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Lo de adentro cuenta/las cuentas de adentro

por Mona McKinstry

cambios-de-humorCambios de humor

En Agosto lloré por seis horas seguidas

Estaba en Santiago, a días de devolverme

Estaba en camino a la casa después de ir a despedirme de mis amigas y cayó una lágrima

Mi cara estaba confundida porque me había reído cinco minutos antes

De repente una tormenta llegó e invadió mi cerebro y mis ojos

Corrí a mi casa porque no pude controlarme

No pude parar

Al otro día pinté un asiento con mi calzón

 

 

 

 

 

Situación peludaSituación peluda

No me depilé por tres meses

Mi hermana me dijo que no necesitaba una máquina de afeitar, si no que una

máquina de cortar pasto

Me han crecido quistes de pelos encarnados

He gastado miles de dólares en distintos métodos de depilación: máquinas de

afeitar, depiladoras, ceras, cremas de depilación, pinzas, etc.

He hecho a la heredera de Nair millonaria tratando de sacarme el pelo

 

 

 

 

 

Mi ovario-izquierdoMi ovario izquierdo

Mis ovarios parecen uvas

Mi ovario izquierdo es el más problemático

Es el más agrandado

A veces late

Tiene furia al volante

Tiene corazón y vida propia

Mi ovario izquierdo no quiere que yo sea madre

Mi ovario izquierdo es un rebelde

Mi ovario izquierdo desafía las leyes

Mi ovario izquierdo desafía al patriarcado

 

 

 

 

 

solo-un-pellizcoEs solamente un pellizco

Mi doctor me recetó una ecografía transvaginal Fui a mi cita de amor sin amor con la camarita Era la última persona del día

El técnico estaba de malas pulgas

Metió la camarita amiga y me quejé un poco

Me dijo que dejara de lloriquear, que solamente es un pellizco

No me simpatizó su comentario, pues la pastilla causa resequedad vaginal

Auch.

 

 

 

 

 

 

 

 

amenorreaAmenorrea

Tuve dolores menstruales por un mes entero Tuve cambios de ánimo por un mes entero Tuve hambre por un mes entero

Esperé mis reglas como un niño que espera la navidad

Contaba los días inútilmente, hasta que un mes se convirtió en un año

Cada vez que iba al baño revisaba mis calzones

Revisaba mis calzones inútilmente, solamente para ver la claridad de mi flujo

La claridad de la ausencia

 

 

 

 

 

Resistencia a la insulinaResistencia a la insulina

El 2010 fue una mierda Gran terremoto en mi país Gran terremoto en mi vida

Se me durmieron la cara, las manos y los dedos de los pies

Necesitaba una siesta después de comer

No tenía plata par air al doctor aquí en EE.UU., a si que fui a Chile al doctor

Mi Endocrinólogo me diagnostico con Resistencia a la Insulina y me mostró una

presentación de Power Point sobre la comida chatarra

Babeaba al ver aquellas imágenes de fritangas y me llamó pervertida

Algunas cosas nunca cambian

 

 

 

 

venusofpuggendorfmonaMi cuerpo es político,

Pero no tengo derecho a pertenecer a la política.

Soy inmigrante

Soy mujer

Tengo Síndrome del Ovario Poliquístico

No tengo acceso a la salud

No existe el cuidado

No existe el cuidado para la gente como yo

No existe el cuidado para mi condición

A nadie le importa lo de adentro

No existe el cuidado a las peludas, a las gordas

La gente ve mis arrugas oscuras

La gente ve mis arrugas oscuras y creen que me ten-

go que limpiar el piñen

Creen que me tengo que lavar como un perrito Pug

al que se le limpian todas sus arrugas

Leen mi Acantosis como suciedad

Leen mi vello se ve como suciedad

Leen mi sangre dulce como suciedad

Leen mi sangre menstrual como suciedad

Leen mi cuerpo como un adefesio

Quiero ser el adefesio más sucio que existió.

ovario-poliquistico

Ficha técnica

Lo de adentro cuenta es una instalación sobre el Síndrome del Ovario Poliquístico. La instalación final consiste en quiste-globos de vidrio, fotos enmarcadas, un par de calzones bordados. Además de imágenes, hay poemas cortos que se incluyen debajo de cada quiste-globo.

Año: 2016

Lugar: Escuela Stamps de Arte y Diseño, Universidad de Michigan, Estados Unidos

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Sobre la artista:

Mona McKinstry es una artista multidisciplinaria Chilena viviendo en Estados Unidos. Recientemente graduada de la Escuela Stamps de Arte y Diseño en la Universidad de Michigan. Su trabajo está relacionado con su condición de mujer inmigrante, además de la salud y los derechos de la mujer.

