes del Tronco Común. Sin embargo, ese texto reflexiona sobre la tragedia Antígona de Sófocles y ensayos de Giorgio Agamben, textos imprescindibles en la reflexión sobre los derechos humanos.

VIH-Covid

“De una pandemia a otra”, ensayo que cierra el manual es una reflexión del autor sobre las dos pandemias que le ha tocado vivir en tanto que comunidad gay: el VIH y covid-19, dos sacudimientos mayores que cambiaron el curso de la cultura y de las vidas de los gays, del erotismo, del acercamiento al otro, de la ciencia. Hemos sido fuertemente saqueados en dos ocasiones; las pandemias se han llevado a nuestros seres queridos, al mismo tiempo que ha significado un duro golpe a la economía gay. Cierres de espacios en donde florecía la cultura drag, galerías y museos donde se exhibía la producción LGBTTTI. Los golpes han sido duros, intensos, incesantes. A un año del confinamiento aún no hay señales evidentes de que termine esta pandemia.

El diseño del libro está en función de la edad de los lectores a los que está dirigido. No solo quiere atraer su atención a través del colorido. También pretende que la carga emocional de los estudiantes logre elaborarse en cada una de las sesiones.

La redacción no tiene por qué seguir siendo un asunto árido. Reglas y más reglas que se leen y acaso se memoricen, sin aplicarse, sin introyectarse.

Para las y los estudiantes universitarios, profundizar en el aprendizaje de leer y escribir debe ser un acto de alto significado. El libro que presenta el Departamento de Humanidades, Lectura, pandemia, escritura se focaliza en textos significativos sobre algunas pandemias a lo largo de la historia.

El objetivo es que los y las estudiantes hablen (y escriban) sobre la actual pandemia; que conozcan cómo se ha reaccionado en el pasado buscando ya sea el aislamiento o la entrega total a todo tipo de placeres (como lo muestra el Decamerón), o cuidando a las hermanas infectadas en el convento como fue el caso de Sor Juana Inés de la Cruz.

Confrontados con la muerte, hombres y mujeres cobran una talla insospechada. Enfrentar los peligros, uno tras otro, conforma el relato del héroe griego. Para ello, éste responde inmediata, creativa, vigorosamente en grupo. Sin su tripulación, el barco de Ulises no tendría esa bien conocida trayectoria. Fue en grupo como arribaron a buen puerto, como libraron cada uno de los peligros.

Lectura, pandemia, escritura apuesta por la grupalidad: es en grupo donde se profundiza en la lectura, se confronta las diversas ideas, se enriquece cada uno de los textos. Si la lectura atenta es un hecho individual y concentrado; es en la discusión, debatiendo, cuestionando…, donde se enriquecen lectores y lectoras; como el y la estudiante se abren a los puntos de vista del otro, como defienden sus opiniones. En el intercambio se consolidan vínculos significativos.

Escuchando al otro, defendiendo una interpretación personal, se siente la necesidad de leer más a fondo; también de escribir y de expresarse oralmente con claridad, de manera directa. Lectores y lectoras del futuro se construyen persuadiendo.

Lectura, pandemia, escritura contribuye a elaborar la ansiedad, angustia y depresión generadas por el aislamiento en la crisis del Covid-19.

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[1] Como trasfondo se insiste en que han sido notables los avances en la investigación médica. Los retrovirales, los tratamientos PreP, la fundación de la Clínica Condesa, la posibilidad de dar a luz un hijo libre de VIH es algo posible.

[2] Los estudiantes que no pudieron ver La Traviata., se les propuso ver otras dos óperas en la semana de Heroínas y villanos (segunda quincena de enero): Don Giovanni y Rigoletto. En Don Giovanni la adicción al amor. La enorme lista del seductor llevada y leída por su fiel sirviente Leporello se vuelve un registro frío. A Don Giovanni le interesa el número, no hay referencia al placer.

[3] Solal Moisan, “Reveillons-nous” (Despertemos), guion de Camille Etienne, coreografía Lea Durand. Francia, 2020.

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Antonio Marquet (Ciudad de México, 1955) es licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Facultad de Filosofía y Letras (ffyl) de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) y maestro en Teoría Psicoanalítica por el Centro de Estudios e Investigación en Psicoanálisis (ciep). Realizó estudios de especialización en las Universidades de París, Washington y Colombia; en la Asociación de Lenguas Extranjeras, de Texas; en el Instituto Francés para América Latina, en la Universidad Autónoma Metropolitana (uam) y en el Colegio de Bachilleres, de la Ciudad de México. Fue investigador en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la unam (1976-1980) y profesor en la uam, donde tiene a su cargo el área de Literatura. Ha colaborado en los periódicos Excelsior y El Día, en los suplementos «El Gallo Ilustrado» y «La Cultura en México», y en las revistas PluralNexosUniversidad de MéxicoFuentesTerritorios y Topodrilo.

