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Editorial #1 «El hombre perfecto»

PORTADA

Se sugirió el tema de El hombre perfecto para apreciar diversas opiniones y manifestaciones de lo que se considera como tal, teniendo en cuenta que la perfección no existe, y lo que conocemos como hombre, es un constructo que se transforma a cada momento. Este número de Hysteria es más que nada una provocación para pensar qué significa y cómo se construye la masculinidad así como cuáles son los paradigmas que existen sobre la misma.

 

En el imaginario colectivo femenino, el hombre perfecto suele ser un príncipe azul que llega a dotar a la mujer de todo el amor, cuidados y manutención económica. Hay mujeres que desde muy niñas introspectan el ideal del marido perfecto, gracias a lo cual se llevan  decepciones importantes, pues la realidad no se parece nada a los cuentos. Por otro lado, a los cuerpos asignados como masculinos se les requieren una serie de cualidades a las que tienen que responder, principalmente para diferenciarse de lo femenino y que tensan sentimientos y emociones que muchas veces deben ser reprimidos para cumplir con los estándares de una cultura por lo demás machista que (¡oh, sorpresa!) afecta también a los hombres de maneras profundas y violentas.

 

Con este tema se intenta descubrir otros discursos sobre la masculinidad, los que siempre han estado ahí, pero que el constructo binario de los géneros invisibiliza, por lo que no se pretende hablar de un solo tipo de hombre, —ni siquiera considerar que solamente quienes tienen pene lo son—; sin embargo,  no se puede negar la existencia de esos parámetros identitarios que continúan categorizando a los cuerpos y desde los que se siguen construyendo interacciones cotidianas.

 

Recibimos muchas participaciones que serán dosificadas en dos entregas con distancia de un mes, esperando tener diversidad para que cada quién pueda decidir cuál sería su hombre ideal.

 

Fue fortuito que este número saliera casi el día del padre, sin embargo, consideramos como una coincidencia simbólica bastante reveladora.

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Gentleman Handling

Liz Misterio

 

No me canso de ver hombres desnudos erotizándose, mostrándose sin tapujos, abandonándose al placer que les brindan sus propias manos, en un estado de sensual vulnerabilidad.
Esta es la propuesta de la web de pago llamada Gentleman Handling, en donde sus autoras buscan captar una representación del autoerotismo masculino bastante honesta y familiar, nada que ver con los montajes del porno convencional en donde todo se percibe falso y maquillado. Aquí, los retratados son hombres comunes realizando el cotidiano acto de la masturbación, cada quien a sus ritmos y en su estilo propio, lo que nos ofrece una probadita de su intimidad.
gentlemanhanding.com

El resultado son una serie de videos perfectamente iluminados y fotografiados grabados en HD, con lo que se logra un aspecto de video de desnudo artístico, ideal para quienes huyen de mirar pornografía por considerarla demasiado grotesca, denigrante o acartonada: aquí no verán nada de eso pues los cuerpos son retratados con dignidad y buen gusto sin dejar de ser excitantes.
Casi todos los videos son de solos, pero también hay algunos en donde se muestran parejas gay y hetero teniendo relaciones sexuales, que se centran en la representación del erotismo del cuerpo masculino y en su placer.
gentlemanhanding.com
Para ahondar en la exploración de la sexualidad masculina, más allá del acto sexual, nos ofrecen unos videos testimoniales donde los chicos nos hablan de sus deseos, de sus cuerpos y sus experiencias, lo cual enriquece la experiencia de mirar sus videos eróticos pues desarticula el discurso de la pornografía convencional que objetualiza los cuerpos que muestra, aquí nos hacen ver a la persona detrás de la imagen, lo que hace de la curiosidad onanista del espectador una experiencia completa y placentera.
gentlemanhandling.com

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El hombre perfecto

Eldi Dundee Fetish boys 2008/2011, etching, 1/20
Eldi Dundee
Fetish boys 2008/2011, etching, 1/20

 

Alan Palma

El hombre perfecto, la cita perfecta, el amigo perfecto, los pantalones perfectos, el peinado perfecto, la calificación perfecta, las nalgas perfectas, el pene perfecto etcétera.

