Por J. Alejandro López Noguera/Assex Sexualidad Educativa
El amor ha ido evolucionando a través de los siglos, marcado por las influencias religiosas, políticas y sociales. Cada época ha comprendido este hecho a su manera, con las herramientas de las que disponía.
Para las antiguas tribus, el amor romántico era entendido como una amenaza, pues el conjunto de seres estaba por encima del egoísmo ensimismado del enamoramiento. Este era visto como subversivo, un capricho amenazante, que cualquier tribu debería rechazar. El ente social era más relevante que cualquier individualidad, y estar enamorado, representa una de las maneras más explicitas de egoísmo.
Con la llegada del cristianismo, el amor era un vínculo sagrado, que no debía perturbarse con la presencia de la sexualidad, esta debía ser comedida y dentro del sagrado matrimonio. La desigualdad entre hombres y mujeres era evidente. Ellas quedaban desprovistas de deseo sexual y a ellos se les perdonaba sus flirteos, pues la naturaleza humana (masculina) a veces les llevaba por el camino del pecado, un pequeño traspiés, que era perdonado con la redención. El amor que se prodigaba, provenía de acuerdos matrimoniales entre familias, donde el poder económico predominaba sobre elegir la pareja por la cual suspirabas. El enamoramiento no abalado por las familias, era visto como un entorpecimiento a las pretensiones económicas de ambas partes. Sí se producía algún tipo de chispazo amoroso debía ser, una vez pactado el acuerdo. La mujer era una mercancía intercambiable por riquezas.
Más tarde el amor se seculariza, el individuo predomina sobre el conjunto y la elección propia sobre los acuerdos entre familias. Es el inicio del amor romántico. Un amor que empezaba a dejar de ser asimétrico, donde la mujer no era una mercancía, sino un ser tan valioso como el hombre. Pero algo empezó a torcerse en este maravilloso camino de la igualdad. Quizás siempre estuvo torcido, y solo eran palabras vacías, una pseudoigualdad traicionera.
Con la llegada del capitalismo, el amor se convierte en un bien más, de ocio y tiempo libre. Se banaliza. Empezamos relaciones, las agotamos rápido y cambiamos a otra cosa. Mejor cambiar que intentar arreglar. Es el eslogan que nos va enseñando el avance social. Las tiendas de reparación van muriendo, pues nos sale más barato comprar algo nuevo que arreglarlo, y en el amor, comienza a pasar lo mismo.
¿Y qué ocurre hoy? Todos estos devenires del amor, llevan consigo innumerables resacas de mitos y tabúes, arrastrados siglo tras siglo. Ver una película clásica del Walt Disney puede salirnos caro. Princesas impedidas, invalidas para vivir por sí mismas, que necesitan el respaldo de un príncipe, bello y adinerado, que las rescate de su triste e impredecible vida. La necesidad imperiosa de tener que vivir en pareja o se es desgraciado. El sufrimiento que debe acompañar al amor de verdad, pues si no sufrimos, parece que no amamos. Pensar que solo hay un amor, un único ser que nos va a entender y que si lo perdemos, nos perdemos a nosotros mismos, siendo mejor la muerte que vivir descabezado o, mejor dicho, con «el alma rota».
Mitos y tabúes que han convertido al amor romántico actual, en la historia equivocada. Hemos de dar un salto a la igualdad real entre seres humanos. Dar una zancada y caer encima de la diversidad, entendida como la manera natural por la que el ser humano se manifiesta, pues no somos seres homogéneos, no nos agrada a todos lo mismo, no todos hemos de tener el mismo cuerpo esbelto para triunfar, no a todos nos gusta el sexo heterosexual. Existe un mundo más allá de penes y vaginas, miles de mapas eróticos, uno por cada habitante. Ahora podemos elegir a la pareja que deseamos, pero esta elección está contaminada por tantas horas de historia perversa. Sufrimos porque seguimos sin entender qué es el amor y las distintas maneras en las que podemos relacionarnos. Mientras sigamos pensando que el hombre es un lobo para el hombre, el amor está condenado al ostracismo.
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FB: Assex Sexualidad Educativa José Alejandro López Noguera, Presidente de la Asociación de Sexualidad Educativa (ASSEX), Psicólogo, Sexólogo y Psicopedagogo. Amante de la educación y la sexualidad a partes iguales.