por Ernestina Tecú
Introducción
Guatemala, país multiétnico y pluricultural que, tras doscientos años de independencia de la corona española, sigue sin reconocer los derechos de las comunidades y pueblos indígenas que suman más de la mitad de la población del país. Guatemala, país multiétnico y pluricultural que de manera histórica ha perseguido a las disidencias sexo-genéricas, las maricas, los huecos, pliros y morros, sea bajo las ideas religiosas del pecado, las ideas criminosas de pederastia, o las ideas biomédicas de disforia de género y trastornos de travestismo. Guatemala, país multiétnico y pluricultural, se encuentra a 37 años del primer reporte de vivencia con vihy sus programas y políticas continúan siendo pensadas bajo supuestos de sujetos universales, desconsiderando esa pluralidad que tanto gusta de presumir.
Como en otras comunidades del Abya Yala, la epidemia por vih se ha concentrado en grupos de mayor vulnerabilidad. Los cuerpos travesti y trans encaran las prevalencias más altas en toda la región. Asimismo, los cuerpos racializados son desconsiderados por completo de las estadísticas. El Estado desconoce las prevalencias de vivencia con el virus en las comunidades indígenas, garífunas y xinca, y les desconsidera de sus programas y proyectos en respuesta a la transmisión del virus.
Estos cuerpos, desplazados hacia los márgenes de las políticas de vih, diseñan y crean lógicas de sociabilidad que escapan de las lógicas racistas, homófobas y capitalistas de la sociedad guatemalteca. Estas lógicas otras de sociabilidad, sustentan y se sustentan de ontologías marginales y subversivas, que se originan de la osadía del ser lo que nadie es y nadie quiere ser. Siendo estos verdaderos centros de energía creativa que poseen el potencial transformador de las realidades.
Bajo esta construcción, el presente ensayo se propone analizar la construcción de la política nacional de vih en Guatemala, discutiendo sus orígenes y lógicas de fundamentación. Para pasar a ofrecer apuntes hacia la transformación de esta, desde las emergencias creativas de los márgenes travestidos y racializados.
Primera parte: Las políticas de vih en Guatemala.
En Guatemala, los primeros casos de vivencia con vih fueron reportados en 1984, siendo hasta el año 2000 que se legisla la Ley General de VIH[1]. Esta establece la infección por el virus como un problema social, y crea para este efecto el Programa Nacional de Prevención y Control de Infecciones de Transmisión Sexual, Virus de la Inmunodeficiencia Humana y Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (PNS) (2000). Esta legislación se consigue tras cinco años de presiones políticas de sectores organizados de la sociedad a través de la Asociación Coordinadora de Sectores de Lucha contra el sida; así como por la influencia de organismos internacionales como OPS y mecanismos de financiamiento estadounidenses (Política Pública 638-2005, 2005).
En 1995, el Ministerio de Salud Pública, con apoyo de Family Health International y USAID, elaboró un estudio del impacto económico de la epidemia por vih en el país. Este estudio se enfoca en estudiar cómo la transmisión del virus impacta en los indicadores de desarrollo y económicos del país. A través de metodologías estadísticas, calculan los años productivos perdidos de las personas que viven y mueren con vih, el gasto en salud necesario para el tratamiento y el impacto en la producción de empresas y familias. Este estudio concluye en decir que la transmisión del virus representa una amenaza para el desarrollo del país, al reducir la fuerza productiva, aumentar la necesidad del gasto público en salud, y el gasto en la red de cuidados secundario al aumento de la orfandad (Ministerio de Salud Pública et al., 1995).
Es así como, en 2005, el Ministerio de Salud Pública decreta la Política Pública 638-2005: Prevención de las infecciones de transmisión sexual -ITS- y respuesta a la epidemia del síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Inscribiéndose esta tanto en la articulación con grupos de sociedad civil, como con las agencias financiadoras extranjeras. Justificando la tardía creación del programa en la supuesta incapacidad financiera del país de sustentar una estrategia de prevención y tratamiento del vih. Siendo entonces posible, gracias a las agencias financiadoras como USAID y el Fondo Mundial de Lucha contra el sida, la tuberculosis y malaria (FM) (Política Pública 638-2005, 2005).
