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Lo que nadie me dijo de la disidencia sexual

Lo que nadie me dijo de la disidencia sexual

por Benjamín J. M. Martínez Castañeda

Hace poco, no mucho, alguien me hizo una pregunta: ¿Cómo llegaste a los estudios de género y a la teoría queer? Fue algo que no supe contestar de primer momento. Después de tratar de recordar de manera veloz cómo llegué ahí, vino a mi mente una imagen de cuando tenía 18 años; me encontraba cursando el tercer año de preparatoria y tenía que acreditar una materia llamada Historia de la cultura, la cual impartía el profesor Héctor Jiménez en la ENP 1 “Gabino Barreda”. La indicación del profesor fue: elegir un tema contemporáneo y desarrollarlo desde alguna de las metodologías vistas en clase. Yo no sabía qué hacer, pero un buen día fui con mis amigos al Living de Reforma; esa noche se encontraba ahí Guadalupe Loaeza, había ido a anunciar que escribiría un libro sobre la “cultura homosexual”, el cual, tiempo después se publicó bajo el nombre: En el clóset (2010). Cuando el profesor Héctor nos preguntó de qué escribiríamos para nuestro ensayo final, yo le pregunté si se podía hablar de una cierta cultura homosexual; él contestó que sería un buen tema de investigación y me aconsejaba revisarlo desde los estudios lésbico-gay, de su boca comenzaron a salir nombres al infinito; el único que pude grabarme en la cabeza fue el de Antonio Marquet.

    El primer, y único, libro que revisé de Marquet en aquel año 2007 fue: ¡Que se quede el infinito sin estrellas! La cultura gay a fin de milenio (2001). En él encontré un vasto archivo sobre el movimiento LGBT desde los años 60 hasta los 90 del siglo XX. A decir verdad, no me sentía identificado con esas luchas, sin embargo, me llamaba la atención la forma en que se colectivizaba el movimiento; algo que me hacía ruido era que los colectivos se hacían, se deshacían y rehacían. Mi pregunta es: ¿por qué? La respuesta la supe muchos años después, más adelante hablaré al respecto. En aquel libro de Marquet también encontraba manifestaciones artísticas bajo los nombres de Julio Galán, Armando Cristeto, Tito Vasconcelos, Alejandra Bogue, entre otros, además de festivales como la Semana Cultural Lésbica Gay. El movimiento LGBT se veía consolidado y fuerte, pero algo estaba pasando en mi generación: la disidencia se disolvía. Entre mis amigos y compañeros lesbianas y homosexuales no sentíamos represión ni opresión, al contrario, sentíamos gran libertad para salir a las calles sin pancartas ni marcas en el cuerpo.

   Al externar este sentimiento con el profesor Héctor, me pedía que revisara los medios de comunicación, en particular los programas de televisión,  y cómo se usaba la figura de las identidades lésbico-gay en ellos. Yo casi no veo televisión, fue un trabajo bastante difícil. El primer personaje abiertamente gay que recuerdo en una telenovela era un chico llamado Freddy, después aparece su novio Charlie, esto en la telenovela Clase 406 (2002). En una de esas ojeadas a la TV, estaba el escándalo: ¡Christian Chávez es gay! Para mí fue un: ¡bah! ¿Apenas lo saben? Para mí era más que obvio, él era cliente frecuente del mítico Living de Reforma. Después de esta desgarradora noticia sobre la sexualidad de quien pintaba para galán de telenovela, di con los programas Válvula de escape (2001-2001) y Desde Gayola (2002-2006 / 2008-2013), ambos conducidos por Horacio Villalobos. En estos programas se hablaba de la diversidad sexual, pero con un conductor de clóset, racista y clasista; todo el tiempo Villalobos se la pasaba menospreciando las producciones locales y enalteciendo las gringas, de los artistas que ocultaban su sexualidad Villalobos de jotitas chuscas no los bajaba. ¿Cómo alguien que habla de diversidad sexual, se puede expresar así en medios masivos de comunicación? Y qué decir de La Manigüis, personaje creado por Villalobos para Desde Gayola y que, en lugar de dignificar la figura y la identidad del homosexual, la humillaba públicamente. Alejandra Bogue pertenecía al equipo de Desde Gayola, en el año 2005, luego deja el programa y, a partir de esto, Villalobos se expresa de ella como «el viejito con chichis de labio leporino». Vuelvo a mi pregunta: ¿es justo que alguien que intenta hablar del nuevo movimiento homosexual, se exprese así de una persona transgénero, olvidando la lucha que hay detrás de todo el movimiento de liberación LGBT?

