Hacia una pedagogía incluyente, algunas observaciones de campo

imagen cortesía de Juan Guillermo Ley B
imagen cortesía de Juan Guillermo Ley B

por Abigail Maritxu Aranda Márquez

«El día que te aceptes como una persona freak, serás feliz»

Mariana Botey, 1988 (Una alumna mía, entonces)

I

Partamos de hechos concretos, el Censo de Población y Vivienda INEGI 2020 no específica cuántas de esas personas encuestadas somos miembr@s de la comunidad LBGTTTIQ+ y mientras esperamos que se resuelva esta solicitud expresada ya desde 2017 por diferentes colectivos, tampoco tenemos la información de nuestros grados de educación y ocupación in/formal. Si las expectativas de vida para nuestra comunidad es de 35 años, la educación juega un papel fundamental como agente de cambio.

El otro hecho concreto es que ni la Secretaría de Educación Pública ni las Universidades Públicas o Privadas contemplan programas específicos de educación para nuestra comunidad, aunque hay algunas excepciones notables. Las preguntas, inquietantes, es si podemos plantear, planificar e impartir un tipo de educación incluyente para todo el espectro social de las comunidades LBGTTTIQ+, desde el kínder hasta el posgrado.

II

No me hago ilusiones. La educación occidental heteropatriarcal es, en realidad, un ejercicio social de dominación para capacitar, entrenar y adecuar personas para la producción capitalista neoliberal. Los hombres son adiestrados para trabajar como gerentes o trabajadores y las mujeres somos relegadas a las labores domésticas y de reproducción de la especie. Este sistema funcionó así desde el siglo XIX hasta mediados de la década de los 60 del siglo XX. La primera gran rebelión fue de las mujeres que exigieron educación universitaria, derecho al voto, igualdad de salarios y respeto a sus decisiones personales sobre sus cuerp@s y si vemos lo que ocurre en la actualidad, si ganamos muchas posiciones en cuanto a la educación universitaria, el derecho al voto pero la equidad de salarios, posiciones laborales y libertad de decisión sobre nuestras cuerpas siguen estando en el frente de nuestras luchas actuales.

La segunda rebelión no ha alcanzado a plenitud sus demandas. Es decir, las comunidades LBGTTTIQ+ llevamos medio siglo luchando por el derecho a una educación incluyente, derecho al trabajo profesional y respeto a nuestros modelos de vida. Es cierto que muchas personas LBGTTTIQ+ hemos llegado muy lejos en el campo de las artes y las humanidades pero si comparamos los números, son menores en relación a la ciencia, la ingeniería y los trabajos administrativos y el ejército. Si leemos los periódicos impresos o las noticias en las redes sociales, la violencia machista, heteropatriarcal es el pan de cada día con la cantidad de hechos desgraciados de mujeres violadas y asesinadas, miembros de nuestras comunidades LBGTTTIQ+ golpead@s y/o asesinad@s. La guerra contra nosotras empezó en la época medieval y la otra guerra contra los homosexuales empezó en el siglo XIX y ambas continúan ferozmente hasta nuestros días.

III

Después de dar clases durante 40 años en diferentes instituciones y haber introducido más de 35 diferentes seminarios en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda en los últimos 20, los programas de los Planes de Estudio 1994 y 2007 no contemplaron cursos y talleres para la comunidad estudiantil LBGTTTIQ+. L@s estudiantes se adaptaban al sistema de enseñanza porque el sistema de talleres de producción les permitía aprender técnicas de diferentes lenguajes artísticos y el sistema de Teoría e Historia del Arte les abría una ventana a diferentes seminarios teóricos / históricos para comprender su propia producción artística.

Las cosas sutilmente cambiaron cuando La Esmeralda aceptó más mujeres que hombres, además de tener su primera mujer directora y el Plan de Estudios 2016 introdujo materias como estudios de género, talleres de historieta y novela gráfica, graffitti, tatuaje, animación, entre otros y los seminarios de Teoría e Historia comenzaron a abordar la poscolonialidad, la deconstrucción, estudios de cine y la escuela empezó a recibir a sus primer@s estudiantes trans.

No es lo mismo dar clases a grupos donde sabes que tendrás estudiantes gays o lesbianas y tu lenguaje intentará ser lo más incluyente posible a ofrecer seminarios donde uno de los elementos centrales es ofrecer servicios académicos a una comunidad trans.

IV

¿Cuál fue la diferencia? Los chicos gays van al baño de hombres, las chicas lesbianas van al baño de mujeres, pero que pasa ¿si una chica trans va al baño de mujeres? Los policías la sacaron del baño, llamaron a Carla Rippey, la directora, para reportar la situación y ella al ver a la chica trans, le permitió que usara el baño que necesitara. Se discutió el tema en el Consejo Académico y entonces, felizmente, éste sugirió que las personas trans deberían usar los baños según su género. En ese momento, era la única persona trans en la escuela.

Al siguiente año, entraron dos, un chico trans y una chica no binaria y en medio de todo esto, yo decidí salir del closet y asumirme plenamente como profesora trans. Poco a poco, otr@s estudiantes también se aceptaron como no binarias o trans. Pero debemos ir al verdadero problema: ¿Es posible una educación queer? Las profesoras que impartían estudios de género trazaron un nuevo hito en la escuela porque tuvieron y tienen muchísima demanda porque se toca/ban temas fundamentales del feminismo, la transfobia, las nuevas masculinidades y nuevas maternidades, entre otros temas fundamentales.

El seminario de teoría de la arquitectura tenía en su currícula diseñar baños y estudios de artista para personas trans, entre muchos otros temas y el Taller de Producción de Modas ha recibido a tod@s los estudiantes de la comunidad LBGTTTIQ+, el seminario de Teoría del Performance contó con un chico trans, artista extraordinario, que retó a la misma autoridad en su intento por censurar uno de sus performances y recibió un aplauso muy cálido de muchas personas porque eran las Muestras Académicas de fin de semestre en diciembre del 2019.

V

La pedagogía queer tiene que desarrollar mucho trabajo teórico y práctico, todavía, porque los ejemplos de arriba son a nivel de educación profesional universitaria en el área de artes visuales pero debemos pensar en una educación incluyente para l@s niñ@s trans y/o LBGTTTIQ+ en etapa de educación primaria y secundaria. Ahí radica el gran reto, cómo meter en las agendas de trabajo al interno del SNTE o el CNTE de la SEP, la posibilidad de una pedagogía queer que tome en cuenta a es@s niñ@s y adolescentes. Entonces el Censo Nacional de Población y Vivienda de las comunidades LBGTTTIQ+ ofrecerá una lectura más completa de si hemos mejorado como sociedad.

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Abigail Maritxu Aranda Márquez1 (Oaxaca, 1957) Profesora Investigadora de tiempo completo en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, donde imparte las asignaturas de Teoría e Historia del Arte y un Taller de Producción de Moda que se autogestiona como una fábrica social. Estudió la Licenciatura de Letras Modernas (Inglesas) en la Universidad Nacional Autónoma de México (1978 – 1982). Así como la Licenciatura en Docencia de las Artes (2016 – 2018) en La Esmeralda. Artivista Trans se ha dedicado al performance desde 2009, con acciones en Oaxaca y la Ciudad de México y ha comenzado a explorar su nueva identidad como mujer trans desde la escultura, la moda y el arte acción. Autora del libro El cerillo que nunca se apaga. Ha participado en varias exposiciones colectivas. Fundadora de la banda de arte sonoro y noise The Fucking Dogs.

1 Mi nombre legal es Carlos Gerardo Aranda Márquez

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