 

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Testimonios Trans-UIG: Unidad de Identidad de Género

El sistema de salud suele ser paternalista. Pretende decidir sobre nuestros cuerpos, pretende saber qué necesitamos, de qué «adolecemos» sin tomar en cuenta nuestras emociones, nuestros sentires, nuestros pensares. Patologiza lo que para él no es normal asumiendo que son las figuras médicas las expertas en nuestras necesidades sin consultarlas. Cuando muchas veces lo único que se necesita es acompañamiento y apoyo en decisiones que no incumben a nadie más que a la persona que las solicita.

¿Cómo hacer para que las personas, no sean agredidas por esos binarismos de género sobre el «deber ser» hombre, mujer?

Trans Forma la Salut nos comparte testimonios sobre el paso de distintas personas en dos instituciones que asisten en la reasignación de género: la UTIG y TRÀNSIT, y el modelo sanitario necesario para llevar a cabo un acompañamiento humanitario.

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Parto en casa de Isabella

por Natalia Clementina Tangerina

Hacía semanas traía la angustia de dónde y cómo parir.
Primero, había sido elegido el parto en casa, fácil, la partera increíble, la casa puesta, yo animada. Luego todo empezó a moverse, la casa cambió, la partera me pareció que vivía del otro lado del mundo y yo, me asusté.
Decidimos irnos al hospital y la confianza de tener un seguro de gastos médicos que pagara todo nos relajó por un buen rato.
El día que cumplía 38 semanas y, según yo, a punto de parir, llegaron a la ciudad mi mamá y su pareja, Adriana, y de pronto me sentí segura, sentí que mi nido estaba listo para recibir a esta bebé. La fuerza y el orden que trajeron a mi casa (a la cual me acababa de mudar 3 meses atrás), me dieron un sentido de pertenencia; también ayudaron todos los proyectos DIY que trajeron y que en una semana dejaron la casa tan bonita que daba gusto entrar.
Después de muchas idas y venidas, se ajustó todo, estaba de 39 semanas y lista para parir. Asustada por el hospital, decidí que lo que mi corazón realmente quería era parir en casa, así que con su apoyo decidimos que el parto en casa podría ser la mejor opción para mi.
Decidimos no decirle a nadie, no quería comentarios negativos, no quería miedos que no eran míos, las pocas personas que supieron que iba a pasar me llamaron valiente, y yo por dentro me sentía la más cobarde. «Si paro en casa es porque me aterroriza el hospital», pensaba yo. Recordaba mi primer parto, tan intervenido, el comentario del pediatra: «que buen show nos diste» mientras soltaba la carcajada. Eso fui para ellos: un chiste, un show. Con mi segundo embarazo me preparé tanto para un parto en casa que al terminar en una cesárea completamente innecesaria y violenta me sentí rota, destruida y al final, completamente incapaz de parir.
Pensábamosque no tendríamos más hijes, estábamos tan seguros que seríamos solo cuatro, que al enterarnos de la bebé nos quedamos en shock. Pero al mismo tiempo sentí que llegaba el tiempo de reconciliarme conmigo, con mi cuerpo y con la vida/muerte que hacía tan solo un año se había llevado a mi papá.
Tenía mucho miedo del parto, tenía terror de no ser capaz de dilatar, pero sobretodo tenía terror del expulsivo, de pujar, de hacerme responsable, de mi, de mi cuerpo, de el proceso y de mi bebé. Tenía miedo pues sabía que el parto era un proceso inevitable y, como la muerte, iba más allá de mi y de toda conciencia o control. Tenía que dejarme llevar, confiar y pasar a través del miedo.
Cumplí 40 semanas, llegó mi fecha probable de parto y se fue. Pasaron los días y cada hora se hacía más larga, mi cuerpo no parecía mío. Me sentía cansada, emocional y con ganas de estar encerrada en mí 24/7 pero tenía muchas cosas que hacer, así que ni la bebé ni mi cuerpo sentían que estaba lista para parir.
Llegué a la semana 41 y no había un solo signo de parto. Desesperada y cansada de sentirme presionada por el mundo, decidí llevar a cabo todo lo que pensé podía ayudar a la bebé a nacer. Caminé, nadé, comí chocolate 90% cacao, caminé otro poco y nadé mucho más.
Amanecí el domingo 30 de junio sintiendo que algo era diferente, no quería caminar, ni moverme, no quería mas que estar a oscuras, acostada en cama, abrazando a mi ex esposo, me sentía diferente pero no creí que fuera a parir todavía.