     Así fue mi primer acercamiento con los estudios lésbico-gay. Sobre el trabajo que tenía que presentar realmente no recuerdo nada sobre el desarrollo ni las conclusiones, sólo conservo las fuentes de investigación. Sobre el cómo llegué a la teoría queer, siento yo que fue más dramático. Me encontraba saliendo como novios con un médico y todo pintaba color de rosa, pensábamos en formar un hogar en cuanto yo terminara la licenciatura –semejante idea propia de un joven de 19 años- ; él era todo para mí y supongo que yo para él igual, pues no me dejaba ni a sol ni a sombra. ¡Qué ironía es esto del amor romántico-celoso-posesivo! Los últimos meses de relación fueron bastante tormentosos, él se enojaba si yo salía con mis amigos, pero como todo tiene límites, yo llegué al mío; decidí que nuestra relación terminaría, las razones que le di, fueron: no estoy dispuesto a ser propiedad de nadie. ¿En qué momento se le ocurrió decir esto a un joven enamorado? Como respuesta obtuve: «está bien, mejor así, porque como te gusta salir mucho, en una de esas te acuestas con alguien y me contagias». ¡Uf!  En aquel tiempo (2010) me encontraba haciendo mi tesis de licenciatura El cuerpo post-humano y el cuerpo transexuado. El discurso de la jotería, en la cual estudiaba desde la fenomenología y postestructuralismo la figura del drag queen, encontraba en el cuerpo y el lenguaje los eslabones de la inteligibilidad discursiva. Mi trabajo de campo lo realicé tomando fotos y anotaciones en los shows de Las Hermanas Vampiro, en particular con Oswaldo Calderón, Carlos Bieletto y Roberto Cabral; en ellos vi la reflexión política que yo necesitaba: el perreo. Perra que ladra primero es pendeja –dice Oswaldo Calderón-, y de eso se trata, de ser cautelosos y hacer de las palabras nuestras armas; aquí aprendí la violencia del lenguaje. Todo esto me tenía muy ocupado como para tirarme a llorar por alguien; en una de esas visitas rápidas que uno hace a la biblioteca en tiempos muertos encontré el libro Foucault y la Teoría Queer (2004) de Tamsin Spargo. Me puse a investigar el término y las búsqueda me dirigía a autoras como Butler y Preciado.

     En ese momento no me adentré en la teoría queer porque no la entendía, recurrí a las traducciones de Marquet: El crepúsculo de heterolandia. Mester de jotería. Ensayos sobre cultura de las exuberantes tierras de la Nación Queer (2006); me sentía atraído a él en cuando a la mariconería y la jotería como formas de desarmar la heterosexualidad ante las producciones culturales así como resistencia al discurso homonormado, es decir, la mercantilización de lo gay desde las relaciones de poder patriarcales. Para Marquet la Nación Queer está compuesta por identidades y cuerpos transgéneros, transexuales, lesbianas, homosexuales, bisexuales, intersexuales, travestis; todas aquellas identidades que resisten y niegan las sexualidades binarias. Solo que algo no andaba bien en la traducción. Esta fue la idea que yo tenía sobre lo queer. Terminé mi tesis y comenzaba a leer un poco de Beatriz Preciado, ahora Paul B. Preciado, y esa idea de los cuerpos parlantes y deseantes, la concepción del dildo potens, en sí, todas esas construcciones sobre la contrasexualidad y políticas anales me chiflaban la cabeza; encontré en Preciado a mi psicóloga y gurú que me orientó y auxilió para reconocer mi cuerpo, mi identidad y mis placeres, y así dejar de pensar en relaciones amorosas, interpersonales, amistosas y laborales, como relaciones verticales y heteronormativas.

