Nosotrxs: lxs Otrxs. Tequio voluntario de saberes

Delilirium Candidum / Sergio Romero / Ketzal / Árbol / Liliana Marín / León Bernal / Noa Fuentes / Josué Lara

Nosotrxs: lxs Otrxs surgió como un proyecto alternativo de arte y educación con la finalidad de difundir el pensamiento feminista entre lxs jóvenes, en un intento por contrarrestrar la influencia de ciertas posturas ideológicas que, con base en la ignorancia respecto al tema, intentan desprestigiar los diferentes movimientos feministas.
La idea inicial de generar intercambios intergeneracionales, con instituciones culturales y educativas, con otros colectivos de artistas y activistas y/o con artistas independientes y jóvenes en formación, desembocó en la actual propuesta de Tequio voluntario de saberes.
Comenzamos a encontrarnos en 2012. El evento que marcó la conformación del colectivo fue una sesión de cine debate que organizamos a finales de junio en el Taller de la Gráfica Popular, en la que se proyectó el documental Fake Orgasm del artista trans Lazlo Pearlman. A partir de entonces, nos reunimos regularmente para conformar un grupo diverso, multidisciplinario y chalanero, que trabaja en torno a ejes como la educación desescolarizada, el arte, la plástica social, el feminismo y el activismo político, en un esfuerzo por hacer del proceso de descolonización una práctica de vida cotidiana. Para nosotrxs, la importancia del trabajo en colectivo radica en la forma en que creamos un espacio para hablar de estos temas al margen de la vía institucional, así como en el esfuerzo por conformar una comunidad no jerárquica basada en el intercambio de saberes.

    Trabajamos de forma independiente, sin ningún tipo de financiamiento. Somos itinerantes, nómadas: no tenemos un lugar de trabajo fijo, aunque solemos encontrarnos en un café cooperativa cerca de la alameda o en la casa de algunx de nosotrxs. Nuestros constantes retos se resumen en hacer coincidir nuestros tiempos, hacer de la precariedad un motor para aprender a ser autogestivos, aterrizar proyectos, generar un acervo teórico, afinar la organización y consolidar principios. La colectividad es el eje que articula nuestro hacer, y acercarnos a la práctica de la horizontalidad nos permite compartir sin protagonismos. Nos organizamos a partir de la asamblea y el consenso, tomando acuerdos y muchas decisiones espontáneas. El asumirnos como seres en constante formación nos ha permitido descubrir en la práctica el valor educativo de aprender a hacer las cosas en el proceso, del aprender haciendo, en un contacto directo con la vida. Descubrimos también que podemos compartir este proceso de aprendizaje más allá del colectivo al hacerlo parte de nuestras vidas, tanto como al hacer de la experiencia personal de cada unx un elemento que enriquece la experiencia colectiva, no sólo desde lo teórico-práctico, sino también desde lo afectivo, o desde aquello a lo que Maturana llama el reconocimiento del otro como legítimo otro. El identificarnos a partir de este proceso nos da la posibilidad de conformar una comunidad, de originar comunión al reflejar la mirada del otro en un constante aprender a escucharnos, convocándonos desde la amistad y las complicidades fraternas.

    Así, el proyecto inicial del colectivo ha devenido un proceso vivo, de transformación constante: un proceso de construcción, pero también de deconstrucción y renovaciones personales. El aprender haciendo nos permite cuestionar cosas que se dan por sentadas, reelaborar nociones en el devenir de la interrelación, fracturar el factor competitivo para reconocernos en el otro al tiempo que nos reconocemos iguales en la diferencia. Nos damos cuenta de que el aprendizaje al interior del grupo también trastoca la mirada hacia fuera, transformándola en relaciones que se reconstituyen en el encuentro con lxs otrxs, con lo otro. La experiencia colectiva es finalmente una experiencia que se instaura en la vida cotidiana, y el trabajo que vertimos hacia afuera se manifiesta en el contexto social, con un contenido político. O al menos hacia allá pretendemos movernos al compartir afuera la consecuencia del trabajo interior, buscando generar espacios de intercambio abiertos a la participación de aquellxs que andan los caminos que andamos, que como nosotrxs resisten desde diferentes frentes y están dispuestxs a compartir saberes y experiencias desde sus propias células colectivas para integrarnos juntos al nosotrxs universal.

