Entrevista a Senoritaugarte

Por Liz Misterio

Entrevistamos a la artista Alejandra Ugarte (Chile, 1980) también conocida con el seudónimo de Senoritaugarte para que nos contara un poco sobre su obra performática en la que problematiza la maternidad, la violencia y la sexualidad.

1.- En tu obra se observa una profunda preocupación por desarticular los modelos tradicionales de la feminidad, ¿qué nos puedes comentar al respecto?

Para contestar debo hacer una breve regresión… En mi vida las mujeres siempre han estado muy presentes (para bien y para mal, debo señalar). Desde muy chica viví ese tránsito dual: patriarcado y un pseudo matriarcado, crecí viviendo en dos mundos opuestos; el colegio de monjas-represiva y por otro la libertad que me daban en casa, donde siempre me permitieron “ser artista” y estar profundamente enamorada de Boy George desde los 5 años…

De mi hermana mayor heredé el ser rebelde, ella era Thrasher a mediados de los 80`s inmersa en un grupo de puros machotes, vivió más de cerca la dictadura en nuestro país, la represión, la injusticia y el profundo dolor que eso significó para toda esa generación, dolor que aún nos pesa y bueno, fue tan transgresora que terminó suicidándose…

El haber vivido bajo el alero de diversas mujeres; rebeldes, locas, oprimidas, “aperradas” (las que lucharon solas con sus hijxs a cuestas) y un sinfín de etc. Influyó en mi percepción de lo que es ser “mujer” en esta vida y en mi caso el aprender del error se transfiguró en un proceso alquímico: La intensidad de la vida encarnada en mi forma de entender y hacer “arte”.

Básicamente estas fueron unas de las tantas razones de interés que gatillaron un primer acercamiento al feminismo y que reflejan mi constante preocupación por dislocar estos códigos. Me asumo como bio-mujer, pero siempre me he sentido incomoda ante el modelo de belleza patriarcal y lamento que muchas mujeres aún estén muy arraigadas al patriarcado, en posturas muy cómodas donde no se reflexiona sobre la autonomía que pueden ejercer, siguen los mismos patrones y códigos de lo que es “políticamente correcto” bajo construcciones sociales binarias, un nazi-onalismo alarmante y un complaciente cuestionamiento del “me gusta” desde tu ordenador que no dice nada, cero aporte. Hace falta llevar estas reflexiones a lo concreto; en lo cotidiano, en las escuelas, en el arte y al activismo/artivismo en las calles.

Siento que mi trabajo ha evolucionado, ahora que vivo mi maternidad constantemente me reinvento. El feminismo, la maternidad y la performance han jugado un rol muy importante en mi vida y en esta lucha. Nunca me he sentido cómoda con el poder y la autoridad, me ha servido ser “aventada” como me manifestó mi querido Guillermo Gómez Peña cuando nos conocimos en México.

2.-¿ Por qué eliges abordar el tema de la maternidad en tu obra, qué nociones pretendes problematizar con ella?

Soy madre hace 4 años y es evidente que durante el  embarazo mi cuerpo y mi mente comenzaron a enloquecer más de la cuenta. Luego de parir (y lo traumatizante que es la violencia obstetricia en esta sociedad), salté al abismo para reconocer lo que significa ser madre en este mundo. Por suerte no sufrí depresión posparto, pero es deprimente darte cuenta del entorno social que hay detrás de todo, me refiero a la “sobreprotección” paternal del Estado que no se condice con la realidad de muchas madres y familias que viven en situaciones muy vulnerables; son explotadas, mal pagadas. La mujer para poder sentirse autónoma debe dejar a sus hijxs al cuidado de otra mujer, es un círculo vicioso. Sumado a lo aberrante que significa el tener que demandar al padre de tus hijxs  para que te dé un poco de dinero para mantenerlos.  Citando a Frieda Frida Freddy “Un embarazo traspasa el hogar y colabora directamente con el sistema que nos jode en conjunto”.

Es por eso que no me he sentido cómoda, ni cumpliendo el rol de la madre sumisa, estoy lejos de aparentar un ideal de perfección, el asumir tradiciones de mierda como el “Baby shower”, celebrar el día de la madre (que me parece tan insólito como el día del padre debido a su exclusión en los colegios y su mercantilismo),  la madre que alucina amamantar (qué bien por ella), la que habla todo el día de su hijx. Y no es porque se malinterprete el hecho de ser feminista, a mi hija la adoro y la amo. Pero hay algo que no encaja, algo que debo  denunciar y la manera más inmediata y propia que tengo de hacerlo es mediante la performance.