     La primera cosa que nadie me dijo sobre la disidencia sexual: no le puedes decir «te quiero» a nadie, pues inmediatamente piensan que quieres algo “serio”. ¿Qué es serio? Sigo sin saberlo. Solo para aclarar, yo a mis amigxs les digo te quiero, como a Paco, Gab, Liz, Mirna, Adriana, Carmen, Moni (a ella le digo te amo), Oscar, Alex, Viky, Dany, Tadis, Abraham; así como a mis amantes, vigentes o no, como a Jesús, Ángel, Ignacio, Carlos, Daniel y los que se vayan sumando. El problema no está en el “te quiero”, el problema está en el decirlo. Hablar es confesar, es exponerte y volverte vulnerable; es bajar la guardia en estos tiempos donde se tiene que ser duro, donde todos estamos en busca de afectos, caricias y sentirnos queridos, sin necesidad de llegar a “lo serio”. Pero que miedo saber y reconocer que alguien me quiere en estos tiempos de individualismo. Yo no veo en el «te quiero» peligro alguno, al contrario, pienso que es un esfuerzo y una forma de preservar, se trata de un obrar a favor de la existencia humana; es decir, a favor y en función del amor que experimentamos como un proceso o devenir en estos tiempos de feminicidios, desaparecidos políticos, precariedad laboral…vulnerabilidad. Es estar con el hombro siempre libre para auxiliar a los que quiero y amo, es dormir con un ojo abierto para cuidar el sueño del otro; pero sobre todo, es poner el cuerpo para que el otro no muera en desgracia.

     Hace poco decidí alejarme un tanto de los estudios lésbico-gay y enfocarme de lleno en el estudio de la teoría queer y sus posibilidades en México, el «por qué», se lo debo a un mal sabor de boca. Fui invitado por las artistas, profesoras e investigadoras feministas queer Nina Hoechtl y Naomi Rincon-Gallardo a participar en lo que sería el XXVIII Festival Internacional por la Diversidad Sexual, antes Semana Cultural Lésbica Gay. Ellas fueron invitadas por la UNAM como curadoras de la exposición que cada año con año se realiza en el Museo Universitario del Chopo, ellas vienen de otras organizaciones, prácticas y escenas que no cuadran con la hegemonía LGBTTTI; la propuesta era agua fresca al canal estancado del movimiento LGBTTTI, el proyecto pensaba recompilar espectro y fragmentos de la diversidad sexual y su lucha en la Ciudad de México sin emitir juicios de valor entre las luchas. No sabía qué decir, en el fondo de mi ser, tenía la intuición que eso terminaría mal, pues ya tenía conocimiento de las dinámicas laborales de las persona que dirigen este festival; sin embargo acepté. Se me asignó trabajar con Liz Misterio, la tarea fue: mapear todos aquellos lugares, actividades o personas que fortalecieran a la comunidad LGBTTTI desde lo cultural; decidimos nombrar a nuestro equipo como prostéticos culturales, pensábamos en las prótesis y todas aquellas indumentarias estéticas que revisten al cuerpo desde lo médico y lo social, sólo que nosotras teníamos en la cabeza algo más amplio. Nos dimos a la tarea de investigar sobre prácticas sexuales disidentes, fetiches, cabaret, literatura, tiendas de ropa, lugares de colectivización identitaria y de producción artística; pensábamos que todo esto formaba esa piel cultural que reviste al cuerpo, eso de lo que tanto habla la fenomenología, de ahí el nombre de prostéticos culturales.

     Trabajamos unos meses antes de nuestra primera revisión grupal, al llegar ese día todos teníamos algo que decir. El equipo de encuentros buscaba que se le pagaran los covers de los lugares que visitaban, nuestro equipo se las veía difícil porque atravesábamos a los equipos de encuentros y activismos, éstos externaban que algunos colectivos y personas en específico no querían prestar material por órdenes de los del FIDS; nuestras curadoras tenían la noticia: posiblemente la exposición no sea parte del FIDS, pero ésta se realizará con o sin su apoyo. Al final por estrategia de no «perder su espacio», el FIDS apoyó la exposición. Sería muy injusto si tomara la palabra por cada unx de mis compañerxs, la historia que ellxs tengan que contar sobre la exposición que ellxs la hagan; yo me detendré en lo que viví.