    Proponemos el tequio de saberes para fomentar el encuentro entre diversas colectividades, como una alternativa para invertir el monopolio institucional del conocimiento. Nuestro horizonte como colectivo es labrar un camino común para el saber, en donde todxs somos parte del mismo centro y cuidamos de lxs otrxs, que están en el común acuerdo. Nos guía el pensamiento trascendente de los pueblos originarios: el principio del tequio, que se refiere al trabajo que se hace por y para la comunidad, al intercambio que entraña un sentido de responsabilidad hacia lxs otrxs.
Recuperamos también la noción de trabajo contenida en el vocablo tojolabal a’tel, que se refiere al trabajo por y para la vida y el bien común, y que se contrapone al concepto occidental de ganar asociado al trabajo remunerado que establece un sistema basado en la competencia. A’tel es un concepto de trabajo que no convierte a las personas en mercancía porque no tiene que ver con la noción capitalista de producción, no es a destajo, no se hace bajo la vigilancia ni para obtener una retribución individual. Donde se fortalece el trabajo colectivo los sujetos procuran complementarse en la pluralidad.
Así, moviéndonos hacia las raíces, aspiramos al sentido nosótrico que comparten los pueblos originarios, en donde el yo no existe sin el tú, ni el nosotrxs sin lxs otrxs, sin lo otro, sino que se complementan en una relación que es como el hablar al escuchar. No es el excluyente nosotrxs chauvinista que delimita una identidad que separa del resto convirtiéndoles en enemigos, sino un nosotrxs incluyente, que forma parte de la naturaleza y de las cosas y que trabaja por el bien común tendiendo lazos para tejer redes. Este nosotrxs se opone al yo individualista que fomenta el capitalismo salvaje, a la noción de poder asociada a la estructura jerárquica de un sistema de dominación. Es el nosotrxs que busca el emparejamiento, eso que lxs tojolabales llaman andar parejo, un caminar juntos, lado a lado.

    Buscamos desarrollar ese sentido nosótrico para andar desde el nosotrxs a sabiendas de que habitamos un espacio urbano donde no siempre se comparte el territorio, aunque sí muchas veces las afinidades profundas y los ideales comunes, esos que nos llevan a constituir comunidades deslocalizadas para labrar territorios simbólicos. Es desde este nosotrxs que proponemos el tequio de saberes como una alternativa para descolonizar los territorios simbólicos del conocimiento y la educación, creando espacios donde hacer posibles los intercambios intergenéricos, interculturales, intergeneracionales e interdisciplinarios, a fin de transgredir las divisiones impuestas por la cultura dominante. Nos sumamos a las voces que apelan a la experiencia colectiva y solidaria, comunitaria; a la propuesta por descolonizar como una práctica cotidiana y no meramente teórica.

    Mediante la creación de espacios críticos de aprendizaje desescolarizado, nos sumamos al esfuerzo por visibilizar que hay otras formas de aprender, de generar conocimiento, de compartir.
Considerando que todxs en algún punto encarnamos la condición de otrxs, trabajamos desde el nosotrxs por el reconocimiento del otrx como legítimo nosotrxs.

Bibliografía:
-Illich, Iván, La sociedad desescolarizada, Joaquín Mortíz/Planeta, México, 1985
-Lenkersdorf, Carlos, Aprender a escuchar. Enseñanzas maya-tojolabales, Plaza y Valdéz, México, 2008
___________, Conceptos tojolabales de filosofía y del altermundo, Plaza y Valdez, México, 2004
-Maturana Romesín, Humberto, Del ser al hacer, JCSAÉZ Editores, Chile, 2004
___________, Emociones y lenguaje en educación y política, Dolmen Ensayo, México, 2001

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