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Las maternidades lésbicas como cuestionamiento a la heteronormatividad

Ilustración Iurhi Peña
Ilustración Iurhi Peña

Texto por Edith Lima Báez 1

La maternidad es una construcción simbólica, pero también una práctica social. Alrededor de esta se configuran sentidos que tienden a establecerse en términos homogéneos, a naturalizarse y a esencializarse. Ejemplo de ello son los significados que se generan respecto a la imagen de la maternidad: se trata de una cualidad propia de las mujeres vinculada a la “capacidad” de parir. Si le damos visibilidad al imaginario de la maternidad, lo que se dibuja muestra a la mujer abnegada casi siempre rodeada de niños o cargando a alguno, con la mirada hacia abajo pero al mismo tiempo con un halo de aceptación de su condición. Se hace referencia a la virgen, a una mujer inmaculada pero con hijos, asexuada y que sólo encuentra el sentido de su vida en el cuidado y educación de los menores a quienes quiere ver crecer y convertirse en adultos. Los significados que se le atribuyen a la maternidad se relacionan con instinto, amor, feminidad, fertilidad, sacrificio, incondicionalidad, así como anteponer el cuidado de los demás por encima del cuidado propio. Se piensa entonces que la maternidad es destino y no un acto de decisión.

  Este ideal materno no es ni cuestionado ni contextualizado, lo que da pie a que la figura de la madre que se ha presentado como “la única y verdadera” en realidad sirva como un mecanismo que oculta desde el discurso dominante la existencia de otras maternidades: “las malas madres, o las no mujeres, las solteras sin o con hijos o las casadas con pocos hijos.” (Mojzuk, 2012) Así la maternidad se presenta en algunos espacios como elemento de legitimación axiomática, es decir, como un significado de relevancia compartido en diferentes colectividades (Jenkis, 1996: 129), y de algún modo naturalizado.

De ahí que sea trascendente recurrir a la visibilización de distintas maternidades, es decir, formas diversas de construir la maternidad. Esto permite concebir que no todas las mujeres asumen de la misma manera el ejercicio materno; si bien las funciones maternas se constituyen a partir de parámetros sociales instituidos y de imaginarios sociales respecto al ser madre y mujer, también existen otros elementos que van moldeando la maternidad, tales como el contexto socio histórico en que se vive, las condiciones económicas, las expectativas personales, las concepciones y situaciones subjetivas. Ello posibilita la modificación de patrones establecidos a través de las prácticas de las personas, dando cabida a nuevos referentes y ejercicios maternos. De tal modo que existen maternidades y no sólo una forma de ejercerla.

  Las maternidades como prácticas sociales tienen su base entre la madre y lxs hijxs. Dicha relación no siempre se basa en una condición biológica, es decir, se puede prescindir del embarazo y el parto y aún así, generar vínculos afectivos. Y aunque generalmente lo maternal se relaciona con el cuidado, debido a que los pensamientos y actitudes que se instauran entre la madre y lxs hijxs parten de la condición de vulnerabilidad, aunque esta no sea percibida conscientemente,2 no siempre el cuidado responde a una cuestión de protección en sí misma, sino a la puesta en práctica de límites, reglas y búsqueda de autonomía en lxs hijxs.

La maternidad como categoría analítica puede ser un referente para la crítica del sistema patriarcal y heteronormativo3 mostrando sus contradicciones y perversidades dando lugar a las más llamativas disidencias como las maternidades lésbicas. Éstas refieren a las diferentes y muy variadas prácticas educativas permanentes de crianza, cuidado, afectiva y cotidiana cuya legitimidad no se funda en un acto jurídico o genético, es decir, el ejercicio materno puede ser asumido por quien gesta, por quien adopta o por quien ejerce maternaje sin que necesariamente haya vínculos de consanguinidad o legalidad formal. De tal modo que me parece pertinente clarificar por qué las maternidades lésbicas cuestionan constantemente a la heteronormatividad y la hacen tambalear junto con las verdades y realidades que ha construido. Sin embargo, en cuanto a los procesos educativos que las lesbianas llevan a cabo con sus hijxs no necesariamente rompen con las prácticas educativas heteronormadas, pero ese es debate para otro espacio.

  Las maternidades lésbicas rompen con el binomio esencialista hombre–mujer, es decir, desarticulan los discursos que se relacionan con la heterosexualidad como única forma de vínculo íntimo y de establecer relaciones erótico afectivas de pareja y de cuidado de lxs hijxs, pero también dentro de las maternidades lésbicas caben las prácticas de mujeres sin pareja con hijxs que asumen abiertamente su orientación sexual lésbica y su ejercicio materno.

  Las maternidades lésbicas desestabilizan dos de los ejes principales de la familia heteronormativa: la reproducción y el parentesco. Desde los referentes más conservadores, la familia debe cumplir con la función de la procreación que sólo es posible entre un hombre y una mujer para dar continuidad a la especie. Algunas lesbianas para ser madres hacen uso de la reproducción heterosexual, pero reconocen que no es el único medio para ejercer la maternidad. Otras lesbianas en pareja o solas “juegan” con la biología y la genética a partir de que hacen uso de distintos métodos de reproducción asistida para tener hijxs.

Esta situación cuestiona a la institución del parentesco, que generalmente se relaciona con los vínculos sanguíneos y con la continuidad de linajes generalmente patrilineales, así como con “la asignación de una mujer y un hombre a un hijo en calidad de padre y de madre” y con la consecuente filiación indivisible dentro de la alianza del matrimonio. Así, al conformar familias y maternidades lésbicas desquebrajan el modo “legítimo” de constitución familiar donde la sexualidad, la procreación y el engendramiento coincidían con el matrimonio de dos individuos para otorgar la filiación. (Cadoret, 2003: 31)

  En este sentido, las maternidades lésbicas establecen nuevas relaciones de parentesco: se constituyen como parejas de hecho con hijxs, es decir, filiación sin alianza matrimonial, o bien, en el caso de las familias de acogida o adoptivas puede o no, existir vínculo de filiación entre madres lesbianas y lxs niñxs debido a que éstos pueden mantener lazos con su familia de origen. En todo caso, las configuraciones lesbofamiliares ponen sobre la mesa la importancia de la parentalidad es decir, el cuidado, la educación y el amor hacia lxs hijxs y sobre todo la filiación como el vínculo con lxs niñxs por encima del parentesco:

Cuando las parejas homosexuales reivindican el reconocimiento de una posición parental para cada uno de los dos miembros de la pareja, no exigen únicamente el reconocimiento de una función de parentalidad (“somos padres tan buenos como los demás”) sino también la proclamación de su posición de parentesco y de su acuerdo de pareja, que ya no pasa por la complementariedad sexual, reflejo de la complementariedad del engendramiento. No niegan la diferencia sexual, no niegan la existencia diferenciada de lo masculino y lo femenino, pero rechazan considerarla como el único fundamento del deseo, de la sexualidad, de la familia… del matrimonio y de la filiación. De este modo nos inducen a retomar la definición de filiación para precisar el papel de ésta en el establecimiento del vínculo social (Cadoret, 2003: 167)

  Aunque el matrimonio es una forma de constituir familias lesboparentales y constituirse como madres, esta alianza se utiliza las más de las veces como una estrategia civil. Con el matrimonio, las parejas tienen mayores posibilidades de acceso a la protección y seguridad social por parte de su compañera, a heredar y ser sujetos de herencia. De ahí que la idea ficticia impuesta por la heteronormatividad del “amor romántico” como base del matrimonio se diluye en el caso de las familias lesboparentales, no porque no exista este sentimiento, sino porque no navegan en el absurdo de la ilusión amorosa sino en la del derecho y la legitimación de sus relaciones en el contexto social a partir del matrimonio.