      Archivos Desclosetados: Espectros y poderes disidentes se inauguraba el dos de julio de 2015 en el Museo Universitario del Chopo. Nuestra misión: pasarla bien y estar atentos a los comentarios. La exposición fue la primera en su tipo, una revisión de archivos conformada por: Archivo Histórico y Fanzinoteca del Museo Universitario del Chopo, Archivo Histórico de LeSVOZ A. C. y Comité Organizador de la Marcha Lésbica de México, Archivo Histórico del Movimiento de Lesbianas Feministas de México (1976-2015) Yan María Yaoyólotl, Archivos y memorias diversas, Archivo Piratas de Género, Archivo sobre el movimiento BI, Jorge Yañez, Archivo Súper Gay, Los 41, GHAI, José Luis Castillo Torres, Colección Rafael Cruz Báez, Colección Horacio Guerrero, Colección Musas de Metal Grupo de Mujeres Gay, Paulina Martínez Peredo, Jorge Claro León, Armando Cristeto, Colección Fidel García Reyes, Fondo I, CAMeNA/UACM, Jorge Estrada, Fabiola García, Rotmi Enciso, Producciones y Milagros Agrupación Feminista, Museo del Estanquillo, Bala Studio, Contacto condonería, Lovemouse y Luna Gótica. Pero si fue una exposición primera en su tipo dentro el FIDS, ¿cuál fue el problema? En palabras de Salvador Irys: «¿No les ha pasado que hacen una fiesta en tu casa y no eres invitado?» Los organizadores del FIDS querían ver a sus artistas en la exposición, querían ver a los mismos de siempre, y ver reafirmada en la exposición la “historia” que de la diversidad sexual ellos han venido construyendo desde finales de los años setenta del siglo XX. Sin embargo, no es la única versión de la historia.

     ¿Por qué estamos acostumbrados a hablar de lo que no está? ¿Por qué no podemos criticar de fondo? ¿Por qué hacer de lo superficial un huracán? Quizás porque no hay argumentos o no saben cómo criticar de manera inteligente. El equipo del FIDS y su galería Hazme el milagrito se dedicaron a rasgar con exageración, exigían cuentas, aclaraciones y disculpas. ¿Porqué disculparnos de una curaduría y una investigación? ¿A caso no saben que toda curaduría e investigación es un proceso de discriminar y organizar información? Sin embargo, yo tengo la vaga espina sobre el coraje de aquel equipo: un grupo de jóvenes con posicionamiento político feminista y cuir venía a desplazar a los mismos de siempre que se dicen hablar de la diversidad sexual, pero su única artista trans es Viviana Rocco, los mismos que no aceptan lesbianas en su círculo, los mismos que se quejan de la homofobia pero solo enaltecen cuerpos blancos hipermasculinos. ¿O sea cómo? Se nos tachó de ignorantes por no incluir una foto o el nombre de José María Covarrubias (La Pepa). Nuestra idea nunca fue hacer un homenaje a la persona sino a las causas; si hubieran observado bien la exposición, habrían notado que había carteles de la Semana Cultural Lésbico Gay fundada por La Pepa y Jorge Fitchl, la causa estaba expuesta. ¿Por qué hacer un altar al patriarca Covarrubias desde el feminismo? Otra ironía.

     Al parecer, para pertenecer a la comunidad gay se necesita ser machista misógino, o al menos eso es lo que nos hicieron saber Salvador Irys y Omar Feliciano. El equipo de investigación fue agredido a través de las mujeres que lo conformaban, en particular Nina, Naomi y Liz; los comentarios iban desde lo xenófobo hacia la güera extranjera pendeja, hacia lo clasista para la “hija” del diputado, etc. Yo como parte de ese equipo de investigación me sentía indignado; no voy a negar que caí en el juego de estos sujetos y me vi envuelto entre dimes y diretes que no pasaron a mayores, a diferencia de mis compañeras. En cuanto al equipo prostéticos culturales puedo decir que mostramos artículos como dildos, condonería, indumentaria leather, así como explantes para cuerpos trans; el bando contrario a través de varias cuentas de Twitter cuestionaban desde la burla nuestros objetivos. Están en su derecho de no saber lo que es la prostética, pero ¿porqué llegar a los insultos y difamaciones? tan fácil hubiera sido preguntar honestamente el significado de esta palabra; pero no, fue más fácil señalar y acusarnos de fraudulentos. Algo que me tocó vivir desde los prostéticos culturales fue la constante muestra de doble moral que existe en todos los sectores de la diversidad, veían en los dildos que mostrábamos una forma de exhibir lo íntimo y personal de las relaciones sexuales. ¡Momento! ¿No se han dado cuento cómo son las marchas LGBTTTI? ¿Han visto porno? ¿Sabrán lo que significa lo personal es político? Yo respondía en Twitter: «Se espantan por los dildos, pero bien que se los meten por el culo». Mi error.

