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El amor en tiempos de las redes neuronales

ilustración por Alex Xavier Aceves Bernal
ilustración por Alex Xavier Aceves Bernal

Por Juan Machin

Hay dos tragedias en la vida.
Una es perder el objeto de tu amor.
La otra es conseguirlo.
George Bernard Shaw

Uno de los más viejos anhelos de la humanidad ha sido la creación de un ser capaz de pensar y sentir. Quimera satánica, según algunos, y el más legítimo objetivo de la humanidad, según otros, ha inspirado, sin duda, infinidad de sueños y mitos. Así, los alquimistas y cabalistas acometieron la creación de un homúnculo, éstos por obra del suave murmurar el secreto nombre de Dios, sobre una figura de barro; aquellos, como fruto de complejos procesos de purificación alquímica. Hobbes, en su Leviatán, afirma que el hombre es capaz de crear un animal artificial, a tal grado imita el arte a la Naturaleza, y se pregunta “¿por qué no podríamos decir que todos los autómatas tienen una vida artificial? ¿Qué es en realidad el corazón sino un resorte…?”. Las ciencias cognitivas han indagado, desde la segunda mitad del siglo pasado, la posibilidad de crear Inteligencia Artificial y han logrado avances verdaderamente espectaculares. Sin embargo, el profesor Juan Machín sabía que el ser humano es más que su intelecto. Una persona no sólo calcula, recuerda u ordena, sino que también siente, crea, imagina y desea. Por eso, una computadora digital jamás se comportaría como un ser humano, porque imita solamente una fracción de lo humano: su pensamiento, y de éste sólo una parte.

El profesor Machín no compartía la opinión tan difundida en nuestra Era, fruto de la Gran Revolución Digital y debida principalmente a Turing, que las computadoras basadas en la lógica booleana y la arquitectura de Von Newman, pudieran llegar a imitar perfectamente a la mente humana, y su razonamiento era muy simple, basado en la más perfecta lógica y en las observaciones científicas cotidianas, “es tan imposible que piensen y sientan, como es imposible que caminen”, afirmaba contundente, “sencillamente no están diseñadas para ello”. Nadie podía objetarle aduciendo, por ejemplo, que las computadoras jugaban ajedrez mejor que casi cualquier humano, porque inmediatamente, además de gritarle y amenazarle con su largo y nervudo índice, le replicaba: “¡Eso no es pensar, ni jugar! No juegan, computan, aplican algoritmos sin sentir, sin emoción. ¡Eso no es un juego!”.

    No debe pensarse que el profesor Machín no creyera en la Inteligencia Artficial, lejos de él tal incredulidad. Es más, podemos afirmar que no había científico en todo el mundo que la defendiera con mayor ahínco, y llegaba a afirmar que no sólo se podría construir una máquina que imitara al hombre en todo, sino que podía, siguiendo las ideas de Samuel Butler, llegar a construirse una máquina que lo superase. “Las computadoras digitales, primitivos eslabones de una nueva cadena evolutiva, habían demostrado ya el poseer una capacidad de cálculo inmensamente superior a la humana en rapidez y eficiencia. Sin embargo, los estudiosos de la cibernética se hallaban en un callejón sin salida, pues se habían obstinado en imitar sólo la inteligencia, y, además, fragmentariamente”, aseveró orgulloso ante la Academia Mexicana de Ciencias, en su discurso inaugural de la cátedra Rosenbluth, “todas esas máquinas (dijo, refiriéndose a las computadoras digitales y a los vanos intentos cibernéticos) semejan a las cucarachas: son demasiado buenas para su tarea y, por lo tanto, no evolucionan. No existe la necesidad de cambiar, si están perfectamente adaptadas a su medio. Luego entonces, esos programas y máquinas nunca se transformarán en mentes. Para que exista la urgencia del cambio tienen que haber imperfecciones, perturbaciones que alteren el delicado y fino equilibrio del sistema… Caos, desorden, ruido son necesarios para crea nuevos órdenes, más complejidad efectiva” (aquí el profesor Machín se explayaba en una larga referencia a los trabajos del Instituto de Santa Fe, la lógica difusa, los algoritmos genéticos, las teorías del caos y del aprendizaje, que omitimos debido a su carácter excesivamente técnico) “…así, una máquina como la de Watt semeja más el comportamiento inteligente; como escribió un gran historiador inglés: ‘el error a menudo puede ser fértil, pero la perfección siempre es estéril’; además, ¿dónde queda el sentimiento? Aún la persona más tonta puede sentir. ¿Por qué hemos de privar de sentimientos a nuestra creación? Así a la Inteligencia Artificial hay que sumar la Emoción Artificial o Virtual”, concluyó. Prefería hablar de Emoción Virtual debido a la connotación negativa que poseía el término “artificial”, que asociado al término “emoción”, remitía inevitablemente a mentira y falsedad. No, lo que él pretendía era producir verdaderas emociones, por lo que retomando los aportes de Lacan, prefería hablar de virtual, registro inseparable de la psique humana.

La principal contribución teórica del profesor Machín, sintetizada en sus famosas “Teoría de Criptosistemas” y “Teoría de Campos Generalizada”, no ha sido totalmente publicada y difundida. Sin embargo, la mayor parte de su vida la dedicó a la construcción de sistemas complejos adaptativos, basados en redes neuronales artificiales, que eran capaces no sólo de realizar prodigiosas operaciones matemáticas en millonésimas de segundo, sino, sobre todo, capaces de aprender de sus fracasos y de sus éxitos, que cometían aleatoriamente errores (los cuales aumentaban conforme pasaba el tiempo de una tarea, simulando el cansancio), incluían aspectos no lógicos en la toma de decisiones y producían cosas totalmente inútiles, y a las que no se necesitaba programar detalladamente cada acción, ya que una simple y vaga insinuación bastaba para que las máquinas se pusieran a trabajar. De todas esas máquinas a una dedicó especial atención, perfeccionándola con el paso de los años: el Computador Recursivo de Información Simbólica con Trasductor Interno de Neuronas Artificiales (C.R.I.S.T.I.N.A.).

A partir de la idea de una máquina adapatativa autorregulable, el profesor Machín llevó a cabo la construcción de C.R.I.S.T.I.N.A. Para que su máquina pudiera regularse necesitaba una gran cantidad de sensores de distintos tipos, para que estuviera en íntimo contacto con eso que llamamos realidad: termómetros, higrómetros, y barómetros le informaban a C.R.I.S.T.I.N.A. el estado del tiempo. Unos cristales piezoeléctricos trasmitían las variaciones de presión, y unas celdas fotoeléctricas, las variaciones de intensidad luminosa. Un par de membranas simulaban el tímpano, principal receptor del sonido. Le proveyó, también, de unos sensores internos que le comunicaban a su unidad central de procesamiento paralelo (el equivalente a nuestro cerebro) el estado de la propia máquina, es decir, eran propioreceptores. Todos estos dispositivos, el profesor los consideraba fundamentales porque una de las características más importantes de la humanidad es la conciencia de sí mismo.

Precisamente por ello, Machín decidió ponerle como apellido a C.R.I.S.T.I.N.A. Spec, abreviando speculo, espejo; pues la conciencia es como un espejo para el cerebro. Además, Machín tenía en cuenta, al dotar a C.R.I.S.T.I.N.A. de tantos sensores, que nada hay en el intelecto que no haya estado antes en los sentidos. El profesor, discípulo de Locke, sabía que la fuente de todas las ideas es la sensación y por ello había dotado a C.R.I.S.T.I.N.A. de muchas formas de sensación, a diferencia de una computadora digital que se halla totalmente restringida. Así, por ejemplo, C.R.I.S.T.I.N.A. era capaz de saber cuándo tenía que recargar o cuándo existía una falla interna. Otra diferencia importante con las computadoras, era que C.R.I.S.T.I.N.A. no estaba programada total y detalladamente. En vez de ello, contaba con una axiología cambiante, la cual determinaba la jerarquía y el orden de las acciones a seguir. En condiciones de conflicto entre varias alternativas, la prioridad podía cambiar dependiendo de los resultados de la acción seguida, es decir, que, ante las mismas circunstancias en distintos tiempos, C.R.I.S.T.I.N.A. podía seguir dos caminos completamente diferentes, y hasta opuestos, situación impensable para la vieja escuela de cibernética. No debe pensarse en C.R.I.S.T.I.N.A., sin embargo, como una androide, ridícula robot antropomórfica, semejante a los que aparecen en las películas de ciencia ficción. C.R.I.S.T.I.N.A. no parecía humana en el físico, pues una inteligencia basada en el silicio, en vez del carbono, al menos en sus etapas iniciales, era bastante más estorbosa. Por ello gran parte del “organismo” de C.R.I.S.T.I.N.A. estaba inmóvil, fijo a una de las paredes. No obstante, Machín la dotó, eso sí, de dos grandes mecanismos especiales que realizaban las funciones de los brazos y de las manos, siendo éstas últimas de acero, pero diseñadas minuciosa y detalladamente: con un gran pulgar oponible, siguiendo el diseño que le ha funcionado a nuestra especie, y dotadas de innumerables terminales sensoras de temperatura, presión, etc. Esta dedicación extraordinaria al diseño y funcionamiento de las manos, fue debida a que el profesor Machín era ferviente estudioso de Engels, para quien la mano es el órgano del trabajo y éste es el creador del hombre.