Antonio Marquet Montiel es crítico literario y traductor, utiliza el método psicoanalítico para analizar textos de escritores mexicanos y extranjeros como Agustín Yáñez, Jorge Esquinca, Elías Nandino, Juan Rulfo, Alfonso Reyes, Carlos Fuentes, Fernando del Paso, Hugo Argüelles, Luis Zapata, Severino Salazar, Vargas Llosa, Lezama Lima, Beckett, Wilde, Emile Jacobs, Jean Genet, Styron y otros.

 

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AKMTRJHD: UNA CURADURÍA CUIR PARA “LA ESMERALDA”

por Alán Alcántara, Axelle B., Benjamín Martínez y Danilo Meléndez.

El presente ensayo está escrito a ocho manos como resultado del Seminario de Arte Queer: cuerpo y sexualidad y género, que impartí en la ENPEG “La Esmeralda” de agosto a diciembre de 2020. La primera parte corresponde al desarrollo de lo que comprendo como pedagogía cuir y que sirvieron de base para la formulación del Seminario, que se puede apreciar de mejor manera en la segunda parte. Mientras que, en la tercera sección, lxs estudiantes Axelle B., Alan Alcántara y Danilo Meléndez comparten sus experiencias dentro del Seminario, así como en la curaduría AKMTRJHD que fungió como evaluación final, y como un primer registro de las prácticas artísticas queer y LGBT dentro de “La Esmeralda”. El cierre de este ensayo sirve como manifiesto para invitarlxs a cuirizar sus prácticas pedagógicas y artísticas, y a construir nuevas narrativas.

Pedagogía Cuir

Me gusta entender la pedagogía cuir como un ejercicio sexy, una referencia tomada de la CUDS, que en palabras de Felipe Rivas San Martín es: “Una educación de base no sexista, pero sexy, utilizará estrategias lúdicas y desdramatizadas para confrontar las asociaciones comunes y los lugares habituales que se nos imponen en materia sexual” (RIVAS & LÓPEZ, 2016: 180). Es una manera de hablar de disidencia sexual y realidades LGBTTTIQ+ en los espacios que nos han excluido de sus discursos, es ocupar la sexualidad como “un campo creativo de potencialidad radical, de goce y placer, de experimentación y de error” (RIVAS & LÓPEZ, 2016: 180); de tal forma que, una educación sexy (o una pedagogía cuir) busca activar en la diversidad afectivo-sexual.

Por tal motivo me pregunto, yo cómo profesor universitario, travesti y marica, ¿qué me queda por hacer cuando los programas de asignaturas no contemplan estas problemáticas, o cuando los espacios educativos no están preparados para estas transformaciones? En primer lugar, esta lucha es moral y sirve para “preparar a los nuevos maestros para crear entornos seguros, (re)educar y (re)sensibilizarnos a nosotros mismos y a nuestros colegas en las preocupaciones de aquellos (no)reconocidos como minoría dentro de las escuelas” (COSIER & SANDERS III, 2007: 23). En segundo lugar, es nuestra obligación incorporar estos problemas en nuestros temarios, con ello abriremos las aulas al diálogo y el reconocimiento a lxs artistas, estudiantes y colegas LGBTTTIQ+.

Si lo cuir es resistencia, y llevado a los espacios normativos, como la Universidad, “el aula/centro puede ser un espacio que potencie el cambio social si las prácticas educativas revisan su estructura autoritaria y se combina con el cuestionamiento de la heteronormatividad a través de un aprendizaje transgresor” (ESCUDERO, 2017: 45); así pues, la educación artística es un medio para analizar nuestra realidad y entornos, y nos brinda herramientas para la transformación social. A este proceso Ricard Huerta lo ha llamado Transeducar, un concepto que apela al derecho a trans-itar desde lo educativo:

Necesitamos claves para educar en la diversidad afectivo-sexual y de género desde las artes visuales, analizando producciones artísticas y tecnológicas que nos ayuden a conocer y transitar por conceptos como ciborg, drag queen, drag king, gay, lesbianismo, etc., con el fin de contribuir a la configuración de identidades de una manera más flexible y enriquecedora, sin complejos ni cohibiciones” (HUERTA, 2019: 16).

