Entrevista a Kani Lapuerta sobre transfeminismo, encuentros, desencuentros y alianzas

Entrevista por Georgina González

Kani Lapuerta viene de Madrid, España. Para cuando entró a la universidad comenzó a militar en Mantis, un colectivo madrileño feminista. Fue ahí que, de la mano de sus compañeras feministas, Kani comenzó a descubrir en los encuentros, en las conversaciones, en los libros, el cine, sus primeras referencias feministas y transfeministas. 

“Y yo siempre lo digo, fue gracias al feminismo que pude plantearme una transición de una manera mucho más consciente porque estaba atravesada por los feminismos. De otra forma habría sido una transición… no sé cómo llamarla… despolitizada de alguna manera”. 

¿Cómo fue el primer diálogo entre tu identidad de género y los feminismos?

Estuve seis años en el colectivo Manits y para mí fue una época de mucho crecimiento personal. De darme cuenta de un montón de cosas que, tal vez estaba viviendo, pero no era consciente (…) Fue un espacio en el que empecé con el transfeminismo, feminismo queer. Y fue ese un espacio seguro donde pude cuestionarme un montón de cosas. Y yo siempre lo digo, fue gracias al feminismo que pude plantearme una transición de una manera mucho más consciente. Me permitió justo eso y poder nombrarme en masculino pero siendo consiente de lo que implicaba. 

Todas mis compañeras fueron súper chidas conmigo y en ningún momento me sentí juzgado. En ningún momento sentí que el hecho de ser trans me estuviera expulsando de esos círculos. 

Para mí fue un espacio de contención y acompañamiento en mi transición. Después también no sólo estaba en ese colectivo, comencé a juntarme con más gente y comencé a hacer otras redes y a involucrarme en círculos transfeministas, queer y en las ondas de postporno. Ahí nació mi interés en temas de la representación y de cómo construir otros imaginarios del deseo en el que también aparecieran otros cuerpos que no estaban dentro del porno más convencional. Luego viajé a México a presentar un corto a la Muestra Marrana y me quedé.

¿Qué herramientas te brindó el feminismo para una transición politizada?

No fue algo tan consciente, fue un proceso desde lo que iba aprendiendo y compartiendo con mis compañeras. Tratar de hacer ese proceso y de construir una masculinidad un poco más crítica y distante a lo que había visto. Y en eso fue muy importante para mí conocer a otros chicos trans que también estaban en las ondas de los feminismos.

Las herramientas que me dio el feminismo fue poder tener una visión crítica de qué implica la masculinidad, la feminidad, qué implica no estar en ninguna de las dos o no estar mucho en ninguna de las dos y a nivel social cómo te relacionas desde ahí. 

A mí sí me salvó el feminismo, la verdad, sinceramente creo que sí y el poder plantearme mi transición fue porque tenía todo ese bagaje de la experiencia de compartir con otras compañeras y compañeras trans y compañeros trans. 

¿Cuál fue la importancia de encontrar referentes trans dentro de los espacios feministas?

Fue vital. Sobre todo por el miedo al rechazo, de que sientes que ya has construido estos círculos que son de seguridad, de contención, donde puedes compartir con personas y de repente el miedo de que ya no vayan a ser tus círculos por esta decisión (transicionar) pues estaba cabrón. 

Y me di cuenta que una cosa no quita la otra al juntarme y platicar de esto con los chicos que son muy amigos, que ya tienen como 50 años, y que ellos también habían estado en colectivos feministas de siempre y en un punto hicieron su transición pero no se alejaron de los feminismos. Y eso para mí fue un: sí se puede. Sí se puede estar aquí desde otro lugar también y para mí eso aportaba un montón porque era construir desde otro lugar pero siempre yendo a lo mismo. 

¿Al llegar a México cómo te vinculaste con los feminismos? ¿Con quiénes te encontraste?

Hay una diferencia grande porque el contexto es completamente diferente. Allá (en España) estábamos hablando de otras cosas muy diferentes y acá llego y la situación que hay es otra cosa. Aquí asesinan a 10 mujeres al día, entonces creo que la urgencia política es otra y la realidad es otra. Y eso me hizo reubicarme dentro de esto. No sólo como euroblanco sino como chico trans.