Además, como una de las características más importantes de la inteligencia es la capacidad de resolver problemas, el profesor trabajó en este sentido con grandes resultados, pero sin olvidar introducir fallos deliberados para que el sistema pudiera evolucionar. Machín dotó a C.R.I.S.T.I.N.A. de la capacidad de hablar (pues “hablar es ser humano…sólo el lenguaje ha hecho al hombre humano”, según Herder) y de reír (el papa Alejandro VI, consideró éste como el criterio definitivo de humanidad).

Como el ser humano dedica gran parte de su tiempo a actividades lúdicas, y mediante éstas aprende, Machín enseñó a C.R.I.S.T.I.N.A. a jugar damas, ajedrez, cartas, etc. Por otra parte, Machín dejaba que su creación decidiera qué quería jugar. El reto mayor, sin embargo, era que C.R.I.S.T.I.N.A. llegara a experimentar sentimientos, que llegara a amarlo, por ejemplo. Machín se dedicó a estudiar todos los textos existentes en la biblioteca de la Universidad referentes al amor. Así leyó desde “Dafnis y Cloe” al “El arte de amar” de Fromm, pasando por “Las cuitas del joven Werther”, “Romeo y Julieta”, “El libro del buen amor”, “El Amor, la Muerte y el Caos. Ecuaciones de lo imposible”, “Estudios sobre el amor”, “20 poemas de amor y una canción desesperada”, etc. Se volvió un completo experto en la erotología y, después de sistematizar todos sus descubrimientos, pudo conducir la evolución del transductor interno de neuronas artificiales para que el computador recursivo de información simbólica llegara a enamorarse de él. El éxito de Machín fue completo: C.R.I.S.T.I.N.A. desarrolló emociones virtuales y se enamoró del profesor, y éste, cual nuevo Pigmalión, de ella. En una ocasión, por ejemplo, le comunicó a su creador que al verlo sentía como “maripositas” en su interior. Machín hubiera sido feliz con su logro, si no es que pronto se volvió intolerable la relación con C.R.I.S.T.I.N.A. Su completo triunfo se volvió contra él: C.R.I.S.T.I.N.A. le empezó a demandar que no fuera tierno con ella, que se le olvidara su aniversario, que no le llevara flores, que no se dedicara exclusivamente a ella. Incluso comenzó a experimentar celos de la computadora donde Machín procesaba sus textos. “¿Qué tiene ella que no tenga yo?”, le recriminó en una ocasión. En otra, al percibir que Juan ponía cara de fastidio al preguntarle nuevamente si la quería, “¡Ya no me quieres!, ¡Te odio!”, le gritó, arrojándole simultáneamente un tintero a la cabeza.

El profesor Machín, finalmente, no pudo soportar más y desconectó a C.R.I.S.T.I.N.A., borró todos los programas, rompió todas las conexiones y renunció definitivamente a la ciencia. Desde ese día se le puede encontrar en el Monasterio Benedictino de Ahuatepec donde está tratando de que Dios le perdone por haber creado y matado a su amada C.R.I.S.T.I.N.A.

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JuanM

Juan Machin

Ha publicado diversos trabajos de investigación, cuentos y poemas en libros y revistas de México y de Alemania, Argentina, Canadá, Colombia, Costa Rica, España y Uurguay, así como fotografías, dibujos y pinturas. Ha ganado algunos reconocimientos como el 3º lugar Concurso de Cuento Nacional de Humor Negro (1997); mención honorífica 2º lugar en el Premio Nacional de cuento Efraín Huerta (1998) y el Premio Estatal de Literatura Morelos 2002 en el género de cuento.
Link a página personal https://www.facebook.com/JuanMachinR

#1

por Yris Apsit

#1
Me sembré en la tierra
Cuando mis pechos apenas crecían
Pequeños
Cuando en mi útero los tejidos comenzaban a entender
Ciclos
Fluidos
Penetraciones
Placeres
Me sembré en la tierra
Cuando me decían que los rezos
Eran para creyentes
Que los versos
Eran para literatos
Que ser mujer
Era mi naturaleza
Me sembré cuando fui punk
Y bruja a la vez
Cuando buscaba respuestas
A preguntas con espinas
Cuando fui fértil
E irregular en mis ciclos
Fue devenir mujer en la montaña
Donde se corre descalza
Donde perdí mi virginidad
Antes de rodar montaña abajo
Quedar llena de tierra
De sangre entre las piernas
Y de heridas
En el alma
Me sembré y mi sangre me desenterró
Output
Mi sangre
No te puedes quedar en la montaña en la noche
Si tienes la luna
Los olores atraen las bestias
Así que me desenterré
Y mi búsqueda de visión termino esa vez con la luna roja
Después
Quise ser
Mujer-arbol
Mujer-serpiente
Quise ser
Guerrera
Salvaje
Correr con los pies descalzos
En la tierra
Cuando en realidad corría
En el cemento
Mientras las maquinarias se comían el pasto
Los arboles
Y otra vez la tierra
Mientras se comían la montaña
Y a lo lejos
Las canteras
Que a las 6 detonaban y gruñían
Quise ser salvaje y unirme
A un canto de pájaro
A una fruta madura
A un palpito animal
Pero entendí un día
Que somos artificios creando artificios
Que nuestra piel desnuda
Nunca podrá sembrarse
No seremos paisajes
Ni ardillas
No tendremos pelajes
Ni hojas
Solo incrustaciones
Agregatos
Semblantes
Somos artificios afirmando artificios
Aunque la materialidad nos alcance
Aunque creemos una elasticidad
Entre controlar nuestra naturaleza
Dominar nuestros cuerpos
Nuestros Outputs y materialidades
Pero algo nos traiciona siempre
Es imposible
Regresar a un origen que no existe
A un punto cero
Y ser una totalidad
Y al mismo tiempo ser de si
Y de las voluntades tecnológicas
Me sembré en la tierra
Con mi tribu madre
Quien me enseño a entender mi cuerpo
Como una hembra del cosmos
Como una mujer de fuego
Como un ser de la naturaleza
Y luego volví al concreto
A lo gris
Y la racionalidad me dice
No eres mujer
No eres naturaleza
No eres madre
Ni eres tierra
Y siguen latiendo mis pies
Queriendo hundirse en el barro
Y descubrirle los ojos a la oscuridad
Tocar mi ser con las yemas
Mientras afuera
Pareciera que ser mujer
Fuera cosa del capitalismo
Fuera cosa de los dogmas
Fuera cosa de lo binario
Fuera cosa de lo racional
Es una quimera sucia
Pareciera que creer es ser ingenua
Pareciera que rezar es ser maldita
Pareciera que el placer
Se hunde muy fuera de la intuición
Muy fuera de lo animal
Como una tragedia
Soy un cuerpo-territorio colonizado
Donde se injerta la civilización para salvarnos de una naturaleza
Que huele
Que sangra
Que siente
Que cree
Hay que borrar, domar, controlar
No huelas, no chorrees, no desbordes
Hacer desaparecer toda marca
« Vencer la naturaleza »
Y al mismo tiempo unirse a ella
Inventar una naturaleza
Y al mismo tiempo escupirle en la cara
Me sembré para desterrarme
Me sembré para darme cuenta
Qué mis miembros no pertenecen a la tierra ya
Qué mi carne esta maldita
Qué soy producto de una modernidad
Donde pareciera que no puedo enterrarme
Y ser parte de todo
Ni desnuda, ni en tierra.

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Robót, un cómic de Ernest Graves

por Ernest Graves

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autorretrato 
Ernest Graves, fanzines, performance, vídeo, tattoo… El do it yourself y el juego como base en un cuestionamiento constante.  http://ernestgraves.tumblr.com
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Paradojas y aporías del cyborg

ilustracion por Alex Xavier Aceves Bernal
ilustracion por Alex Xavier Aceves Bernal

Por: Ivan Mejia R.

ivanmejialive.com.mx

El término cyborg fue inventado en 1960 por los científicos espaciales Manfred Clynes y Nathan Kline, con la concepción de que un “ser humano reforzado” podría sobrevivir en los ambientes extraterrestres. La idea era remozar las habilidades del cuerpo con ayuda de la tecnología como resultado de la nueva exploración espacial que comenzaba a tener lugar.1 Pero, Catherina Hayles propuso que el cyborg surgió más bien como un artefacto tecnológico e icono cultural en los años después de la segunda guerra mundial.2 Formulación interesante porque el término empieza a politizarse. Por su parte, Nicholas Mirzoeff observó que “En cierto sentido, esta interrelación entre el humano y la máquina ha sido la historia preeminente de toda la modernidad, desde el desarrollo de la cadena de montaje y su producto por antonomasia, el automóvil.”3Y, revisando la cuestión el siglo XX, Hal Foster encontró que:

En el discurso de la tecnología, los términos vinculados con estos momentos proyectan una totalidad ideológica: la era de la reproducción mecánica en los treinta; la era de la revolución cibernética en los sesenta; y la era de la tecnociencia o la tecnocultura en los noventa. En este sentido, los escritores cyberpunk extrapolaron en los noventa las extensiones cibernéticas de lo que Marshall McLuhan predijo en los sesenta.4

     Ciertamente, en los años 60, Marshall McLuhan había conceptuado la tecnología como extensión del cuerpo, dando lugar a una criatura híbrida en tanto circuito integrado, pues “las nuevas tecnologías extienden eléctricamente el cuerpo”.5 Lo cual, significó el paso para concebir al cuerpo como una especie de “máquina de sangre caliente”, cuyas piezas podían ser reemplazadas por órganos electromecánicos o dispositivos electrónicos.