En un intento de síntesis las experiencias de lesbianas que son madres cuestionan al sistema heteronormativo y patriarcal en cinco aspectos que a su vez se convierten en evidencia de sus límites:

  1. Rompen con el binomio heterosexual de hombre- mujer, desarticulan los discursos que se relacionan con la heterosexualidad como única forma de vínculo íntimo y de establecer relaciones erótico afectivas de pareja.
  2. resquebrajan la idea de procreación como único medio para tener hijxs,
  3. establecen mecanismos diversos para ser madres, juegan con la biología y la genética,
  4. rompen con la alianza pero no con la filiación y cuestionan el parentesco sin negarlo y se centran sobre todo, en los procesos de parentalidad,
  5. utilizan estratégicamente el matrimonio para consolidar una familia sin que ello sea inalienable.

  Aunque las maternidades lésbicas desestabilizan al sistema heteronormativo por el simple hecho de existir, es importante reconocer que no se configuran desde la espontaneidad y desde referentes completamente nuevos; con ello me refiero a que las lesbianas que ejercen maternidad utilizan estratégicamente elementos propios de la heteronormatividad para constituirse como madres singulares. Pero al mismo tiempo transforman a partir de sus actos, lo que se considera parte de esa construcción social. Las normas al ser anteriores a los sujetos obligan a estos a su repetición, pero existe la posibilidad de negociarlas en tanto las normas no siempre son eficaces “la resignificación de las normas es pues, una función de su propia ineficacia y, por ello, la cuestión de la subversión, aprovechar la debilidad de la norma, se convierte en una ocasión para apropiarse de las prácticas de su rearticulación” (Butler, 2002: 72)

  De tal modo que las maternidades lésbicas son performativas4 en tanto los sujetos se apropian de aquellos elementos discursivos que les permiten constituirse como tales a través de la reiteración o citabilidad de los patrones propios y socialmente establecidos de esta institución. Pero las maternidades lésbicas también se constituyen a partir de actos que desestabilizan las categorías normativas tradicionales de familia, maternidad, prácticas educativas familiares, corporalidad y así, materializan formas distintas a las existentes, de ejercicio materno. Así, algunas lesbianas utilizan los intersticios, los huecos, las hendiduras del sistema heteronormativo para producir una materialización distinta de lo que se concibe como maternidad, así instauran lo impensable, lo incalculable, lo inédito.

Y las lesbianas no asumen la maternidad como es lo que “me toca como mujer” por lo que la decisión de ser madres se convierte en un asunto de elección o como diría Marta Lamas «La maternidad voluntaria es una decisión ética de un sujeto responsable de sí mismo. Para defender la autonomía de las mujeres hay que dejar de considerar la maternidad como destino y comenzar a verla como un trabajo de amor que, para ejercerse a plenitud, implica algo previo: EL DESEO».

Fuentes de consulta

Butler, Judith (2002) “Críticamente subversiva” En: Mérida Jiménez, R. M, (ed) (2002) Sexualidades transgresoras. Una antología de estudios queer. Barcelona: Icaria.

Butler, Judith (2011) “Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo” En: Taylor & Fuentes (eds.) (2012) Estudios avanzados de performance. México: Fondo de Cultura Económica.

Cadoret, Anne (2003) Padres como los demás. Homosexualidad y parentesco. Barcelona: Gedisa.

Gimeno, Beatriz (2007) Historia y análisis político del lesbianismo. La liberación de una generación. Barcelona: Gedisa.

Jenkins, Richard (1996) Social Identity New York: Routledge.

Mojzuk, Marta (2012) Entre el maternalismo y la construcción socio-política de la maternidad en: http://www.emede.net/textos/martamojzuk/maternalismo-maternidad_dea.pdf Consultado el 16 de abril de 2014.

Warner, Michael y Laura Berlant (2002) “Sexo en Público” en: Mérida Jiménez, R. M, (ed) (2002) Sexualidades transgresoras. Una antología de estudios queer. Barcelona: Icaria.

 

1 Doctorante en Pedagogía F.F. y L, UNAM. Actualmente trabaja en la tesis de doctorado titulada “los procesos educativos en familias de la diversidad sexual” enfatizando las prácticas educativas de familias homoparentales. correo electrónico: limabaezedith@hotmail.com

2 Retomo de María de Jesús Izquierdo la idea de que la ética del cuidado está vinculada a la conciencia de la vulnerabilidad. (Véase Izquierdo, 2004) Aunque Izquierdo no trabaja propiamente la maternidad, me parece que nutre el debate al respecto. Considero que muchas de las prácticas de maternidad que se llevan a cabo no parten de la conciencia de vulnerabilidad en los procesos de cuidado.

3El mundo que habitamos está permeado por un pensamiento heteronormativo que regula a través de instituciones, discursos y diferentes dispositivos las mentes, los cuerpos y los afectos de los sujetos sociales. La heteronormatividad establece una realidad que se asume sin cuestionar y que de algún modo se convierte en “naturaleza humana” o “hechos de la vida”. Michel Warner y Lauren Berlant (2002), establecen que la heteronormatividad refiere a: “…aquellas instituciones, estructuras de comprensión y orientaciones prácticas que hacen no sólo que la heterosexualidad parezca coherente –es decir, organizada como sexualidad– sino también que sea privilegiada. Su coherencia es siempre provisional y su privilegio puede adoptar varias formas (que a veces son contradictorias): pasa desapercibida como lenguaje básico sobre aspectos sociales y personales; se la percibe como un estado natural; también se proyecta como un logro ideal o moral. No consiste tanto en normas que podrían resumirse en un corpus doctrinal como en una sensación de corrección –tácita e invisible– que se crea con manifestaciones contradictorias –a menudo inconscientes–, pero inmanentes en las prácticas y en las instituciones”. Así, la heteronormatividad deviene en una política opresiva que no percatamos; establece concepciones y prácticas que se asumen como universales y como “normales”. En el caso de las familias la heteronormatividad establece como política de verdad a la familia nuclear biparental, basada en el matrimonio heterosexual y con fines de procreación.

