La sirena de Lia: Romper las relaciones desiguales a través de una extrañeza

por Valerie Leibold

¿Conoces a Lia García (La Novia Sirena) y sus performances afectivas de la novia, la quinceañera, o la sirena? Espero que sí, y si no, ahora es el momento de poner atención.

Aunque su gama de performances es muy grande, y cada uno tiene muchas implicaciones, diría yo que su trabajo en general, o al menos lo que conozco, se ubica en los cruces del género, el sexo, las afectividades, la resistencia trans*, la mexicanidad, los rituales, lo decolonial, y lo colectivo. En este artículo, no se deshizo de sude sus miradas hacia  de su cuerpoen distintos escenarios Pe la C nos concentraremos en la serie de acciones del proyecto Voz en Construcción, en el cual Lia, aparece con una hermosa cola de sirena en distintos escenarios públicos y comparte su voz profunda con todxs nosotrxs.

Les aconsejo que busquen más información sobre ella y su obra artística ya que resulta un referente muy importante para el arte feminist. En estas líneas, solo puedo hablar de algunas partes de esa serie, pero en realidad hay muchísimos aspectos e implicaciones que abordar en otro momento. Algo que tienen en común sus performances es la riqueza analítica que proveen. Mucho de lo que leerás aquí tiene que ver con una conversación abierta que tuve con ella a través de los meses que hemos tejido una relación, yo, y otras personas, y que todavía no termina. Tal vez también podemos considerar este texto en construcción.

fotografía por Griselda Jiménez
fotografía por Griselda Jiménez

Las sirenas han aparecido en muchos lugares, especialmente en productos culturales, y a mí me parece que tienen tener que ver con ideas de la transgresión, aunque siempre surgen de maneras distintas. Muchas veces muestran algún peligro a la normalidad (piensa en las sirenas de la Odisea, que seducen a los marineros – quienes muchas veces van llevando comercio – a su muerte a través de su canto prohibido) y formas de creatividad. Son figuras muy posibilitadoras. Hasta ahora, el proyecto de Lia, la sirena, consiste en 4 performances, todas de este año y alguna(s) por venir.  En la primera titulada Enciclopedia que sucedió en la facultad de ciencias de la UNAM,  Lia se colocó en el suelo de esta escuela con su cola de sirena, con una cartulina científica sobre ella como si fuera parte de una exposición en un museo o la entrada a una enciclopedia, o sea, en lugares de construcción de conocimiento. La cartulina de información logró desafiar ideas de la objetividad y la verdad única y coherente de la ciencia. Ella, Pedía a la gente que pasaba por los asfaltos, la mayoría formándose en las ciencias y para nada en las artes, que la dibujaran en un lienzo blanco de papel en forma de escama.

Como mujer trans, fue un momento en que la colaboración entre ella y las personas que participaron –  aún si fuera sólo a través de una mirada – hiciera más claro cómo las percepciones de las personas literalmente se metieron en su cuerpo: pedía que la gente usara alfileres para conectar sus dibujos a su cola. Al final, ya las imágenes y las palabras casi cubrieron por completo la parte inferior de su cuerpo. Además, puso su corporalidad trans en el enfoque de una mirada artística, que parece como una insistencia de Néstor Perlongher: “No queremos que nos toleren…queremos que nos deseen.” Lia, en esta performance Se posiciona como un sujeto, que aunque recibe la mirada,  pone el marco para su interacción y enseña afectivamente a las personas a crear los nuevos efectos de sus miradas. En esta pieza, no se deshizo de su voz, como la(s) Sirenita(s) de Disney y Hans Christian Andersen que intercambiaron su voz para obtener piernas. Aunque su cuerpo está en construcción (cabe mencionar que todos los cuerpos se están construyendo día a día, ya sean trans o no) Lia me ha compartido que el sonido profundo y grave de su voz es lo que la coloca en la frontera entre el peligro y la visibilización política en los espacios públicos. Ella ha notado, como yo, que muchas veces la gente no nos identifica con el género con que nos asignaron al nacer hasta el momento que nuestra voz entra en la interacción social. Lia utiliza su voz y el sonido fugado de manera estratégica en sus piezas, que nos lleva a analizar su siguiente obra que se desprende del mismo proyecto.