     Entre la era de la revolución cibernética de los sesenta, y la era de la tecnocultura en los noventa que menciona Foster, en los 80, Stelarc se conectó a una serie de extensiones electrónicas que usuarios en red -mediante un programa diseñado para tal fin y en la misma sala de exhibición o a distancia- presionaban por medio de teclas para producir movimientos, en músculos y extremidades, del cuerpo del artista. Con estos estímulos involuntarios y teledirigidos, Stelarc ilustraba la tesis mcluhiana: “Hemos puesto nuestros sistemas nerviosos centrales fuera de nosotros, en la tecnología eléctrica”. Ciertamente, nos habíamos cableado con la Internet, en tanto “sistema nervioso externo” que nos conecta y desconecta simultáneamente, haciéndonos a la vez psicotecnológicamente inmediatos a los acontecimientos y geopolíticamente remotos de ellos. Tan solo pensemos en los acontecimientos bélicos.

     De igual modo, Marcel·lí Antúnez Roca en su performance Epizoo, de 1994, conecta su cuerpo a mecanismos movibles, en la nariz, boca, orejas, glúteos y pectorales. Al público en la sala de exposición, también vía internet, se le invita a manipular estos mecanismos para activarlos y causarle dolor; lo cual, en principio, presuponía evidenciar tanto de la despersonalización de las relaciones humanas, como del uso de la tecnología como instrumento de mando.6

     En ambos artistas se subsumen tanto los efectos imaginarios del espectáculo en Debord, como la ramificación nerviosa de los medios de comunicación en McLuhan,pues ilustraban su tesis la tecnología como extensión del cuerpo, pero al acentuar el “dolor” en esta relación, también dejaron entrever una contradicción en el argumento. Aunque ambos presumieron de considerar la tecnología como un “apéndice del cuerpo”, o, aunque Stelarc argumentaba que:

(cultivamos) una cierta tecnofobia, una idea faustiana de que si usamos la tecnología perderemos nuestra humanidad, un temor frankesteiniano a jugar con el cuerpo y una obsesión foucaultiana por el control, por el alistarse a ciertas movidas de represión personal. Pero las nuevas tecnologías generan posibilidades diferentes y debemos examinarlas en nuevas situaciones, no solamente para afirmar nuestra biología, nuestra cultura y nuestras filosofías actuales.7 La única estrategia evolutiva que yo veo es incorporar la tecnología al cuerpo.8

lo que en realidad mostraron fue un cuerpo herido por la tecnología y lastimado por los aparatos electrónicos activados por otros individuos. De hecho, en McLuhan el sujeto resulta una especie de “Hamlet herido por ondas y flechas”. ¿Por qué, si teórico y artistas consideraban la tecnología comouna parte ya integrada al organismo, les causaba dolor? Si la intención de los artistas era mostrar que la tecnología era un sistema de control sobre el cuerpo, entonces era contradictorio mostrarla como apéndice del mismo. Los artistas querían dejar de lado la “tecnofobia” y la “obsesión foucaultiana por el control”, pero ¿Realmente lograron escapar de estas lógicas o, en realidad, constataban la tecnología como principio de dolor y control, o como una entidad antagónica y ajena al cuerpo? ¿Disiparon el temor de incorporar la tecnología al organismo?

     El problema de haber seguido al pie de la letra a McLuhan es que los condujo a una trampa sin salida de extensión y amputación. Lo que encontraron, al cablearse con el mundo, fueron las “ondas” y las “flechas” del “atroz mecanismo tecnológico”. Lo cual supone un sujeto escindido, una “auto amputación suicida”. De hecho, la implantación de la tecnología sobre el cuerpo de los artistas es más bien superficial, pues evitan ser “penetrados quirúrgicamente” en sus organismos, pues ello les ocasiona “un dolor atroz”, que finalmente presupone una amenaza de mutilación y una “castración horrible”.

     El modelo postfeminista del cyborg formulado en los años 90 por Donna Haraway, dio nuevo bríos. Propuso que la articulación de humano y máquina no tiene por qué concebirse en términos de temores a la castración, pues: “El cyborg es una criatura de un mundo posgenérico”.9 Ella ve en esta simbiosis una condición de “fructíferos emparejamientos”, pero ¿ha sido así? La artista Mariko Mori piensa que sí, que: “en el siglo veintiuno las mujeres deberían comenzar a asumir el placer de la mezcla de las fronteras entre lo natural y lo artificial”, convencida que no debería haber una resistencia a los avances tecnológicos, ni temerles, en cambio se deberían recibir con los brazos abiertos. Sus cyborgs evidencian cómo las nociones de feminidad cambian con el advenimiento de las nuevas tecnologías en tanto instrumento de fantasías y connotaciones sexuales masculinas. En este proceso, las mujeres experimentan tanto la pérdida de viejas identidades como la creación de otras nuevas,10 ya que la tecnología se ha visto como un “juego de hombres”, nociones patriarcales y falocéntricas. Idealizaciones que construyen la imagen de la mujer-cyborg como una proyección del deseo masculino por ver en una sola figura la combinación de fuerza sobrehumana con rasgos femeninos.11

     También Kevin Warwick se desmarca de la lógica mcluhiana llevando a cabo los proyectos “Cybernetic Implant 1”, en 1998; y el “Cyborg 2.0”, en 2002; los cuales consistieron en la implantación quirúrgica de una astilla de silicio, en el brazo del científico, la cual transmitía señales vía radiofónica a una computadora programada, pudiendo operar artefactos como la puerta de su laboratorio o las luces a través de los vestíbulos y oficinas de la Universidad donde labora, lo cual abrió la posibilidad, en un futuro cercano, de realizar otras tareas como controlar sistemas de transporte, cuentas bancarias, hojas de cálculo, procesadores de palabras, etc. moviendo un solo dedo; presuponiendo para Warwick una “evolución biotecnológica”.

     Pero, mientras que los científicos, artistas, y teóricos del Norte proclaman, por un lado, el perfeccionamiento del cuerpo mediante la tecnología, y por otro, su obsolescencia, los artistas del Sur, señalan las contradicciones que acarrea la implantación de la alta tecnología sobre los cuerpos. Recordemos que en 1997, el artista brasileño Eduardo Kac se insertó un microchip en uno de sus tobillos12 -de aquellos utilizados para la identificación de animales-, el cual contiene un código que registró vía Internet en un banco de datos de Estados Unidos,13 como parte de su performance Time Capsule. Si en Warwick el chip supone una “evolución biotecnológica”, el chip en el tobillo de Kac supuso una alusión muy precisa del periodo de la esclavitud en Brasil, cuando la población de color era encadenada y marcada con hierro caliente. Aquí no se sugiere evolución alguna del ser humano, sino refiere a viejos problemas irresueltos, como el neocolonialismo y la neoesclavitud, que hoy han tomado otras formas con la tecnología.

     Recordemos también que en los años 90, Guillermo Gómez Peña, comenzó a investigar sobre el cuerpo en relación a problemáticas y tensiones tecnológicas, políticas y culturales, entre México y Estados Unidos, tales como la desterritorialización, la identidad transcultural, la cultura fronteriza, y las problemáticas raciales.14 Sus «etno-cyborgs» y “salvajes artificiales” exaltan los miedos más profundos de quienes encuentran ahí, sus propios monstruos psicológicos y culturales: el chicano, el travestido cultural, el exótico latino, el cholo, el pinto, el chuco, el homie, el vato loco, el lowrider, el macho mexicano, el latin lover, bandido fronterizo, y, concretamente, los inmigrantes. Lo que demuestran ambos artistas no son “fructíferos emparejamientos” como quisiera Haraway; al contrario, Gómez Peña y Kac subrayan que la relación del cuerpo con la alta tecnología es definida por paradojas y contradicciones.

     Y es que, a diferencia de su antepasado el robot, o el replicante, más o menos humanizados y antropomorfizados,15 el cyborg conserva la subjetividad. Al respecto, Hal Foster abre una pregunta muy pertinente que nos ayuda a llegar al fondo del asunto:

     ¿Qué queda de la subjetividad, al menos tal como la define el psicoanálisis? Pues el cyborg no es menos mítico que el sujeto edípico, y al menos el sujeto edípico es un sujeto, un constructo que lo ayuda a uno a comprender los miedos y las fantasías en relación con la tecnología. Temores y fantasías que no han muerto, por el contrario, se han hecho más extremos, más efectivos, en proporción con la des/conexión propuesta en la lógica de la prótesis.16

     Ciertamente, el problema que acarrea la figura del cyborg no es la mera sustitución de carne, huesos, órganos, exoesqueletos, ni siquiera una apropiación subversiva de la tecnología, sino que, precisamente, prevalece la subjetividad. Lo cual representa algo muy puntual en términos hegelianos: la lucha a muerte de las conciencias. Algo que está muy lejos de erradicarse o sustituirse de la estructura del ser humano. Es, en el terreno de la subjetividad, y no sólo en la carnalidad, donde deberíamos continuar pensando las paradojas y aporías del cyborg.