Aproximadamente a las 8 de la noche empezaron las primeras contracciones de parto, sentía una presión más fuerte que con las contracciones de Braxton Hicks, y al ir al baño me di cuenta que estaba perdiendo por fin el tapón mucoso. No me quise emocionar porque con mi segunda hija perdí el tapón mucoso y aún así nunca entré en trabajo de parto.
Llamé a mi partera, Sabrina, y le pedí que viniera a mi casa. Con ella viviendo a tantas horas de distancia (casi 4) me preocupaba no llegara y, aunque pensé que podía ser falsa alarma, ella decidió llegar a mi casa y quedarse a dormir por si el parto progresaba.
A las 12:30 de la mañana llegó. Las contracciones se habían espaciado mucho porque estaba estresada de si llegaba o no llegaba, estaba tan nerviosa que logré distanciarlas.
Al llegar le pedí me revisara para saber si era trabajo de parto y si tantas semanas con Braxton Hicks habían servido para algo, pero en realidad tenía miedo de no estar ni borrada, ni dilatada como me había pasado en mi parto anterior, tenía mucho miedo de que mi cuerpo estuviera roto. «Tienes 3 cm y 50% de borramiento» me dijo y me decepcioné, no era nada y no significaba nada, había pedido un tacto a lo menso, me enojé conmigo misma y me prometí en secreto no pedir más tactos durante todo el parto para no decepcionarme o emocionarme de más.
Nos acostamos a dormir para tratar de descansar algo, las contracciones agarraron ritmo de nuevo y mientras dormía, sentía con total claridad cada una de ellas, estaba en un estado de conciencia que nunca había experimentado. Era muy parecido a una meditación profunda, no estaba dormida, pero no estaba despierta, y con cada contracción junto con el dolor llegaban imágenes que me hacían sentir mejor. Los sueños se mezclaban con la realidad, me sentía dentro de una oscuridad aterciopelada que se llenaba de colores con cada contracción. Fueron momentos muy profundos, intensos y aunque quiero recordar las imágenes que llegaban a mí con cada contracción, no he podido lograrlo.
Alrededor de las 4 a.m. el dolor se intensifico tanto que tuve que levantarme de la cama. Me senté en la pelota de partos y Jorge, el papá de mis hijas y quien fuera mi pareja en ese momento, se sentó frente a mi, me tomó la mano y empezó la siguiente fase del parto.
En algún momento entre las contracciones escuché a Sabrina moverse por la casa, me preparó un té, su presencia era tan suave que me sentía protegida pero además jamás sentí que mi espacio hubiera sido invadido, me sentía respetada. Cuando sentí que el dolor era mucho me pusieron el banco de partos en la regadera a sentir como el agua hirviendo aliviaba mi dolor. Lo único malo fue que empecé a sentir que se me subía la presión por el calor así que me tuve que salir.
Al momento de cerrar el agua sentí, supe, que estaba entrando en transición, la parte más dolorosa del parto.
En cuatro patas me acomodé sobre la cama y pude manejar el dolor por un rato, pero a cada momento se hacía más difícil, intentaba respirar según había leído en hypnobirthing, intentaba recordar técnicas de relajación, de meditación, de cualquier cosa que me pudiera ayudar y poco a poco las herramientas con las que contaba dejaban de ser útiles, de funcionar; nada me ayudaba. Recuerdo que en ese momento empecé a rogarle internamente a todos mis familiares que han muerto que regresaran a ayudarme, sobretodo pensaba en mi papá, le rogaba, «papá, ayúdame a tener unos minutos para descansar, no puedo manejar el dolor». Y así sentada en el banco de partos, recargada en Jorge, agarrada de la hamaca, con Sabrina sentada frente a mi fue que pasamos no sé cuanto tiempo los tres durmiendo y descansando un poco. Las contracciones no dolieron tanto, pude relajarme de verdad.
Pero no podía descansar para siempre, las contracciones regresaron a su intensidad y ritmo y pensé, «ahora si, ya no hay vuelta atrás». El tiempo no tenía sentido, con cada contracción se hacía eterno, cada segundo parecía un año, entre contracciones el tiempo se movía tan rápido que no me daba tiempo de respirar. A lo lejos escuchaba cómo la mañana empezaba para mis hijas, mi mamá y Adriana; escuchaba cómo desayunaban, se bañaban, jugaban, reían; oía como en otro mundo, sus vidas eran iguales y a la vez estaban cambiando para siempre.
