Lucía Egaña Rojas
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Este texto busca contribuir al desarrollo de técnicas para la emergencia de ficciones especulativas en torno a los imaginarios feministas relacionados con la tecnología. Se trata de buscar mecanismos de intervención de las narrativas tradicionales que se enmarcan en una visión patriarcal y capitalista de lo tecnológico. Las visiones y discursos habituales en torno a las máquinas y maquinaciones, se nos aparecen como una trama agujereada por la violencia (hacia la tierra, el cuerpo, las voces). Desde una ética feminista, que no desdeña la estética y poética de la palabra, es posible trazar surcos que abran espacios más vivibles y rellenar los agujeros del tejido simbólico e imaginario. Las escrituras feministas especulativas convierten de esta forma un problema en potencial solución, invirtiendo la carga de la violencia a través del agenciamiento narrativo, para crear ejercicios de reapropiación curativa.
Mi relación con “la película”
Vestirse de negro, también es una tecnología.
Susana Pacara
Si yo viviera dentro de un texto o una película mainstream sobre máquinas y tecnología, mi mundo sería un campo de bombas de racimo, una mina de coltán en el Congo llena de trabajadores explotados, escenarios con mujeres y niñas ensamblando delicados circuitos electrónicos con sus dedos. Una película claramente digital, pero iluminada con petróleo, madera, minerales, metal y mucha agua.
La película de la tecnología y las máquinas que la industria me ha hecho conocer es una película de terror, un tejido agujereado por la violencia simbólica y material perpetrada contra el cuerpo de las mujeres, de la tierra, de los recursos compartidos. Agujeros que son violación y expolio, una película distópica, una película siempre hablando, desde el agotamiento, de lo roto de la extracción. Una película pornográfica donde el mete y saca se ejecuta a la tierra, y donde los roles protagónicos son expertos en cualquier materia insignificante. Esta película ha construido muros entre yo y las otras escenas y figuraciones posibles, ha establecido un manto envolvente del imaginario, una coartada.
A veces visito los parajes de esa película, y a veces la película invade mi espacio, un espacio contaminado e impuro, pero no por eso constantemente violentado. A veces algunas escenas de esa película me visitan entrándome por los dedos mientras tecleo, cuando escribo, cuando creo que creo mundos, pero apenas estoy copiando el eco de las perforaciones. Me entran por las puntas de los dedos al cuerpo y a mi/nuestra visión de lo que es (o podría ser) un mundo (y un cuerpo). Entonces ya no escribo yo, ni escribimos nosotras, ni escribo yo contra mí misma, sino que es la película la que escribe en contra mía, y me vuelvo carcasa de su historia, cáscara de un fruto seco y vacío. Me vuelvo un poco película también, aturdida por el ruido blanco de su guión.
Autodefensa epistémica
Alguien nos enseñó alguna vez a coser, a reparar, a tejer; aprendimos a torcer la mano del que nos dio el veneno, a mostrar los dientes y sacar a mordidas pedazos de él, rabiosas, ya nada ingenuas sino más bien exhaustas de su penetración. Se nos enseñó a dibujar cuerpo y calma, circuito y delirio, presencia y corazón. Se nos indisciplinó hackers y muy poco decorosas, costureras improvisando, nada más que eso.
Cerrar agujeros para poder ver la imagen que había (o que podría haber) impresa en ese lienzo. Parchar el tejido roto que tenemos pegado al cuerpo, que llevamos en el bolsillo, esa tela que nos tendría que proteger con su potencial imaginario, y que yace ultrajada por la ideología dominante, por el uso absurdo y extractivista de los recursos, nuestros recursos, nuestros saberes tecnológicos. En resumen, imaginar formas para la clausura creativa, voluntaria y consciente de los agujeros dejados en nuestro imaginario por el patriarcado neoliberal de la producción en serie con código cerrado, eso es práctica de hacking.
Ejemplo de técnica opositiva para tapar (temporalmente) agujeros
Siempre quise ser a la vez hombre y mujer, para incorporar a mi ser, dentro de mi ser, las partes más fuertes y más ricas de mi madre y de mi padre -para distribuir valles y montañas por mi cuerpo de la misma manera que la tierra se reparte en colinas y cumbres.
Audre Lorde
1.
La construcción de imaginarios más normativa, así como el desarrollo de tecnologías del capitalismo, se basa en el uso estandarizado de categorías y sucesiones predecibles, asociaciones que construyen los repetitivos imaginarios de la explotación. Por ejemplo la asociación: Extracción de coltán en Congo → saqueo→ ensamblaje de micro circuitos por dedos-mujer y dedos-niña → plusvalía → venta en Barcelona, en Apple Store → tarjeta de crédito → Google. Google. Google → Data brokers→ Opacidad → etc. no parece ser una secuencia narrativa que escape de lo que conocemos, es una narración habitual, normalizada e incluso, naturalizada a pesar de su artificialidad.
2.
Si seguimos la narrativa del punto 1 pero proponemos un accidente, una alteración de esta secuencia, podríamos conseguir un reordenamiento del panorama general. ¿Qué pasa si organizamos algunas alteraciones que puedan mutilar esa escena general? Panorama agujereado ya por la violencia, reordenado por la aparente confusión del desacato, vuelto a tejer con parches de sentido, ahora transgresor. Por ejemplo: Extracción de gotas del Amaranto → volteo→ ensamblo un micro circuito líquido con dedos-mujer y dedos-niña → placer → orgía en Barcelona, en un lugar secreto y luminoso → tarjeta de sonido → el circuito es transparente → los datos se inyectan→ hay un futuro en el pasado y esto escapa del tiempo lineal → etc.
