COLECTIVIDADES en el cine: LA MONTAÑA Y LOS FUEGOS

Por SALCON | Magalli Salazar_18 Mayo 2015

En esta ocasión nuestra reseña será hacia el corazón de las colectividades y hablaremos del fenómeno natural y cultural de vivir socialmente integrado, pese a no ser precisamente un proceso fácil, a veces no muy duradero – pero sí trascendente- y, sobre todo, visto como un fenómeno altamente complejo. Morin explica que por principio existen factores al interior de todo organismo que lo empuja a habitar socialmente, por un lado la supervivencia y por otro, provocar la diversidad -genética, principalmente- y, que la configuración del sentido de lo humano, dentro de este asunto,  radica en la trinidad: individuo-especie-sociedad.

La cultura es entonces la forma de perpetuar valores, aprendizajes, mitos, ritos, símbolos e imaginarios, que de manera más o menos persistente organiza a los miembros sociales, y, que valdría para configurar al homo sapiens-demens, aquél que integra en su esencia: la locura, la criminalidad o el genio. Y bien, todo es para preparar la base de nuestro argumento que hace referencia a dos cintas maravillosas que son un claro ejemplo de las prefiguraciones del imaginario colectivo que es volcada en la transformación inesperada de sus realidades sociales – en ambos casos desafortunadas-. Los colectivos de los que hablaremos han sido empujados, guiados, seducidos por dos símbolos universales: el sueño de ser acogidos por la espiritualidad y alcanzar su libertad.

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(La estrategia del caracol, 1993) del director colombiano Sergio Cabrera narra las peripecias de un grupo de ocupantes de un inmueble en Bogotá pero que han de desocuparlo por capricho del “propietario legal”. Esta espléndida película incorpora el realismo mágico latinoamericano a una historia real que ocurrió en el casco antiguo de esa ciudad, sobre la historia del desahucio a la Casa Uribe, el hecho real es que el juicio tardó tantos años que cuando el juez giró la orden la casa ya no existía.

El crisol social retratado en los habitantes de la casona pone en riesgo la estrategia planeada por dos hombres para burlar la ley de desalojo. Uno de ellos, (Jacinto) un escenógrafo anarquista que utiliza los encantos estéticos del teatro para convencer a los incrédulos de que su plan tendrá éxito, además, pondrá a sus servicios las maravillas de la ingeniería para lograrlo; el otro, (perro Romero) un “tinterillo”, honesto, hábil y experimentado, quien argumenta la defensa del grupo frente a las autoridades locales.

Se destaca en el guión una tendencia de la filosofía cínica, que en este contexto podría entenderse como una provocación hacia el comportamiento de los abogados, autoridades, policías y el dueño de la casa, que alterará el curso de los acontecimientos, permitiendo a los habitantes del lugar beneficiarse de las estrategias que realizan. Finalmente ocurre un evento magnífico, casi épico que conecta con el siguiente filme (El inglés que subió a una colina pero bajó una montaña, 1995) del director galés Christopher Monger. El espíritu del cinismo provoca acciones contraculturales, acciones y medidas extremas, desesperadas, llegando casi al absurdo, al reubicar los hechos de la historia, ya sea por manipulación de la naturaleza o del pensamiento, y que en los dos casos –mencionados aquí-, pretende establecer el principio de la dignidad humana.

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¿Quién dicta que esta no sea una Montaña?  «La primera montaña de Gales» su orgullo nacional ha sido establecida como una colina después de las mediciones de dos cartógrafos (Anson y Garrad) enviados por el gobierno británico, hecho que ocurrió realmente en 1917, en el pueblo de Ffynnon Garw, Esto enfurece y entristece a la vez a los habitantes del poblado poniendo un tinte dramático a su destino, pues como comenta el narrador de la historia: -“Antaño una comunidad que estaba unida ha sido destruida por la guerra. Estábamos hartos de perder. Los que sobrevivieron a las trincheras morían en las minas. Perdimos amigos, hijos, maridos. ¿Qué decir a los supervivientes si a su vuelta no estaba la montaña?

La notica alerta a todos quienes deciden organizar una asamblea encabezada por el reverendo Jones, quien pretendía requisitar una solicitud para que se incluyera la Montaña de Ffynnon Garw en todos los mapas de Su Majestad, a lo que su antagonista Morgan el chivo, arguye con razón que la justica no podrá venir desde el poder, sino por el hecho de que sean ellos mismos quienes resuelvan “el asunto de la altura”. Y entre el debate aún más candente de, si la resolución que tomarán es legal o ética, Morgan insiste: -¿acaso es legal decir que es una montaña si mide más de 333 metros y con 328 no? [¿Es legal quitarle a un pueblo su identidad?].

Lo que ocurre después es el actuar del espíritu de lucha y unión, de imaginar y llevar a cabo algo que incluso parecía imposible.

Otras cintas sobre colectividades que nos llevan por las mismas rutas: el acorazado Potemkin (dir. Sergei Eisenstein, 1925), Metrópolis (dir. Fritz Lang, 1927); Rojo amanecer (dir. Jorge Fons, 1990); Libertarias (dir. Vicente Aranda, 1996); El tren de la vida, (dir. Radu Mihaileanu, 1998);  Garage Olimpo (dir. Marco Bechis, 1999); Yoyes  (dir. Helena Taberna, 2000);  Noviembre (dir. Achero Mañas, 2003); Francisco Boix, un fotógrafo en el infierno (documental de Canal + Publicado el 04 jul. 2011) por Rigodon Films, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=-04d60l0-EU

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