Para Huerta, Transeducar implica construir y transitar procesos creativos, diseñar iniciativas que mejoren la realidad en la que vivimos, además de actualizar teoría y prácticas educativas.

Seminario de Arte Queer en La ENPEG “La Esmeralda”

Bajo estas premisas, el semestre pasado (agosto-diciembre 2020) impartí el Seminario de Arte Queer: cuerpo, sexualidad y género, el curso ocurrió como asignatura de la Licenciatura en Artes Visuales en la ENPEG “La Esmeralda”; el curso fue diseñado a distancia por el confinamiento global que vivimos. Los contenidos estuvieron divididos en cinco temas:

  1. Historia de un concepto: revisamos de manera general el origen y desplazamiento del término Queer desde la perspectiva de Paul B. Preciado; para así comprender la heterosexualidad como un régimen político y la violencia que el <<género>> implica en sí misma.
  2. Estética Queer: estudiamos los postulados de Douglas Crimp en torno a la política visual y la necesidad de una praxis artística desde el mismo colectivo LGBT; también acudimos a los escritos de José Esteban Muñoz y reconocer la importancia de los afectos en el espacio público y en las producciones artísticas.
  3. Disidencia sexual en América Latina: acudimos a la literatura de Manuel Puig, Néstor Perlongher y Pedro Lemebel para comprender la importancia de la política sexual en las dictaduras latinoamericanas.
  4. Del Queer al Cuir: revisamos el desplazamiento geopolítico del término desde la perspectiva de Sayak Valencia; esto nos ayudó a comprender las diferencias entre la Teoría Queer, lo Queer identitario y lo Cuir como postura política.
  5. Postpornografía: se estudió el tema como un ejercicio de resignificación política, afectiva y estética; revisamos los escritos de Lucía Egaña, así como material audiovisual de An*rmal Festival.

El grupo, conformado por 14 estudiantes, presentó una curaduría como resultado final; el título del proyecto es AKMTRJHD, y cumple con la función de lo impronunciable, lo indecible y lo incomprensible de lo queer aplicado en un proyecto artístico. Dicha curaduría reúne el trabajo de 13 artistas y 1 proyecto con perspectiva Queer y LGBTTTI+; todos pertenecientes a la comunidad de aprendizaje de “La Esmeralda” (como estudiantes o exalumnxs), y tiene la finalidad de generar un primer registro o archivo de este tipo de prácticas artísticas dentro de la escuela.

Lxs estudiantes Axelle B., Alan Alacántara y Danilo Meléndez compartieron su experiencia dentro de este seminario y en la gestión del proyecto final.

Axelle B.

El Seminario de Arte Queer fue bastante nutritivo para conocer más sobre los antecedentes e historia de aquellos que han luchado por llevar a la luz dinámicas presentes en nuestra sociedad que desfavorecen ciertos cuerpos, expresiones, orientaciones, identidades, etc. Este concepto me era un tanto familiar y lo llevo presente en mi proceso como mujer trans e intersexual; es una herramienta que permite una mayor estructuración en las temáticas que deseo abordar artísticamente.

imagen por Karen Leite

Fue muy agradable encontrar un seminario como este porque considero que las temáticas concernientes al género, el feminismo, lo cuir/queer, son vitales para visibilizar cuestiones como la heteronorma o los estándares de belleza, por mencionar algunos ejemplos, que estructuran nuestro pensamiento de forma que, determinadas personas, experimentaremos opresión. Es una posibilidad de identificar la existencia completamente válida de todes en sus diferentes formas, desde mi punto de vista. Es liberación.

Alan Alcántara

Conocía la palabra, de lo poco que sabía me identificaba en ella, hasta la adopte como una postura política. Desconocía y conocía a muy poca gente-compañerxs con los que se pudiera hablar de aquella palabra; que para entender, arrastra una historia llena de contextos, fechas, personajes, símbolos y teorías. Dentro de “La ENPEGexiste una comunidad pequeña de profesores que se han comprometido a impartir temas de feminismo y de género, a veces en algunas clases se mencionaba; pero nunca hubo una clase (que yo supiera) como tal que llevara la palabra queer-cuir sino hasta agosto del 2020 se abrió la materia de Seminario de Arte Queer. La importancia de impartir materias con perspectiva de género y sexualidades permite convocar, reunir y conocer a un monto de identidades (alumnado) que dialogaran, exponen, reflexionan y debaten de temas a fines que ligan con sus identidades-expresiones de género, producciones de trabajo artístico e intereses personales de académico-cultural.