Treinta y siete años después, el país reporta una prevalencia de 0.01% para la población general, presentándose una concentración desigual de esa prevalencia en grupos específicos. Por un lado, las subjetividades travestis y trans presentan un 22.2% de prevalencia de vivencia con el virus (Guatemala, 2020). Siendo este dato del 2009, y a la fecha el único disponible para este grupo. En cuanto a las comunidades y pueblos indígenas, tampoco se dispone de datos recientes, habiendo apenas una serie de datos durante el período 2004-2009 que reporta una incidencia de 1.015 casos nuevos en los pueblos Maya, 34 en el pueblo Garífuna y 7 en el pueblo Xinca (Guatemala et al., 2016). A pesar de esto, Segura Villalva y colaboradores demuestran que el pueblo Maya es el segundo más afectado con una prevalencia de 22.25% (2015, p. 10–11). No está de más decir que el mismo Ministerio de Salud reconoce la debilidad en el sistema de reporte y vigilancia, estimando un 50% de subregistro en los datos. Además de la imposibilidad de distribuir los datos recolectados por el Sistema de Información del Ministerio según etnia, orientación sexual, identidad de género y cualquier otra variable que no sea sexo y localidad.
Segunda parte: Análisis discursivo de las políticas de vih.
Partiendo de la comprensión de la vivencia con el virus como un problema social y económico, las políticas y programas de vih en el país proponen como objetivo reducir la transmisión del virus a través de estrategias de prevención y educación. Las metas propuestas suponen cambios en el comportamiento sexual de las personas, bajo el presupuesto de la existencia de “conductas sexuales de riesgo” para la transmisión. Además de la inclusión de programas de educación sexual dirigida al retraso del inicio de la vida sexual, reducción del número de parejas y uso de condón (Política Pública 638-2005, 2005). Las ideas que sustentan estas estrategias remiten a la noción epidemiológica clásica de “riesgo”, la cual, a su vez, remite a dos ideales eurocéntricos del campo de la salud: el Higienismo y el Sanitarismo Público.
Por un lado, el Higienismo alineado a los ideales liberales de la Revolución Francesa, remite a responsabilidades individuales la salud de las comunidades. De esta forma, los desequilibrios en el proceso salud-enfermedad suelen explicarse restringidos a los cuerpos individuales, desarticulándoles de los contextos sociales y comunitarios en los que se encuentran inmersos. Por su lado, el Sanitarismo Público recibe críticas por su carácter tecnocrático que pretende entender la salud a partir de su negación: daños a la salud o enfermedades. Por tanto, las ideas higienistas y del sanitarismo público nos llevan a la comprensión de la salud como la mera ausencia de la enfermedad; a la vez que a entender las enfermedades o la “no salud” como problemas sociales secundarios a descuidos individuales, y responsabilidad de los Estados intervenir para su resolución a través de la coerción (Viera-da-Silva, 2018).
Profundizando aún más, estas ideas presentan al Estado como aquel sistema de normas preexistentes que configuran las acciones sociales y las interacciones individuales. Siendo así, las subjetividades pierden la autonomía y la agencia para incidir en los sistemas sociales y sus relaciones intersubjetivas. De igual forma, destacan una comprensión funcionalista de la salud, al entenderle como sine qua non del funcionamiento de la sociedad bajo aquellas normas previamente establecidas. Y esa función social se mide a partir de la capacidad de producción de capital. Así, lo que escapa de esa definición de salud, deja de ser funcional y deja de ser legítimo frente al Estado y la sociedad. Adquiere carácter de problemático, de desviación. Por tanto, amerita la intervención estatal para su corrección en el intento benevolente de devolverle su carácter funcional normativo.
Al revisar les sujetes que se encuentran como público objetivo de las políticas, es posible encontrar que esa definición se da bajo la lógica del sistema colonial de Género. Las subjetividades reconocidas por la política son representadas por sujetos universales encuadrados dentro de dicotomías binarias: Hombres/Mujeres, Blancos/Ladinos, Cis-Heterosexual/Cis-Homosexual. Nótese, además, que el deseo y la atracción sexual puede expresarse de manera exclusiva hacia una sola de las posibles dicotomías; habiendo, a su vez, dos únicas intenciones biológicas de los cuerpos, mutuamente excluyentes. En esas construcciones nominales se destacan el determinismo biológico y el heterosexualismo compulsivo (Lugones, 2008). De esta forma, son inconcebibles las subjetividades indígenas, afro, mestizas, intersexuales, trans y travestis, no binarias, bisexuales y pansexuales.
Todos estos sistemas confluyen en una hidra contra-corpórea que articula determinismo biológico, binarismo, reduccionismo, racismo, hetero-cis-sexismo, capitalismo, higienismo y sanitarismo público. Esa hidra se posiciona desde las lógicas coloniales y patriarcales, manifestándose como intervenciones violentas contra las subjetividades que nos desvincula de ese primer territorio de poder: cuerpo.
Tercera parte: Apuntes para la transformación de las políticas del vih.
Si estos cuerpos son llevados a los márgenes de las políticas del vih en el país, desvalorando sus lógicas de intersubjetividad y sociabilidad, ¿cómo la recuperación de las epistemologías de estas corpo-subjetividades pueden contribuir a la transformación de las políticas del vih en Guatemala?
