por Citlalli Vallejo
Cristina miraba la fotografía de Ángel, el chico de Colima que había conocido desde hace 7 años por un chat. Nunca lo había visto en persona, pero sabía que él era la persona por la que ella se levantaba todos los días. “Conéctate” repetía mientras retocaba su fotografía para sus perfiles virtuales.
Ángel dice: Hola
Cristina dice: Justo en ti pensaba ¿Qué tal?
Ángel dice: ¿Bien?
Cristina dice: Niño, no me gusta verte así, daría todo por hacerte feliz
Ángel dice: Lo sé, necesitamos hablar de eso
Cristina sintió un vuelco en el corazón, ¿y si él la amaba tanto como ella lo hacía? Preparaba en su mente una lista de palabras cariñosas hacia aquel chico que le había robado el corazón. Tenía treinta años y sabía que al conocerse se casarían, aunque a ella le gustará la trova y a él el rock pesado.
Ángel dice: Creo que ha llegado el momento en que seas sincera y me digas, ¿qué sientes por mí?
Cristina dice: Tú primero
Ángel dice: ¡Con un demonio! No es un juego, Cris
Cristina dice: Te amo
“Ángel se ha desconectado”
“Será que siempre que me enamoró dios dirá ‘vamos a romperle el corazón’ y habrá risas entre los ángeles, porque Ángel, era eso uno de los ángeles de dios en mi vida y…” Entró al baño por la navaja, redactó un mail que quién sabe qué tanto diría, pero finalizaba con un “Insensible, superficial y hueco, pero aún así…te amo”.
Se sentó en el piso, dispuestas las venas para ser cortadas como fotografías viejas que al romperse borran malos recuerdos “Espera”. A penas se rozó con la navaja cuando la aventó.
«¿Y por qué he de creer en el amor? Tengo amistades ocasionales, un empleo regular y un hobbie que se ha hecho pasión» giró a ver su colección de envolturas de jabones. «Estoy bien y no necesito que una máquina trastorne mis sentimientos». Tomó la computadora junto con todos sus cables y los aventó a la carretera. «Total, mi trabajo nada tiene que ver con las computadoras fuera del horario laboral». Sonrió, y se puso a limpiar la casa.