De repente entraron al cuarto, se acomodaron todas y el mundo parecía que se acomodaba en su lugar. No recuerdo mucho de esa parte, veo los videos y me parece irreal, nada se ve como yo lo veía, para mí los colores eran más brillantes, los segundos más largos, las palabras mas poderosas, pero cuando llegaban las contracciones, no existía nada más que el dolor. En esos momentos sentí que me rendía, gritaba, gemía, me retorcía, quería escapar, estaba desesperada, quería que se acabara ya, sentía que faltaba mucho, no sabía si me había equivocado, ¿y si esta no es la etapa de transición y todavía faltan horas? preguntaba desesperada en cada descanso. No me dejaba revisar la dilatación, tenía terror de que me dijeran que estaba muy lejos, no quería queme desanimaran, Sabrina me contenía, Jorge me sostenía y las abuelas junto con las nietas me protegían. Aquí solo recuerdo dolor, dolor, dolor, gritos, dolor, sentía a mi cuerpo quebrarse y entre contracciones entendía que el dolor era necesario porque necesitaba romperme para vivir.
No se trataba de parir, se trataba de vivir.
Pero durante las contracciones no aguantaba nada, protestaba si me tocaban, parecía que iba a morder. ¡Cállate! … le gritaba al mundo, no soportaba un sonido, no toleraba a nadie.
¡Duele, duele! gritaba con sorpresa en cada contracción, ¡duele más que la anterior! Tomaba las manos de Jorge y me levantaba con cada una, me ponía de puntillas y levantaba la cadera del banco de parto, no sentía la cabeza de Isabella y me preocupaba que siguiera arriba y faltara mucho para que naciera. Fue la parte más difícil y aún ahí temía el momento del expulsivo, pensaba que sería peor. Pero ya no tenía miedo de pujar, sólo quería que todo terminara, no importaba cuánto doliera, ya no podía más. Veía las caras de todas mis mujeres, estaban frente a mi, Sabrina adelante, a su lado mis hijas, luego mi mamá junto a Adriana, por momentos ponían cara de que ya veían algo, tal vez la cabeza, pero por momentos ponían cara de desilusión, veía la preocupación en la cara de mi mamá, y la de curiosidad de mis hijas, me sentía rara, pronto serían sus vidas completamente distintas.
A las 10 a.m. Sabrina me hizo un tacto porque todos morían por saber como íbamos. Me dijo que se sentía todavía arriba y que parecía la detenía el estar todavía en la bolsa de líquido amniótico.
«¿Quieres pujar?» me preguntó Sabrina «No», contesté desilusionada. Sentía que faltaba mucho y con cada contracción me desesperaba más.
Las buelas y las nietas salieron del cuarto silenciosamente y sin que nadie se los pidiera, de pronto ya no las vi.
Me concentré entonces, no sé si hubo un cambio o no, no registré nada, pero de pronto la cabeza de Isabella bajó, sentí ganas de empujar y la fuente se rompió, todo al mismo tiempo.
Las ganas de pujar eran imperantes, mi cuerpo y el de Isabella se empezaron a separar, sentí su cabeza por salir y creí que se resbalaría y caería, salió su cabeza, y con ese mismo pujido salió el resto de su cuerpo. Sentí dolor, sentí que me rompía pero no fue tan difícil, fue increíble, de pronto todo había terminado, lo había logrado, me sentía como una guerrera. Había parido a mi bebé. Mientras salía había gritado para que entraran la demás mujeres de mi vida, entraron corriendo y fue maravilloso ver a las grandes conocer a la pequeña.
Mientras todo sucedía yo seguía sintiendo las contracciones, dolían casi tanto como antes y me sorprendió, en mi primer parto, fue nacer mi hija y acabarse todo el dolor, así que mientras la ponía al pecho empecé a pujar para sacar la placenta. Por fin salió y el dolor cedió. Pedí ayuda para acomodarme, tenía una bebé en el pecho, dos hijas impactadas a lado, dos madres increíbles y una partera mágica. Y yo me sentía como la persona más afortunada del mundo, la más fuerte y la más empoderada.
A las 10:20 a.m. parí una bebé de 4.100 kg, 55 cm; a las 10:27 alumbré una placenta velamentosa y grande.
Sólo me rasgué medio centímetro y no hubo ningún problema; Isabella se pegó al pecho como una campeona, siempre he tenido suerte con mis lactancias, tengo hijas sabias.
Me tomé un licuado de placenta con uvas, sabía como a uvas moradas con mucha sal…no me dio asco, pero tampoco se me antojaba, no tenía hambre ni sed, quería encerrarme de nuevo en mí misma mientras intentaba registrar qué había sucedido.
Fue un parteaguas en mi vida parir en casa, sé que nunca seré la misma. Aprendí muchísimo de mí, me enamoré más de mi familia; mi mamá me hizo sentir querida; Adriana me cuidó como nadie, me hizo sentir segura por completo; mis hijas me hicieron sentir agradecida y Sabrina me contuvo lo suficiente para dejarme actuar.
Hoy sólo me siento afortunada, agradecida y profundamente conmovida. Con el paso del tiempo sé que captaré diferentes cosas, este parto no ha terminado de enseñarme cosas.
Mientras tanto seguiré derritiendo de amor por mis hijas.