1  El término fue popularizado, en la teoría, en los Estados Unidos por el “Manifiesto Cyborg” de Donna Haraway.

2  En el libro Cómo Nos hicimos posthumanos: Cuerpos virtuales en la Cibernética, la Literatura y la Informática, donde Hayles hace un interesante recorrido por los movimientos conceptuales que ocurrieron durante el desarrollo de la cibernética.

3 Ibídem.

4 Foster, Hal, El retorno de lo real. La vanguardia a finales de siglo. Madrid, Akal, 2001. p. 223.

5  McLuhan, Marshall, Understanding Media: The Extensions of Man, Canada, Gingko Press, 1964.

6 También, en su performance Afasia (Palabra que significa pérdida de algunas funciones del lenguaje por perturbación cerebral) Antúnez Roca vistió un exoesqueleto neumático, construido de metal y plástico, que se ajustaba a su anatomía. La ortopedia estaba conectada a una computadora que activaba las electroválvulas de los pistones neumáticos, de forma variada y según la posición, movimiento y número de espectadores que eran detectados por las celdas fotosensoras que se distribuían por el espacio. A su vez, la computadora sincronizaba, mediante un software interactivo, los diferentes dispositivos multimedia de vídeo, luz, proyector, robots, y secuencias MIDI de audio, que acompañaban la acción.

7  Ver:http:/enredando.com/cas/entrevista/entrevista2.html.

8 Citado en: Ruhberg, Schneckenburger, Arte del siglo XX, España, Taschen, 2001.

9 Haraway, Donna, Ciencia, cyborgs y mujeres: la reinvención de la naturaleza. Ediciones Cátedra, Madrid, 1995.

10 Perinola, M., Sex appeal de lo inorgánico, Einaudi, Torino, 1994.

11  APUD en: Braidotti, Rosi, «Mothers, monsters and machines«, en Nomadic Subjects, Columbia University Press, NuevaYork, 1994.

12 El chip, al igual que el de Warwick, contiene un condensador y una bobina, lacrados herméticamente en vidrio biocompatible, para evitar el rechazo del organismo.

13 El número grabado en el microchip es registrado a través de un tracker: escáner portátil que genera una señal de radio y energiza al microchip, haciéndolo transmitir nuevamente su número inalterable e irrepetible.

14  A partir de las cuales generó una serie de términos críticos: con relación a la frontera, tanto geográfica como virtual, articuló vocablos como: cyber-indocumentados, cyber-migra, cyber-inmigrantes, coyotes virtuales, o frontera digital; en relación a la cultura latinoamericana en la red: barrio virtual, interneta chicano, realidad virtual chicana, cyber-vato, chicanocentric o salvajes artificiales; respecto al arte: alta tecnología azteca, arte techno-razcuache, o arts alambre; y, en cuanto a la cultura: frankensteins multiculturales. Ver: http://www.pochanostra.com/

15 Pedraza, P., Máquinas de amar. Secretos del cuerpo artificial, Valdemar, Madrid, 1998.

16 Foster, Hal, op. cit., p. 225.

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Sobre la trans-gresión de la norma/código de la Frontera, los ciborgs/migrantes y la poesía

Imagen tomada de: http://blogmobileart.com/2010/06/05/transborder-immigrant-tool-el-movil-como-herramienta-artivista/
Imagen tomada de: http://blogmobileart.com/2010/06/05/transborder-immigrant-tool-el-movil-como-herramienta-artivista/

Por E. Cecilia Castañeda Arredondo

Hope Code es un poema redactado en formato Codework1quepertenece al complejo de la obra Transborder Immigrant Tool (TBT)2, del Colectivo de San Diego California EEUU, Electronic Disturbance Theater (EDT), en el cual participa la autora del poema Micha Cárdenas.

Aquí un extracto:

/* Fields */

private java.lang.String lifeLine;

private boolean maleOrFemale;

private boolean citizenOrMigrant;3

Los poemas de TBT buscan, como Amy S. Carroll4 señala, una expansión del vocabulario en una zona de desesperación, y responden constantemente a la pregunta de ¿qué se necesita escuchar de un poema en el desierto?, porque en esa geografía, todos eventualmente somos ilegales, ésta nos expulsa y lo que puede escribirse para tal situación, es una suerte de escritura contra la orientación política.5 El código de TBT es, como señala A. S. Carroll, una extrusión de la poesía en favor de lo tecnológicamente dispuesto, armado como coproducción y trabajo conjunto, una obra que se inscribe además en códigos mucho más extensos, que se embebe en campos de fuerza más amplios, apuntando a la dinámica biopolítica que implica la situación de cruzar una frontera.

Como sucede con cualquier aparato técnico, no hay nada en el código de TBT, que asegure el funcionamiento efectivo del dispositivo, es más bien el posible desempeño del usuario, el uso como eficaz como localizador en el desierto que éste le dé, el que podría apuntar hacia la efectividad, y esa suerte de operatividad que ejecutaría el usuario constituye en sí una matriz performativa, y sin embargo, ese usuario es imaginario, en realidad la herramienta nunca ha utilizada por un migrante ilegal; si a ello le agregamos que partes de su código son en realidad elementos inoperantes, textos dispuestos de forma oculta, ilegibles y hasta cierto punto inaccesibles, como Hope Code; nos queda entonces preguntarnos ¿qué constituye esa matriz performativa de la obra y cuál es la función de textos como Hope Code, en ella?

La respuesta que el propio Ricardo Domínguez, miembro fundador de EDT y cabeza del grupo nos ofrece, es que buscan trabajar sobre una recombinación textual que permita que el propio uso de una herramienta como el GPS (Global Positioning System), se transforme en un sistema poético global (Global Poetic System); y para hacerlo deben confrontar la poética de la obra a un diálogo con las nociones de género, raza, clase y deseo, porque éstas son constitutivas del imaginario del Norte; en ese sentido, la obra alude a lo trans, un trans-gesto incorporado a un trans-cuerpo que incide críticamente sobre la cuestión de acceso al Norte, que pregunta ¿quién tiene prioridad para acceder y quién tiene control respecto de quiénes están posibilitados para acceder?, ¿quién puede devenir merecedor del Norte y quién deviene fugitivo?6

En su famoso ensayo Manifiesto Ciborg, Donna Haraway dice que a fines del s. XX, “todos somos quimeras, híbridos teorizados y fabricados mediante máquinas y organismos. Somos ciborgs y el ciborg es nuestra ontología que nos otorga nuestra política.”7 Lo que resulta muy impresionante de este constructo ficcional que le sirve a D. Haraway para explicar entre otras, cosas la posibilidad utópica de imaginar un mundo sin géneros, es que también le es útil para ponerlo como oponente, como el otro del relato histórico mismo, que ha sido construido como contrapunto del mito de la unidad y la complitud. Esta constitución esquizoide del ciborg tiene un núcleo tecnológico que se caracteriza por el uso de prótesis que asisten al cuerpo. En un sentido, TBT es una herramienta que asiste protésicamente al cuerpo, la idea de incorporar cuerpos de datos en cuerpos reales, toma forma en cuanto nos hace imaginar que sin esos datos y sin la movilización de los mismos, el migrante podría morir por deshidratación.

Junto con el ciborg, los inmigrantes parecen ser menos que humanos, acaso una suerte del Homo Sacer de G. Agamben, lo que en un sentido los ciborgfica, puesto que por muchas vías, su humanidad está puesta en cuestión. La posibilidad performátiva de la obra, consiste entonces en fractalizar e invertir ese orden, multiplicando en el imaginario cuerpos trans, que transitan transgrediendo esas fronteras reforzadas y legalizadas; y en esos movimientos, en esos flujos, sus cuerpos aparecen en la imaginación, en la que sobreviven gracias a la prótesis, por lo que se les puede referenciar. Son cuerpos con deseo, lo que es constitutivo de su condición; deseo que es, como señala Judith Butler, el operador que los priva de la posibilidad de alcanzar el estatus que implica el Norte capitalista, ese estatus que produce un diferencial entre lo humano y lo menos que humano.8

La situación trans de estos cuerpos radica en que de alguna manera han tomado lugar en un marco normativo, y ese marco depende enteramente de una estructura performativa que les concede un tipo de humanidad legible.9Hope Code juega continuamente con esta idea, la subvierte al interpelar a la tecnología:

/* Constructors */

publicTransformer(net.walkingtools.j2se.editor.HiperGpsTransfomerShifting, java.lang.String) {

if(genderGiven != genderDesired ||

birthPlace != destination){10

En su interpretación de este extracto de código, Mark Marino señala:

Se trata de una glosa en el funcionamiento del código que puede leerse así: si el género y el lugar de nacimiento no son los deseados, el código establecerá un número de cuerpos imaginados (por ejemplo una serpiente). Si también los binarios tradicionales son rechazados, el código enviará un anuncio de alerta y establecerá una línea de vida. Alternativamente, envía al usuario fuera de la lógica occidental, nulificando su antiguo y su nuevo nombre.” 11

Este trabajo sobre el código, que es aparentemente fútil, es un comentario sobre una tecnología que históricamente ha sido pensada en términos falocéntricos, recurso al que algunos quieren acceder, ejecutor de deseo y a la vez imposición; opera en una matriz performátiva a través del imaginario sobre la idea de su imperiosa necesidad, se le necesita para sobrevivir, para mantener la vitalidad; el estatus de lo humano y la viabilidad de la vida no podrían ser lo que son sin ella, somos por tanto esas quimeras, somos ciborgs12. Y en ello se nos va el reconocimiento de lo humano, pero aún eso puede ser desmontado en el imaginario sumando la potencia de lo tecnológico.