Lo que me sorprendió mucho aquí es que había muy poca gente trans dentro de los espacios feministas, eso me llamó mucho la atención porque allá… bueno ahora no sé cómo está la cosa porque creo que también está bastante odiosa, pero cuando estaba allá (en España) había un montón de personas trans dentro de los espacios feministas y nunca fue un pedo, ni un punto a cuestionar de no poder estar ahí. Las personas trans siempre éramos bienvenidas a esos espacios y pues también los estábamos construyendo de alguna manera. 

Aquí comencé a intentar acercarme a los espacios feministas, a los colectivos y demás y aquí fue donde empecé a sentir ese rechazo. Conocía a algunas personas y las personas me conocían pero los espacios eran más separatistas en el sentido de ‘solo para morras’. 

Al principio me enojaba un montón. Decía: por qué si yo también soy feminista y no sé qué. Pero llegó el momento donde dije: bueno, son procesos diferentes y por el momento no es mi espacio y tal vez no lo sea. Fue un aprendizaje de mucho tiempo, de años. De darme cuenta que sí, que tal vez ya no eran mis espacios y estaba bien y lo que tenía que hacer era construir otros o buscar construir con otras personas otros espacios.

¿De qué forma te afectó encontrarte en espacios feministas con poca participación y personas trans?

En un principio me afectó un montón porque para mí estos son mis espacios de seguridad y donde yo he crecido y me he relacionado. Pero también fue darme cuenta que el contexto y la realidad es diferente y en vez de estar topándome con la pared pues traté de ver por qué las personas trans tampoco están en esos espacios. 

Aprendí de personas trans que tienen un recorrido distinto al mío. Yo soy súper privilegiado porque me pude plantear mi transición con un montón de herramientas críticas que al final también sirven para estar un poco mejor en este mundo. 

Hace un año hubo una actividad que realizó la Red de Juventudes Trans a la que vino Blas Radi, un filósofo argentino. Y yo al principio estaba así, super peleonero y lo debatía todo pero al final lo que estaba diciendo fue muy fuerte porque habló de su experiencia en Argentina de que muchos chicos trans han sido mucho más violentados en espacios feministas que en cualquier otro espacio por el que han transitado. 

Eso fue como wow. Es verdad, sí hay mucha violencia y sí hay mucha transfobia y está muy difícil crear esas alianzas cuando de plano te están diciendo que ese no es tu espacio y que de plano están negando tu identidad. Como que no dan muchas ganas de seguir picando piedra. 

A esa actividad llegué con el pensamiento en la cabeza de lo necesario que es la alianza con los feminismos y posicionarnos. Y al final mi pensamiento fue que tal vez no. Eso me puso en la cara que no es tal que así la cosa en este momento.  Pero yo sigo en ese debate interno todo el tiempo. 

¿En cuanto a luchas de los feminismos dónde está puesta tu postura, cómo te entiendes políticamente?

Personalmente creo que sí tengo que estar ahí independientemente de que yo no vaya a abortar, no solo porque haya hombres trans que también aborten, que también. Y creo que eso es súper importante visibilizar sino porque independientemente de que no haya espacio para las personas trans en los feminismos vivimos en un sistema patriarcal. Y por mucho que ahora mismo haya esta separación no van a dejar de asesinar a 10 mujeres al día y evidentemente también hay que visibilizar los transfeminicidios y también hay que visibilizar la violencia que viven los chicos trans y las personas no binarias. Creo que una cosa no va sin la otra. 

Creo que no debería estar peleándome con una feminista cis para decirle «qué onda, nosotros también tenemos que estar ahí» … es absurdo y es que nos está jodiendo lo mismo.

Es muy triste y creo que también hay una desmemoria muy grande en cómo se han articulado los feminismos con la disidencia sexual históricamente porque, sin ir nada lejos, hay personas trans en las marchas contra los feminicidios, en fin. 

Creo que, independientemente de que a mí no me van a matar en la calle por ser mujer, no quita que me indigne y quiera poner el cuerpo para que eso deje de pasar. Pero creo que la reflexión ahora está justamente en ver dónde poner el cuerpo y de ver a las opresiones y las categorías de opresión no como un freno sino como una potencia para construir, articular y encontrarse. Y que no nos paralice. Ni siquiera cuando tú vives un privilegio sobre las otras personas. 

¿Desde dónde es importante para ti crear alianzas políticas?

Para mí es muy importante que la gente tengan una crítica feminista y anticapitalista. A mí me da igual si eres trans y eres policía, no voy a construir contigo. Necesito algo más. Obvio voy a estar, a poner el cuerpo y acompañar lo que haga falta pero necesito que haya afinidad en otros aspectos. 