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Del ano como meollo de lo contemporáneo

texto por Francisco Godoy Vega

imágenes por Mariokissme

Michel Foucault planteó, en relación a la peste, que ante ella el poder ha impuesto el orden, eliminando cualquier tipo de contaminación: “la de la enfermedad que se transmite cuando los cuerpos se mezclan; la del mal que se multiplica cuando el miedo y la muerte borran las prohibiciones. Prescribe a cada uno su lugar, a cada quien su cuerpo, a cada cual su enfermedad y su muerte”[1]. Foucault, tanto en este libro como en la Historia de la sexualidad, va a desenredar las tramas que conforman la configuración moderna de la clínica, que generaría sistemas de segregación y aislamiento disciplinar a los cuerpos señalados como enfermos. Un sistema biopolítico donde la ciencia médica se asignaría el derecho de determinar tratamientos para la preservación de la vida, o al menos de algunas de ellas.

Foucault, como tantos de su generación, falleció a causa de una de las llamadas Enfermedades de Transmisión Sexual: la pandemia del VIH que se expandió de manera anómala a lo largo y ancho del globo en la década de los 1980 de forma paralela a la expansión del neoliberalismo. Una pandemia intencionadamente discriminatoria que se definió como la enfermedad de los anormales de las 4H: homosexuales, hemofílicos, hookers y haitianos.

Sin embargo, el VIH no es la primera ni la única de estas enfermedades de transmisión sexual, existiendo muchas otras que se han propagado a lo largo de la historia: no hay más que pensar en las representaciones medievales de la sífilis. Las enfermedades venéreas –de Venus, la diosa del amor– se configurarían así desde una nomenclatura que las asocia al castigo divino ejercido como respuesta a prácticas entendidas como pervertidas y/o no normativas. Ante este panorama, la cultura visual oficial ha generado múltiples imágenes prejuiciosas y discriminatorias de estas enfermedades, mientras otros agentes independientes han construido contra-narrativas ante estas imágenes y prácticas de la exclusión. Sin duda, el trabajo de Mariokissme (Mario Páez) se inscribe dentro de esta línea de artistas, teóricos y activistas que han propuesto un contraataque a la violencia sistémica contra la enfermedad y la disidencia sexual; una genealogía que va de Pierre Molinier a Ocaña, de Quevedo a Giuseppe Campuzano, de Copi a Ron Athey. En cuanto marica y queer, Mario ha utilizado de forma recurrente al ano como lugar que, si bien en la tradición gay más normativa se representa como un espacio de placer, es también –y fundamentalmente– un espacio de dolor en el que se alberga una larga memoria de agresiones.

El ano funcionaría como el espacio de lo abyecto, la pasividad, de la expulsión de los supuestos desechos, del tabú, de la inmundicia, de lo inhumano y el insulto: la expresión de desprecio que te den por culo somatiza el temor de la modernidad heteropatriarcal al ser penetrado. No por nada, el ano fue el primer órgano ocultado y privatizado por la clínica moderna colocándolo fuera de la esfera social.  Es el alterego de la boca, como tecnología de la voz, como órgano público del sujeto hablante del saber/poder. Ante él, el ano funciona como tecnología del placer/poder y el dolor/poder como contra-texto y contra-sexo no reproductivo.

La serie fotográfica de Mariokissme De lo contemporáneo, realizada en 2008, da cuenta de estas tensiones entre lo público y lo privado, la patologización y los sistemas de control corporal, conectando directamente con los asuntos antes mencionados del ano. En la misma, de forma paródica, Mario juega con la idea del autorretrato del artista (el selfie de hoy) pero posicionado desde el espacio de la fragilidad tanto del medio (una polaroid) como de su cuerpo en el espacio hospitalario, paradójicamente llamado Hospital de l’Esperança. Desde una posición de registro de la experiencia, se trasluce la alteridad marica que asume el condicionante histórico que le ha puesto en el lugar de la inferioridad.

En la serie, que originalmente fue presentada en una exposición en la casa del artista en Barcelona en 2008 titulada Invited one day, se ve el momento tabú del ingreso hospitalario: de la Unidad del Dolor, pasando por la capilla que delata la permanente vinculación de ciencia y religión y acabando con la marca de la herida quirúrgica en su ano. Asume productivamente ese espacio privatizado del ano convirtiéndolo en público, así como lo ofensivo y lo ominoso como lugares para la reinvención de la subjetividad y los procesos de subjetivación que han sido cooptados por las lógicas más micropolíticas del capitalismo.

Mario ha continuado esta reelaboración del ano en otras acciones como  New R_age de 2008 donde ficcionalizaba los fluidos anales, sacando de su interior un líquido rosa fluorescente que luego bañaba todo su cuerpo, o la reciente acción Sodomita Sonorx (lo que me sale del culo) de 2016 realizada en la Llibrería La Caníbal para la presentación del fanzine Anales Coloniales. En ella, Mario, con las columnas de Hércules en sus nalgas y la Europa Regina en su frente, sacaba de su ano unos auriculares por los que se podía oír una serie de canciones suyas que vinculaban los procesos de conquista y colonización con la represión a las formas diversas de sexualidad en Latinoamérica, construidas a partir de relatos de colonizadores cristianos españoles, allá por el S. XVI.

En un ejercicio transhistórico recurrente en el trabajo de Mario –en el cual se reactivan figuras y procesos históricos para pensar lo contemporáneo y proponer otras relaciones temporales entre pasado, presente y futuro– su reinvención contra-sexual del ano permite imaginar cartografías dislocadas de la historia moderna de la sexualidad y conectar, entre otros, con las Gracias y desgracias del ojo del culo, publicado en el siglo XVIII por Quevedo. Si bien el culo se constituiría en ambos en ese espacio de la abyección, de la desgracia, será también un espacio de reinvención y reescritura del cuerpo y el sexo como tecnologías de dominación heterosexual.