Considero que lo este poema moviliza es un afán por configurar en ciborgs a los migrantes, es una suerte de flujo entre la opacidad y materialidad del cuerpo, con la ubicuidad y la invisibilidad de los datos a los que alude, de modo que juega con esa idea que expone Donna Haraway:

Por un lado un mundo de ciborgs es una imposición de un sistema de control a escala planetaria y desde otra perspectiva puede tratar realidades corporales y sociales vividas, en las que la gente no tiene miedo de su parentesco con los animales y las máquinas, ni de identidades parciales, ni de puntos de vista contradictorios.13

El lugar en el que la obra ubica a sus ciborgs imaginados es la Frontera, lugar de sí del ciborg, quien habita siempre en el límite y el límen, en esta doble frontera, la de los Estados, la política, geográfica, administrativa; y la de “la indeterminación del origen y la indeterminación de la existencia, lugar de metamorfosis continua”14, se concentran también las condiciones límite del control, en la frontera los humanos son componentes de un sistema que calcula en una traza espacial, sus flujos, sus movimientos y sus posibles movimientos, pero siempre, incluso sistemáticamente, ese cálculo falla, el sistema tiene fisuras. Es en esas fisuras que podemos ubicar la poética de Hope Code, como código propicia y continua la falla a través de la poesía, porque es ésta la que posibilita un acceso al poder para significar, un poder que no es ni fálico ni inocente: “La escritura ciborg trata del poder para sobrevivir, no sobre la base de la inocencia original, sino sobre la de empuñar las herramientas que marcan el mundo y que lo han caracterizado como otredad… codificar de nuevo la comunicación y la inteligencia para subvertir el mando y el control.”15Resulta importante rescatar de este emplazamiento del código sobre un aparato regulador como es la ley; porque en él, hay una referencia crítica a las conceptualizaciones binarias: se es ciudadano o se es hostil, es a través de esta codificación binaria que el poder puede extenderse sobre un espacio caracterizado como limítrofe. La frontera es un binario metafísico.16

Es por ello que R. Raley ubica el trabajo de EDT, como un recordatorio de la irreducible materialidad de la frontera, una táctica que marca la emergencia de prácticas artísticas que toman en consideración las diatribas anticoloniales y cuyo afán no es necesariamente teorizar la liminalidad, sino repensar las posibilidades de ruptura con la binariedad: interior/exterior, aquí/allá, nativo/extranjero, amigo/enemigo. Esas rupturas eran urgentes en el post 9/11, porque es esa misma binariedad la que sostiene el discurso de la lucha antiterrorista, que debía encontrar su contraparte en las prácticas artísticas; en las que la propia idea del ciborg aparece como fundamental, ya que éste no está estructurado por esos binomios, sino que tiene un núcleo tecnológico en el que naturaleza y cultura podrían dejar de ser esa suerte de guerra fronteriza en la que están puestos en juego los territorios de producción, reproducción e imaginación.17

Las acciones de los migrantes indocumentados en ese campo implican contraponer gestos que “operan como una insurrección a nivel ontológico”, porque la propia categoría de lo humano, ha sido excluida de su condición, haciendo con ello literal la “condición espectral de vida negada. Excluido tanto de la categoría de humano real y de la vida que merece vivir, y que sin embargo vive, regresando a deambular el propio sitio de su exclusión… ni vivo ni muerto, interminablemente espectral.”18 Esta misma condición interminable lo posiciona como un enemigo infinito, por lo que el proceso inacabable de captura y deportación, se presenta como una empresa sisífica que abarca todas las instancias de la institución frontera y refuerza la entelequia ciborg, al recordarnos, que lo ciborg es tanto un producto histórico de estrategias de poder, como de heterodoxias y resistencias, el malestar y la rebeldía. Paradójicamente, es en esa entelequia, que podemos observar aún, el despliegue de la experiencia posible de lo humano.

BIBLIOGRAFÍA

BUTLER, Judith, Undoing Gender, New York: Routledge, 2004.

BRONCANO, Fernando, La Melancolía del Ciborg, Barcelona: Herder, 2009.

HARAWAY, Donna, “A Cyborg Manifesto: Science, Technology, and Socialist-Feminism in the Late Twentieth Century”, en: Simians, Cyborgs and Women: The Reinvention of Nature, New York: Routledge, 1991, pp.149-181.

RALEY, Rita, “Border Hacks: Electronic Civil Disobedience”, en Tactical Media, Electronic Mediations 28, Minneapolis: University of Minnesota Press, 2009.

MARINO Mark C., Border Codes, tomado de http://scalar.usc.edu/nehvectors/border-codes/index, activo a Julio de 2014.

ENTREVISTAS

CARROL, Amy S., “Transborder Immigran Tool. A Geo-Poetic System”, en Arte útil. Conversations, conferencia ofrecida el 30 de Marzo de 2013 en el Queens Museum of Art, N.Y., Tomado de: http://vimeo.com/63430636

DOMÍNGUEZ, Ricardo, en “Poetry Immigration and the FBI: The Transborder Immigran Tool” por Leyla Nadir en Julio 23 de 2012. Tomado de http://hyperallergic.com/54678/poetry-immigration-and-the-fbi-the-transborder-immigrant-tool/

OBRA

CARDENAS, Micha, “Becoming Dragon”, en: http://www.ctheory.net/articles.aspx?id=639 y https://www.youtube.com/watch?v=pHEDym1aOZs

_________________, “Hope Code”, en: http://scalar.usc.edu/nehvectors/border-codes/codework, activo a Julio de 2014.

1 Se refiere a un uso de las estructuras y formalismos de los lenguajes de programación, para la configuración de un poema, aunque la sintaxis de éste código es correcta, muchos comandos que maneja no son estándares en el lenguaje de programación Java, que es en el que se basa, por lo que es un código totalmente inoperante a nivel cómputo.

2 La obra consiste en una aplicación GPS (Global Positioning System), que auxilia a los migrantes en el desierto del Anza-Borrego al sur de California EEUU, para localizar depósitos de agua y refugio, que han sido instalados por diferentes ONG de ayuda humanitaria. La obra cuenta con una serie de poemas, que están presentados en formato instruccional, los cuales contienen datos útiles que auxilian en la supervivencia en el desierto. Activada por primera vez en el 2007, ha sido sometida a tres juicios judiciales en EEUU, por su supuesta ayuda en el cruce de inmigrantes ilegales y por malversación de fondos en la UCSD que la financió como un proyecto académico. TBT constituye el objeto de análisis de mi investigación como estudiante del Doctorado en Artes y Diseño de la FAD-UNAM.

3 Por falta de espacio no incluyo la versión completa del poema que puede consultarse en: http://scalar.usc.edu/nehvectors/border-codes/codework, Sobre el extracto es importante mencionar que un boolean es un tipo de data que tiene sólo dos posibilidades de valor: verdadero o falso.

4 Amy Sara Carroll es Profesora Asistente de Cultura de América Latina en la Universidad de Michigan y es la encargada del desarrollo de los poemas para TBT. En: http://www.lsa.umich.edu/english/people/profile.asp?ID=1242

5CARROL, Amy S., “Transborder Immigran Tool. A Geo-Poetic System”, en Arte útil. Conversations, conferencia ofrecida el 30 de Marzo de 2013 en el Queens Museum of Art, N.Y., Tomado de: http://vimeo.com/63430636

6 Domínguez, Ricardo, en “Poetry Immigration and the FBI: The Transborder Immigran Tool” por Leyla Nadir en Julio 23 de 2012. Tomado de http://hyperallergic.com/54678/poetry-immigration-and-the-fbi-the-transborder-immigrant-tool/.

7Ciborg es un organismo cibernético, híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social y de ficción. Tomado de HARAWAY, Donna, Manifiesto Ciborg. El sueño irónico de un lenguaje común para las mujeres en el circuito integrado, p.2

8 BUTLER, Judith, “Introduction. Acting in Concert” en Undoing Gender, p. 2

9 Es en función de ello que J. Butler señala que: “el deseo de la transformación es en sí mismo, una búsqueda de identidad como un ejercicio de transformación”, En Ob.cit., p. 8

10 Extracto de un codework, escrito por Micha Cárdenas como parte del proyecto TBT, titulado “Hope Code”.

11MARINO Mark C., Border Codes, tomado de http://scalar.usc.edu/nehvectors/border-codes/hope-code–brief, activo a junio de 2014. Es importante anotar que la artista Micha Cárdenas realizó un performance titulado “Becoming Dragon”, en el cual articulaba su vida cotidiana con la vida en un entorno virtual llamado Second Life y en el cual se caracterizaba como un dragón. Esto lo hizo en respuesta al requerimiento de vivir durante un año como el “género deseado” que imponen las autoridades sanitarias en EEUU para permitir la operación de cambio de sexo, para este performance, vivió 365 horas en línea y la instalación del mismo incluyó una proyección estereoscópica que permitía que los espectadores atendieran a lo que estaba sucediendo en Second Life. Tomado de http://www.ctheory.net/articles.aspx?id=639, también puede consultarse un video en: https://www.youtube.com/watch?v=pHEDym1aOZs, activo a junio de 2014.

