El virus en tus ojos

por Pablo Caisero

Esa amenaza que existe ha creado nuevas

complicidades, una nueva ternura, nuevas solidaridades.”

Hervé Guibert.

Efectivamente, veo el virus en tus ojos”. Con esta afirmación el doctor F dió por terminada la consulta. M y yo salimos del consultorio en silencio, pagamos lo correspondiente y nos metimos en el coche. En medio de la noche y ya en la seguridad del auto, soltamos la carcajada. Desde entonces M y yo, repetimos esa afirmación de vez en cuando para burlarnos de nuestra carga viral: veo el virus en tus ojos.

Años después me enteraría que el doctor F no era del todo confiable. Cierto o no, a M y a mí nos enseñó lo básico acerca de lo que clínicamente significa vivir con VIH: tratamiento antirretroviral, conteo de CD4, carga viral, SIDA y drogas -al doctor F le daba especial curiosidad mi vida sexual acompañada de drogas, no dudaba en preguntar todas sus dudas- ¡ah y, por supuesto, nos enseñó que, al virus, se le puede ver en los ojos!

Nunca he preguntado si esto último es posible. En realidad ahora tampoco me interesa saber si clínicamente ésto es posible. El saber comunitario -con sus complicidades, ternuras y solidaridades- me ha mostrado otras posibilidades, habilidades y capacidades para ver el virus en los ojos.

Pero esto lo aprendí diez años después de vivir con VIH. Un día, de pronto, yo había llegado a tocar una puerta para hacer voluntariado y al otro ya estaba sentado en un espacio dentro de la Clínica Condesa al que, junto con otros compañeros de trabajo, decidimos llamar Apoyo Comunitario. Ya hace cuatro años de eso y aún recuerdo la ansiedad que me daba hablar con otras personas acerca de mi condición o experiencia como seropositivo. Y es que, con diez años recorridos, para mí vivir con VIH no significaba nada más que ir cada determinado tiempo al IMSS para recoger medicamento, hacerme estudios de laboratorio y tomarme dos pastillas todas las noches. Y entonces, ¿por qué sentía ansiedad?

Aquí haré una pausa: Apoyo Comunitario es un espacio al que acuden las personas que tienen un reciente diagnóstico de VIH para recibir acompañamiento en el proceso de vinculación a los sistemas de salud, es un espacio que siempre tiene la puerta abierta y donde toda persona que llega es escuchada.

Sentía ansiedad porque con cada persona que llegaba, con cada historia que escuchaba, comenzaba a entender, diez años después, lo que significa vivir con VIH; ansiedad porque pensaba que debía tener las palabras correctas para decir lo adecuado en cada situación. Poco a poco comprendí que no “tenía” que decir nada adecuado, yo estaba ahí para escuchar, acompañar y sostener. Mi experiencia de diez años conviviendo con el vicho se manifestó como acontecimiento mirando a los ojos de esas otras personas que llegaban a Apoyo Comunitario y que resignificó mi vida; comencé a nombrarme joto y hablar de mi convivencia con el vicho.

Permanecí casi tres años escuchando historias en Apoyo Comunitario. Algunas veces, después de terminar con alguna persona me metía al baño de la Clínica para llorar en silencio, llorar de coraje, de impotencia, de dolor; muchas veces terminaba contento, satisfecho, cansado; otras, salía fastidiado, harto de la condición humana, de mi condición humana.

No sé exactamente a qué se refería el doctor F cuando aquella noche hace 14 años me dijo que veía el virus en mis ojos. Como dije, no me interesa conocer su interpretación. Para mí, ver el virus en los ojos de otra persona es escuchar su vida, sus incertidumbres y sus deseos, acompañar sus temores y sostenerle en sus tropiezos mientras aprenden a caminar en su experiencia de vivir con VIH. Espero que cuando las personas vean el virus en mis ojos, se sientan menos solas.

No sabía que podía hacer algo con diez años de experiencia. Normalmente este tipo de saberes como personas en situación de enfermedad crónica son menospreciados por la clínica. Afortunadamente esto está cambiando. Necesitamos organizarnos. Sin liderazgos, sin esperar a que surja “el/la/elle activista/e/o”; organizarnos en común, huir del protagonismo para cuidarnos colectivamente. Las solidaridades que el VIH creó y sigue creando son de todas, todos, todes; son nuestro orgullo y nuestra resistencia.

Hace mucho que no le digo a M que veo el virus en sus ojos, pero la última vez que lo vi, hace un par de meses, sé que él sí vio el virus en mis ojos.

[divider]

Pablo Caisero. Joto. Comunicólogo. Explorador de placeres. Hice estudios de maestría en Desarrollo Organizacional pero me arrepentí. Seguí explorando los placeres. Después hice estudios de maestría en Teoría Crítica y me encontré. Consumo drogas y amo las prácticas sexuales no normativas. Actualmente en el programa de Salud Sexual y en la co-coordinación del programa de Consumo de Sustancias en Inspira Cambio A.C. VIH+ desde hace 14 años. Casado con un puto chingón. Salimos al pan con nuestros dos perritos. 

IG y TW @caisero 

Volver arriba