En el Seminario de Arte Queer, impartido por Benjamín Martínez, permitió reunir lo ya mencionado, bajo una estrategia de planeación pedagógica la clase fue necesaria y nutritiva para estos tiempos de pandemia. El resultado final de esta unión a distancia, pero con el mismo interés, permitió identificar y reunir-conocer a un grupo (no minoría) de alumnxs-compañerxs de La ENPEG(cursantes y egresadxs) que están produciendo-develando obra con temas de género, sexualidad, cuerpo e identidades (cuir).

Después de casi seis meses, estamos mostrando y necesariamente divulgando en un dossier con el nombre de AKMTRJHD que, a pesar de la dificultad que es mencionar el nombre del colectivo a la primera, la importancia es saber y conocer que esta publicación contiene-reúne la producción de imágenes y objetos de una comunidad de catorce de nuestros compañerxs.

Danilo Meléndez

Al formar parte de la comunidad LGBTTTIQ, no me es ajena la palabra

imagen por Karla Frías (Baby Putx)

Queer o lo que presuntamente yo creía en cuanto a su significado o definición; antes de realizar el Seminario de Arte Queer, impartido por el profesor Benjamín Marínez, tomaba la identidad Queer como una manifestación más del sinónimo gay, pero inclinado hacía una perspectiva más femenina, ignorando todo el trasfondo que aquello implica, y qué recientemente he aprendido. Gracias al Seminario, las tareas, lecturas, archivos visuales u audiovisuales, pero sobre todo a mis compañeros y profesor; logré ampliar aún más la percepción en cuanto a lo que Queer significa. Siendo una expresión más por parte de la comunidad, en la cual se manifiestan las inquietudes sobre la expresión de género, la ruptura con cánones y estéticas establecidas, dentro de lo social y heteronormado. El descubrir a lo largo del semestre que significa en parte lo Queer, liberó en mí una inquietud interna que no sabía manejar ni identificar del todo, y que ahora incita a mi quehacer artístico a abordar temáticas que involucran a mi comunidad y mi persona.

Reflexiones finales

El momento ha llegado, es nuestra hora de educar desde la trnasversalidad y las diferencias para visibilizar las diversidades sexuales en sus distintas etapas y edades. Es hora de reivindicar el cuerpo, la sexualidad y el deseo como derechos humanos y terminar con las aulas armarios, las que nos han excluido de los programas educativos. Ahora nos toca a nosotrxs contar nuestras historias.

Haz Click en la imágen para ir al dossier 

Referencias:

COSIER, Kimberly y James H. Sanders III, (2007), “Queering Art Teacher Education”. En International Journal of Art and Desing Education. Special Issue: Lesbian and gay issues in art, desing and media education. Vol. 26, No. 1, febrero 2007. EUA: Blackwell Publishing Ltd, pp. 21-30.

ESCUDERO Ledesma, Irene, “La educación como espacio de resistencia. Una propuesta desde las Artes y la Educación Social asentada en la pedagogía queer (pedagoqueer)”. En MÉRIDA Jiménez, Rafel, Jorge Luis Peralta y Lukasz Smuga, (Eds.), (2017). InterAlia: A Journal of Queer Studies No. 12. Entre otros/as. Perspectivas Queer en el mundo hispánico. Disponible en: http://interalia.org.pl , pp. 40-52.

HUERTA, Ricard, (2019). Transeducar. Arte, docencia y derechos LGTB. 2ª ed. Madrid: Egales.

RIVAS San Martín, Felipe y Miguel A. López, “Una educación sexy. Disidencia sexual y espacios estudiantiles. Entrevista por Miguel A. López”. En CERVETTO, Renata y Miguel A. López, (Eds.), (2016). Agítese antes de usar. Desplazamientos educativos, sociales y artísticos en América Latina. Buenos Aires: MALBA, TEOR/éTica, pp. 171-180.

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Semblanzas

Benjamín Martínez Castañeda (Ciudad de México, 1988). Artista-investigador marica y travesti. Su investigación gira entorno a las figuras del Drag Queen y el travestismo en la cultura visual contemporánea en América Latina. Considera el dragcuinismo como una metodología de investigación y producción artística.