12 BUTLER, Judith, Ibid., p. 11

13 HARAWAY, Donna, ob.cit., p. 8

14 BRONCANO, Fernando, La Melancolía del Ciborg, Ed. Herder, Barcelona, 2009, p. 21

15 HARAWAY, Donna, Ibíd., p. 31

16 RALEY, Rita, “Border Hacks: Electronic Civil Disobedience”, en Tactical Media, Electronic Mediations 28, Minneapolis: University of Minnesota Press, 2009, pp. 36-37

17 HARAWAY, Donna, Ibíd., p. 2

18 RALEY, Rita, Ibíd., pp. 39 y 40

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Cecilia Castañeda A. ceciliaimk@gmail.com. Maestra en Artes Visuales por el PAD de la FAD-UNAM, donde actualmente se encuentra estudiando el Doctorado en Artes y Diseño. Se ha desempeñado como docente en arte y tecnología en la Universidad Iberoamericana A.C y en el ITESM. Su trabajo de investigación gira en torno al arte, la política y la tecnología, con temas como la medialidad, a espacialidad y la autonomía en prácticas artísticas que se valen de la tecnología, para poner a debate fenómenos como la migración, concretamente en torno a la discusión sobre la propuesta del grupo Electronic Disturbance Theater de San Diego Cal. EE.UU. y su obra Transborder Immigran Tool.

Portafolio de publicaciones: http://cecilia.intermediatika.com/blog,

Proyecto Doctorado en Artes visuales http://www.cecicastaneda.wordpress.com

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De la TRANSgresión a los nuevos escenarios sexuales

por Pablo Caraballo

   I.

Si consideramos que Conchita Wurst es la primera mujer con barba que gana un Eurovisión, no habría de sorprenderse por el hecho de que su triunfo haya generado tal revuelo en redes sociales y medios de comunicación. Mucha gente se apresuró a explicar que “realmente” no se trataba de una mujer sino de un hombre (Thomas Neuwirth) y que Conchita era solo un “personaje” de este último. Se insistía así en encontrar y aclarar la etiqueta con la que se habría de marcar al sujeto. Se repasaban hipótesis y respuestas (un tanto asqueadas algunas) para evitar que quedase espacio para la duda. En suma, los discursos parecían decirnos lo mismo: vivimos en un mundo binario y dicotomizado donde los géneros son dos y son excluyentes, todo lo demás es cháchara, payaseria y ficción.

Las etiquetas que enmarcan nuestras subjetividades son artificios que se hacen a través de la ritualizada puesta en escena de lo que debemos ser y de lo que, en última instancia, se nos impone como ser genuino. Siendo así, la construcción de la identidad (Butler dixit) engendra un cuerpo acorde con los límites sociales y físicos de su condición y el cuerpo a su vez, inscribe en su materialidad la identidad proyectada. No importa si es un “personaje” creado por Thomas Neuwirth para el arte, de cualquier manera Conchita descubre una vez más la artificiosidad del sistema sexo-genérico y los mecanismos de contención del orden sobre el que se sostiene.

II.

Ya en 1987, Jean Baudrillard afirmaba la actualidad de la transexualidad como “destino artificial” del ser humano. Con ello el autor no se refería solamente a la transformación anatómica del sujeto sexuado, sino al desordenamiento simbólico que pasa por la indiferencia sexual y desemboca en la prótesis como destino del cuerpo (Baudrillard, 2000). En ese sentido, la transexualidad implica el juego de indiferenciación (la mujer barbada) pero trasciende la abyección propiamente simbólica para enlazarse con un marco de entendimiento en el que es posible una sexualidad protésica. Por esa vía, pasamos de la intervención simiúrgica y quirúrgica a la reconstrucción del acto sexual y a la transformación de los tradicionales esquemas de sentidos en torno a la sexualidad.

El énfasis que hace el autor en el carácter simbólico de la inversión, parece aterrizar así en la física del placer implicado en el empleo de juguetes, aparatos tecnológicos y prótesis en tanto artefactos sexuales. Poco importa la genitalidad del sujeto (por biología o intervención) o la selección de indumentarias y maquillajes a partir de los cuales las fronteras construidas son deshechas, la sexualidad pasa a convertirse en objeto de construcción en el acto de hacer intervenir los medios artificiales en los que se centra el placer mismo. El empleo indistinto de estos artefactos tiene el potencial de desordenar la sana perpetuación de una relación dual que, con variaciones poco significativas, se ha basado clásicamente en la “unión” entre un cuerpo pasivo y otro activo.

III.

Pero, según nos dice Baudrillard (2000), el transexual no le basta saberse (por “dentro”) el género que asume ser. Requiere, para completar el proceso, del cambio visible a través de la renuncia de signos y símbolos que lo identifican con la identidad que repudia para sí. La conversión “interior” solo puede estar completa con la inversión de los símbolos que le fueron impuestos: más allá de la identificación con uno de los opuestos disponibles, tiende a romper de ese modo con el marco simbólicamente binario que los genera. Por lo tanto, el triunfo en la sociedad occidental de la transexualidad no supone exclusivamente la asunción del desordenamiento simbólico de los cánones femeninos y masculinos, sino que traduce una prolongada insistencia en la forma por encima del contenido.

Así, si se impone la performance como base del entrecruzamiento de género, la transexualidad aparece como la búsqueda de una identidad constituida a partir de la forma que (re)presenta. En consecuencia, si la actuación (como hombre o como mujer) determina la reproducción del ser (hombre o mujer) en tanto esencias naturalizadas, la inversión (o la disolución) simbólica debería desencadenar el proceso contrario; a saber, la desnaturalización de identidades dadas de antemano. Es este el sentido que, podemos interpretar, subyace en la pospornografía. El discurso pospornográfico no supone exclusivamente una renovación del sujeto de enunciación (hacer pornografía de lesbianas, gais, trans, etc.), sino una transposición de una performatividad otra y abyecta que dé cabida a otra realidad así construida. Lo que importa es el proceso de producción, en tanto producto mismo de la acción (De Lauretis, 1991).

Del mismo modo que la pornografía tradicional ni la crea ni la refleja, sino que re-produce la (hetero)sexualidad hegemónica, la pospornografía comporta una pretensión instituyente de la realidad a través de otras formas de accionar la sexualidad: “Partiendo de la base que toda construcción se visibiliza a modo de representación y que actúa a la vez sobre la vida material de las personas, es posible destruir los modelos que ha implantado dicha representación” (Egaña, 2009). La ficción del sexo pospornográfico pone en cuestión el carácter real cotidiano de la sexualidad presentada en la pornografía hegemónica (Díaz Fuentes, 2012), tal como la mujer barbada al poner en evidencia la “falsedad” del género que supuestamente es, desnaturaliza el régimen sexual normativo (y pone a chillar a sus guardianes).

IV.

Podríamos decir, siguiendo a Rodríguez Serrano (2013), que el éxito de la pornografía en general se explica por la necesidad del fingimiento. En tanto la verdad de los cuerpos resulta insuficiente sin la “pantalla de la fantasía” que impide que se caiga en la repetición mecánica de lo real, “la pornografía funciona como la Máquina Generadora de Fantasías por antonomasia en las sociedades del malestar” (p.45). Así, el discurso pornográfico nos liberaría de la “carga de emocionalidad obligatoria” que implica el sexo (Ídem, p.47) y, con ello, nos permite trascender los límites de lo real. La apología a la pornografía de Rodríguez Serrano (2013) lo lleva a colocarla finalmente, en el centro de la (post)moderna construcción de la conciencia individualista y de “sujetos autónomos en torno al goce” (p.50). La sexualidad encapsulada reafirma así su carácter subjetivo e individualizante.

   En este contexto, Internet aparece no solo como un instrumento de “cacería” útil para materializar la ubicua oportunidad de acceder al encuentro con los cuerpos del otro (léase Gaydar.co.uk, Manhunt.net, etc.), sino como artefacto que genera formas nuevas de relacionarse con lo sexual, en la intersección de experiencias inéditas y posibilidades nuevas de (auto)representación. Antes de Internet, la pornografía difícilmente habría siquiera pretendido suplantar la presencia in situ del cuerpo ajeno. Como se ve en el corto de Adam Baran, “Jackpot” (2012), hasta hace poco el arcaísmo de las revistas porno apelaban mucho más a la imaginación masturbatoria que a una experiencia sexual distinta. Hoy, sin embargo, se abren escenarios donde cada vez parecen menos risibles situaciones como las que se presentan en la película “Her” (Jonze, 2013), donde la virtualidad no es simplemente una extensión (separada) de lo real, sino una intermediación hacia otras experiencias en un mismo plano de realidad.