    Tal vez cambie la palabra, pero en nuestra sociedad se busca la perfección, en todo, en las cosas y en las personas, pero ¿en realidad la buscamos? o ¿buscamos algo que se nos ha dicho cómo tiene que ser, pero que al final sabemos no vamos a encontrar?

    En la cotidianidad la palabra perfecto hace una referencia directa al canon establecido lo mejor de lo mejor, y aunque la realidad diste mucho de ser perfecta, los medios masivos de información se encargan de hacernos creer que la perfección, como ellos la presentan, es asequible y real. Pero ¿qué es lo perfecto? La misma definición de la palabra queda algo ambigua, nos permite establecer esos límites de lo menos defectuoso o lo más cercano a la excelencia; entonces al final del día ¿buscamos lo perfecto para nosotros? o ¿buscamos lo perfecto para la aprobación social?

    En el mundo gay, de los antros, de la fiesta, del desvelo, del precopeo, del status, hay una gran influencia de los medios hacia la búsqueda del status quo de la perfección homosexual, por lo que muchos hombres gay buscan ser y estar con el hombre perfecto para obtener la aprobación social.

    La sociedad en que vivimos es sumamente consumista; sin embargo, en los círculos gay afines al Capitalismo Rosa esto se acentúa aún más, pues los gays somos híper consumistas: debemos tener los mejores zapatos, la mejor playera, el mejor pantalón, o tener todo el vestuario salido de la tienda Z o B, el Iphone no puede faltar o el nuevo celular más caro, y es ahí donde entra cierto canon del hombre gay perfecto.

    El hombre gay perfecto debe tener primero, los atributos de los cánones estéticos que marca la moda, músculos bien marcados, altos, guapos; después la vestimenta, como ya lo mencionamos, y por supuesto un buen puesto ejecutivo en alguna empresa donde gane de los 20 mil pesos para arriba; en los medios así los muestran, por lo que el ideal de la pareja gay es ver a dos hombres igualitos viviendo juntos.

    Obviamente la realidad es distinta, aunque estoy seguro que muchos chavos homosexuales desearían esto, pero dada la improbabilidad de toparse con un chavo pudiente, caucásico, en forma, y gay, en México, muchos nos bajamos de la nubecita, aterrizamos, nos desengañamos y buscamos al hombre perfecto para nosotros.

    El hombre perfecto cambiará dependiendo el gusto de cada quien y es ahí donde llegamos a un universo hermoso de diversidad, en donde nos podemos conformar con lo que nos toca o podemos encontrar lo que andábamos buscando. Está por ejemplo, el llamado Oso, aquél hombre barbón, gordito y bien peludo de todos lados; o el leather, el transexual, el otaku, la jotita (sin ser peyorativos), el hipster, el chacal, el macho, el botudo, el nerd, el alto, el güero, el moreno, el X, en fin, existen tantos gustos y subjetividades como personas existimos en este mundo.

    Todos necesitamos amor, y aunque hay algunos que terminan comprando la idea del comercial, al final, después de tanto bombardeo y no poder conseguir lo que se les ha indicado, terminan echándose al que más criticaban o al que menos se imaginaban o, mejor dicho, después de unas dos chelas, terminan aceptando lo que en verdad les gusta, y si después de la cruda siguen sin aceptar que les fascinó, es muy fácil echarle la culpa al alcohol.

    En un mundo gay donde todo es tendente a la superficialidad y frivolidad, o te quedas solo o aceptas que el amor no puede ser construido por una serie de factores específicos y meramente físicos.

    Yo creo que el hombre perfecto existe para todos, y se encuentra cuando menos lo esperamos, definitivamente nos tiene que gustar físicamente, así sea el más feo dentro del canon estético establecido, pero nos tiene que gustar físicamente, y de ahí el siguiente paso, nos tiene que convencer todo lo demás que no tiene que ver con lo físico y material.

    Al final hay para todos y dicen que el que busca encuentra, solo que primero tenemos que saber bien que estamos buscando para poder encontrarlo.

