Legalización del aborto: sin vergüenza y por decisión

por El Fracaso
por El Fracaso

Por Metztli Hernández Jiménez

“No es igual tener cuerpo de mujer que tener cuerpo de varón, no significa lo mismo en nuestras comunidades y sociedades, queremos que nuestro pueblo así, pues, lo reconozca. Queremos hacer acciones que dentro de los procesos de cambio, signifiquen alegría y felicidad para nuestros cuerpos de mujeres”.

Julieta Paredes

Las mujeres históricamente han quedado relegadas al ámbito privado: el hogar, la crianza de hijos e hijas, el cuidado de la familia, entre otras actividades. Se les ha impuesto y hecho creer que por naturaleza tienen un lado maternal, el cual se irá desarrollando en el transcurso previo a la maternidad, ya sea con las amistades, la familia, el noviazgo, etcétera, hasta que llegue el momento en el que su plenitud como mujer culmine y sean madres. Y sí, hay muchas mujeres que conciben la maternidad como plenitud, algo que anhelan y esperan que suceda, pero ¿qué pasa con las que no desean ese tipo de plenitud para su vida y recurren al aborto?

     De acuerdo a un informe realizado por el Colegio de México y Guttmacher Institute en el 2009, más del 54% de embarazos en México recurrieron al aborto, es decir, se practicaron 1 millón 26 mil abortos por año en todo el país, de los cuales más del 55 % fueron como consecuencia de embarazos no planeados, con lo que es un tema de salud pública. El aborto solamente ha sido aprobado en el Distrito Federal, mientras que en los 31 estados sigue siendo ilegal. Es importante señalar que la interrupción del embarazo es más difícil para las mujeres que no cuentan con los recursos necesarios para practicarlo en una clínica segura o con una persona especializada, siendo éstas las más expuestas a morir por una mala intervención o complicaciones.

     Así, la ilegalidad del aborto en México no solo es mortal, sino también criminaliza a quienes conscientemente lo desean. La opinión pública es la que determina el futuro sobre la vida de las mujeres y sus cuerpos; la religión con un discurso de «sexo para procrear y preservar la humanidad», posturas que se contraponen con los casos de violaciones cometidas por algunos sacerdotes y su encubrimiento, a pesar de ser ellos quienes «defienden la vida». De igual manera, los medios de comunicación muestran las consecuencias de los abortos, culpabilizando a la mujer, avergonzándola, evadiendo la responsabilidad de las instancias gubernamentales, las cuales son causantes de que se realicen abortos inseguros y en la clandestinidad en todo el país…

     La carga moral que para muchas personas supone el aborto es consecuencia de los estereotipos culturalmente aceptados para definir la feminidad, así como de la valoración de la maternidad como el atributo esencial de las mujeres. Por otra parte, si bien México es un país de tradición laica, la Iglesia católica ha jugado siempre un importan te papel en el contexto político del país e influido en la actitud de sectores sociales muy amplios respecto a la sexualidad y la reproducción. (González de León, 2002, p.8).

     Cabe resaltar que en el 2014 se creó la Comisión de la Familia y Desarrollo Humano, impulsada por el Senado de México, con el fin de mejorar la calidad de vida de la familia mexicana, fortalecerla y velar por sus derechos. Sin embargo, entre las primeras opiniones emitidas, uno de sus integrantes mencionó que no querían abortos. Acaso ¿no es una violación a los derechos humanos la imposición de la maternidad? ¿el decidir por otros cuerpos? ¿definir el destino de una mujer? ¿limitar el acceso a la salud, partiendo de normas morales que impiden ejercer un aborto libre y seguro, poniendo en riesgo la vida de las mujeres?

      Es importante señalar que la maternidad impuesta y a la que apela la mentalidad conservadora, está basada en un modelo de familia patriarcal, que lleva a las mujeres a desempeñar jornadas en el hogar no remuneradas y de doble o triple explotación y es que con la economía actual, no es suficiente el ingreso monetario de un integrante. De esta manera, las mujeres muchas veces tienen que cumplir con el trabajo fuera del hogar, al interior de éste y, además, sexualmente.

     La penalización del aborto, en un contexto patriarcal y con una economía tambaleante, es un arma de doble filo, ya que la mujer ejerce varias funciones: participar en el ámbito público por una cuestión económica, pero en el cual no puede pasar demasiado tiempo, puesto que tiene que regresar al espacio privado; el hogar y cuidado de hijos o hijas. Así, las políticas públicas parecieran ser creadas para que las mujeres no puedan dedicarse a más actividades, como desempeñarse plenamente en el espacio público, la organización política, acciones que las lleven a emanciparse y transgredir los parámetros de la mentalidad conservadora.

     Así, la maternidad parece ser un castigo hacia las mujeres por los descuidos, accidentes o falta de información respecto a las relaciones sexuales, ejerciendo presión para que declinen ante cualquier acto que afecte la moral de algunos sectores sociales. De igual manera, quienes toman las decisiones sobre el aborto, no solamente son mujeres sino también hombres, quienes no saben del proceso físico que implica el embarazo, ni viven la maternidad. Por lo tanto, ni hombres, ni mujeres pueden decidir sobre otras personas.

     Es importante mantener siempre la consigna: «Mi cuerpo, mi decisión» y ejercerla en todo momento. Somos las mujeres quienes tenemos la última palabra respecto a nuestros cuerpos, dejando de ser juzgadas y criminalizadas por las decisiones que tomemos respecto a éste.

      Hoy, mañana y siempre será momento de levantar la voz, de apoyar a nuestras compañeras, hermanas, amigas, conocidas y no, que han sido señaladas por su elección de no ejercer la maternidad y realizarse un aborto, saber que la vergüenza sólo es parte de una imposición moral, machista, que está basada en el control de nuestros cuerpos, de los cuales sólo nosotras tenemos decisión. El Estado teme que rompamos el capullo y volemos, porque tienen miedo de que emprendamos nuevos caminos, donde nos encontremos con otras mujeres y juntas nos organicemos para elevarnos hacia lo más alto y desde ahí, ninguna persona, solo nosotras decidamos cómo volar.21 

Referencias

Comisión de la Familia y Desarrollo Humano. (s.f.) Recuperado el 2 de septiembre de 2015, de http://www.senado.gob.mx/comisiones/familia/

González de León, Aguirre, D. (2002). El aborto en México. Recuperado el día 2 de septiembre de 2015, de http://ccp.ucr.ac.cr/ac/gonzalez.pdf

Juárez, F. Et al. (2013). Embarazo no planeado y aborto inducido en México: causas y consecuencias. Nueva York: Guttmacher Institute Recuperado el 3 de septiembre de 2015, de https://www.guttmacher.org/pubs/Embarazo-no-deseado-Mexico.pdf

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Metztli Hernández Jiménez. Egresada de Ciencias y Técnicas de la Comunicación. Defensora de mi cuerpo y su presencia en los espacios públicos. Opositora del sistema patriarcal que oprime, violenta y ocasiona la muerte de miles de mujeres y también de hombres que rompen con el esquema machista. Con una profunda esperanza en que el rumbo de nosotras las mujeres tiene que cambiar, va a cambiar.

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