El poder oculto del ano, su capacidad explosiva en lo contemporáneo, se configura así como un potencial protésico que puede reinventar, por un lado, nuestros placeres y dolores, mientras por otro permite construir otras formas de salud sexual, salud mental y salud social. El ano deviene el órgano parlante revulsivo que permite peer sobre la historia de las tecnologías de la modernidad para producir una revolución molecular, una revolución de heces, una revolución de los pliegues interiores.

[1] Foucault, Michel, Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión, Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2002, p. 182

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Conoce más de su trabajo en http://mariokissme.com/

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Movimiento Insurrecto por la Autonomía de Una Misma (MIAU)

El Movimiento Insurrecto por la Autonomía de Una Misma (MIAU), se reúne todas las noches, estudia y trabaja por construir la autonomía básica: la de nuestro cuerpo. Y lo hace en compañía, en solidaridad, porque nadie puede liberarse sola.
Este documental es un guiño para todas aquellas que ignoran el funcionamiento de su cuerpo y se ven sometidas a cualquier estructura machista y patriarcal, ya sea la médica, la farmacéutica, la comida veneno o cualquier persona que intente silenciarnos.
Nosotras luchamos por vivir en una sociedad libre y mientras lo hacemos, creamos lazos de confianza y compartimos el conocimiento aprendido, esperando que se entienda que ahí está la gracia, en aprender y enseñar, con generosidad, matando el ego y la usura.
Por eso este documental es un regalo, porque es conocimiento liberado.
Aquí  podrán ver la vida de una persona, que somos muchas personas, desde su nacimiento hasta la menopausia; pasando por la menarquía, el reconocimiento de las partes de nuestro cuerpo y nuestros ciclos menstruales; enfermedades del útero, de transmisión sexual y algunas de sus posibles soluciones, pero sólo aquellas que nosotras hemos probado. También entregamos nuestras experiencias de aborto, técnicas de autoexamen y detección de anomalías.
Está dedicado a todas la mujeres, brujas, gatas, que han luchado por la libertad. Y como no hay luchadora que no sea perseguida por el poder, a todas aquellas que han sido asesinadas, perseguidas, torturadas y que viven en nuestra alma de guerreras.
Que éste y todos los movimientos autónomos desde la raíz sigan floreciendo hasta destruir esta sociedad capitalista y el patriarcado que la sostiene.
¡Salud!

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Violentada por los batas blancas, una historia de violencia obstétrica

imágen por Jessie Jack
imágen por Jessie Jack

por Jessie Jack 

En lo que me dieron diferentes números, me califiqué enferma, sin síntomas. Embarazada.

El globo se puso dentro de la vagina, pero sin fiesta, sus métodos no funcionaban.

Un día, dos días, tres días, cuatro.

Píldoras en el coño. Me reventaron. Cinco días.

Una enfermera, otra enfermera, tercera enfermera, cuatro.

Solo llegaban en cambios de turnos. Nunca me he sentido tan abandonada.

 

El tiempo iba tan lento, pero cambié rápidamente mis oxitoxinas por adrenalina. Me olvidé del niño, del parto.

En mi cabeza, solo se trataba de escapar el hospital, sobrevivir, salir de esa cárcel.

 

¿Porqué estaba ahi? ¡Alerta! Siempre me respondían con miedo. ¨Dar a luz es lo más peligroso que una mujer puede hacer¨

¿Qué tal si no sale el niño? ¿Si mi cuerpo rechaza al feto? ¿Si se cae la matriz? Voluntaria se queda.

Tras 2 años estoy saliendo del trauma que me creó la hospital.

Ese hospital nunca tuvo fe en mi capacidad de sacar mi bebé sola, en mi fuerza divina femenina.

Si el a prioiri de toda filosofia es la vida, el parto ¿es lo que compartimos todos? ¿Porqué se trata al parto como una enfermedad, y un producto en vez de un acto sagrado, una bendición- lo más alto de la existencia?

Después de haber reventado mi coño pretendiendo provocar un parto con píldoras químicas, por fin me pidieron participar.

¿Quería yo ya una cesárea directamente? ¿O quería que reventaran la bolsa para provocar el parto?

Sexto día y Yo, sumamente destruida, muerta de cansancio, de temor, pedí una cesaria de una vez porque no sentí responsable exponer mi cuerpo ya más a sus métodos que no funcionan. Quería cacería.

Bueno, la doctora solo iba a averiguar el cervix antes. Pero en eso, reventó ella la bolsa con una aguja mega súper ultra larga. Sin permiso.

Ya no había vuelta atras. Empezó la carrera. Contracciones ya había tenido 5 días, pero entonces llegaron las verdaderas.