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Quienes comieron de la cazuela del cordero de la imaginación/ El hombre ideal

Gerardo Cedillo y Verde Agua
El que con el pensamiento de hombres ilustres se idealiza.
El hombre ideal no solo es un estereotipo físico, sino una construcción cultural, edificada por las grandes máquinas generadoras de identidad. Las frases que aparecen en la piel de estos modelos, fueron extraídas de grandes obras de la literatura, de la religión y de personajes políticos.
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Un perro sin correa

Eldi Dundee FetBoy No 1. (Bound) 2011
Eldi Dundee
FetBoy No 1. (Bound) 2011

Anjesen / Luis Humberto Molinar Márquez

Un hombre de mediana edad entra a su casa en las afueras de la ciudad. Entre cientos de casas aún vacías, la suya no tiene en realidad ninguna pecularidad. Es una morada de interés social pequeñísima, con un espacio grande que es habitación y sala de estar y un baño diminuto y nada más. Ha sido un día de trabajo muy duro y lo único que el hombre quiere es tirarse en su colchón a ver la serie de televisión que ha conseguido en DVD el día anterior. Apenas cruzando el umbral oprime el botón del apagador pero la habitación sigue a oscuras. Decide tirarse así, en la negritud de un cuarto que refleja la negritud de su vida. El control remoto de la tele debe estar tirado por ahí, entre el tazón de las palomitas vacío y una sábana echa bola que huele a sudor de semanas.

    Se quita las botas, se desabrocha el pantalón y lo deja caer a sus pies. Dando un paso se sale de él y se sale de su día. Se quita los calcetines con la mano, se desenfunda la playera y la bota hacia el rincón más alejado de la puerta del baño, para no tropezar con ella cuando tenga que ir a orinar. En la intimidad de su desnudez, se deja caer de espaldas.

El golpe tan fuerte que se lleva en la espalda y el latigazo de su cabeza contra el suelo hacen que vea estrellas como si un hada se hubiera colado en el cuarto oscuro. Se soba la cabeza un minuto y luego agita sus miembros como los niños que dibujan angelitos en la nieve: el colchón no está en su lugar.

Como tampoco encuentra el control remoto, decide pararse a encender la televisión para ver qué es lo que sucede. El televisor tarda unos segundos en encender, el volumen es tan bajo que el murmullo de los grillos que pueblan el pasto crecido afuera de la casa parece ensordecedor. La habitación se ilumina en débiles tonos azules que suben y bajan de intensidad y entonces, entre sombras danzantes, comprueba que el colchón no está por ningún lado. El suelo alfombrado y los muros están desnudos como él, excepto por la ropa que se ha quitado al llegar, la pantalla de televisión y algo oscuro que está tirado cerca del contacto del muro que solía hacer las veces de cabecera. El hombre se acerca a ese objeto lentamente, se coloca en cuclillas y con la poca luz de la pantalla analiza el objeto. Es un cinturón o una correa. La sigue con las manos y descubre una cadena de metal unida a ella por una argolla. No hay duda, se trata de una correa. Una correa de perro.

La puerta del baño está abierta pero las cortinas siguen cerradas y no corre el viento. Quien haya estado adentro se marchó con su colchón y dejó atrás la correa y la cadena. Eso, o la persona que entró sigue adentro con él.

Al pensarlo se le eriza el pelo, entonces nota que una arista de la habitación es más oscura que las demás y comprende que en efecto no está a solas.

¿Quién es?, ¿quién está ahí?

Soy Enrique, tu vecino. La voz es grave, segura, tranquila.

¿Enrique?

Enrique, tu vecino de la casa de enfrente. Me mudé hace un par de días.

Sí, sí. Te vi limpiando tu casa. ¿Se puede saber qué haces aquí adentro? ¿Dónde está mi colchón? ¿Es que también piensas limpiar mi casa y dejarme el puro vacío?

¿El vacío? Ese ya lo tienes. Por eso he venido. Te traje un regalo.

El hombre titubea. Sabe que el vecino bien podría tener un arma. Quizá sean las únicas personas en un par de cuadras a la redonda, así que decide mantener la calma y averiguar de qué se trata todo eso.