4 La performatividad es un concepto que Judith Butler retoma de la filosofía del lenguaje de Austin y de las críticas que J. Derridá le hace. De tal modo que para Butler la performatividad la concibe como “la práctica reiterativa y referencial mediante la cual el discurso produce los efectos que nombra” o dicho de otro modo “la reiteración de una norma o un conjunto de normas y, en la medida en que adquiera la condición de acto en el presente, oculta o disimula las convenciones de lo que es una repetición” (2011: 72)

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La madre de todas las palabras en ultimadamadremente tres películas poca madre

por SALCON | Magalli Salazar

Para esta minimadre de ensayo cabe hablar del trabajo de tres directores y de algunas películas que refieren muy creativamente a esta bella y colorida palabra en la jerga de lxs mexicanxs. Claro está que películas hay un putamadral, pero estas son la muestra de tres acercamientos al fenómeno de lo madresco. Además de rendir honores póstumos a la revista Alarma! con esta imagen, por su último año de circulación impresa…¡Qué poca madre!

* * *

Comencemos hablando de una parafilia no incluida en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría – en inglés American Psychiatric Association, o APA– , que ha sido recreada en el relato de ficción, Crash: extraños placeres (David Cronenberg, 1996) de la novela del mismo nombre del escritor J. G. Ballard (1973). En ella los personajes se desenvuelven en el mundo de a quienes les excita romperse la madre, sangrar y desmadrar sus autos para después explorar las partes metálicas y abolladas y proporcionarse placer sexual, entre otros desmadres. Es claro el culto por la tecnología. En esta cinta se reconstruye un ambiente cargado de tensión narrativa ambientado en el zoom de la piel desgarrada, amoratada, inflamada a causa del contacto y colisión con el metal.

    Pero, ¿qué madres significa parafilia? Del griego παρά, pará: ‘al margen de’, y φιλία, filía:amor’, es un patrón de comportamiento sexual. Las consideraciones acerca del comportamiento considerado parafílico dependen de las convenciones sociales. Ciertas prácticas sexuales, como el sexo oral, la masturbación o la gerontofilia, eran consideradas parafilias hasta mediados del siglo pasado. Estas se dividen en dos principalmente: las típicas, como el fetichismo, el exhibicionismo, el travestismo, el voyeurismo, la zoofilia, el masoquismo sexual, (que incluye la autoasfixia, la cual se conoce como asfixiofilia), la paidofilia y el sadismo sexual; y las atípicas: coprofilia (placer con los excrementos), necrofilia (placer por los cadáveres en distintos grados de putrefacción), escatología telefónica (incitar a otros a hablar de su actividad sexual o hablarles de cosas indecorosas), clismafilia(la introducción de líquidos en el ano), eproctofilia (gozar con las flatulencias), urofilia (beber o bañarse con la orina), la acrotomofilia (interés sexual por las partes amputadas del cuerpo).

    Crash: extraños placeres es un relato de carne cruda y molida, fierros doblados y actos sexuales con automóviles y vehículos que evidencia la transformación psicológica del ser corpóreo que se ha visto alejado y diluido por la tecnología. La construcción de la ciudad y las máquinas como habitantes del extravagante deseo humano.

*

Otra cinta que ni madres se pueden perder es El bebé de Rosemarie del escritor Ira Levin.  Dirigida por Roman Polanski en 1968, explora la tesis del amor incondicional de una madre. En ella se muestra a una joven pareja de recién casados que llega a vivir a un edificio ¡que no tiene madre!, pero que lo preceden historias escalofriantes. La pareja Woodhouse espera tener a su primogénito.

Esta película es maravillosa, entre otras cosas, porque matiza una historia escalofriante dentro de un ambiente familiar y cotidiano, y muestra en primera persona la vida cándida de la amable protagonista, quién será víctima de la confabulación de un grupo de personas siniestras (¡hijas de su pelona madre!) que realizan un pacto terrorífico –y, la incluye, sin ella siquiera imaginarlo-. La transformación del personaje es extraordinario y lleva una sobrecogedora carga psicológica. Al final, y a pesar de tratar de librarse de ese destino orquestado para ella, todo vale madres. Rose Marie estará dispuesta a proteger y a amar a su bebé, cuyo verdadero padre engendró en ella el Mal.

     Esta es una de esas historias de maternidad extrema en el cineque escapa a la tipología de ser madre. Como, por ejemplo: la solapadora (demasiado permisiva): mamá de Renton (Mrs. Renton), en Trainspotting, de Danny Boyle, 1996; la rígida (autoritaria, dura y fría): Mamá de Tita, (Mamá Elena), en Como agua para chocolate, de Alfonso Arau, 1992 ; la manipuladora (culpa hacia el hijo porque debe estar agradecido eternamente por lo que ella hace por él): la madre de Edward Gein, (Augusta Gein), en Ed Gein, dir. Chuck Parello, 2000; la abnegada (ha sufrido durante toda su vida): la mamá de los Grape (Momma), en ¿Quién ama a Gilbert Grape?”, dir. Lasse Hallström, 2001; la inversionista (sus hijos son un negocio a largo plazo), La madre de Margot (Catalina de Médicis), en La reina Margot, de Patrice Chéreau, 1994; la vanidosa (sólo le importa su apariencia): mamá de Sam Lowry (Ida), en Brazil, dir. Terry Gilliam, 1985; la enfermiza (ni cómo ayudarle): la mamá de Lionel (Vera Cosgrove), en Tu madre se ha comido a mi perro, Peter Jackson, 1992; (la desconsiderada y preocupona): La llorona, en La maldición de la llorona, dir. Rafael Baledón, 1963; y por último, la explotadora (sus hijos la alimentan de por vida): La matrix, en Matrix, dirs. Lana y Andy Wachowski. 1999.

*

Por último, ya que de puras madres estamos hablando, veánse la revoltosa y extraña película Entre Tinieblas (Pedro Almodóvar, 1992), que relata la vida de una chica que vive en el valemadrismo y que de pronto tendrá que refugiarse en el convento de las Redentoras Humilladas: Sor rata de callejón, Sor perdida, Sor víbora, Sor estiércol…

   Una historia bastante tierna y caprichosa, que en algunos momentos es coherente y divertida, y en otros, sufre deslices narrativos. En ella se resalta el papel femenino del sacrificio que toman como opción este grupo de monjas y, como sus nombres lo indican, ellas están dispuestas a la humillación como acto redentor. Una gran pieza de melodrama que juega con el sentido del compromiso y la culpa, del amor fraterno y la entrega. Las redentoras humilladas, esas madrecitas que develan la ambición y el sufrimiento en aquella que escribe best sellers, en la que se droga como prueba de amor, o la que alberga y cuida de las almas descarriadas.

