Por Citlalli Vallejo
Jamás me había vuelto loca de deseo, sí, sé que el amor no existe, que todo es hormonal, claro que lo sé, soy bióloga y no me trago esos absurdos cuentos sofistas del amor, matrimonio y esas cosas que se inventaron para gastar en una fiesta o en unas flores.
También estoy consciente que actuamos por deseo, espera, deja voy por un cigarro, Lupita abrió la caja rosa cerca de la webcam, donde a través de un twitcam se confesaba, porque nadie más la podía escuchar, aún así, nadie la escuchaba, pues el marcador de visitas seguía en ceros, soltó el blanco humo en su boca deseosa de saborear al arquitecto Quetzalcoatl que acaba de encontrar. Y es que, mis hormonas hoy están incontrolables, algo había en él, en su piel, en sus ojos, en su sudor… que no me están dejando pensar claramente en nada, juro que quería subir a ese escenario del ballet de Bellas Artes y bajarlo a mordidas, realmente me siento muy atraída, ya sé, nuevamente se alejó de la webcam y apareció con el folleto que le habían dado antes de entrar al espectáculo, se topó con un nombre, Arturo Tunez, así se llamaba el arquitecto director del ballet, sólo presentaron un número, pero quedó encandilada de la piel morena y del aún cuerpo adolescente, que conservaba muy bien a los 23 años, aquél, me lleva el cuerno, es dos años mayor que yo, qué importa… se mordió el labio inferior y se quedo viendo la pantalla, se veía reflejada, cómo ese hijodeputa se fijaría en mí, no, aunque sí por mí fuera le rompería el orto, ¿qué? Estoy desvariando.
La búsqueda en facebook comenzó, no se tardó tanto, apareció al catorceavo resultado, “ArTunez” era el nombre, un perfil completamente público, un quetzalcoatl sin disfraz, sin maquillaje negro en medio cuerpo, un abdomen apenas abultado, el cabello largo y rizado, negro profundo, como el de sus ojos, adornado con una sonrisa infantil y unos brazos marcados por la danza, pero aún adolescentes, el tatuaje entre el hombro y el cuello, un quetzalcoatl rojo con algunas letras muy pequeñas para ser vistas en una fotografía de pocos pixeles, abrir fotografías, al parecer Arturo era un tanto exhibicionista, pues se destacaban fotos en boxers de todos los colores, o bien, en antros con la camisa blanca, pegada al cuerpo, abierta y un rosario negro colgado en su bronceado pecho, Lupita miraba con la boca abierta, casi a punto de babear, le daban ganas de lamer la pantalla, y qué importaba si él no la había visto entre el público, estaba sola en su departamento, qué importaba, nadie podría saber jamás el secreto de ofrecerle su cuerpo a quetzalcoatl representado en Arturo, sacrificio de placer y hormonas, oxitocina en un orgasmo que la hacía gritar, imaginando que podía morder ese tatuaje, que podía tocar las piernas temblorosas y su sexo en su boca, sentir el sabor de una piel morena, sentirlo hasta con su vientre, lo imaginaba dentro de ella, el cabello de ambos enredándose, formando nuevos rizos, si el amor no existía, había que explotar de pasión hasta creer que lo sentía, que el amor era real, tan real como el orgasmo que le hacía vibrar hasta los dientes… sino hubiera sido por el tweet «dale mamita» hubiera tenido el orgasmo de su vida, no sólo tenía un tweet, el contador de visitas había llegado a 452, desnuda y avergonzada, apagó su cámara, borró su cuenta de twitter, terminó de revisar las fotografías del chico, donde se descubría como «súper buena onda», «el mirey máximo», «sensual boy», «Mister Yuki (antro de moda) 2011″… no, en definitiva, ese no podía ser quetzalcoatl, sólo era un bailarín muy bueno que le había hecho pasar la vergüenza de su vida.
Arturo no era muy aficionado a la pornografía, lo era más al baile, al salir los sábados por la noche y ligarse una «lobuki, güerita, flaquita y chiquita», pero ese sábado estaba muy cansado, el concurso en Bellas Artes lo había dejado exhausto, deseaba que una mujercita, o su novia, fueran a hacerle sexo oral, ninguna de sus amigas se encontraba disponible, ni modo, prendió su iPad, y entró a un sito pornográfico donde podía ver «amateurs», en su mayoría twitcams de chicas exhibicionistas o descuidadas, «Mexicana despistada», a primera vista no se sintió atraído por la chica, pero tenía grandes senos, tal vez valía la pena, «la niña» no era muy atractiva, pero sabía tocarse como sus tan admiradas chicas play-boy, gritaba de manera seductora, su boca carnosa era fácil de imaginar en su sexo, succionando, la imaginó, sus manos sobre su pechos, sobre sus cadernas, la boca en sus pezones… tenía que conocer a esa chica, tal vez su imaginación no lo engañaba, vio la cuenta «guadalupetx», la buscó en twitter, no la encontró, agrego un «@hotmail.com» en facebook y se encontró con «Lupita Xanon», una chica que en intereses sólo tenía «Biología, Música Clásica, Universo», en libro favorito «El origen de las especies», dijo, nerd, cerró el facebook, a bañarse y al antro Yuki, un sábado más.