Y creo que es ahí donde el transfeminismo es muy importante porque justo es transversalizar un montón de luchas que no es solo la lucha trans, sino es la lucha antirracista, anticapitalista, feminista, un montón de cosas que son clave y que no podemos perder esas líneas y ejes de acción. Para mí perder eso hace que quede un poco vacío el discurso y la lucha. 

Hoy las alianzas son fundamentales porque estamos cada vez más aislades y cada vez las luchas identitarias son más identitarias, y nos perdemos de todo. 

No tienes por qué tejer solo con la gente que piensa exactamente igual que tú, que caga como tú y que come lo mismo. Creo que hay momentos de encuentro y de separación y eso es súper valioso. Y saber que cuentas con la gente que no todo el rato está pegada a ti pero saber que puedes convocar y vamos…  igual que si me convocan estaré ahí para cualquier cosa. Para mí ahí está la política, ahí está lo interesante de tejer.

¿Son posibles las alianzas hoy con los feminismos y las feministas? 

No sé. Ahora en concreto me da mucha tristeza y mucho miedo que haya esta explosión de este discurso transfóbico dentro de algunos feminismos que no es que sean transexcluyentes, es que se están centrando en odiar a las personas trans y no veo para dónde más va su agenda política.  

Yo soy muy optimista y muy inocente, hace un par de años la gente me decía «es que las Terfs y esto y lo otro», y yo pensaba que eran tres chavas. Pero fue este año que me di cuenta que, no mames, sí va en serio, sí tienen poder, sí tienen muchos medios donde esparcir su mierda y es grave. Platicando con compas trans que sí les han amenazado de muerte desde estos colectivos, que sí les han dicho que si ponen un pie en ciertos espacios les matan; fue cuando me di cuenta que no son tres chavas, que no es ninguna broma y esto va en serio. 

¿Cómo reparar las heridas que han dejado estas olas de violencia?

Yo creo que justo viendo con qué personas concretas se puede hablar de esto sin que haya un juicio de ninguna parte. Y ha sido muy a pequeña escala las personas que veo que sí son aliadas y sí les preocupa, que sí quieren construir puentes y construir un diálogo y alianzas. 

No se dará con todas ni en todos los espacios. Necesitamos construir ese proceso en donde sí haya esa posibilidad de no perder alianzas que son fundamentales. La cosa es ser capaz de articularnos, encontrarnos y desencontrarnos. 

¿Cómo crees que las personas trans pudieran fortalecerse frente a las violencias?

Creo que es urgente contrarrestar eso de alguna manera y creo que hay que hacer muchas líneas de acción. Desde la autodefensa hasta tratar de crear alianzas con gente que sí esté sensibilizada y es fundamental posicionarlo y que se posicionen porque esta gente está ganando terreno y es importante hacerlo para decirles a todas las TERFS que en esos posibles espacios seguros no van a poder llegar con su mierda. 

No es mi lucha estar en las instituciones pero creo que sí es importante estar en todas partes. Y creo que es muy importante tener alianza, tener espacios de contención porque sí está cabrón, si afecta un montón, te pone triste y es importante tener estrategias de autocuidado para no enfrascarse pero claro que no lo podemos obviar. Y creo que es importante entrar a otros terrenos como la seguridad digital porque al final todo lo que vemos en redes también afecta un chingo. ¡Organicemos ese taller!

¿Se puede imaginar una especie de feminismo para todes?

Me caga esta idea de lo incluyente porque es como «te doy permiso para estar aquí». Para mí la propuesta está en el transfeminismo porque propone transversalizar un montón de cosas. 

No es algo de que alguien incluya a alguien sino es un espacio que se crea entre todes. Tampoco es un espacio fijo. Muchas veces estarás y otras no porque no es tu lugar y está bien pero no significa que estés excluido, excluida, excuide, sino que son articulaciones esporádicas que se dan y que en algunas te sentirás más llamade o no pero igualmente apoyas desde otro lugar. Creo que el transfeminismo hoy es muy necesario.

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Georgina González (México) Periodista, le interesa escuchar, escribir y contar historias sobre Derechos Humanos, temas LGBT+, género, luchas y resistencias sociales.

Estudió Comunicación en la UNAM y se especializó en Periodismo.

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