Por Nad MA
Una “nueva normalidad” se asomó en 2020. Todo lo que creíamos establecido, nuestras rutinas, nuestros modos de vida, nuestra relación con el espacio-tiempo se trastornó. Otra experiencia de vida (que esta vez pegó fuerte) nos enfrenta con un cambio de paradigma en todos los sentidos. Aprendemos de esto mientras transitamos la incertidumbre, pero ¿de qué manera lo hacemos, lo hemos hecho y lo haremos en el futuro?
Acostumbradxs a la educación formal, jerárquica, heteronormativa y lineal, esta realidad pandémica nos lleva a re-cuestionarnos cómo aprendemos, quienes enseñan, cómo compartimos conocimiento y quienes aún no tienen acceso a conocer otras realidades.
Dentro de estos compartires y pedagogías, quisiera poner el foco en el drag king no solo como herramienta metodológica y de investigación, sino como parte de los cuidados colectivos tan necesarios en estos tiempos pandémicos.
¿Qué es ser Drag King?
Ser drag King, es trastocar el género, es jugar, fluir y retorcer la norma. Es reconocerme con varies. Es salir a la calle para pasar desapercibide, para no recibir las miradas lascivas y el acoso. Es preguntarme ¿Qué te hace ser hombre? ¿Qué te hace ser mujer? ¿Y si no quiero ser ni uno ni lo otro? ¿Si quiero transitar libremente? Vivirme entre géneros me hace sentirpensarme como alguien fuera de las cajitas, no me empodera, sino que me permite habitar ese fluir. También me pregunto todas las condiciones, decretos y formas heredadas por mi familia, por el Estado, por la sociedad y la norma, por el “deber ser”. Estoy en Nepantla, me gusta transitar y habitar diversas corporalidades. Rompí mis límites y fronteras, me encuentro en el puente, en el presente, no soy más la mujer que nací ni el hombre que imaginé ser.
El drag king como propuesta surge a mediados de los años ochenta debido a la efervescencia del movimiento post-porno (con Anne Sprinkle), la teoría queer (Judith Butler) y con una gran influencia del movimiento feminista interseccional. Contó como principales impulsorxs Shelley Mars, el movimiento Burlezk, Del LaGrace Volcano y Diane Torr. Los talleres, o laboratorios, drag king van de la mano con el aprendizaje político de cómo los hombres adquieren poder, tanto en el ámbito público como entre otros hombres.
No es una práctica corporal común pues: “(..) esta no tiende a generar cuerpos dóciles sino que irrumpe en la lógica secuencial del género (…)”.[1] A diferencia de lo que se conoce sobre la práctica drag como show o espectáculo, el drag king transita hacia una experiencia corporal-política y más allá de un performance, se refiere más a una performatividad; un día a día que puede trascender (o no) del habitar la masculinidad “solo por un día” a incorporarlo como parte de una dimensión individual o acuerpamiento colectivo, como resultado del cuestionamiento y práctica del ideal de género impuesto desde el sistema sexo-género.
Cabe mencionar que los talleres drag king no solo desmenuzan como se conforma la identidad masculina y los roles de género; sino que también nos permiten cuestionar nuestros estereotipos de la categoría hombre, tanto en lo corporal (fisionomía) así como los cuerpos masculinos que deseamos ser o a quienes deseamos sexualmente, siendo de esta manera una forma de visualizar la diversidad corporal e identitaria, ya que: “al dramatizar o representar figuras de la retórica del género distintas a las que acostumbramos cotidianamente se evidencia que toda experiencia corporal y de género tensiona las categorías identitarias”.[2] Indiscutiblemente, además de ser una práctica metodológica y de investigación, el drag king forma parte de cuidados colectivos y acompañamiento entre nosotrxs.
En mi experiencia compartiendo el taller en México desde el 2015, se ha creado un espacio lúdico de escucha y diálogo. Los ejercicios corporales y gestuales que conforman la Laboratoria Drag King[3] funcionan principalmente como técnica de relajación, bienestar y concientización de nuestras corporalidades como primer espacio de acción. Se recrea un ambiente de respeto a todo tipo de corporalidades y experiencias psico-emocionales. La recreación y formación del drag king propio se desarrolla orgánicamente dando lugar a una reflexión y experiencia colectiva. Podemos mencionar, si bien los talleres drag king como tales surgen de un contexto Occidental, hay una referencia de prácticas de drag en Abya Yala y especialmente en México; en donde por cuestiones de sobrevivencia y apropiación del espacio, las mujeres ya se vestían y adoptaban una performatividad masculinizada, un ejemplo notable de esto es el coronel de la Revolución Mexicana, Amelio Robles, quien es considerado el primer hombre trans en México.
He mencionado que las Laboratorias Drag King son espacios de contención y escucha, de compartición y recreación de otras realidades en las cuales si queremos, podemos transitar de género temporalmente o de forma más constante. En su mayoría lxs participantes de las Laboratorias en un primer momento crean un personaje dentro del estereotipo machista-misógino y de violencia patriarcal, ya sea en forma de sátira o crítica, pero esto de ninguna manera es una propuesta final y se invita a llevar al personaje a una evolución o transformación.