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Guía fácil para el aborto espontáneo (y salvaje)

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Por María Llopis

(Londres, 2011)

1.- Definición de términos. ¿Qué es un aborto espontáneo?

Un aborto espontáneo o aborto natural es la pérdida de un embrión por causas no provocadas intencionadamente. Se distingue pues, de un aborto inducido. El término se puede aplicar solo cuando la pérdida se produce antes de la semana 20 del embarazo, a partir de ese momento se denominará parto prematuro.

2.- Antes de abortar

Las causas de los abortos espontáneos son un misterio para la medicina occidental y no hay nada que un médico pueda hacer para impedirlos. Si intentan recetarte progesterona, recházala. No hay pruebas de eficacidad y solo conseguirán ponerte de un humor depresivo y suicida.

Si te prohiben tener relaciones sexuales, desconfía. Se suele desaconsejar el sexo cuando hay amenaza de aborto (como pérdidas de sangre) pero no existe evidencia científica de que el sexo provoque el aborto. Lo que sí puede suceder es que empieces a abortar después de tener relaciones sexuales. Pero las relaciones no son la causa, simplemente estimulan un proceso que YA a empezado en tu interior. Es como cuando te viene la regla después de follar. No te viene la regla porque folles, te viene porque no te has quedado embarazada. Que no te confundan. Algunos ginecólogos tienen vocación de curas.

3.- No vayas a un centro médico

Si te has hecho una ecografía y ya no hay latido (es decir, el embrión ha muerto), vas a sufrir un aborto. Es solo cuestión de tiempo. Tienes que tener paciencia porque la cosa se puede demorar semanas. Prepara tu cuerpo y despídete. Cada caso es distinto. Cuando comience te darás cuenta, empezarás a sangrar y a sufrir calambres. No vayas a un centro médico porque hay muchas posibilidades de que te hagan una intervención muy agresiva y en absoluto necesaria.

Abortar es doloroso y difícil. Es mucho más cómodo hacerlo en la intimidad de tu casa o en un lugar familiar que en un hospital rodeado de extraños. Tú sola puedes hacerlo, solo necesitas la ayuda de un buen amigo. A ser posible, amigos.

Yo personalmente recomiendo la playa (nudista y desértica, para evitar indeseado público) o la montaña. Vas a sentir la necesidad de ponerte en cuclillas y de empujar. Hazlo. Obviamente, hacer esto en el salón de tu casa no es muy práctico, ya que vas a dejar el mobiliario hecho un cristo con la sangre. De ahí que sea infinitamente más práctico hacerlo en la naturaleza, donde el agua del mar y la tierra van a ayudarte a limpiar y a absorber el flujo. Pero claro, la temperatura tiene que acompañar. Si hace frío no va a ser muy buena idea, porque el frío hace que los calambres se intensifiquen y sean más dolorosos.
Pero si es verano, hace calorcito y tienes una playa o el monte cerca, no lo dudes. Pídele a tus amigos o a tu pareja que te suban al coche y que te lleven a la naturaleza. Lo único que necesitas es algún medicamento para el dolor.

Si a pesar de mis recomendaciones por un aborto natural y salvaje has decidido que la naturaleza no es lo tuyo y prefieres quedarte en casa, mi recomendación (y la de muchos manuales) es quedarte sentada en el WC cómodamente. Vas a sangrar tanto que no tiene sentido andar poniéndote compresas, vistiéndote y desvistiéndote. Y lo vas a dejar todo perdido de sangre.

Uno de los principales inconvenientes de esta opción es que te va a resultar difícil inspeccionar los tejidos expulsados. Y este paso es muy importante, ya que además de todo el tejido de sangre, vas a expulsar lo que se llama el saco gestacional, que será más o menos grande dependiendo del tiempo de gestación. Tienes que expulsarlo, así que asegúrate de que sale. Cuando lo tengas puedes enterrarlo en la tierra, arrojarlo al mar o realizar cualquier tipo de ritual de despedida.

4.- Ecografía final para asegurarse de que todo ha ido salvajemente bien

Una vez el aborto ha finalizado, debes acudir a un ginecólogo para que te haga una ecografía. Así estás segura de que el aborto se ha completado de forma satisfactoria y de que no queda tejido en el útero. Espera un poco, porque el proceso puede durar hasta diez días. Es una vista ginecológica rutinaria. Genera una ligera frustración en el ginecólogo, ya que con este tipo de visitas se toma plena consciencia de que lo que nos interesa es el cacharro para hacer la ecografía. Fíjate bien en ellas, las ecografías son relativamente fáciles de leer. En este caso el útero debe aparecer liso y hermoso, con una línea fina que es la zona donde estaba implantado el saco gestacional.

5.- No te quedes sola

Asegúrate de tener ayuda durante una semana como mínimo. Alguien que te cocine, que te prepare bebidas calientes, que vaya a por medicamentos para el dolor, que te coja la mano cuando sientas calambres y que te apoye psicológicamente. Si te quedas sola vas a sufrir muchísimo. Piensa que no vas a poder ni andar a causa de los fuertes dolores.

Cancela citas de trabajo y personales en la medida de lo posible. Durante las siguientes semanas vas a encontrarte muy mal. No emprendas cambios de país, de trabajo o de residencia. Vas sentirte muy cansada y triste. Póntelo fácil. Y no te quedes sola. Las semanas después de abortar son como un bajón de pastilla eterno. Crees volverte loca. Si te quedas sola, lo harás. Si te mantienes rodeada de cariño y de amigos, no.

6.- No te culpes.

La ciencia médica occidental desconoce las causas que motivan los abortos espontáneos. Sólo se barajan hipótesis: anormalidades cromosómicas y misterios varios. Así que no te culpes.

La conclusión de uno de los libros más respetados sobre la materia, escrito por la directora del centro de aborto recurrente del hospital St Mary´s de Londres, es que hay más posibilidades de que el embarazo siga adelante si la mujer se siente querida y cuidada. Años y años de investigación y estudio en la materia por parte los mejores profesionales del mundo para llegar a esta conclusión: Lo que necesita una mujer embarazada para poder llevar a cabo su embarazo es tender loving care (cuidado, cariño y amor). Así de simple.

El libro en cuestión se llama Miscarriage: what every woman needs to know, de Lesley Regan y no encuentro traducción del inglés al castellano. Es un libro muy recomendable.