¿Te gustó tu regalo? Espero no haber errado la talla.

Mi… ¿La correa?

Sí. Tu cuello se escocerá un poco los primeros días, pero veré que descanses y que la ventilación sea suficiente para evitar heridas e infecciones.

    El hombre está totalmente desconcertado. Está solo, desnudo en el fondo de su habitación con un hombre extraño que bloquea la única salida; un hombre que posiblemente esté armado y que lo tiene arrinconado en un área de diez metros cuadrados de un área casi despoblada. Sin saber qué hacer y sin fuerzas para luchar, decide esperar el tiempo que sea necesario para idear un plan coherente. El vecino le explica que lo ha vigilado incluso antes de mudarse al fraccionamiento. Con una tranquilidad hasta cierto punto contagiosa le dice que sabe que su padre ha muerto recientemente y que ahora la libertad le viene demasiado grande.

Todos los perros de casa necesitan la correa cerca. Te vi cabizbajo y supe en seguida que eras uno de esos perros sin amo que no pueden andar paseando por ahí sin una guía, con todo ese peso encima y sin alguien que te cuide, sin disciplina, solo. Así que te compré una correa para sacarte a pasear y habituarte a todo esto. He decidido adoptarte. A partir de esta noche tú eres mi perro y yo tu amo. Me tomé la molestia de llevar el colchón a la casa de enfrente, para que no estorbe ni se ensucie demasiado durante el entrenamiento. Después me mudaré aquí contigo y verás que cambiará tu semblante. En sus treinta y tantos años de vida el hombre jamás ha sido especialemnte asertivo, así que acepta las condiciones esperando encontrar en algún momento el modo de escapar o de buscar ayuda.

Pasan las semanas, pero el hombre se habitúa tanto a su nueva vida, a los cuidados de Enrique, a su voz maravillosamente calmante, a las tardes tranquilas escuchando jazz y sintiendo una mano acariciando su cabeza, que poco a poco la idea del escape empieza a parecerle una tontería. Además las croquetas no saben nada mal y el cabello ha dejado de caérsele. Enrique es un buen amo y le da la disciplina que necesita, además le proporciona comida y agua, lo saca a pasear todos los días e incluso lo deja perseguir el chorro de la manguera los sábados cuando riega el césped. A pesar de que no es un perro de jauría, los perros de los nuevos vecinos le tienen mucho respeto. Enrique dice que en poco tiempo podría ser un buen alfa. En efecto, su semblante ha cambiado: es un perro sano, feliz y seguro.

    Cierta noche le es imposible dormir. Se asoma cada cinco o diez minutos por la ventana del frente. Las luces de los autos de los vecinos dan la vuelta en la esquina y pasan de largo para estacionarse frente a sus casas, pero esa noche Enrique no llega a casa. Él se promete que no llorará, que será valiente y fuerte. Ha oído a los otros perros aullar a veces, pero se dice que él no, que será un buen perro para que Enrique esté orgulloso de él cuando regrese. Dos noches más tarde ya no puede soportar más la espera y decide escapar por la ventana del baño en busca de su amo. Su olfato es bueno pero ha pasado mucho tiempo bajo techo. Salvo por algunas confusiones al principio, en lo que se habitúa a los aromas nocturnos, logra seguir el rastro de Enrique fuera del laberinto de casas y se dirige con firmeza hacia la gran ciudad.

    Tres días han transcurrido en su andar. Casi sin aliento, con las tripas pegadas al costillar, llega a un terreno bardeado al otro lado de la ciudad. Amanece, la brisa baña su rostro y los pájaros le dan la bienvenida con su escándalo de trinos y aleteos. La reja de entrada aún tiene el candado puesto, pero atravesar entre los barrotes es cosa fácil estando tan flaco. Adentro todo huele a tierra y flores, el aire es fresco y los árboles enormes. El aroma de Enrique ha cambiado en los últimos días, pero sigue siendo suficientemente fuerte. En un punto específico del vasto campo el aroma es más intenso y escapa entre los terrones frescos que cubren la tumba donde ha sido sepultado Enrique. Como buen perro, se echa junto a la tumba de su amo, suspira profundamente y con los ojos cerrados se dispone a esperar su propia muerte.

