por Sinayini Ruiz Aguilar
Negación del servicio, asunción de la heterosexualidad, falta de entendimiento de nuestras necesidades y prácticas sexuales, falta de seguridad social, mandato de reproductividad, prejuicios lesbofóbicos por parte del personal médico, malos tratos, visión normativa de género. Todas estas son algunas de las manifestaciones de la discriminación que experimentan lesbianas y mujeres bisexuales al acercarse a los servicios de salud sexual. Los factores son diversos, el efecto es grave: la afectación de su salud. Estas situaciones configuran una violación a los derechos humanos, situación que es necesario atender y revertir.
Desde el Clóset de Sor Juana, organización lésbico feminista que desde 1992 trabaja en la defensa y promoción de los derechos humanos de las mujeres que viven discriminación por orientación sexual y por identidad de género, trabajamos por el derecho a la salud de lesbianas, mujeres bisexuales y mujeres trans. Consideramos al sistema de salud y a quienes forman parte de él como agentes garantes de derechos y partimos de la idea de que el trato digno y respetuoso debe estar presente en todas las prácticas que involucran la atención a la salud para que todas las mujeres podamos ejercer de manera libre el derecho a cuidar, atender y decidir sobre nuestra salud.
Tanto el derecho a la no discriminación como el derecho a la salud son necesarios para el desarrollo pleno; las personas profesionales de la salud deben brindar una atención integral, libre de discriminación y prejuicios a todas las personas que requieran sus servicios. Si una mujer es discriminada en razón de su orientación sexual durante el primer contacto con el ambiente médico hay altas posibilidades de que ya no vuelva al lugar o suspenda el seguimiento de su revisión.
Las lesbianas y mujeres bisexuales requerimos que la atención médica sea de calidad y que esté acompañada de un trato cordial que respete nuestros derechos como usuarias y como personas. Existen algunas necesidades específicas en torno al trato para hacer de éste una situación que permita establecer un ambiente amigable.
Para lograr esto consideramos necesario hacer un trabajo en diversos niveles los cuales incluyen capacitar y sensibilizar a estudiantes de las diferentes áreas de la salud y al funcionariado público que brinda los servicios.
Otra de las tareas pendiente es que a pesar de las dificultades, las lesbianas y mujeres bisexuales se acerquen y exijan los servicios de salud. La manera de ir lográndolo es vía el trabajo de sensibilización directo con ellas. Para dicho propósito hemos desarrollado la campaña Derecho a la salud, derecho de todas, la cual se compone de dos elementos. El primero es un cartel que busca incentivar la asistencia a servicios preventivos ginecológicos, ya que de acuerdo a diversas investigaciones las mujeres que tienen sexo con otras mujeres asisten con menor frecuencia a servicios de salud sexual, se perciben con menor riesgo de contraer una infección de transmisión sexual y reportan menos índices de realización de papanicolau y mastografía. Lo anterior es grave, ya que de acuerdo a diversos datos las mujeres lesbianas somos el grupo poblacional con mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama.
El segundo elemento de la campaña es el video “La cita más importante”, el cual busca poner en el centro las prácticas de autocuidado y la asistencia a consulta ginecológica como elemento vital del derecho a la salud.
Que las adversidades con las que muchas veces se nos recibe en las consultas médicas no sean un obstáculo para la atención a nuestra salud. Como ejercicio de ciudadanía sexual, señalemos malas prácticas y promovamos una cultura de asistencia a servicios ginecológicos. Necesitamos hacerlo.
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