«¡A ver, 1, 2, 3; empezamos a contar. Le damos 2 horas!»

¿Parir en dos horas? ave maría bendita budda, ¿de dónde sacan estas teorías? ¡Claro que no!

Bueno entonces, 2 horas fueron y oxitocina sintética. Enchufado. Hazme lo que quieras.

Las contracciones no son nada, son casi placenteras a comparación de este exorcismo que me dieron, una fuerza diabólica que entró a mi cuerpo, algo incontrolable, una droga infernal.

Pero no, pues claro que no, luchando con la vida misma, una mujer no va a parir, ni va a cantar, ni amar, ni meditar, solo pedir, pedir, pedir al cielo y la tierra la fortuna de salir viva de ese horrible pesadilla.

Aunque no quería, al final, me pusieron epidural. Pero obviamente, y como me había imaginado, y la razón porque no la quería, los contracciones se fueron por completo. Como no, si no tienes contacto con el parto mismo- no sientes nada.

10 horas después de que me pidieron elegir, acabó en cesárea emergente. Cinco doctores encima en una luz tremenda, les pedí calmarse, respetarme, los expliqué que tenia un chingo de miedo.

«¡No, jajajaja, esto hacemos varias veces al día. jaja! ¿No les gustan los vacunas? ¡jaja, qué conviccion es esa!»

Cero respeto al paciente.

Y para cerrar todo, me sobredrogaron y durante la operación estaba temblando incontrolablemente como si tuviera un ataque, epiléptica.

Niño, nació, adiós.

A mi me llevaron a un cuarto de observación. Y no tuve a mi bebé en mis brazos hasta quién sabe cuánto tiempo después.

No sé qué sucedió en ese tiempo, nunca he estado tan drogada.

Todo fue al revés. Ese día que iba a nacer mi futuro, algo en mí murió.

No tengo nada más que decir. Este es mi testimonio.

Ya lo superé, creo, esas violaciones que tantas mujeres me hicieron al meterme sus dedos en la forma más brusca.

Ya tiene tiempo que no me da un ataque de ansiedad. Ahora puedo tener una relación sexual sin que aparezcan las caras de las enfermeras.

Mi testimonio es éste. Pero faltan los suyos, y esas voces silenciosas, que sólo obedece un sistema cruel, esas mujeres que se olvidan de su sexo, de su hermana y de su empatía.

No basta pintar de blanco la sangre. No basta acortar el tiempo para hacer vivir. No basta observarte en un monitor desde otro cuarto.

Seguramente sacamos fuerza de esto, también.

Mientras tanto, se los comparto.

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Jessie Jack Mayo, 2014

www.jessiejack.tumblr.com

 

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Círculo de Terapias Naturales

Hola compañerxs , queremos platicarles de nuestras actividades en el Círculo de Terapias Naturales en el que llevamos sesionando 4 años .

     Siendo parte del equipo promotor de la Red Tlaloc, José Luis Díaz Núñez y Flor de María Granados Herrera, Cristina Lavalle junto con la doctora Lourdes Munguía, nos vimos en la necesidad de hacer gremios por especialidades, ya que varios compañeros compartíamos modos de vivir y queríamos evitar la competencia, intercambiando nuestros conocimientos para ayudarnos unos a otros. Al mismo tiempo, estábamos Flor y José Luis organizando una Expocooperativa en la Universidad Obrera de México y nos dividimos en sectores para hacer diferentes proyectos. El de salud natural era uno de esos grupos, dirigidos por Armando Dueñas. Empezamos a hacer prácticas de salud para una mejor calidad de vida. Así nació el “Círculo de Terapias Naturales” con reuniones que se llevan a cabo desde entonces, los miércoles a la 16:30 cerca del metro Rosario en el Centro Comunitario “Eterna Juventud” y simultáneamente en la Universidad Obrera de México, coordinado por Demetria Cano. En estos círculos hablamos de temas de interés común,  intercambiamos conocimientos y nos capacitamos sobre la salud natural, salud económica, salud comunitaria y aprendemos que la salud puede venir en un abrazo, en una conversación asertiva o una planta medicinal de la maceta del patio. La salud natural se puede encontrar en casi cualquier forma y lugar.

La salud y la enfermedad como equilibrio y aprendizaje de la vida

¿Qué es la salud? Nos peguntamos a menudo algunos, pero otros ni siquiera lo pensamos hasta que nos sentimos enfermos. La salud es el equilibrio permanente entre lo que necesitamos y lo que no, en sus carencias y excesos. Y la enfermedad, hay quienes  la consideran como algo que no debiera existir, pero es una manera que tenemos de reaccionar a lo que no necesitamos o a lo que nos hace falta, es decir, la reacción salud-enfermedad es un binomio en el que estos 2 aspectos son indispensables para el equilibrio. La enfermedad es también la manera en que aprendemos y evolucionamos, un mecanismo de la naturaleza de hacernos reaccionar, sobre todo cuando hemos hecho caso omiso de llamados previos y suaves. Incluso es capaz de inmovilizarnos para lograr el objetivo de que paremos y volvamos a leer sus mensajes. La enfermedad aparece cuando se necesita una madre y una maestra rigurosa, que puede enseñar de manera suave y amorosa o dura y terminante, igualmente amorosa, pues nos obliga a encontrar nuestro yo, que ante nuestra sordera  requiere a veces medidas extremas.