Las cifras de abortos espontáneos son altísimas. De hecho es la complicación más común del embarazo. Por lo visto, uno de cada cinco embarazos termina en aborto espontáneo. Incluso más. Sin embargo es un tema muy poco hablado y de alguna forma esta sociedad lo considera tabú. La costumbre de no hacer público un embarazo hasta el cuarto mes se debe precisamente a las altas posibilidades de abortar en los tres primeros meses. Solo cuando tú haces público tu aborto, empiezan las mujeres a hablar de ello. Madres que nunca confesaron a sus hijos haber sufrido abortos previos, vecinas, colegas, tías, primas desvelan sus abortos cuando tú haces público el tuyo. Habla.

7.- Fíate de tu instinto.

Es lo único que tenemos, nuestro instinto. La ciencia médica intentará convencerte de que tú no sabes nada, de que es imposible sentir la muerte del embrión en tu útero, o el momento en el que te quedas embarazada. Ni caso. Si te escuchas un poquito, puedes ser consciente de todo. Lo más difícil será no hacerle caso a las barbaridades que te van a decir los ginecólogos, amantes, amigos y vecinos. Todo el mundo va a decirte muchas cosas, y lo que es peor, se te va a juzgar y condenar por no seguir las reglas del juego patriarcal.

Hace mucho tiempo, en tiempos de brujas y matriarcado, las mujeres sabían mucho más sobre sus cuerpos y sus vidas. Sabían escucharse a sí mismas y eran respetadas en las decisiones que concernían a sus cuerpos y a sus criaturas. Hoy en día una mujer que no quiere acatar las órdenes de un sistema médico incongruente es atacada e insultada. Esperen si no a los comentarios de este post.

En el hospital de St Mary´s, en Londres, en la unidad de abortos recurrentes, pregunté que cuál era el protocolo a seguir ante un aborto espontáneo. La ginecóloga me contestó que en cada caso se procedía según el deseo de la mujer. Que cada mujer tenía unas necesidades distintas. Me sorprendió de sobre manera la lógica de esta respuesta. Les aseguro que esta no es la actitud general del sistema médico en España. Creo que el hospital de St Mary´s es un buen hospital.

Sigue tu instinto y exige que los médicos, amigos y familiares respeten tus necesidades. Esta guía pretende facilitar un proceso relativamente sencillo, para así librarnos de prácticas médicas innecesarias, dolorosas y de probada ineficacia. Como dijo la ginecóloga del St Mary´s, que cada mujer aborte como quiera.

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María Llopis (Valencia, 1975)

Artista, activista, queer, post-pornógrafa, autora del libro El Postporno era Eso. Actualmente se encuentra en el proceso de producir su segundo libro  Maternidades Subversivas.

Puedes contribuir a la campaña de fondeo colectivo del libro Maternidades Subversivas AQUI

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Hay maneras de sentir los procesos del cuerpo

"Paciencia" por Susana del Rosario
«Paciencia» por Susana del Rosario

Por María del Carmen González Hernández

Siempre fui muy cachonda, pero el coctel hormonal del embarazo me hizo insaciable, no podía dejar de experimentar, la panza era un accesorio corporal más de mí placer. Así que tenía que disfrutarme. Cuando te embarazas de lo que no careces es de creatividad, de esa que mana del coño que deja de sangrar durante treintaytantas semanas y que va explotar.

Hay maneras de sentir los procesos del cuerpo. Pase de todo, casualmente cada vez que cuestionaban mi decisión de ser madre, vomitaba, para mí eso adquiría significados que me ayudaron a sobrellevar tanta bazofia. Desde las que me preguntaban si ya sentía como le latía el corazón a un cigoto, hasta cómo es posible que mi vientre sirva al patriarcado, pariendo hijos, me resulta incomprensible que las personas que supuestamente defendían el derecho de hacer lo que queramos con nuestro cuerpo, no incluyan en su mundo tan pequeño y cerrado que a una también le gustaría ser madre, en realidad sigo sin saber que discurso más ridículo.

Y es que el problema de la maternidad, radica en lo que pasa a partir del cuerpo, todas las construcciones que hay alrededor de una, porque no es lo mismo ser embarazada de la Ibero, que ser embarazada del Conalep, he ahí las burlas con corte no solo clasista o sexista, también racial. No conforme con eso, el sistema de salud, te recuerda que ser pobre y estar embarazada no va de la mano, filas y malos tratos por parte del servicio médico, carteles y comerciales que te recuerdan que existes como mujer solo si eres madre, pero que tu maternidad lleva el apellido de múltiples marcas (Gerber, Nestle, Huggies, entre otras) Así es como el mercado te recuerda que tu bebé si no cumple con ciertas características, no puede habitar este mundo y si no lo puedes mantener, mejor aborta. He aquí que la mayoría de las causales de aborto es por situación económica y es que no puedes tener los hijos que se te pegue el coño si no tienes con que mantenerlos.

Además de que el estado ha perpetuado a través de programas y políticas públicas que el cuerpo es útero, de ahí, los beneficios y condescendencias si eres madre trabajadora, los programas de desayunos y guarderías. A esto, hay que sumar los programas de televisión y las películas con historias sobre maternidades sumisas, subordinadas, no importa que te pasé a ti, siempre hay que salvar al producto, no importa si tú mueres en el parto o por una negligencia médica, salvaron a tu hijo y eso es lo que tu querías seguramente, porque no debes olvidar que eres madre, que no tienes descanso, que eres abnegada y sacrificada.

Es difícil decidir ser madre bajo este contexto, pero a mí parecer, el problema radica en que no hemos visto que la maternidad también empodera, que el ejercicio de una maternidad por decisión, subvierte, porque hemos creído que sobre nuestro cuerpo, nuestra vida, no opinamos, no hablamos, pero gritamos a la hora del parto, si todo lo personal es político, la maternidad es dinamita.

Nos han educado bajo el mandato de deben detestar el hecho de ser madre, porque es horrible cambiar pañales, porque todos los bebés son odiosos, apestosos y lloran, porque te vuelves fea, gorda y siempre hay que ser bonita y joven. Así las chicas exponen razones como estas con la finalidad de rechazar la maternidad, porque no es digno envejecer en esta sociedad, dedicarse a sí misma y a otro, y si el otro salió de tus entrañas, peor, que asquito. Sin embargo respeto a todas las que han decidido no ser madres, pero conscientes de esta decisión y de la carga política que esto implica también, y no lo hacen por las banalidades que dicta la modernidad, aunque difiero con ese discurso de que los vientres sirven al patriarcado en el momento en que decides ser madre, es seguir delegándole a un sistema de opresión lo que pasa por mi cuerpo y eso es a estas alturas ya, insostenible. Así el feminismo ahora habla de la maternidad como de la pornografía y el trabajo sexual: es necesario abolirlo. Y no, no estoy de acuerdo con rechazar lo que las demás hacen y tratar con desprecio a las que son madres.