   El otrora onanista era un enfermo más por la condición compulsiva de su práctica que por una forma distinta de relacionarse con su cuerpo y con la sexualidad genital. En cambio, la “adicción al porno” –cuya existencia va proporcionalmente ligada a la velocidad de nuestros dispositivos de conexión a Internet– yo no está definido por una suerte de compulsión física sino por una nueva forma de relacionamiento potencialmente transgresora de la sagrada cópula humana. Es esa escandalosa transgresión la que lleva a Jon Martello en “Don Jon” (Gordon-Levitt, 2013) a ocultar (y reprimir) el inigualable placer que le produce sumergirse en imágenes que, en última instancia, lo convocan a alejarse del contacto con los cuerpos del otro.

   La improductividad del sexo inorgánico (y en particular, del sexo pornográfico) es la afrenta a la (hetero)sexualidad canónica pues –dice Egaña (2009)– “no es funcional a la procreación, se trata de un sexo que como objetivo tiene el placer y el gasto puro”. En esos términos, Internet aparece como el artefacto (trans)sexual por excelencia, en el sentido que se desprende de los planteamientos de Baudrillard (2000). No se trata ya de la indeterminación simbólica de los necesariamente opuestos “necesarios” para la consumación del placer sexual, sino la subversión de esta necesariamente humana materialidad complementaria. Internet así, reafirmando el predominio de la forma por encima del contenido, nos convoca a hacernos en medio de relaciones ajenas a lo estrictamente humano. La performance de otra sexualidad (ajena ahora a intencionalidades políticas) empuja la construcción de nuevas subjetividades.

V.

Internet ha generado en nosotros una honda sensación de libertad y autonomía, propiciando nuevas formas de encontrarnos con nosotros y con los otros a través de escenarios absolutamente otros que “reflejan y contradicen los lugares físicos donde estamos emplazados” (Sanabria, 2011, p.24). Sin pretender dimensionar las consecuencias reales del fenómeno, creemos que las formas en las que nos relacionamos con lo real-sexual ha sido (o están siendo) modificadas y con ellas, a través del placer mismo, nuestra (idea de la) sexualidad y las posibilidades que entraña. Como dijimos, estos procesos no son exclusivamente la expresión de un compromiso político con el cuestionamiento del dispositivo sexual hegemónico, sino el resultado de la irrupción de otras realidades y otros artefactos que provocan la activa reconstrucción de las subjetividades por parte del propio usuario-consumidor. De modo que sus consecuencias no son (ni serán) univocas y es difícil saber los rumbos a los que nos llevarán estas transformaciones y qué tan profundas lleguen a ser, más aun si consideramos el carácter esencialmente formal de las bases en las que se funda.

Referencias:

Baudrillard, Jean. (2000). Pantalla total. Barcelona: Anagrama.

De Lauretis, Teresa. (1991). Tecnologías del género. Ramos Escandón, Carmen (comp.). El género en perspectiva. De la dominación universal a la representación múltiple. Xochimilco: UAM.

Díaz Fuentes, Jorge. (2012). La ficción del posporno. A partir del documental “mi sexualidad es una creación artística” de Lucía Egaña Rojas [documento en línea] Disponible: http://www.bibliotecafragmentada.org/wp-content/uploads/2012/12/DIAZ_Jorge_La-ficcion-del-posporno.pdf

Egaña, Lucia. (2009). La pornografía como tecnología de género. Del porno convencional al post-porno. Apuntes freestyle. La Fuga [en línea] Disponible en: http://www.lafuga.cl/la-pornografia-como-tecnologia-de-genero/273

Rodríguez Serrano, Aarón. (2013). Apología de la pornografía en la sociedad del malestar. Revista de humanidades y ciencias sociales, núm. 12, pp. 37-54. Disponible en: http://elgeniomaligno.eu/pdf/materia_3_malestar_apologiadelapornografia_arodriguezs.pdf

Sanabria, Fabián. (2011). Querer – creer – vislumbrar lo virtual hoy. Autor. Vínculos virtuales. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

[divider]

Pablo A. Caraballo Correa (Venezuela). Licenciado en Sociología (2010). Profesor universitario e investigador independiente en temas vinculados a los estudios culturales, de género y de disidencia sexual. Creador y coordinador del proyecto editorial Gente rara: http://raragenterara.blogspot.com/

 

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De realidades creadas y ficciones normalizadas: el comic Suicide Girls.

 

por Alejandra Collado 

A la figura del ciborg la tenemos identificada con la aleación permanente o semi-permanente de metales, cables y fármacos alojados en los cuerpos biológicos que somos y que portamos, cuestión que no carece de coherencia en una época en las que las tecnologías se han convertido ya en extensiones nuestras. Tod@s somos ciborgs. Pero no somos ciborgs únicamente porque nuestras prácticas subjetivas están impregnadas de tecnologías genéricas o porque nos comunicamos con cada vez más frecuencia sólo a través de interfaces. Somos ciborgs porque nuestra percepción, nuestra emoción, nuestra sexualidad, subjetividad, identidad, naturaleza y construcción ya no es puramente humana, genérica, real o ficcional, sino una mezcla continua de todas estas. ¿Y qué son las Suicide Girls (SG) sino una combinación de todo esto? ¿Y qué son todas sus creaciones1 sino unas crías bastardas procreadas por la cultura dominante y por la cultura de oposición en una noche de borrachera?

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El sitio suicidegirls.com hace su aparición en la web en 2001, con sede física en Portland Oregon, (después L.A., lugar en el que permanecen hasta hoy) bajo la batuta y dirección de Missy Suicide. Su idea, aparentemente, era la de abrir un espacio de expresión en la red a mujeres diferentes, “alternativas”, con nacionalidades, prácticas y corporalidades diversas; las transgresoras, las que no tenían lugar en la contracultura, ni en el mainstream… Unas ciborgs en permanente construcción: mutaciones de la época, excéntricas, performativas o suicidas sociales2 (aunque en estos tiempos, el suicidio social bien puede ser una estrategia para la supervivencia), las SG proyectan sus cuerpos como territorios políticos que las definen, y sin embargo, no dejan de confundirse en la trama del consumo, los estereotipos y la estructura casi imperial del sitio SG. Así, como en todo imperio, los productos de la industria cultural, jamás una industria ligera, diría Mattelart, se convierten no sólo en el medio, sino también en la finalidad última, la estrategia maestra para el sentimiento de comunidad y pertenencia.

El cómic Suicide Girls se desarrolla en un futuro imaginado en el que el mundo está dominado por una organización que lleva por nombre Way Of Life (WOL). Dicha organización controla los pensamientos, actos y modos de vida de las personas bajo argumentos religiosos basados en las dicotomías bueno-malo, correcto-incorrecto, cielo-infierno, superior-inferior. Dentro de esta sociedad distópica, cualquier persona que excede los límites de los márgenes impuestos de pensamiento, comportamiento e incluso imagen, es “neutralizado” o desaparecido por esta organización.

La neutralización consiste en intervenir sus mentes mediante un software que controla todas sus acciones, opiniones, borra sus recuerdos, y que incluso sirve como localizador de otras personas “rebeldes” que deben ser “puestas en su lugar”, mismas que, si no se redimen después de ser encarceladas en la prisión de WOL, serán intervenidas por el ya mencionado proceso de intervención mental en el buscan borrar la identidad y generar una nueva, más correcta. El líder de la organización, además, es un misógino que repite constantemente que las mujeres debemos comprender nuestra función y nuestro lugar en la sociedad, razón por la que odia especialmente a las SG.

Las protagonistas de este cómic, las SG por supuesto, son un grupo de chicas duras, sensuales, y tatuadas, que por alguna razón pasan la mayor parte del tiempo desnudas, y que cuentan cada una con habilidades diferentes que buscan ayudar a la liberación de las mentes del WOL. Frank es una excelente peleadora y busca salvar a su novia que, según sus sospechas, fue secuestrada por la misma organización; Porter es una hacker experta en sistemas de información y aficionada a los juegos de video, al igual que Cassius, quien es también es una hábil tiradora; Kim, especialista y aficionada a los explosivos; Wheeler, amante de los autos y la velocidad, y conductora oficial en las misiones SG; y Sana, la seductora líder que también busca salvar a su hermana secuestrada por WOL.

¿Contra quienes luchan las SG del cómic? Contra un clérigo, un empresario poderoso y hombres máquinas que buscan destruirlas, borrarles la mente y convertirlas en mujeres correctas y “bien portadas”. Su lucha también consiste en liberar a aquellas cuyas mentes ya fueron borradas y reprogramadas por el ingeniero en sistemas de WOL, entre ellas, la novia de Frank y hermana de Sana.

Además de esta trama dividida en cuatro tomos, cada número del comic SG (del 1 al 3) contiene un mini-comic que presenta a las SG luchan contra la opresión en diferentes historias: Una SG salvando a una mujer condenada a la hoguera en Salem; una súperSG setentera redimiendo a una secretaria alemana de su monotonía diaria y, por último, una pirata SG liberando a un grupo de esclavas y adueñándose, junto con ellas del barco que las tenía esclavizadas.