     La enfermedad es una reacción del organismo que nos molesta y que registramos como dolor y sufrimiento, pero también es una manera de centrarnos en nosotros mismos. El cuerpo siempre nos avisa que hay algo que no debiera estar ahí: estrés, depresión, inseguridad… o algo que falta: nutrientes, descanso, auto observación. Es decir, la enfermedad es parte de la salud o del equilibrio vital.

     Ver a la enfermedad como el enemigo a vencer, nos impide darnos cuenta que es un mecanismo que nos fuerza a ponernos atención y a escuchar al cuerpo que nos diga lo que nos pide.

     Nos hemos acostumbrado a acotar la enfermedad, a aislarla y no permitir manifestarse, obstruyendo el real camino a la salud y el equilibrio. En el Círculo de Terapias Naturales, tratamos de encontrar esos resortes que nos sanan por un mecanismo natural, del cual todos fuimos dotados y que a veces olvidamos; también nos recuerda que la responsabilidad de la salud es propia y no de las instituciones, centro hospitalarios, de los médicos o de las farmacias y laboratorios. El ser humano es un ente integral con cuerpo físico, emocional, espiritual y cósmico que debe ser atendido en todas sus partes y que si descuida en alguna de estas, se enfermará repercutiendo en toda la estructura, iniciando en  el cuerpo físico.

     En el Círculo de Terapias Naturales trabajamos de manera circular, es decir; no hay jerarquías  ni maestros y alumnos, ni médicos y pacientes; todos tenemos saberes y experiencias de vida que compartir, no se requiere un nivel educativo específico y aun cuando no son clases, el aprendizaje de nosotros mismos es profundo. La primera norma que aprendemos es que si queremos ser terapeutas, o luchadores sociales, primero tenemos que empezar por nosotros mismos y por nuestro entorno cercano, pues es más fácil ver que los “ demás están mal” y que hay que “ayudarlos”, evadiendo lo propio.

     Los sentimientos no procesados, las emociones reprimidas, los pensamientos obsesivos, la falta de valores y de auto reconocimiento nos enferma. Pero a la enfermedad la debemos ver como a una guía que nos está señalando el camino, mirar hacia nosotros mismos. Si cada uno de nosotros leyéramos lo que nuestro cuerpo maltrecho nos quiere decir y atendiéramos a esa voz, seríamos más felices y saludables. Si entendiéramos que el proceso de sanación de nuestros padecimientos viene de  nuestro interior y que haciendo cambios substanciales en nuestra  forma de vida, aceleraríamos y haríamos más fácil este proceso. Si nos percatáramos que la vida comunitaria de calidad es tan importante como el ejercicio y una buena alimentación,  estarían desiertos las clínicas y hospitales.  Un entorno más sano es nuestra responsabilidad, el movimiento, la expansión, entender los ciclos vitales, el amor, el hacer lo que nos gusta, el responsabilizarnos de nuestro actos u omisiones, ser creativos, encontrar nuestra sabiduría interna, proveernos de la energía necesaria para realizar nuestros proyectos, con prácticas de vida más naturales, son acciones que podemos realizar para mejorar nuestra salud y por ende ser mejores seres humanos.

     En el Círculo también propiciamos Clases y Talleres de Naturismo en diversos lugares como la Clínica del Dr. Joel Moreno Castro, así como la producción de remedios naturales y prácticas de Economía Solidaria, como Multitrueke Mixiuhca y Multitrueke Casa de las Sábilas. Damos consultas de terapias naturales como acupuntura, masaje, auriculoterapia, homeopatía, entre otras.

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Nuestros datos de contacto son: Cultura Norte s/n colonia Rosario CTM delegación Azcapotzalco, frente al metro Rosario (CETRAM), Centro comunitario «Eterna Juventud»

Flor de María Granados Herrera,  Facebook: Flor Granados Herrera, teléfono, 5520371042 y 36188624, José Luis Díaz Núñez,  Facebook: ídem, teléfono 5527066967 y 36188624.

Facebook: «Círculo de Terapias Naturales»

Universidad Obrera de México, San Ildefonso 72 colonia Centro Histórico,  Demetria Cano, teléfono, 5539512800

Sesiones  del Círculo de Terapias Naturales son los miércoles de 16:30  a 19:30 horas

Cooperación voluntaria

Clínica del Dr. Joel Moreno Castro, Norte 166 # 517 colonia Pensador Mexicano, Delegación  Venustiano Carranza, teléfono 57604620

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