3.
La técnica es:
Disponer espacio en blanco, diferenciarlo y asignarle categorías a cada espacio (pueden ser categorías que salen de las retóricas tradicionales o no).
Rellenar las categorías colectivamente con elementos aleatorios (dentro de lo más aleatorio que se pueda, si es que eso existe), y la mayor cantidad de elementos posible.
Por ejemplo: Usos; Adjetivos; Funcionalidad; Interacción; Espacio/Lugar; Material; Formas de acoplamiento; Recursos; Emociones; etc.
Asociar distintas categorías entre sí. Se trata de algo más práctico que coherente: sólo hacerlo.
Recibir una combinación de asociaciones de otra persona.
Articular las asociaciones: crear una máquina/ser/entidad a partir de ellas.
Usar la articulación para narrar su situación. Escribirlo. O dibujarlo. O darle dimensión física a través de materiales.
Posible paso siguiente: Crear interacción entre las distintas máquinas/seres/entidades.
4.
Durante todo el proceso, se recomienda vivirlo animada por el espíritu del conjuro. Producir especulaciones en torno a lo (im)posible es desafiar al registro histórico, es desafiar el poder de la palabra “tantas veces usado siempre por el mismo y único” sujeto. Producir especulaciones en torno a lo (im)posible y ver cómo esas especulaciones comienzan a relacionarse entre sí, cómo se hacen amigas y se van juntando y agrupando, congregando y repeliendo, cerrando agujeros, recomponiendo escenas y haciendo nueva escena, imposible lugar de congregación especulativa.
Escritura-potencia, escritura-amuleto, escritura-conjuro
Como las mujeres en todas partes, hablamos en código
Melanie Kaye/Kantrowitz
En realidad los cientos de agujeros que eran defecto en el telar de lo “real”, en la escena de la escritura feminista se convierten en oportunidad de relleno, de transformación y de narración de lo negado, de lo (im)posible. Sutura en la palabra rota de un lenguaje que se hace en su uso, en su invocación. Reparación de la rotura entre forma y contenido; reparación de la distancia entre prosa y poesía. “Pesadilla lingüística de ustedes, lo que les parece una aberración del habla”1 lo hacemos carne de letras y horizonte de posibilidad.
La extirpación de la lengua nos hizo expertas en signo, voz de las imágenes, cuerpo desesperado por pintar. Yo le metí los dedos al ombligo de la tierra, y me convertí en cordón umbilical por unos segundos. De mis piernas colgaba mi hermana haciendo de antena hacia el otro lado. Echábamos ondas, rayos, información cifrada. Nos ayudó una planta a indicarle el tramo adecuado al viento, no necesitábamos volar. Una bola de complejas capas: fuimos interfaz momentánea y espectral. Magnetismo inquieto, se nos fundió el alma en el intachable gesto artesanal de la escritura. Como este texto, nos fuimos desintegrando del material inerte de sentido del hombre, nos deshicimos de él, se transformó en agua, madera, en piedra petrolera, en metal, en mineral. Nuestro texto se hizo materia porque estábamos hechizadas, y esa tecnología nuestra se territorializó de repente, se hacía en la medida en que la decíamos. Era como un vómito alegre la espuma que nos brotaba, un vómito de espejos y de tejidos que daban cuerpo a la violencia de la reparación. Porque para aquellos que todo lo rompen y desintegran, la reparación es la peor desgracia que les puede suceder. Y para las que vomitamos la rabia que repara, la escritura es el conjuro y la posibilidad. Esta es la violencia de la curación.
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Bibliografía
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hooks, bell, Avtar Brah, Chela Sandoval, Gloria Anzaldúa, Aurora Levins Morales, Kum-Kum Bhavnani, Margaret Coulson, M. Jacqui Alexander, y Chandra Talpade Mohanty. Otras inapropiables: Feminismos desde las fronteras. Traducido por Maria Serrano Gimenez, Rocio Macho Ronco, Hugo Romero Fernández Sancho y Álvaro Salcedo Rufo. Madrid: Traficantes de Sueños, 2004.
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Rivera Cusicanqui, Silvia. «Más allá del dolor y del folclor». presentado en PEI Obert, Macba, Barcelona, 22 de junio de 2017. https://www.youtube.com/watch?v=cU5ZEIEE0jw.
—CITATION—
Egaña Rojas, Lucía (2018). “Suturar los espejos rotos de lo imposible.” Ada: A Journal of Gender, New Media, and Technology, No. 13. 10.5399/uo/ada.2018.13.8
This work has been openly peer reviewed at Ada Review.
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- Gloria Anzaldúa, La Frontera, trad. Carmen Valle (Madrid: Capitán Swing (Obra original publicada en 1987), 2016), 109.
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Lucía Egaña Rojas (1979 Münster [Chile]) Lucía Egaña Rojas tiene formación en arte, estética y documental, y es doctoraen Comunicación Audiovisual (UAB). Trabaja temas relacionados con feminismos, relaciones norte-sur, postpornografía, tecnología, software libre y error. Desarrolla procesos pedagógicos en ámbitos institucionales y autogestionados que, como su trabajo artístico, ha presentado y desarrollado en países como México, Uruguay, Chile, Alemania, España, Noruega, Ecuador, Colombia, entre otros.