Somos una colectiva feminista con perspectiva de género integrada por un grupo de nueve mujeres, jóvenes, estudiantes de diferentes licenciaturas pero sobre todo somos amigas, cómplices y compañeras de lucha. Nuestras experiencias vitales se articularon desde el ámbito universitario, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, lugar en el que estudiamos.
Nuestro proyecto propone la politización radical de nuestras existencias cotidianas. Radical, porque asumimos una postura feminista y anticapitalista que no se conforma con la emancipación de unas cuantas personas, sino que apuesta por la construcción de un nuevo orden social y de un mundo completamente distinto. Como lleva diciendo más de veinte años el EZLN: “El mundo que queremos es uno donde quepan muchos mundos”.
Creemos que lo político no puede ni debe reducirse a los órganos estatales e institucionales, ni a los sujetos ligados a éstos, que reproducen sistemáticamente la violencia contra miles de personas diariamente. Por el contrario, asumimos como lo político todas las relaciones de poder que median entre uno y otro ser humano, tácitas o explícitas, las estrategias y discursos que legitiman y perpetúan la desigualdad y la violencia.
Estamos convencidas de que como sujetas y colectividades politizadas podemos y debemos construir nuestras propias plataformas y medios para luchar. Porque vernos las caras también es un acto político.
Surgimos al margen de las movilizaciones masivas que desataron el crimen de Estado cometido contra los 47 compañeros normalistas (43 desaparecidos, tres masacrados y uno en actual estado de coma) la terrible noche del 26 de septiembre del 2014 en Ayotzinapa, Guerrero.
Aún cuando los motivos principales que nos movilizaron son los miles de feminicidios, desapariciones forzadas de mujeres y niñas y la violencia generalizada que enfrentamos cotidianamente por el simple hecho de ser mujeres, reivindicamos y nos solidarizamos con otras formas de luchas y resistencias antisistémicas.
Afirmamos que no podemos jerarquizar luchas, que la rabia por cada injusticia cometida en nuestro país debe trastocar nuestra cotidianidad, que de alguna manera, desde las altas esferas del poder nos tratan de imponer con la sordera a nuestras exigencias.
Llevamos ocho meses de actividad continua trabajando con la comunidad universitaria, organizando círculos de discusión, talleres y cine debates con el propósito de visibilizar la problemática específica de la violencia de género y su relación con los feminicidios; buscando abrir canales de diálogo que nos ayuden a plantear alternativas.
La conformación de nuestra colectiva nos ha permitido transformar la indignación personal en politización, pues además de analizar las problemáticas que como mujeres jóvenes enfrentamos en nuestra realidad social nos hemos dado cuenta de lo significativo que resulta tejer redes afectivas y de acompañamiento, que las risas y la amistad también son formas de resistencia.
Nuestras experiencias como colectiva nos han llevado a reflexionar y problematizar sobre los retos que implica el trabajo en comunidad pues estamos conscientes de que hemos sido construidas desde un individualismo exacerbado que nos impide imaginar otras formas de existir. Aunado a eso debemos admitir que la gestión de recursos materiales y humanos conlleva un grado de disciplina y responsabilidad con el que no todas estamos familiarizadas y eso también significa trabajo adicional.
Ya que uno de nuestros principales objetivos es construir redes de apoyo y lucha combativa, crear colectividad precisamente, estamos en la mejor disposición de compaginar esfuerzos con otres. La única experiencia que hemos tenido en ese sentido fue con les compañeres del colectivo Perspectivas Críticas quienes nos apoyaron en la organización de un cine debate y el taller para crear consignas no sexistas (concretamente el llevado a cabo en la Facultad de Filosofía y Letras de Ciudad Universitaria).
Por el momento no contamos con un manifiesto ni declaración ya que nuestra formación política apenas comienza y está en construcción y modificación constante. Los espacios en los que operamos suelen ser los que la universidad nos ofrece y en general cualquier lugar que se preste para una intervención política. Con ello pretendemos irrumpir en la cotidianidad y transformar los espacios, dotándolos de fuerza política y romper con las divisiones entre lo público y lo privado.
Porque nos queremos vivas y creemos en defender nuestras vidas luchando: ¡que el patriarcado y el capitalismo caigan juntos!