fotografía del archivo de "El Palomar"
fotografía de archivo de «El Palomar»

En esta performance, en Barcelona, Lia empezó en un edificio de departamentos en la planta baja, sin voz, en total silencio. Apareció en el primer piso y esperaba atenta a los vecinos que entraban. Estando en ese país como migrante mexicana puede resultar una dificultad para muchas personas, ya que la gente en algunas regiones de occidente tiende a evitar contacto a través de los ojos, las palabras, la convivencia, y los afectos . En estos edificios, es hasta arriba dónde la gente pobre – según los parámetros de allá – pueda rentar cuartos porque eran los cuartos de servicio, estas estructuras son más pequeñas y menos accesibles (no hay elevador). En su traje de sirena, la cola la impedía caminar, entonces, no podía llegar hasta arriba por su cuenta. Iba rastreándose de puerta en puerta, tocándolas, y comunicando a la gente que las abría que necesitaba llegar hasta el último piso, sin que hiciera uso de su voz, solamente su cuerpo y los sutiles movimientos del mismo. Muchas de estas personas que abrían la puerta se dispusieron a ayudarla, aún si solamente para un tramo del trayecto, a veces cargándola en colectividad, o jalándola de manera dual. Mientras iban subiendo, la gente se emocionaba más, queriendo saber qué pasaría llegando al objetivo. Este trabajo en conjunto para ayudar a una extraña,  que no pertenecía al lugar configuró otra relación a la migrante mexicana e interrumpió en la cotidianidad del racismo europeo y colonialista. Lia explicó que el acto de cargar también tiene que ver con la carga de los estereotipos, sobre la mujer trans, la migrante, la vida personal, etc. Finalmente llegaron a la meta, y Lia habló. Recitó poemas y cantó canciones de su infancia, recuperó su voz. Algunas personas se sorprendieron mucho por la contradicción entre el cuerpo y la voz, y hasta una persona se asqueó, dándose cuenta que colaboraron con una mujer trans, migrante. Fue a través del trabajo colectivo y el romper esquemas de desigualdad, al menos para ese momento, que pudo recuperar su voz, su urgencia de hablar, y que otras personas la escucharon. Pareció que en ese momento una subalterna de Spivak, ¡sí que pudo hablar! Y pudieron celebrar sus alianzas y afectos recién hechos en la terraza del edificio, en conjunto, con sus diferencias, pero también con los afectos de haber luchado en conjunto para lo que ella marcó. Además, como acto político final, las personas untaron hormonas en gel a su cuerpo, haciéndose partícipes en su construcción de cuerpo y transición. Esto fue una forma de solidaridad colectiva en la que entraron solamente después del trabajo de subirla ahí. Ella es la que provocó estas alianzas como en toda su obra artística.

La siguiente pieza, que analizaremos en otro momento sucedió en el metro de la Ciudad de México. Un lugar que a mí me interesa mucho. El metro también tiene que ver con lo de arriba (afuera) y abajo (la tierra), y al menos aquí en México, con cuestiones socioeconómicas. También, es un lugar normalizante. Antes, acá en el metro, Lia me había comentado que cuando usa vagones de mujeres, no hay ningún problema, pero si suena su celular, en el momento que contesta, por su voz, empieza sentir una hostilidad de las personas a su alrededor. Además es un lugar con mucha cercanía física pero muy poca convivencia de los afectos. Así que la presencia de un cuerpo claramente extraño y en construcción – la sirena – en el metro podría ser una interrupción con mucha potencia.

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Valerie Leibold: Ser que tiene muchos intereses variados y conectados. Agradece todas las interacciones que ha tenido con otros seres, porque lx han llevado a ser quien es ahora.

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