Con la performance quiero problematizar la maternidad tanto a nivel íntimo como lo hace Ana Casas Broda y activista como María Llopis y su concepto de maternidades subversivas. Pero a la vez  encontrar mi lugar, “nuestro” lugar. Me gustaría trabajar siempre con mi hija, creo que lo que estoy haciendo va para largo, es muy compleja la maternidad; el ser madre, el ser hija e incluso ser abuela, es una triada llena de inestabilidades. Como dijo Victoria Sau “La maternidad quedo arrumbada, secuestrada, en el espacio de lo biofisiológico, y es desde ese estadio que hay que desobstaculizar  el proceso trascendente a otros planos superiores de orden simbólico y cultural”.

3. – En México tenemos dos arquetipos femeninos bajo los cuales se juzgan y se clasifican a todas las mujeres: la puta y la madre, y  en el imaginario, estos no se mezclan jamás. En tu obra observo un coqueteo por jugar y descolocar estos arquetipos, mostrándonos a una madre autónoma y sexuada ¿Que me puedes comentar sobre esto?

Si, hay un dicho muy siniestro que he escuchado un par de veces “Primero se es madre y luego mujer” o sea una ¡sentencia a cadena perpetua!. En Chile vivimos en una sociedad muy conservadora y cínica en la cual la mujer-madre correctamente caZada es muy bien vista socialmente, cumple con el sueño del patriarcado, muy en la onda de lxs “jóvenes aspiracionales” o la telenovela de arcadas romanticoides, pero ¿qué queda para el resto de lxs mortales?

A la mujer que le gusta disfrutar de su sexualidad inmediatamente es tildada de puta, de guarra, sobre todo si es madre, pero el hombre puede hacer lo que se le dé la gana, desde mear en la calle hasta aparentar la familia feliz teniendo una amante por años y nadie lo juzga con la misma rudeza que a la mujer.

Hay muchos motivos e injusticias históricas que avalan la importancia de la emancipación de las madres en nuestra cultura, romper con la representación arcaica de la madre-virgen. Cuando estuve en México observé esta dicotomía de la “puta” y la “madre” y la fuerza que tiene la virgen de Guadalupe que está inmersa en todo el imaginario colectivo. Conocí a Amor Teresa quien investiga las (re)presentaciones y (re)apropiaciones de las vírgenes madres y la virgen de Guadalupe y es interesante su reflexión sobre la variada imaginería que hay en ellas; las irreverentes, contestatarias, revolucionarias y estigmatizadas que evidencian su disidencia del Arte hegemónico y su carácter trasgresor, del icono impuesto por la iglesia.

Antes de regresar a Chile trabajé con esta dualidad “puta-madre” cuando participé en el Festival Internacional de Performance Extra con la pieza “Fragmentos de poder” donde utilicé términos peyorativos (chilenos y mexicanos) en torno al ser madre/mujer/artista que mostraban mi identificación con la reproducción de la escultura de la Victoria de Samotracia instalada en la Academia de San Carlos, donde accioné. Estas palabras que fueron entregadas al público muestran mi identificación con la escultura, que es una mujer mutilada, abyecta.

Y lejos de la victimización, mi  torso estaba desnudo como muestra de rebeldía ante estos juicios, como símbolo de libertad, exponiendo la sexualidad de mi cuerpo, la sexualidad de la madre que no se victimiza, que se empodera.

4.- En varias de tus performances colaboras con tu hija, ¿cómo negocias con ella su participación en tus acciones? ¿Cómo reacciona ella ante el trabajo de mamá?

Mi discurso va por las maternidades transgresoras y eso atañe mi relación con mi hija, tanto en el cotidiano, lo íntimo como micro político, así como lo público que es lo macro político que vendría a ser nuestra exposición mediante la performance.

No hay un “negociado” de por medio, a pesar de que es difícil romper del todo la jerarquía madre-hija sin que esté de por medio la meritocracia, que ambas no me agradan para nada. Creo que lo más sano ha sido verlo y vivirlo como un juego, siempre le explico someramente sobre el contenido de lo que haremos, por ejemplo en rizomas comunes cuando ella camina en mi espalda es algo que siempre ha hecho desde que sabe caminar, entonces no son actos muy ajenos a los juegos que inventamos con frecuencia. Verlo con un dejo de naturalidad que lógicamente a medida que vaya creciendo se va a ir complejizando.

Cuando fuimos a la marcha “Por un 8 de marzo feminista” organizada por la Coordinadora Feministas en Lucha, le expliqué que íbamos a una protesta a reivindicar los derechos de las mujeres que no querían ser madres o que no podían, le hablé del aborto terapéutico (omití los otros por su corta edad) e hicimos un cartel que decía: “Aborto libre, gratuito y seguro” y por el otro lado “Mujer no es sinónimo de madre”. Ella caminó junto a mí y a mis amigxs, de vez en cuando alzaba el cartel, lo pasamos muy bien, fue un momento muy emotivo para mí ya que siento que me apoya y entiende o atisba mi visión del mundo. Ahora que está más grande disfruto mucho hablar con ella, creo que estoy formando a una pequeña feminista y quiero que siempre exija sus derechos, que se sienta libre de amar a quien quiera y feliz… creo que es lo más valioso que un ser humano puede entregarle a otro.

