La madre de todas las palabras en ultimadamadremente tres películas poca madre

por SALCON | Magalli Salazar

Para esta minimadre de ensayo cabe hablar del trabajo de tres directores y de algunas películas que refieren muy creativamente a esta bella y colorida palabra en la jerga de lxs mexicanxs. Claro está que películas hay un putamadral, pero estas son la muestra de tres acercamientos al fenómeno de lo madresco. Además de rendir honores póstumos a la revista Alarma! con esta imagen, por su último año de circulación impresa…¡Qué poca madre!

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Comencemos hablando de una parafilia no incluida en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría – en inglés American Psychiatric Association, o APA– , que ha sido recreada en el relato de ficción, Crash: extraños placeres (David Cronenberg, 1996) de la novela del mismo nombre del escritor J. G. Ballard (1973). En ella los personajes se desenvuelven en el mundo de a quienes les excita romperse la madre, sangrar y desmadrar sus autos para después explorar las partes metálicas y abolladas y proporcionarse placer sexual, entre otros desmadres. Es claro el culto por la tecnología. En esta cinta se reconstruye un ambiente cargado de tensión narrativa ambientado en el zoom de la piel desgarrada, amoratada, inflamada a causa del contacto y colisión con el metal.

    Pero, ¿qué madres significa parafilia? Del griego παρά, pará: ‘al margen de’, y φιλία, filía:amor’, es un patrón de comportamiento sexual. Las consideraciones acerca del comportamiento considerado parafílico dependen de las convenciones sociales. Ciertas prácticas sexuales, como el sexo oral, la masturbación o la gerontofilia, eran consideradas parafilias hasta mediados del siglo pasado. Estas se dividen en dos principalmente: las típicas, como el fetichismo, el exhibicionismo, el travestismo, el voyeurismo, la zoofilia, el masoquismo sexual, (que incluye la autoasfixia, la cual se conoce como asfixiofilia), la paidofilia y el sadismo sexual; y las atípicas: coprofilia (placer con los excrementos), necrofilia (placer por los cadáveres en distintos grados de putrefacción), escatología telefónica (incitar a otros a hablar de su actividad sexual o hablarles de cosas indecorosas), clismafilia(la introducción de líquidos en el ano), eproctofilia (gozar con las flatulencias), urofilia (beber o bañarse con la orina), la acrotomofilia (interés sexual por las partes amputadas del cuerpo).

    Crash: extraños placeres es un relato de carne cruda y molida, fierros doblados y actos sexuales con automóviles y vehículos que evidencia la transformación psicológica del ser corpóreo que se ha visto alejado y diluido por la tecnología. La construcción de la ciudad y las máquinas como habitantes del extravagante deseo humano.

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Otra cinta que ni madres se pueden perder es El bebé de Rosemarie del escritor Ira Levin.  Dirigida por Roman Polanski en 1968, explora la tesis del amor incondicional de una madre. En ella se muestra a una joven pareja de recién casados que llega a vivir a un edificio ¡que no tiene madre!, pero que lo preceden historias escalofriantes. La pareja Woodhouse espera tener a su primogénito.

Esta película es maravillosa, entre otras cosas, porque matiza una historia escalofriante dentro de un ambiente familiar y cotidiano, y muestra en primera persona la vida cándida de la amable protagonista, quién será víctima de la confabulación de un grupo de personas siniestras (¡hijas de su pelona madre!) que realizan un pacto terrorífico –y, la incluye, sin ella siquiera imaginarlo-. La transformación del personaje es extraordinario y lleva una sobrecogedora carga psicológica. Al final, y a pesar de tratar de librarse de ese destino orquestado para ella, todo vale madres. Rose Marie estará dispuesta a proteger y a amar a su bebé, cuyo verdadero padre engendró en ella el Mal.

     Esta es una de esas historias de maternidad extrema en el cineque escapa a la tipología de ser madre. Como, por ejemplo: la solapadora (demasiado permisiva): mamá de Renton (Mrs. Renton), en Trainspotting, de Danny Boyle, 1996; la rígida (autoritaria, dura y fría): Mamá de Tita, (Mamá Elena), en Como agua para chocolate, de Alfonso Arau, 1992 ; la manipuladora (culpa hacia el hijo porque debe estar agradecido eternamente por lo que ella hace por él): la madre de Edward Gein, (Augusta Gein), en Ed Gein, dir. Chuck Parello, 2000; la abnegada (ha sufrido durante toda su vida): la mamá de los Grape (Momma), en ¿Quién ama a Gilbert Grape?”, dir. Lasse Hallström, 2001; la inversionista (sus hijos son un negocio a largo plazo), La madre de Margot (Catalina de Médicis), en La reina Margot, de Patrice Chéreau, 1994; la vanidosa (sólo le importa su apariencia): mamá de Sam Lowry (Ida), en Brazil, dir. Terry Gilliam, 1985; la enfermiza (ni cómo ayudarle): la mamá de Lionel (Vera Cosgrove), en Tu madre se ha comido a mi perro, Peter Jackson, 1992; (la desconsiderada y preocupona): La llorona, en La maldición de la llorona, dir. Rafael Baledón, 1963; y por último, la explotadora (sus hijos la alimentan de por vida): La matrix, en Matrix, dirs. Lana y Andy Wachowski. 1999.

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Por último, ya que de puras madres estamos hablando, veánse la revoltosa y extraña película Entre Tinieblas (Pedro Almodóvar, 1992), que relata la vida de una chica que vive en el valemadrismo y que de pronto tendrá que refugiarse en el convento de las Redentoras Humilladas: Sor rata de callejón, Sor perdida, Sor víbora, Sor estiércol…

   Una historia bastante tierna y caprichosa, que en algunos momentos es coherente y divertida, y en otros, sufre deslices narrativos. En ella se resalta el papel femenino del sacrificio que toman como opción este grupo de monjas y, como sus nombres lo indican, ellas están dispuestas a la humillación como acto redentor. Una gran pieza de melodrama que juega con el sentido del compromiso y la culpa, del amor fraterno y la entrega. Las redentoras humilladas, esas madrecitas que develan la ambición y el sufrimiento en aquella que escribe best sellers, en la que se droga como prueba de amor, o la que alberga y cuida de las almas descarriadas.

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