Si bien este sistema no da muchas opciones para decidir si ser madre o no. La solución no está en obligar a las mujeres a ser madres, como tampoco está en excluirlas porque lo son. Hay que crear entonces las condiciones para las que decidan ser madres, lo ejerzamos con plenitud, fuera de violencias obstetras, sociales y estatales. Empoderarnos de nuestros cuerpos y de este proceso también. Hacernos conscientes de lo que pasa por nuestro cuerpo en momentos como este. Exigir no ser tratados como idiotas, aprovechar los desbordes hormonales para defendernos o experimentar placer. Por que como todo cambio corporal es personal y político. Hay que trabajar la maternidad desde la subversión y retomar lo que es nuestro, porque no es casualidad que un bebé solo necesite leche materna durante 6 meses para estar bien, alimentado, sintiendo el calor del cuerpo de su madre. Aquí, aquí toda construcción se cae y se retorna irremediablemente a lo salvaje.

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ma.carmenMi nombre es María del Carmen González,  tengo 25 años y soy mamá de Batman, experiencia que me gustaría repetir, pero ahora quiero a La Mujer Maravilla. Tengo dos hijas caninas, me gusta la pornografía y las drogas. Me gusta ese feminismo que es incómodo para las institucionales, me han cerrado espacios. Me gusta David Bowie, New Order. Me gusta leer y no me gusta el lugar donde trabajo. 

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Historia verdadera de la inmaculada concepción de Diego y Santiago

Por Criseida Santos Guevara (Las Dos Mamis)

A la fecha, muchas personas me preguntan cómo se embarazó Ana. Y yo me quedo pensando y mirando fijamente una caja de Merapur que todavía conservo en mi escritorio y recuerdo.

Es la historia de un amor como no hay otro igual

Ana y yo nos conocimos a los dieciseis años míos y quince de ella. Yo iba en tercero de prepa y ella entró a primero. En realidad sólo nos llevamos seis meses. Yo nací en mayo y ella en octubre. Nuestra historia y amistad fue creciendo y madurando a través de experiencias y viajes que compartimos durante todos los años posteriores en la carrera. La conocí en las etapas más diversas. Cuando tenía frenos y usaba unos lentes enormes, cuando empezó a trabajar, cuando entró a Arquitectura y conoció a su primer novio en serio (había tenido otros, pero no tan en serio) y cuando a los 20 años decidió cambiarse a Artes, en una escuela diferente a la mía. La conocí cuando se moría por ir a vivir a New York, cuando pensaba no tener hijos y cuando volvió a quererlos en su vida.Por eso, el año en que empezamos a andar me dijo muy seria: “Nada más que tienes que tomar en cuenta que quiero tener hijos”. Me quedé con la boca abierta. Yo tenía 25 años y todavía no decidía un asunto como ese en mi vida. Yo vivía en Las Cruces, New Mexico y ni siquiera tenía claro si volvería a Monterrey. Ella, que ya vivía en la Ciudad de México, me dijo que no lo pensara tanto y me arriesgara, que me fuera a vivir con ella. Yo estaba empanicada. La serie de historias suburbanas y apócrifas del DF me tenían muy impresionada y tenía mis dudas en venir a vivir a un monstruo de ciudad. El caso es que el 16 de diciembre de 2003 tomé la decisión más importante de mi vida. Tomé un avión y me fui a vivir para siempre con Ana. Al principio no fue fácil. No encontré trabajo con la rapidez que me hubiera gustado, pero poco a poco me fui adaptando a ese cambio tan radical. Yo estaba tan enamorada de Ana que el 2 de enero de 2004 nos fuimos a “casar” a las Pirámides de Teotihuacan. Me dio un mes exacto para acoplarme a mi vida de mujer casada y retomó la plática que teníamos pendiente desde el año pasado. Me dijo que ella iba a tener hijos, que era una intención muy seria en su vida. Que le gustaría tenerlos y criarlos conmigo, pero que si no, ella iba a buscar la manera de embarazarse. Yo le dije que estaba bien, que nos dieramos un año. Si la relación funcionaba, entonces nos aventábamos el paquete. En el fondo de mi corazoncito siempre quise tener hijos, sólo que tenía un miedo profundo de repetir esquemas y patrones. Tenía miedo a ser como mi madre había sido conmigo y no quería arruinarle la vida a un ser inocente. El año pasó y en enero de 2005 le comentamos a nuestra terapeuta nuestras intenciones. Ella nos recomendó a un doctor y en febrero fuimos a preguntar cómo funcionaba el proceso.

Necesito dinero, pero mucho dinero
Nos sentamos un nueve de febrero de 2005 en el consultorio del doctor Barros y dijimos sin rodeos: “Queremos tener hijos”. El doctor nos miró y preguntó cuál era el procedimiento que queríamos seguir. Le explicamos que nuestra terapeuta nos había platicado de uno en el cual los óvulos míos podían fertilizarse junto a los de Ana, ver cuáles eran viables e implantarlos en el útero de ella. Nos dijo que sí era posible. Nos dio una lista de exámenes médicos y un presupuesto aproximado. Nos recomendó optimizar recursos, es decir, que sólo una se hiciera el tratamiento de ovulación y a la otra se le implantara, pero nosotras decidimos la democracia de la naturaleza. Quisimos entrarle las dos y dejamos en claro que Ana sería la portadora. A mí siempre me ha dado igual llevar un bebé o no en la panza, así que si Ana quería experimentar los achaques del embarazo, por mí estaba bien. Salimos del consultorio y nos fuimos a casa. Hicimos cuentas, abrimos una cuenta bancaria mancomunada con el único objetivo de ponerle dinero cada mes, lo más posible, hasta reunir la cantidad tentativa que nos había dicho el doctor.

