Selección de Tadeo Cervantes
Sonoridades
Hay ronroneos, bufidos que claman:
Llueve más de lo que esperábamos y la tierra ruge:
un acto de restauración:
soñamos devenir y clorofila:
recuperación:
aliento:
lluvia
sobre las plantas y los árboles en el baldío de al lado:
sonoridades
que resuenan al día
en que nos conocimos
y a devenir amantes
redes
y miradas de reconciliación.
Una loba acecha desde lo alto del bosque.
Partidas
Parto de que a mi padre carpintero a veces le duelen los pulmones
parto de que un día amanecimos con miles de mariposas por todas partes y cadáveres de pájaros en las calles
que restringieron el uso de los autos
que nos asustamos
y de todas formas
no inventamos una mejor forma de hablarles
de comunicarnos.
Cuál es la variante dialectal en que traducir esto:
moléculas de agua fósforo nitrógeno sales minerales y cobijo
¿De qué manera una madera madre atiende el crecimiento y el ritmo de sus hojas sus retoños: plántulas a la vera?
¿De qué manera una madera madre
puede enviar mensajes punzantes y turbios
en moléculas dolorosas?
Azar y entretejidos: espacios que se restauran y florecen.
A veces deternerse es otra forma de fluir y amar.
Decir
no es suficiente:
es preciso respirar:
mensajes de humus y nitrógeno y aminoácidos y alegría
de qué manera: azar:
aquí se dice de árboles y bosques a kilómetros de distancia donde se sueltan lobos y se respira.
se dice de lobos y de ciervos
y también se busca
una lengua
en la que hablarte
y cobijarte sea vibrante y tierno, anémona.
A ocho años de distancia del día en que nos alivió una sábila, vi un video el video de los lobos, que me mostraste:
Reintrodujeron lobos en un bosque.
Catorce, los echaron a correr por la reserva.
Todo comenzó con los lobos cazando ciervos, dice el documental.
Redujeron la población de ciervos y las plantas crecieron de nuevo.
Llegaron insectos y florecieron nuevamente plantas y brotes de árboles.
Regresaron aves y castores que construyeron diques para que las especies de los ríos prosperaran, y los reptiles y conejos.
Y hubo charcas y el cauce de los ríos fue de nuevo caudaloso:
Guadalupe.
A unos metros de distancia las células de la Maestra Olmedo reconocen la información que dieron en exploraciones a bosques artificiales y a bosques orgánicos en sopas en suéteres en ropitas tejidas y que podrían decir serenamente: basta.
Soñé con lobos.
Nos perseguían.
Entramos todos:
optar por el azar.
A veces detenerse es otra forma de fluir.
Una manada a nuestro lado duerme bosque arriba.
Datos
La lengua del imperio de nuestros días está cifrada en estadísticas, en ríos de datos fluyendo por redes de energía y siliconas, sales: que acumulan reglas y multas y cárcel a los que van en contra del imperio y a nuestra forma establecemos formas de resistirnos a esa lengua: a veces nos sale a veces no.
El imperio habla en monedas y talentos que absorben y cercan ríos que destrozan territorios y extraen minerales y ríos y personas: que disuelven, trozan y acumulan. Intervienen procesos metabólicos: sustraen.
Acumular es una lengua imperiosa.
Competir es una tarea imperial.
Imponer es la masmédula de esto que hasta ahora vislumbro como lengua imperial inserta y dolorosa: aguda, punzante: imponer es una forma de dolor que se introyecta y envenena.
Hace pensar en sustracciones.
Hay algo que requerimos conocer. Hay algo que es preciso comprender y amar. Hay algo ajeno que debe ser soltado.
Soltemos lobos.
Soltemos la idea de que estamos solos.
Esta noche a dieciséis kilómetros de distancia en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía las células de la maestra Olmedo se debaten entre el sueño de devenir células o dormir profundamente; no podemos acompañarlas.
Respirar
Había una vez un mundo en el que el sueño de las células sólo era devenir células y fluía en lenguas vernáculas:
después comenzamos una carrera por buscar la combustión para producir magnitudes en la lengua del imperio, que la idea del imperio impuso.
y a veces parece
que perdimos
que rompimos
aceptamos jaulas, jardines botánicos y zoológicos:
oficinas
vehículos de locomoción
altius fortius raudos:
aunque en el baldío de al lado:
la vida bulle
y me vuelvo cursi
y simple:
imagino que si hago
crecer un árbol podremos hablar
y escucharnos
así:
respiraciones
comunes,
puntos de vista paralelos:
un lobo y un cangrejo:
anémonas malvas:
valentía
y abrazo en
un álbum de la forma de las hojas en las manos
diques y represas a la lengua del imperio:
con sus magnitudes y medidas:
aunque ahora te encuentres
en la misma ciudad
a nueve kilómetros y un metro de distancia
a veinte minutos sin tráfico
estás más lejos que la
secuoya que la mujer
no pudo salvar
que los bosques que se están talando justo ahora
o el manantial que resguardaron esta
tarde los municipales:
sembraré un árbol.
Estoy aquí hablando en lo que tengo porque
respirar contigo es una transformación que produce aliento.
Alentar es una forma redonda y cálida de resistir.
Devenir célula que sueña devenir célula.
¿Cómo en una lengua precisa, anémona?
Soñaríamos fonemas que devienen precisos e impermanentes márgenes de holgura y placidez, extensiones inmensas de un presente bullendo en la hermosa combustión de inspirar oxígeno y expirar dióxido de carbono y otros gases: reburbujeo de calidez y luz, aromas, balbuceos, quejidos, babas, mocos, fluidos estruendosos, amorosos gemidos que quedan balbuciendo una inhalación tras otra y dan paso a nuevas y redondas maneras de compartir espacio, ocupar tus honduras y las mías como el agua que fluye en las montañas: claro río.
Amarnos en presencia y alegría como la gota que derrama el vaso, amarnos ahora anémonas imantadas y espléndidas en inhalación y exhalación profunda bosque arriba ajenas al dolor y a las imperiales formas. Ajenas al tú o al yo trágico, cómico y Leucipo.
Amarnos ajenas anémonas precisas y bullentes formas de la tarde, presencias espumosas transformadas en calidez y bonituras deleitables sin orillas, trancas: hojas sueltas.
Amarnos malvas volcadas en caricia en alegría en prístinas piedras al fondo del claro río, manantial, tumbadas en paz y en reverberaciones libres:
Amarnos
Y a veces detenerse es otra forma de fluir.
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Maricela Guerrero, (Ciudad de México, 1977), compone poemas y otros materiales mientras intenta hacer crecer suculentas en los intersticios oficiniles. Kilimanjaro, traducción de Stalina Villarreal, Cardbord House Press, Pheanix, USA, 2018; Se llaman nebulosas, Conaculta, México, 2010; Fricciones, Centro de Cultura Digital, 2016, http://editorial.centroculturadigital.mx/libro/fricciones, entre otros; y el más reciente El sueño de toda célula, Premio Clemencia Isaura de Poesía 2018, Antílope Editorial, Ciudad de México, 2018. @papelcontante pertenece al Sistema Nacional de Creadores de Arte.