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Economía del deseo I

Por Sibilademente
Técnica: Plata sobre gelatina
Año: 2000

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Unhung Heroes de Lazlo Pearlman

Por: Liz Misterio

 

Lazlo Pearlman ( E.U.A.) creador, performer, director, conferencista y maestro; que desde su obra, su cuerpo y su vida desafía las convenciones culturales de lo que es el género y cómo se construye. Su trabajo se centra en su experiencia transexual de mujer a hombre así como las maneras en que la sociedad marca y decodifica el cuerpo.

Lazlo muy amablemente nos contestó algunas preguntas que nos ayudarán a comprender mejor su obra.

Hysteria: ¿Qué es la masculinidad?

Lazlo: En realidad, no tengo ni idea. Queremos separar la hombría de la masculinidad para que las personas que no son hombres cisgénero[1] puedan reclamar la masculinidad para sí mismos. Estoy de acuerdo y apoyo a esto, por supuesto. Pero ¿qué es la masculinidad? ¿Un conjunto de comportamientos, de estilos,  de ropa? NO es ser fuerte o no llorar. NO es ser el que compone el coche en lugar de la persona que prepara la comida.  De eso puedo estar seguro. Cada persona que se identifica como masculina puede decidir lo que es para él mismo.

H: ¿Cómo se construye?

L: Yo estoy con Judith Butler, el género es performativo. En el momento en que el bebé sale del vientre de su madre y el médico o la partera dice  es un niño, todo el peso de la historia de la hombría y la masculinidad recae sobre ese niño. Todo lo que alguna vez, ha, fue depositado en esa palabra ahora se deposita en ese bebé.  Se sigue de ahí, las culturas la refuerzan, la reiteran, añaden a los marcadores de la misma, de generación en generación, momento a momento.

H. —¿Cómo podría ser  el hombre perfecto?

L. —En nuestras culturas, creo que el hombre perfecto sería aquel que fuera capaz de rechazar todo su privilegio masculino y requisitos machistas y simplemente ser una persona viviendo con humildad en este mundo.

 

Unhung Heroes (2002) es un cortometraje cómico en el que se parodia a un grupo de chicos transgénero que conspiran para obtener el dinero que necesitan para hacerse un transplante de pene.

Unhung Heroes from Lazlo Pearlman on Vimeo.

 

Puedes ver mas de su trabajo en: http://www.lazlopearlman.com

 


[1] Alineamiento entre identidad de género, sexo biológico y comportamiento acorde al género biológico.

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Drag King, retratos de identidades

 

 

por Marisol Maza

¿Qué características debe tener el hombre perfecto? ¿Son estas características físicas o están dadas por una forma de actuar?

     Estas preguntas han sido uno de los ejes temáticos en el trabajo fotográfico de una artista que ha planteado su obra en la exploración del cuerpo y el género. Paola Adriana García Ruíz (Ciudad de México, 1987) estudió Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas y durante 2008 al 2011 realizó el proyecto “Identidades reconstruidas: un collage genérico”, proyecto artístico con la comunidad transgénero de la ciudad de México.

     En una de sus series realizó retratos a la agrupación Original Drag King México. Según su propia definición, un drag king en ODKM es toda aquella persona que sin importar el género físico, mental, identidad de género o preferencia sexual, se dedica a realizar performances, shows, etcétera; para exagerar, burlarse o ridiculizar el estereotipo del rol masculino.

En su serie “Lo abstracto y lo concreto”, Paola busca contraponer los discursos establecidos con relación a los transgénero con la percepción y las vivencias de ellos.

Para esto realizó una serie fotográfica en la cual complacía sus sueños de ser retratados como ellos quisieran, poniendo de lado todos aquellos prejuicios de cómo deben verse sino cómo quieren verse ellos.

Indicadores de sexo, apropiaciones de genero” (2009) es una pieza en video en la que muestran acciones y actitudes que socialmente funcionan como indicadores sexuales.

Visita su página:

http://paolavisual.wordpress.com/

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