De las amistades apasionadas

Por R.

¿Y qué decir de las amistades apasionadas que se confunden con el amor y que, pese a todo, son otra cosa, fronteras del amor y la amistad, esa zona desconocida del corazón, que no pueden comprender aquellos que viven en serie?
Jean Cocteau *Opio*

‘Apasionadas’ puede tener varios sentidos. Puede ser lo contrario de ‘activas’; por tener la misma raíz etimológica de ‘pasividad’, puede significar entonces ‘dejarse vivir, devastar, dejarse desbaratar, revolver tanto la mente como el cuerpo’. Pero entonces ¿Es amor? ¿Y qué decir? ¿Qué decir y cómo hablar de esas amistades cuando no caben bajo la etiqueta del amor-de-pareja? ¿Cómo nombrarlas?

     Hace poco me encontré yo misma en esta situación y concluí, sentada en el suelo del cuarto de baño, que no sé, no sé qué nombre llevan. ¿Qué expectativas de éxito relacional genera la heteronormatividad en la que crecimos, nos educaron, nos socializaron? Y también ¿en dónde termina la amistad y en dónde empieza la pareja o ‘el amor’? ¿Hay un límite? ¿En la sexualidad está la respuesta? ¿Qué jerarquización damos a estas relaciones? ¿Cuáles son los afectos que cuentan más? ¿Junto a quién decidimos mirar hacia adelante? ¿Qué amores y que afectos son los que consideramos legítimos de ese nombre?

     Anarquía relacional, poliamor, afectividades disidentes, no-monogamias, familias-por-elección, todas estas etiquetas hablan de una necesidad imperante, urgente en nuestros tiempos: la deconstrucción de la pareja tradicional monogámica que se construye desde las expectativas heteronormativas y del amor romántico. ¿La jerarquización afectiva que ponemos en práctica es diferente al momento de tener o no pareja? En mis relaciones sigo experimentando parejas cuando en realidad mis afectos constantes son más amplios, los afectos que me acompañan desde toda la vida son las amistades, los afectos que me arrancan el corazón, las voluntades más sinceras de construir, de estar juntes, de estar para le otre, de hablar y reflexionar sin miedo son las amistades-apasionadas. ¿Cómo hacer que estas relaciones puedan ser las significativas? ¿Cómo hacer que a lo largo de nuestra vida, tanto en la juventud como en la vejez, podamos crear nuestro vínculos afectivos y que ellos estén presentes sin cargarlos de expectativas ‘normativas’ de pareja pero tampoco pensando en que todo lo podemos solxs? Solos. Individuos. Como nos quisiera el capital, instrumentos de un capitalismo neoliberal violento que impone una voluntad individualista y de autorealización frente a una voluntad de cuidado colectivo. Autosuficientes.

     Muchas investigaciones definen nuestros tiempos como liquídos, frágiles, precarios, al borde de un constante ataque de pánico. Parece que la única lectura que se pueda dar a estas prácticas de deconstrucción de una normatividad afectiva (que implíca también una deconstrucción del deseo, de la heteronormatividad, de los géneros) es una lectura de individualismo exacerbado. Sí, a nuestros afectos precarios compete deconstruir el concepto de familia mononuclear, porque en ella se identifica el organismo funcional de la reproducción del sistema capitalista y heteropatriarcal y, por lo tanto, el núcleo generador de opresiones. Pero a la vez, les compete crear otras alternativas relacionales. No necesariamente parejas, sino más bien vínculos ‘apasionados’. Sara Ahmed afirma que es necesario volver a construir desde una fenomenología queer otras narrativas que ‘acumulándose’ dibujen espectros más amplios de posibilidades, que dibujen horizontes culturales de felicidades alternativas, horizontes aspiracionales que desdibujen etapas impuestas en la vida de las personas. Es necesario narrar y visibilizar la capacidad de crear colectivamente espacios y comunidades políticas que permitan materialmente y simbólicamente ser ‘socialmente posibles’ en contra de las normas dominantes.

     Y es tanto en la deconstrucción de la normatividad afectiva cuanto en la construcción ‘material’ de otras relaciones que está la apuesta de estos afectos, vincúlos apasionados. ¿Cómo hacernos socialmente posible sin buscar un reconocimiento normativo? ¿Cómo cuidarnos también materialmente, económicamente, sin reproducir roles que nos han sido impuestos (la mujer como cuidadora afectiva y el hombre como provedor económico)? ¿Cómo reivindicarse una afección de los cuerpos, entre los cuerpos y un cuidado más allá de las imposiciones, de las normas?

En fin: ¿Cómo estar, sin atarnos, pero estando? Necesitamos compartir experiencias.

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