La pregunta es ambiciosa, pero se propone como fuente de osadía para acercarnos con esa energía erótica que nos conecta con lo más creativo de nuestra esencia. Creatividad que nos permite pensar en lo no pensado, crear lo no creado, sociabilizar de formas que no se socializa. Dar respuestas no dadas, fuera del sistema moderno/colonial de Género. Para este efecto, el rescate de la interseccionalidad estructural de los cuerpos en los márgenes puede señalizarnos modos de transformar las políticas del vih.
Las reflexiones de Crenshaw nos indican que a las instituciones inscritas en aquellas lógicas de la hidra contra-corpórea, las múltiples subordinaciones sentidas en la carne, les resultan innombrables desde esas lógicas. Esto resulta en un monólogo de las instituciones formulando desde universalismos, que les vuelve prácticamente incapaces de dialogar entre sí (Crenshaw, 1991). Para posibilitar las comunicaciones, resulta necesario entonces volver al territorio-cuerpo, entendiéndole como espacio de poder que fortalece nuestro sentido de afirmación de existencia, de ser y estar en el mundo (Cabnal, 2010).
Ese reclamo de nuestro territorio-cuerpo nos devuelve el poder de travestirle de raza, color y deseo. Con el cuerpo travestido, se consigue entrar a las instituciones para travestirles de raza, color y deseo con la emergencia de interlocuciones posibles entre las instituciones y los cuerpos en los márgenes. Lo que permite el emerger de la transformación de las políticas del vih que superen las lógicas racistas, clasistas, travestifóbicas y homo-bi-fóbicas.
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Nota al pie
A lo largo del ensayo se utilizan las siglas en minúsculas en reclamo político de la no señalización de los cuerpos viviendo con el virus.
[1] Se respeta la mayúscula del nombre de la Ley.
Listado de referencias
Cabnal, L. (2010). Feminismos diversos: el feminismo comunitario (ACSUR (org.); 1o ed). ACSUR – Las Segovias.
Crenshaw, K. W. (1991). Mapping the Margins: Intersectionality, Identity Politics, and Violence against Women of Color. Stanford Law Review, 43(6), 1.241-1.299.
Política Pública 638-2005, Acuerdo Gubernativo No. 638-2005, 40 (2005).
Guatemala. (2020). Informe Monitoreo Global del Sida (GAM) Guatemala 2019. https://www.unaids.org/sites/default/files/country/documents/GTM_2020_countryreport.pdf
Guatemala, Salud, O. P. de la, & Organización Mundial de la Salud. (2016). Perfil de salud de los pueblos indígenas de Guatemala. https://www.paho.org/gut/dmdocuments/perfil_salud.pdf
Lugones, M. (2008). Colonialidad y Género. Tabula rasa, 9, 73–101. https://www.revistatabularasa.org/numero-9/05lugones.pdf
Ministerio de Salud Pública, Family Health International, & USAID. (1995). Impacto socioeconómico de la epidemia del VIH/SIDA en Guatemala. http://bvssan.incap.int/local/M/ME-079.pdf
Segura Villalva, M., Yac, J. M., & Mancheno Noguera, M. (2015). Estudio sobre acceso de las mujeres indígenas viviendo con vih y sida a servicios integrales de atención al vih y sida en Ecuador y Guatemala. http://onusidalac.org/1/images/Informe-final-MIVVS-acceso-a-servicios-may-jun2016.pdf
Viera-da-Silva, L. M. (2018). A arquitetura e a dinâmica do espaço: questões em jogo, disposições, posições e tomadas de posição. In Fiocruz/Salvador (Org.), O Campo da saúde coletiva: gênese, transformações e articulações com a reforma sanitária brasileira. (1o ed, p. 269). EDUFBA.
Ley General para el Combate del Virus de Inmunodeficiencia Humana VIH y del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida SIDA y de la promoción, protección y defensa de los Derechos Humanos ante el VIH-SIDA, Decreto Legislativo No. 27-2000, 13 (2000). https://siteal.iiep.unesco.org/sites/default/files/sit_accion_files/gt_0724.pdf.
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Semblanza: Ernestina Tecú, indígena travestida migrante. Nacida en Guatemala, actualmente reside en Salvador, Brasil. Pertenece al pueblo Maya Achi, descendiente de subjetividades transfronterizas de Cubulco y Rabinal. Se desenvuelve en el espacio académico desarrollando investigación cualitativa en materia de cuerpos, géneros, derechos humanos, salud colectiva y derechos de las comunidades y pueblos indígenas. Gusta de la expresión artística corporal y escrita. Busca tejer historias a través del encuentro con cuerpos plurales en territorios diversos, en ese ejercicio del reclamo de comunidad y lo comunal.
Enlace a perfil personal: http://lattes.cnpq.br/0085373148804054