Su obra se ha mostrado en el CENIDIAP, CCBorder, FFyL (UNAM), UACM, SNTISSSTE, Instituto Lou Andreas Salomé, Ex Teresa Arte Actual, MUAC, Fundación Pedro Meyer, U. del Norte (Colombia), U. Alberto Hurtado (Chile), U. de Valparaíso (Chile), U. de Viña del Mar (Chile); entre otras. Cuenta con publicación de obra en Hysteria! Revista, Maricarmen Zine y Agenda Kuir.

Actualmente, es profesor de asignatura de la ENPEG “La Esmeralda”, y de la FAD (UNAM); en esta última, forma parte del Seminario de Creación, Diseño y Gestión de Exposiciones “Patricia Real Fierros”. También estudia el Doctoreado en Artes Visuales, Escénicas e Interdisciplina (INBAL), con la investigación peDRAGogía. Educación artística y travestismo.

Axelle B.

En su obra, a Axelle Balderas le interesa explorar a través del dibujo y la pintura, principalmente, temáticas relacionadas con los cuerpos disidentes y la salud mental en relación a los sistemas de opresión presentes en el contexto en el cual se ha desarrollado. Con elementos formales básicos como la línea, la mancha; y una perspectiva propia de su experiencia como mujer trans e intersexual, busca generar reflexiones y reconstruir, por medio de símbolos y situaciones ficticias, las vivencias de personas intersexuales, trans y otros cuerpos fuera de los cánones de belleza occidentales o de la cisnorma, así como transmitir emociones y sensaciones propias de una salud mental afectada, con la intención de generar empatía.

IG: @axisa_a

Alan Alcántara (Edo.Méx, 1996) actualmente estudia artes visuales en la Escuela Nacional de Pintura Escultura y Grabado “La Esmeralda”, sus intereses vienen a partir de la cultura pop, el mundo editorial y la museografía. Los detonantes principales de su trabajo como artista visual (fotografía y dibujo); son el recuerdo-relaciones de pareja, amistad y familiar.

thecocoalan@gmail.com

IG: alan.alcaantara

Danilo Meléndez comenzó su carrera en la Lic. de Ciencias del Arte y Gestión Cultural, de la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Actualmente cursa la carrera en Artes visuales en La ENPEG “La Esmeralda”. Su trabajo artístico se desarrolla en piezas abstractas, expresionistas y de la cultura pop, que van desde lo geométrico hasta lo figurativo, tridimensional y bidimensional.

Instagram: @danilo.m_arte

Fb: Danilo.M: Escultura, pintura y gráfica.

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Viejennials o lo que los abuelitos me enseñaron en la pandemia

por Ana Laura Torres Hernández

La cuarentena eterna en la que vivimos desde marzo de 2020 obligó a trasladar a plataformas digitales lo que antes fuera una rica interacción en los salones de clases, museos, cafeterías o cualquier otro lugar en el que nos reuniéramos para compartir y aprender. Aunque cotidianamente se asocia el estudio con la juventud, como seres sociales, nuestra posibilidad de ampliar fronteras físicas y mentales no se limita a los ciclos escolares establecidos por los sistemas educativos, ya que todo el tiempo estamos aprendiendo sea por el contacto que tenemos con otras personas, las cosas que vemos, leemos, conversamos o practicamos.

Sin embargo, el encierro prolongado interrumpió de forma indefinida muchas de las actividades que nos mantenían alerta y ocupadxs, entre éstas las clases formales. Una de las poblaciones con las que trabajo como docente y de la que más me he nutrido en estos meses de clausura son los adultos mayores. Personas de entre 55 y 80 años que todavía tienen la curiosidad despierta y ocupan su tiempo aprendiendo lengua italiana y arte. No preciso decir que, si bien la Covid 19 ha hecho cundir el pánico de forma global, en específico, entre los más ancianos se volvió una amenaza latente, por lo que conforme el tiempo pasaba el miedo y la frustración crecía entre lxs estudiantes.

La posibilidad de vernos pronto para seguir nuestros cursos era prácticamente nula y eso motivó a que la comunicación que había continuado vía chat se replanteara para dar cabida a formas más organizadas de concluir con el programa propuesto a inicios de 2020. La entereza de mis viejitxs no cesó a pesar de que ya tenía noticia de algunos contagios -de los cuales, por fortuna, salieron avante. La primera estrategia que empleamos para retomar nuestras clases a distancia se basó en breves videos en los que yo aparecía, apoyada de algunas imágenes, explicando los puntos más destacados de alguna corriente del arte moderno europeo o las bases gramaticales de algún tema del italiano, compartía el enlace del audiovisual con ellxs y ¡listo! Pudieron volver a verme y eso incentivó sus participaciones en el chat.