Ay dolor, ya me volviste a dar
En diciembre de 2005 ya habíamos reunido la cantidad que el doctor nos había dicho. Fuimos a consultarlo y nos dijo que lo primero que debíamos hacer era empatar nuestros ciclos menstruales. Esto nos tomó un mes, así que en enero que ya por fin estabamos sincronizadas, nos recetó la primera dosis de medicamento. Eran inyecciones subcutáneas que ayudaban a producir folículos que a su vez se convertirían en óvulos. Había que aplicar el medicamento a la misma hora y como yo en ese momento daba clases a las 7:30 am, la hora que quedó fue las 6:00 am, incluyendo sábados y domingos. Este medicamento nos iba a acompañar hasta unos días antes de la punción. Y pensamos que así de fácil iba a ser todo. Un piquetito subcutáneo y ya. Pero al cabo de unos días, cuando vino la última regla para Ana, nos mandaron un examen hormonal y una serie de inyecciones intramusculares de otro medicamento. A partir de este momento íbamos cada dos días a monitorear los folículos. Al día, nos estábamos aplicando dos subcutáneas y una intramuscular. Al cabo de los días, la piel y las pompis se vuelven extremadamente sensibles. Mi tormento terminó el 15 de febrero. Ese día fuimos a la punción. Así es como se le dice al acto de extraer los óvulos. El 15 de febrero era miércoles y yo no tenía clases, así que fue fácil llegar al hospital Ángeles Lomas que está en Huixquilucan. Nos mandaron tan lejos porque allá es donde tienen el equipo. La cita fue a las 7:00 am, pero yo me debrayé tanto que salimos a las 5:00 am de mi casa y llegamos a las 6:00 am. Para colmo de males, como iba a ser una operación en quirófano, teníamos que estar en estricto ayuno, así que ni un café para mitigar el sueño ni el hambre podíamos tomar. Y el pinche frío que hacía que todavía Ana no puede perdonarme. El doctor llegó a las 7:30 am y nos pasó a una salita de espera. Nos dijo que nos aplicaramos una ampolleta y decidiéramos quién iba primero a la punción. Decidimos que yo fuera la primera. Me pusieron gorro, bata y zapatos esterilizados y me treparon en la plancha. Me colocaron el aparato que mide la presión automáticamente, me pusieron suero, oxígeno y casi a las 8:00 am, anestesia general. Lo que sucedió a continuación no lo recuerdo, pero dicen que es algo así: abren las piernas en una camilla tipo ginecólogo, todo está perfectamente esterilizado pero al aire libre; meten una jeringuilla en uno de los ovarios, en el que más folículos víables haya; los extraen; inmediatamente esos óvulos son depositados en un medio estéril, probablemente dentro de una cajita de Petri y ahí esperan a que se les pongan los espermas, mientras tanto, te cierran las piernitas, te ponen en la cama de recuperación y aunque parezca un procedimiento sencillo, duele muchísimo.
Lo siguiente que recuerdo fue un regaño de la enfermera por estarme jalando el oxígeno. Luego vino el doctor para ver cómo estaba y ahí empezó mi pachequez. Lo agarré a besos y empecé a contarle a las enfermeras que me había ido de luna de miel a Hawaii. De rato, trajeron a Ana a la sala de recuperación. Para ese entonces yo me había intentado parar pero un dolor muy fuerte, como un gran gran gran gran gran gran cólico me había dado, así que me habían puesto una analgésico en el suero y me habían dicho que volviera a acostarme. Como todavía estaba borrachina entre la anestesia y el analgésico, lo único que acerté en hacer cuando oí a Ana que lloraba al lado de mi cama fue a acariciar la cortina, según yo la estaba consolando. Como a las 9:30 am, pude abrir los ojos. El doctor vino a hablar conmigo, porque era la más conciente. Me dijo que recordara ponerle dos inyecciones más a Ana, ya que ella sería la portadora y debían prepararle el medio. Ya para ese entonces yo me sentía un poco abochornada por mi comportamiento previo. Me dijeron que me sentara, que estuviera así unos minutos. Si podía sostenerme, entonces era que ya se me estaba pasando la anestesia. Me ayudaron a bajar de la camilla y me dijeron que ya podía ir a vestirme. No fue fácil, nada fue fácil. Estábamos completamente perdidas y con mucha hambre. Tomamos un taxi afuera del hospital y le dijimos que nos llevara al World Trade Center. Cerré los ojos y lo siguiente que escuché fue: “Y aquí a dónde le doy?” Estábamos afuera del World Trade, habíamos hecho una hora de regreso y las dos veníamos perdidísimas en nuestro mundo. Nos bajamos en un Vip’s para desayunar algo, pero sentíamos una molestia generalizada. Sobre todo Ana, sentía mucho dolor en el vientre. Nos fuimos a la casa y nos tumbamos en la cama a dormir hasta las 6:00 pm.

Ay, dolor, ya me volviste a dar II

En el momento de la punción, me sacaron 10 óvulos a mí y 12 a Ana. Los pusieron en una caja de Petri y pusieron la muestra de semen que habíamos comprado días atrás. La muestra era del mismo hombre. Lo escogimos con caracterísitcas similares a nuestros gustos, es decir, lo escogimos con gusto por la música, pelo café y alto. El sábado 18 de febrero volvimos al hospital de Huixquilucan para que hicieran la transferencia. El doctor nos había advertido que los óvulos iban a seguir un camino natural, es decir, iban a aceptar o no aceptar al espermatozoide, iban a desdoblarse en dos, cuatro, ocho y dieciseis células según el curso propio de cada uno. Iba a ocurrir tal cual hubiera ocurrido en nuestro cuerpo, de manera que no podíamos esperar 22 óvulos fecundados, a lo mucho 8. De esos 8, iban a escoger 3 que por la edad de Ana era lo máximo recomendado. Pero resulta que de los 22 óvulos únicamente 4 completaron la división hasta 16 células. El doctor le enseñó a Ana las fotos de cada óvulo. Eran dos míos (“dos hermosas y esplendorosas mórulas”, dijo Ana) y uno de ella (“una vil uva pasa arrugada”, dijo Ana). Le hicieron la transferencia mediante un cateter. Esta vez no hubo anestesia general y sólo Ana entró al quirófano, perfectamente conciente pero con ropa esterilizada y con los zapatos y gorro azules de peyón. Luego, pasó algo similiar a la punción: las piernas abiertas, las manos detenidas a los lados para que no fuera a intervenir. El doctor y un ayudante prendieron una cámara como de ultrasonido para monitorear lo que pasaba dentro de Ana, le pidieron que se relajara porque el cateter debía entrar en el primer intento y con facilidad para garantizar la supervivencia de los embriones que únicamente pueden permanecer con vida a temperatura ambiente aproximadamente treinta segundos. El mes antes ya habían hecho una prueba previa de transferencia para saber si cabía o no el cateter porque tiene que perforar el útero. Entonces Ana se relajó, le introdujeron el cateter despacio mientras ella veía en el monitor cómo entraba y por dónde iba pasando. Cuando llegaron al útero, depositaron los embriones en una de las paredes. Los doctores pusieron cara de “tú viste dónde quedó la bolita”, pero inmediatamente el doctor le dijo a Ana que se relajara y esperara dos horas en esa posición. Nuevamente estuvo en la sala de recuperación y le mandaron reposo ABSOLUTO durante dos semanas. A partir de ese día y durante un mes, tuve que aplicarle dos ampolletas diarias de progesterona para que los embriones se fijaran en el útero. Fueron días de extrema ansiedad, porque no hay manera de saber si pegó o no, sino hasta que pasa el mes y la gonadotropina coriónica humana se hace evidente y se puede efectuar un examen para determinar si hay o no embarazo.

