Revisiones al trabajo de Ana Álvarez-Errecalde y Ana Casa Broda
Por Marisol Maza
La madre con el niño en brazos
Durante siglos se ha representado la maternidad a partir de la idea inmaculada y virginal de la religión, idealización que conforma el imaginario de madre en la cultura occidental.
En las últimas décadas se han generado varios proyectos de mujeres a partir de su propia experiencia, como una forma de desafiar las maternidades asépticas que se muestran en la publicidad y la televisión.
La artista argentina Ana Álvarez-Errecalde realizó un autorretrato documental donde ella, dentro del trabajo de parto decide el momento y la manera de mostrarse. El nacimiento de mi hija es un díptico. La primera imagen, de pie con la placenta aún dentro, unida a su bebé por el cordón umbilical. En la segunda está sentada con la placenta afuera; la sangre en ambas fotografías contrasta con el fondo blanco del escenario. En ambas sonríe, es partícipe de lo que ocurre; se muestra en una maternidad activa y consciente.
Entre otros proyectos en relación al cuerpo, Ana realizó un trabajo en colaboración con la Asociación El parto es nuestro. La serie consta de unas treinta fotografías de mujeres después de una cesárea, acompañadas de cortos y comentarios de las protagonistas. Las imágenes muestran la cicatriz física y emocional, para llegar a la reconciliación y al compromiso con una atención respetuosa del parto. Estas fotografías han sido publicadas en el libro CESÁREA, más allá de la Herida.
En su trabajo Kinderwunsch, Ana Casas Broda aborda la maternidad a partir de la experiencia personal, donde expone su vivencia como madre a partir de momentos de tránsito físico y emocional.
El proyecto es un diario visual con imágenes y textos íntimos; recuerdos de la infancia, deseos y miedos en acercamiento, en primer plano.
Al inicio el deseo no cumplido de ser madre, la transformación del cuerpo antes y después del parto. El nacimiento de sus dos hijos entre el dolor, la alegría, la confusión, el cansancio.
Y posteriormente los vínculos… los cuerpos juntos, el tacto, la manera en que los cuerpos de la madre, de los hijos cambian; como se vinculan, se modifican, ocupan espacios, se estiran, se pliegan, crece la piel, el pelo, las uñas, los dientes, se rompen, se cortan, se fragmentan…
Estas imágenes que surgen de lo íntimo, de lo propio, funcionan como un quiebre en la maquinaria de representación y disparan a cuestionar los patrones en que se muestra el cuerpo femenino; los límites de lo representable y la manera en que estos conforman el imaginario colectivo.
En una sociedad sobresaturada de fotografías de nota roja ¿Porqué es más perturbadora la sangre derramada en el origen de la vida que en el de la muerte? ¿Porqué es inaceptable la representación del cuerpo femenino activo, vulnerado por la vida y no por la violencia ejercida sobre ella?
El trabajo de estas artistas es también una reivindicación del papel de la mujer-madre como un ser en constante tránsito con momentos de ruptura, de quiebre, que sangra, llora y está plena; y que también se representa a sí misma, construye su imagen y su narrativa desde un hecho que le es propio. Estos trabajos reclaman el derecho y la urgencia de generar en todos lo ámbitos, imágenes desde lo propio, de narrar desde dentro y con ello crear incidencia en los modelos de representación.