     La idea de poner los dildos surgió por la firme causa que sostengo sobre el derecho al placer, algo aprendido de Paul B. Preciado; no se trata del placer por el placer, sino del placer situado. Es reconocer los grados de sensibilidad que posee tu cuerpo, es aceptar las posibilidades de afección que los objetos ejercen sobre tu cuerpo. Es el cuerpo vivo. Así es como me alío al feminismo cuir y al transfeminismo, desde el cuerpo situado. Sin embargo el bando contrario reaccionó desde el espanto; se ofenden de la exhibición de condones pero se olvidan de la crisis del VIH en los años 80 y 90, se ofenden por los dildos pero se olvidan de la pornografía gay donde el dildo es parte esencial. En fin, la doble moral nuestro peor enemigo. Nuestra nueva tarea: olvidarnos de Facebook y Twitter. Omar Feliciano, a través de estas redes sociales, agredía, hostigaba, acosaba y amenazaba a Liz; le toca a Liz contar su parte. Lo más alarmante, que Feliciano decía: «No me pueden acusar de misógino porque soy feminista». ¡Verga! ¿Si eso no es misoginia, entonces qué es? ¿Es verdad que un “activista feminista” hostigue y agreda de semejante manera a otras activistas feministas?

      La segunda cosa que nadie me dijo de la disidencia sexual: puedes ser feminista y joder a las otras feministas. Puedes hacer de la victimización tu mejor herramienta y forma de ataque. Si te agreden como equipo, puedes callarte, bajar la guardia y desaparecer del mapa con tal de no perder tus privilegios dentro de un sector que se mueve por conveniencia. Fue hasta entonces que entendí el por qué los movimientos homosexuales de los años 70 del siglo XX se disolvían a los tres días de haber nacido. Puedes pedirle a tus amigos que le dejen de hablar a los que te caen mal. Puedes ofrecerle tres pesos y chambitas a los amigos de los que te caen mal para desestabilizar su amistad. El activismo que pudo representar o significar el FIDS en sus mejores épocas, quedó reducido a difamación, chisme y actos mezquinos; nosotrxs no estábamxs preparadxs para pelear en esos términos, porque no es nuestro juego el reproducir esquemas y estrategias de batalla de los partidos políticos y la voz amenazante del patriarcado feminicida. La derecha ni para dar vuelta.

     Por estas razones es por lo que decidí distanciarme, por un tiempo al menos, de los estudios lésbico-gay, porque lo que nadie me dijo de la disidencia sexual es que ésta se vive y se encarna en cuerpo propio y no en discurso de dientes para afuera. He encontrado en lo queer una metodología y forma de trabajo que me permite ir más allá de los binarismos; he visto en lo cuir, más allá de una traducción vacía, un punto de partida en el que la enunciación desde esta trinchera es una resistencia política a las prácticas normativas y monosexuales. Lo que me ha dejado la disidencia sexual es un reconocimiento de mi cuerpo, dentro del espacio público y de las relaciones de poder. No se trata de renunciar a lo LGBT ni a lo cuir, para mí esto sería  tirar a la basura mi trabajo; se trata de limpiar el camino, ir abriendo espacios, reconstruir historias, repensar lo escrito, cuestionar las diferencias. Es crear posibilidades existenciales y afectivas con los otros cuerpos, historias e identidades que transgreden los límites de lo normal.

Benjamín J. M. Martínez Castañeda

Facultad de Artes y Diseño (UNAM)

Facultad de Filosofía y Letras (UNAM)

https://benjaminmtzc.wordpress.com/

http://benjamin-walpurgis.tumblr.com/

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