El cuento de la criada es una serie de televisión basada en la novela de Margaret Atwood de 1985 que crea una historia dramática y futurista en la que las mujeres no tienen ningún control sobre sus vidas ni sobre sus propios cuerpos. Elisabeth Moss interpreta a Offred, la protagonista del programa, que funge como la criada del comandante Fred Waterford (Joseph Fiennes).
El contexto tiene lugar en un futuro distópico donde la raza humana se enfrenta a tasas de concepción bajas y mortalidad infantil muy altas debido a la contaminación ambiental. Como resultado, el gobierno totalitario obliga a las pocas mujeres fértiles a una existencia esclavizada como sustitutas de familias de élite. El papel de estas mujeres es dar a luz a los hijos de las esposas estériles de los hombres poderosos con el fin de asegurar la continuación de la raza humana.
La trama de este espectáculo es una pesadilla para las mujeres debido a que las criadas son despojadas de todos sus derechos y humanidad. Además, la culpa de la nueva dificultad para reproducirse recae inquebrantablemente en las mujeres, siempre son las esposas las que se consideran infértiles, mientras que la fertilidad de los maridos nunca se cuestiona.
El gobierno cristiano de Gilead (antes Estados Unidos) reina sobre la sociedad represiva al utilizar castigos bíblicos y tácticas militares modernas para controlar a la población. La serie establece un estrecho paralelismo con los problemas del clima político actual lo que hace que el programa sea tremendamente relevante para la sociedad.
Al principio, el gobierno despoja a las mujeres de sus bienes económicos, al restringir su acceso a las instituciones financieras para entregar el contenido a sus maridos o familiares varones. Poco después, los empleadores se ven obligados a despedir a todas las empleadas, lo que pone fin al derecho de las mujeres a trabajar fuera del hogar. Su capacidad para viajar libremente dentro y fuera del país desaparece poco después. Esto no fue un accidente, cuando las personas carecen de acceso a los derechos económicos, se vuelve más difícil luchar contra un opresor. Al perder su libertad de movimiento, libertad para trabajar y obtener ingresos, las mujeres de Gilead no tienen medios para construir un futuro financiero.
Además, los países con instituciones económicas que incluyen tanto a hombres como a mujeres tienen un mayor potencial para la creación de riqueza simplemente al abarcar un ámbito más amplio del mercado. Las mujeres de Gilead no pueden participar en casi todos los intercambios económicos voluntarios, lo que significa que toda la población no puede beneficiarse de las actividades creativas y empresariales que las mujeres realizan de otra manera.
¿Es ajeno a nuestra actualidad?
Aunque El cuento de la criada se maneja como una ficción, lo cierto es que no hay nada en la historia que no suceda en alguna parte del mundo real. Los horrores de Gilead resuenan con los que muchas culturas han infligido a las mujeres, en diversos grados, durante la mayor parte de la historia de la humanidad. Las fuerzas políticas trabajan para despojar sistemáticamente a las mujeres de su derecho a la igualdad de remuneración, la autonomía corporal y cualquier otra cosa que deseen.
La serie podría ser una distopía con consecuencias extremas, pero no está lejos de nuestro mundo. Los opresores que expresan su opinión sobre el futuro del cuerpo de una mujer son inquietantemente similares al régimen patriarcal dentro de El cuento de la criada. El ciclo de opresión que se ejemplifica es real. Está presente en nuestra vida diaria a nivel individual e institucional.
Como vemos en la serie, la opresión comenzó como una ideología que sostiene que las mujeres no somos tan capaces como los hombres y que nuestro único valor radica en ser madres. No obstante, los personajes comienzan a organizarse para comenzar a romper los ciclos de opresión, al reconocer las mentiras que les han dicho e iniciar una guerra contra el gobierno para que sean reconocidas y puedan recuperar su libertad.
Pero la serie se sintió aún más escalofriante debido al cambio masivo en la política estadounidense con la elección de Donald Trump, solo tres meses antes del estreno de la serie. De repente, los principales puntos conflictivos se sintieron más posibles que nunca: un gobierno que declara la ley marcial después de un ataque de extremistas islámicos, un régimen que elimina sistemáticamente a los homosexuales, una sociedad que prioriza la procreación por encima de todo. Todo esto encajó para que los disfraces de la serie se hicieran comunes en las protestas contra las leyes destinadas a limitar la libertad reproductiva de las mujeres. Además, todo el movimiento se expandió por gran parte de Latinoamérica y Europa, en donde las mujeres salían a protestar vestidas como los personajes del programa. Por eso es primordial prestar atención a los productos comunicativos, porque gran parte de las historias pueden decir un fuerte mensaje y mover masas.
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