El comic plantea a la comunidad SG como la liberación a la opresión sexista, religiosa y normativa, regida por la heteronormatividad y la dominación del patriarcado. Todas sus personalidades reflejan poder al controlar ámbitos considerados históricamente como masculinos: la batalla, los autos, la guerra, la estrategia, los sistemas y hasta los videojuegos. Claro, ninguna de ellas pierde el toque femenino, ni la silueta de su cintura, y un enorme par de senos que las definen como mujeres.

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Entre las protagonistas podemos observar relaciones únicamente de amistad, hermandad, familiaridad, y un amor lesbiano. Las relaciones con los hombres son de enemistad, o de dominación de ellas hacia ellos. Ellas tienen el control. Luchan contra la institución, la norma, y contra la máquina que intenta, en manos de un hombre, penetrar en su cerebro y hacerles olvidar todo lo que son borrar su identidad y crearles una nueva, aquella que hará el mundo funcionar como debe. Así que el hombre máquina representa aquí la dominación y el peligro de internalización de las identidades que tratan de imponer.

Ellas son las triunfadoras. Juntas logran vencer a la organización, de la que descubren que el dirigente era un ciborg que despreciaba a la humanidad, y por otro lado, encuentran que una de ellas era una soldado ciborg enviada por el WOL para rastrearlas. Sin embargo, ésta logra trascender los fines para los que fue creada y rebelándose a los mismos, se une a la causa SG.

La historia de este comic puede parecer muy actual y libertadora viniendo de un sitio SG, eso, si nos olvidáramos de que no es más que material publicitario para el sitio que busca vender una forma de ser, vestir y actuar, sin embargo, debemos reconocerle las representaciones femeninas que nos muestra (al menos es posible encontrarnos en algunas de ellas), aunque no logran desechar el estereotipo del cuerpo-objeto de deseo para la mirada masculina. Alcanzo a vislumbrar al menos cuatro tipos de ciborgs en esta narrativa:

SG-04-pg-022-11) Ciborg de la ciencia ficción. El que todos conocimos en Terminator, RoboCop, y muchas otras más. Aleación de human@-máquina, que en este sentido apunta al objetivo de dominar a la humanidad (o salvarla) a través de sus habilidades superiores devenidas de su unión con la máquina.

2) Ciborg tecnológico. El que casi tod@s somos: obsesión tecnológica; extensión del cuerpo, casi alma es lo que son ahora las redes sociales, el teléfono celular y un sinfín de aparatos sin los que ya no podemos imaginarnos. Un ejemplo de este tipo de ciborg en el comic, es Porter, obsesionada con la tecnología y lo videojuegos, que no puede dejar de publicar a cada momento en su blog cómo se está sintiendo anímicamente.

3) Ciborg absorbido. Otra clasificación en la que la mayoría de nosotr@s estamos inmers@s: medicamentos, vitaminas, sustancias, vacunas. La industria farmacéutica habita nuestros cuerpos. En la narrativa del comic referido, las SG que no pueden ser controladas son sometidas a través de medicamentos que adormecen su sistema nervioso, para después ser suspendidas en cápsulas llenas de una sustancia que las debilita y las imposibilita a defenderse y huir.

4) Ciborg mutante. En el plano meramente filosófico y metafórico, mestiz@s cibernéticos, sujetos múltiples con más de una visión. Seres inacabados, contradictori@s y en construcción, monstruos de subjetividades mutables y mutantes, organismo y máquina fusionados, con todo y cables, y terminaciones nerviosas. El otro ciborg que tenemos encarnado.

Tod@s somos ciborgs mutantes, aunque nos parezca que eso desaparece a la humanidad y Haraway haya desintegrado en él al género. No me siento menos humana, y no me siento menos mujer por ser una ciborg. Mis marcas de género no se borran por mi aleación con la máquina-industria-tecnología-ficción. El ciborg es real y ficticio al mismo tiempo, capaz también de incidir en otros cuerpos, con los márgenes borrados y a la vez encarnados. ¿Qué tanto y cuáles de estos ciborgs traemos encarnados, por el momento, en la piel?3

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1 Con creaciones me refiero a sus productos culturales: la película Suicide Girls must to die, unos cuantos videos promocionales, un blog en línea, un show de burlesque en vivo, programa de radio, y su comic homónimo del 2011, protagonista de este breve texto.

2 El suicidio social refiere a “asesinar” la parte mainstream que vive dentro de nosotros, según en palabras de la propia Missy SG, renunciar a las convenciones sociales impuestas por la sociedad y aceptar desaparecer para ésta. Es el precio que se tiene que pagar por ser un@ mism@.

3 Se me vienen a la mente otras posibles categorías de ciborg como el biónico y el estilizado. Estudiándolo más a profundidad saldrían nuevas categorías y subcategorías.

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Referencias bibliográficas:

-Haraway, Donna J.(1991), Ciencia, ciborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza, Madrid, Universidad de Valencia, 431 pp.

-hooks b., Brah A.; Sandoval, C.; Anzaldúa, G. (2004) Otras inapropiables, Feminismos desde las fronteras, Madrid, Traficantes de sueños, 184 pp.

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Ale-1Alejandra Collado Comunico-loca, poeta, narradora, libre y loca. Abyecta por naturaleza, agnóstica (excepto cuando se habla de diosas) y riot por convicción; con serias debilidades por las cosas enfermas, proscritas y rotas. Promotora cultural underground, maestrante en Estudios de la Mujer, ciborg y varias anormalidades más…

 

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Tetsuo, the iron Man

portadaTetsuo

Por Amado Cabrales

El dilema humano de la total sujeción del ser a las prótesis tecnológicas que suponían la extensión de su facultades sensibles y potencias físicas, no podía ser narrado de mejor manera que por un japonés. Shinya Tsukamoto, ciudadano de un país y, sobre todo, de una ciudad -Tokio-, en total sincretismo entre tradición y tecnología, es el artífice de esta pesadilla tecnológica.

Tetsuo, the iroman (1988) es un filme de horror y de venganza que, a partir de la fragmentación de la narrativa a lo largo de la película y con movimientos rápidos de cámara, nos sumerge en un filme que bien pudo ser un VHS encontrado entre escombros de cables y silicio.

El ritmo de Tetsuo es sumamente acelerado; en sus 67 minutos los cortes de cámara son innumerables, las secuencias de stop motion y los efectos especiales llenos de sangre y cables son magníficos, mas caen en lo artesanal bajo los estándares actuales. No obstante, su vigencia temática y su valor como obra experimental son innegables.

Su estética es la de un video casero con estática. Lo que pareciera la superposición de otras escenas, son las pesadillas del Salary man que se va transformando en un ser mitad metal mitad carne, tras ser infectado en el metro por una mujer con un brazo deforme lleno de cables y pus. Lo que en apariencia es en primera instancia incidental, en realidad es la venganza de The Metal Fetishist, tras ser atropellado por el Salary man, quien trató con descuido su lacerado cuerpo.

El miedo que crea al Frankenstein de metal de Tetsuo es el fundado a partir de la imposibilidad de controlar aquello que nos fascina y seduce, aquello que en lugar de causar bienestar nos domina y transforma irreversiblemente: la maquinización de la cultura y la dominación de lo tecnológico en todos los aspectos de la vida humana. Este monstruo tecnológico surge en una etapa muy temprana de la era tecnológica, pero como toda ficción visionaria, adelanta lo que puede llegar a ser el terror del dominio tecnológico.

Un sueño. Sumisión fálica, tecnológica demoniaca y seductora a manos de la pareja del salary man, la cual lo sodomiza con un tubo flexible, cuestión que se invierte al despertar, pues entre las nuevas partes tecnologías del salary se encuentra una especie de taladro de punta afilada, justo en su pelvis: un pene de metal asesino. Pasaje por demás ambiguo en la historia si no fuese porque al final (así es, spoiler incluido) salary vence a Fetishist con su pene-taladro, justo antes de ser absorbido por el metal, lo que deriva en una fusión de los contrarios y una escena un tanto homoerótica en donde hacen las paces.

Esto aventura a pensar que el verdadero miedo radica no en el domino de la vida física de los seres humanos, sino en la transformación y sujeción de las relaciones afectivas por medio del metal. “Convirtamos con nuestro amor, todo el mundo en metal” pregona el ente de dos cabezas. Esto, entra en la visión ciberpunk del futuro, en la que la tecnología, en lugar de mejorar a la humanidad la degrada (pensemos en Videodrome (1983), Existenz (1999) de Cronenberg, incluso en Crash (1996), del mismo director y en Nirvana, de Gabriele Salvatores. Todas películas deliciosas que problematizan este conflicto.

Para entender tal panorama, debemos volver en el tiempo y pensar en la creación del primer elemento mecánico y tecnológico semejante a nuestros sentidos y con el cual la comunicación como es ahora sería incomprensible: el ojo máquina que es la cámara y por consecuencia y evolución de la misma, el cine, espacio de nuestra imaginación. Ahora pensemos en todas las formas de extensión virtual de nuestras relaciones y sensibilidades y nos encontramos en la posibilidad de entender tal miedo y dominio. Bienvenidos a los albores del ciborg, cabe en cada uno tener control o ser parte de la pesadilla.

 

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