Por Luan Zetterstrom
Mi experiencia al hablar de afectividades, al menos por vía escrita, ha sido muy importante para mi deconstrucción; la primera vez que lo hablé fue en un taller sobre amor romántico con el tema de “deconstrucción del amor romántico desde la neurodivergencia”. Luego, escribiendo en el blog de mi colectiva sobre el deseo colonizado. He deconstruido muchos de mis privilegios, es un trabajo en el que una deja el alma entera, también he luchado desde mis opresiones, pero este trabajo no debe estancarse jamás, siempre hay algo nuevo que aprender, desaprender y revolucionar. Mi aprendizaje en este kyriarcado fue desde la normatividad dictada por el poder, es por eso que al igual que otras personas la palabra “afectividad” estaba totalmente identificada con las relaciones románticos y/o sexuales monógamas. Cuando comprendes que la definición va mucho más allá de los socialmente construido como “único” se abre un abanico de posibilidades. Es obvio que como persona pansexual lo sexual es importante, y como demiromántica también lo son las conexiones románticas que puedo llegar a tener con otras personas, sin embargo, más allá de las aseveraciones que puedan hacerse partiendo de mi sexualidad, siempre he dado relevancia a otro tipo de afectividades que me son más satisfactorias. La amistad, los lazos de amistad que puedo crear, me hacen sentir más libre respecto a las expresiones afectivas y emocionales. Además de encontrar en ese tipo de relaciones más apoyo que en otros tipos.
He descubierto que además existen afectividades “anormales”, por ejemplo, como estudiante y practicante de BDSM descubrí que estas pueden expresarse por medio de los azotes, las nalgadas, el bondage, las palabras humillantes consensuadas, la conexión y comunicación entre dom/sub (entre otros roles) durante la escena y el aftercare es sorprendente porque nace una confianza incomparable. Después de todo lo anterior conocí las relaciones queerománticas, que antes yo sólo interpretaba como atracción sensual y era bastante determinante en mi atracción romántica. Los múltiples tipos de afectividades que invadieron y atravesaron mi mente y mi cuerpa, revolucionaron las formas en las que yo veía y sentía, mis afectos estaban ahora libres de ataduras: podía entonces experimentar cada una con diferentes personas o todas juntas con una o varias personas. Ya no existe esa barrera impuesta por la hipersexualización e hiperomantización de las afectividades. Ninguna es menos importante que otra, por más que socialmente sean jerarquizadas, como seres humanos las vivimos de acuerdo a nuestros contextos y vivencias. El tema es amplio y complejo, pero en un tiempo donde la violencia estructural está a la orden del día las afectividades, todas las afectividades, son revolucionarias. Su importancia para la supervivencia se vuelve imprescindible, la creación de redes afectivas se vuelve un pilar de las necesidades sobre todo en las personas pertenecientes a los grupos más vulnerados por el kyriarcado. Las afectividades revolucionarias, deconstruidas, decolonizadas, no hipersexualizadas ni hiperomantizadas serán el arma definitiva en la destrucción de los sistemas.
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Luan Zetterstrom es une poeta, escritore, investigadore estudiante de psicología y herbolaríe autodidacta. Educadore sexual y de neurodiversidad. Neurodivergente TOC + TLP, INFP. Transfemmenista interseccional y muxerista. Pansexual, demiromanticx, femme no binarie, intersex y kinky switch. Paganista. México-Fronteriza y poche. Anarcho-communista decolonial. Mestize. Creadore y fundadore de Pink Nopal Collective.