We are the world… we are the children
Apenas el resultado fue positivo, fuimos al primer ultrasonido. Se veía muy evidente que había un embrión y atrás de él se veía una manchita. El doctor nos dijo que era uno. Nos dio cita para el próximo mes y nos mandó a casa llenas de tantas emociones encontradas. Primero de felicidad por estar embarazadas, pero de tristeza porque los otros no habían pegado. La sorpresa fue en el segundo eco, que nos dijo: “Anita, Cris, pues estaba yo equivocado… son dos”. Nos pusimos muy felices. Pero nos advirtió que el mamífero humano no está diseñado para tener dos bebés y que en cualquier momento uno se podía salir o dejar de gestar. No obstante, las especulaciones empezaron. ¿Serían niños o niñas? Ana dijo:“son dos hombres y encima, van a ser libra”. El papá de Ana fue premonitorio: “el medio químico, el PH, seguro favorece la procreación de niños”. Otro amigo dijo: “no te apures, sólo existe un 25% de probabilidad de que sean dos niños”. Pero como a todos los porcentajes mínimos le habíamos estado atinando, pues nos salieron dos hombres. Yo quería uno y uno, era el balance perfecto. Iban a ser Diego y Sofía. El doctor nos había dicho que el de arriba era seguro niño y el de abajo podía ser niña. Pero al cabo de los meses, Sofía resultó Sofío y tuvimos que buscar un nombre de niño. Ni modo de quitarle su nombre a Diego. Ana sugirió Santiago y a mí me gustó mucho. Desde entonces Diego y Santiago. Diego es el de arriba, mide y pesa más. Santiago es el de abajo, mide un centímetro menos y pesa unos gramos menos. Ya los reconocemos por su perfil.

Se acerca la hora cuchi cuchi
Diego y Santiago pueden nacer, a partir del 7 de septiembre, cuando se les dé la regalada gana. Ahora le estoy inyectando a Ana la sustancia que sirve para que los pulmones de los bebés maduren. Ana está por cumplir 30 semanas de embarazo. En caso de que los bebés nazcan en la 32 (semana en la que la mayoría de los gemelos nacen) van a poder adaptarse con mayor facilidad al ambiente gracias a las inyecciones. El doctor nos ha dado tres fechas, la más lejana es el 24 de octubre. La decisión de su nacimiento es completamente de ellos. No van a llegar a término porque pesan mucho, pero pueden llegar a la semana 38.

Estamos muy emocionadas. Ya tenemos la ropita con la que saldrán del hospital. Un montón de cobijas. Una dotación provisional de pañales de tela. La cuna está por llegar. Tienen una cantidad aceptable de ropa. En el momento que deseen pueden nacer, los estamos esperando y ya queremos conocerlos.

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*Publicado originalmente en el blog Las Dos Mamis, Activismo Virtual

Conóce más de Las Dos Mamis en su blog

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Participantes #7

Editora Invitada

Amor Teresa Gutierrez. (MX)  Doctorante en pedagogía porAmor-Teresa-Gutie_rrez-Sa_nchez_162 la UNAM. Curadora de la Exposición Colectiva “Sexo, sexualidad y Género,miradas feministas desde la poesía documental”. PUEG-UNAM/Museo de la Mujer. México, D.F. Conduce el programa de radio enREDadxs

http://enredadasmujeres.blogspot.com.ar/p/enredads-mexico.html

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Ilustradora

Iurhi Peña. (MX) Estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas U.N.A.M.

Hace arte, ilustra y fanzinea desde la editorial independiente PET RAT

https://www.facebook.com/PublicacionesPetRat/timeline

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Diseño de portada

Alex Xavier Aceves Bernal (FR. 1987) alex-1
Artista Visual por la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Su producción plástica se centra en el dibujo y la instalación. Asiste al artista Cai-Guo Qiang en la producción de la muestra “Resplandor y Soledad” y a Rirkrit Tiravanija dibujando para la pieza “100Years Pictorial history of World Revolution” ambos trabajos presentados en el MUAC. Ha participado en una docena de exposiciones colectivas. Sus ilustraciones han sido publicadas en diversos medios independientes.

http://alexnoalejandro.tumblr.com/

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Abeley Rodríguez  Es Magíster en Estudios de la Cultura, mención políticas culturales, tiene estudios de maestría en Museología  y es licenciada en Letras, mención Historia del Arte; ha sido docente, ha sido performancera con el grupo Dánzate e independientemente, y ha organizado algunos eventos alrededor del arte-acción. Desde 2003 hasta la actualidad, trabaja como investigadora-curadora en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. Este año saldrá a la luz su primer libro Cuerpos “irreales” + arte insumiso. Estudio de tres propuestas de Argelia Bravo en la Serie Magister de la UASB.

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Antonio Centeno Ruiz
Nació en 1971 en Montcada i Reixac, vive en Barcelona desde 1999. Adquirió su diversidad funcional antonioa los 13 años. Licenciado en Matemáticas por la Universitat de Barcelona, ejerció como profesor de Matemáticas de Educación Secundaria desde 1998 hasta 2010. Activista del Movimento de Vida Independiente desde 2004.

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María Llopis (Valencia, 1975)putafotofacebook

Artista, activista, queer, post-pornógrafa, autora del libro El Postporno era Eso. Actualmente se encuentra en el proceso de producir su segundo libro  Maternidades Subversivas.

Puedes contribuir a la campaña de fondeo colectivo del libro Maternidades Subversivas AQUI

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Magalli Salazar/SALCON. Artista mexicana. He realizado arte público en la Ciudad de México. Actualmente trabajo en un proyecto de arte y educación. También he colaborado en varias publicaciones.
www.artepublicomx.com[/box]

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Marisol Maza

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Rubén Maldonado Barrera (Escalera) es un artista visual que vive y trabaja en la ciudad de México y Tlaxcala. Actualmente hace escultura  y dibuja de vez en cuando. En los últimos años se ha rubenoscentrado en convertir su trabajo manual en vehículo de lo que piensa, hace y dice.

 

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Pola RG (México DF, 1986).PolaRG-1

Fotógrafa egresada de la ENAP, ha trabajado para el Centro Cultural Helénico y forma parte de la casa productora “Estudio 42″. Fue directora de fotografía y arte en: “Tres hilos para bordar” corto ganador del reto DocsDF en el año 2010. Su trabajo como fotógrafa se ha usado como portada para la antología de teatro de Tierra Adentro, así como del libro “El amor en cada esquina”.

http://flavors.me/pola_rg#_

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V de Vayaina (MX) Escritora, pornógrafa y traductora feminista.

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Jessie Jack 

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Selen Catalina Arango Rodríguez (Colombia) Poeta, crítica cultural feminista y candidata a Doctora en Pedagogía.selen2 Su poemario, “Prestidigitaciones y otros juegos de memoria” (2013, Odisea Cultural, Tabasco), fue premiado en el 2009 por Ediciones Embalaje del XXV Encuentro de Mujeres Poetas Colombianas. Es conductora del programa de radio de internet, Poesía Degenerada, en Vórtex Radio Comunidad.

http://casimentiras.wordpress.com/

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