A falta de libros o materiales impresos para trabajar les pedía que recurrieran al internet, que bajaran aplicaciones, que grabaran sus respuestas en audio o se tomaran fotografías. Aunque para el promedio de lxs jóvenes con acceso a estas tecnologías esto es cosa fácil, si tenemos un adulto mayor en la familia, bien sabemos que para ellxs los teléfonos, tabletas o computadoras, son regularmente enemigos capaces de provocar un corto circuito nacional, de ahí el miedo que les provocan las teclas, botones y las ventanas emergentes. Si bien todxs tenían ya un celular y usaban mensajería por chat, la serie de innovaciones que aparecieron para multiplicar los recursos comunicativos, eran algo ajeno a su interés, pero con cada tarea entregada notaba cómo su seguridad crecía.

Fue por eso que, al adquirir algo de experiencia en plataformas de interacción sincrónica me propuse articular cursos para ellxs usando esa modalidad, y nuestro chat permanecería sólo como un soporte para compartir información, recordatorios o tareas. Alrededor de mayo del año pasado iniciamos con esta nueva aventura digital, para mí especialmente grata por todo lo que he aprendido.

Al tener experiencia docente con jóvenes de la UNAM sabía que las clases sincrónicas representan varias dificultades, desde el acceso a los equipos hasta la conexión de internet. Existen variables ajenas a lxs estudiantes que en ocasiones impiden que las sesiones sean accesibles. Con esta antesala me esperaba una respuesta similar, pero cuál fue mi sorpresa al comprobar que para mis viejitxs aprender a usar estas plataformas fue un acceso afectivo y no sólo escolar. Poder ver y escuchar a sus compañerxs constituía una manera de sentirse acompañadxs, de escapar de casa por un momento.

Si en las primeras sesiones la pelea con los micrófonos era constante, semana a semana hubo un mejor dominio de las características de la plataforma, en ocasiones, facilitado por el apoyo de hijos y nietos que llegaban a aparecer en cámara indicando a sus familiares cómo resolver un imprevisto. Las sesiones se sucedieron durante todo el año con ánimo y buen índice de asistencia lo que indicaba que aún con las dificultades, prácticamente, el 100% de mis estudiantes se familiarizó con las aplicaciones y participó con animosidad. Asomarme a sus hogares desde la computadora me dejaba verles preparadxs para su clase, bien vestidxs y atentxs. Su interés en cada sesión vía remota me inyectaba energía para preparar los próximos contenidos y perfilarlos hacia sus intereses, siempre con el propósito de despertar otras inquietudes que nos mantuvieran ávidxs de saber.

De mis viejitxs aprendí que nunca es tarde para ampliar nuestros marcos mentales y ajustarnos a las necesidades que se presenten, que a pesar de las dificultades tecnológicas, de salud física o mental, la actitud que demostremos ante las circunstancias dice mucho de nuestra capacidad de resiliencia, ésta es una estrategia personal para sortear dificultades, pero también tiene nexos con nuestro entorno, con la sociedad a la que pertenecemos, por lo que entrar en contacto nuevamente, aunque fuera mediante los portales de internet, nos fortaleció e hizo más empáticos al reconocer que todxs estábamos viviendo situaciones extraordinarias, preocupantes y de incertidumbre.

Aunque soy su profesora, en retrospectiva, pienso que ellxs me enseñaron más a mí, porque nunca se rindieron y a pesar de estar lejos construimos un vínculo de cariño basado en su respuesta confiada a mis ideas. Cada dinámica se enriquecía con sus experiencias, de éstas rescato la entereza con la que seguimos cultivando saberes en este arranque de 2021.

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Semblanza de la autora:

Ana Laura Torres Hernández estudia el Doctorado en Artes (INBAL) y es maestra en Historia del Arte (Estudios Curatoriales) por la UNAM, cursó la licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Como curadora participó en la exposición: La ciudad está allá afuera. Demolición, Ocupación, Utopía, exhibida en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco del 26 de noviembre 2016 al 2 de abril 2017 y en el Museo de Arte de Sinaloa de mayo a agosto de 2017. En la UNAM es profesora de la asignatura “Patrimonio, museos y divulgación del arte”, en el Colegio de Historia, FFyL, así como del “Seminario de Arte Moderno” y “Métodos de análisis de la obra de arte” en la Facultad de Artes y Diseño. También imparte cursos independientes de Lengua y cultura italiana e Historia del Arte, dirigidos para adultos mayores.

Contacto: anlatohe@hotmail.com

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