 5.- El cuestionar la maternidad tradicional es un tema tabú en muchas sociedades, ¿has tenido reacciones desfavorables o cuestionamientos fuertes ante tu trabajo?

Pasé una etapa de cuestionarme mucho esto del “deber ser”,  tuve sentimientos encontrados cuando decidí  ir a estudiar a  México, que era  un país que no conocía, tenía que dejar a mi hija por varios meses al cuidado de mis padres… Fue un proceso muy doloroso, de mucha presión y autocritica. Fue un aprendizaje crucial, entendí que el viajar  y conocer otra cultura te cambia la perspectiva de las cosas, te ayuda a ver con más juicio todo y te ayuda a sacudirte los estigmas sociales.

Los comentarios que he recibido de mi obra (a pesar de que llevo poco tiempo trabajando maternidades) se hallan en la melancolía, con una cuidadosa carga estética, de mucha potencia y fragilidad. Creo que han sido benefactores.

Cuando asistí al taller “Archivo, arte y género” con Mónica Mayer, le gustó mucho la performance “127 cartas, 127 utopías”, que fue una acción en conmemoración a los 40 años del golpe en Chile, ella se refirió  a la carga emocional e histórica definiéndola como una pieza muy conmovedora.

Mi tutora una vez se conmovió, no tanto por mi obra si no que por los temas que estoy trabajando, tuve que hacer una exposición de mis trabajos en su seminario y  mostré el tráiler de “El edificio de los chilenos” de la cineasta Macarena Aguiló que es la historia de muchos niños en situación de abandono debido a la dictadura en Chile,  desgraciadamente esta historia no se conoce como debería, son parte de mi historia como chilena, pero que nos afecta y pertenece a todxs; La madre como la esencia del ser.

6.- Y por último, ¿Crees que es necesario discutir la maternidad desde el arte feminista?

¡Por supuesto que sí!

Es ese escenario doméstico, privado y público que me ha hecho reflexionar sobre las posibilidades de cómo politizar la maternidad mediante la performance, hay mucho  que protestar,  manifestar. Hay muchas injusticias aún sobre las madres, madres que aún buscan a sus hijxs, niñxs viviendo en la miseria, la prohibición del aborto y la negación del Estado al derecho de decidir sobre nuestros cuerpos, las nuevas maternidades trans, lesbianas, homosexuales, apoyar la maternidad en su desborde… son temas que hay que visibilizar.

Quiero más adelante trabajar en comunidades, es algo que estoy pensando hace un tiempo, no quiero ser sólo discurso y performance, también soy profesora y debo ser un aporte desde la educación; ver a la mujer  no sólo como un objeto sexual y reproductor, contribuir a una educación sexual lejana al patriarcado, temprana y diversa.

A mediados de junio participaré de una muestra llamada “New Maternalims” de la curadora canadiense Natalie Loveless, proyecto que se realizó en el 2012 donde invitó a Alejandra Herrera, artista chilena de performance radicada en  Los Ángeles. Ambas junto a la curadora local que es Soledad Novoa, decidieron traer el proyecto a Chile extendiendo la invitación a artistas chilenas.

En esta muestra voy a exhibir el video “Rizomas Comunes” y también haré una performance que trata sobre el abuso sexual en lxs niñxs, que es un tema muy delicado que me tocó vivir de cerca y creo que es importante hablar de ello, denunciar. Lamentablemente el abuso infantil es una epidemia, una triste realidad que desencadena una serie de conflictos sociales. Muchas veces las madres se dan cuenta al interior de la familia del abuso y no lo detienen por miedo, por violencia o por temor a perder al esposo…

Siento que la plataforma que me entregan si bien es un reconocimiento a mi trabajo, también estimo que es importante generar conciencia para proteger a la generación de hijxs y niñxs en el mundo. Me ha servido mucho hablar con una artista mexicana Patricia Meza,  que trabaja este tema, pero lo aborda desde los adultos que sufrieron abusos en su infancia. Me envió su tesis de maestría y me ha servido mucho para tener un acercamiento más reflexivo sobre el tema.

Es necesario asumir la deconstrucción de la familia, de la urgencia de preguntarse sobre estos temas, salir del ensimismamiento en el que estamos, evidenciar la invisibilidad ante el abuso sexual, pensar los recursos legales a los cuales nos des-amparamos,  la “banalidad del mal” recordando a la filósofa Hannah Arendt.


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Para ver más de su trabajo AQUI

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