Otra parte del acuerpamiento y acompañamiento colectivo es cuando salimos al espacio público e irrumpimos como drag kings, siendo esta una experiencia única por el hecho de cómo nos leen y cómo nos expresamos y movemos en un espacio donde por años las corporalidades feminizadas han sido violentadas y acosadas. En la calle es donde podemos apreciar como al performear una corporalidad masculinizada nos volvemos invisibles a pesar de estar en grupo. La Laboratoria Drag King ha servido, además, para crear red entre nosotrxs, siendo este aprendizaje en varios niveles importante en la conformación de un sentido de comunidad y acuerpamiento colectivo.
Los talleres Drag King como pedagogía lúdica y cuir
Cuando hablamos de pedagogía nos referimos a técnicas y metodologías de enseñanza, una forma de educación o conocimiento. Lamentablemente hemos aprendido a obedecer, a no cuestionar el sistema sexo género y a concebir la educación como un proceso jerárquico desde lo social hasta lo espacial; debido a que: “El ideal del pedagogo promedio no es un ser completo, integro, original; en vez, busca que el resultado de su arte de la pedagogía sean autómatas de carne y sangre, para adecuarse mejor al molino de la sociedad y al vacío y la insipidez de nuestras vidas”.[4] Desde las diferentes propuestas pedagógicas como es la educación popular, la pedagogía social, así como las pedagogías libertarias que se nutren entre otras corrientes ideológicas y movimientos, del anarquismo y la comunalidad, podemos rescatar la propuesta de Paulo Freire, quien menciona que es justo la educación tradicional quien oprime, domestica y reproduce el orden; donde el “educador” o maestro, piensa, programa y decide, mientras que el educando acata, no sabe, acepta y recibe la información. Dentro de esta estructura vertical y unidireccional, no hay espacio para el cuestionamiento, el intercambio de saberes y la escucha.
En los talleres drag (tanto king, queen o cuir) podemos encontrar otra forma de compartir conocimiento, no solo teórico sino más humano: “Estoy en contra de las relaciones verticales, yo no puedo renunciar a la relación director maestro que sostengo con mis patrones, pero si puedo romperlas dentro de mi salón de clases (…)”.[5] El hecho de impartir talleres o de crear la Laboratoria Drag King me lleva a más allá de ser “maestrx” o “tallerista” a reconocerme como deformadorx, ya que la misma dinámica del compartir descoloca el binomio saber-poder; en el entendido de que todxs poseemos un conocimiento, y sobre todo, diversas experiencias de vida que atraviesan nuestras corpo-realidades de maneras diversas. Es un espacio en donde todxs aprendemos de todxs y carece de la rigidez que en los ámbitos académicos prevalece y justamente por esto se puede crear otro tipo de aprendizaje, uno más cuidadoso y juguetón, en donde podemos expresarnos, movernos y conectarnos de muchas formas posibles.
Referencias:
[1] Alba Pons Rabasa, “Los talleres Drag King: una metodología feminista de investigación encarnada”. En Investigación Teatral. Revista de artes escénicas y performatividad. Vol. 9. Núm. 13, abril-septiembre 2018. Universidad Veracruzana: Xalapa. Disponible en: https://investigacionteatral.uv.mx/talleresdragking (Última consulta: 31 de marzo de 2021).
[2] Idem.
[3] Las laboratorias Drag King se han realizado en distintos espacios, autogestivos en su mayoría, como: FEMSTIVAL, Jornadas contra la violencia Batafems-RAAT y en espacios transfeministas. A su vez, existe una Red Latinoamericana de Drag King que reúne varias propuestas de América Latina.
[4] Emma Goldman, “El niño y sus enemigos”. En rebeldealegre. 2015. Disponible en: http://rebeldealegre.blogspot.com/emma-goldman-el-nino-y-sus-enemigos (Última consulta: 31 de marzo de 2021).
[5] Lizeth Gamboa y Benjamín Martínez, “Vivir la teoría. Enfoques desde la pedagogía feminista cuir”. En Mitote ICDAC. Pedagogías afectivas de resistencia comunitaria. Disponible en: https://mitote.org/vivir-la-teoria-enfoques-desde-la-pedagogia-feminista-cuir/ (Última consulta: 31 de marzo de 2021).
[divider]
Nad MA es originarie de CDMX, estudio Geografía Humana en la UAM-I y es Terapeuta masajista por la Universidad de Chapingo.
Sus líneas son al arte/cuerpo- espacio/género. Pertenece a diversos colectivos desde las artes gráficas en donde colabora con artivistas. Imparte talleres de concientización corporal, mapeo colectivo, artecuidados y Drag King.
Con la creencia firme de que a través del arte se puede transformar la realidad, participa en diversos proyectos en donde convergen el performance, instalación y la producción audiovisual. Así mismo, junto con BATAFEMS, Red King Latinoamericana y de manera individual imparte jornadas, cursos y talleres sobre diversidad sexual y prácticas disidentes.