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Entrevista con Shilo McCabe sobre su serie “I masturbate…”

Por Liz Misterio

Shilo McCabe es una fotógrafa de San Francisco que hace activismo retratando de forma erótica a personas de la comunidad pro-sexo de su localidad y que en su corporalidades y prácticas desafían las políticas de representación que dictan los mass media.

     Para su serie I masturbate… Shilo realizó 31 retratos de gente de su comunidad durante sus rituales masturbatorios con el objetivo de visibilizar y profundizar en la discusión de este tema que aún se considera tabú en muchos círculos. Cada fotografía va acompañada de un testimonio de la persona retratada sobre cómo vive la masturbación, ofreciendo una amplia gama de enfoques y preferencias, que van de lo político a lo poético, lo hedonista y lo lúdico.

Liz Misterio.- ¿Que te motiva a hacer este tipo de trabajo?

Shilo McCabe .-Es importante para mi que la gente contribuya a la creación de sus propias representaciones, especialmente personas que históricamente han sido privados de la oportunidad de hacerlo. Mi obra ha sido siempre realizada en colaboración con las personas frente a la cámara. Quiero que todos los involucrados en la sesión de fotos se sientan completamente cómodos con cada parte del proceso, incluyendo las imágenes finales que creamos. Quiero que ellos conserven ese poder, yo no estoy aqui para objetificar a las personas, estoy aqui para documentar y muy a menudo me toca documentar lo erótico. Podría describir mi trabajo como docurótico, un término que acuñé para describir mi enfoque único. Este es más o menos el trabajo que siempre he hecho – documentar identidades/ géneros/ sexualidades. Al principio mis sujetos fueron amigos cercanos e íntimos, se ha diversificado desde ahí, pero el objetivo ha sido siempre el mismo: documentar auténticamente una experiencia genuina, un momento que está sucediendo.

LM.- ¿De dónde viene la idea de hacer esta serie?

SM.-Obtuve la idea para el proyecto “I masturbate…” a principios del 2011, yo había estado hablando en un panel pro-sexo en el Mills College y alguien en el público me preguntó por tips para volverse más pro-sexo, a lo que yo rápidamernte respondí: ¡Mastúrbate! Todos se rieron y asintieron con la cabeza, pero nada más se dijo al respecto.

    Más tarde, me di cuenta de lo mucho más que quería decir al respecto y quise dejar que mi obra hablara por mi, me di cuenta de que el mes nacional de la masturbación estaba a la vuelta de la esquina en mayo y me pareció la oportunidad perfecta para esta discusión, asi que se me ocurrió la idea de hacer un proyecto de blog de una fotografía al día, en donde cada foto estaría compañada por un testimonio del modelo que empezara con las palabras “I masturbate…” (Yo me masturbo…). Apoyo totalmente la idea de que la masturbación es una manera natural, saludable y segura de explorar y expresar la sexualidad propia. Estoy consciente del estigma que rodea a la masturbación en muchas culturas. El tener a personas abriéndose y compartiendo sus historias personales sobre la masturbación ha hecho mucho por normalizar esta práctica y ha ayudado a crear espacios seguros en dónde discutir sobre ella.

LM.- ¿Por qué crees que es importante el hacer consciencia sobre experiencias de masturbación?

SM.- Nuestra cultura, que es negativa ante el sexo, tiende a albergar sentimientos de vergüenza alrededor del tema de la masturbación. Las religiones dominantes enseñan que es algo malo o pecado. Cunado investigas sobre masturbación en linea es imposible no encontrarte con páginas de internet que dan consejos sobre cómo dejar de masturbarse, cómo resolver tu problema de masturbación. No obstante, se espera completamente que los hombres heterosexuales se masturben, está normalizado para ellos. Hay mensajes contradictorios y confusos ahí afuera y he conocido muchas personas para quienes su relación con la masturbación es una fuente de mucho dolor y vergüenza, lo cual me hace pensar que no debería ser de esa manera.

No he venido a decir que te tienes que masturbar, o que deberías. Hacerlo o no, es una elección personal para la que no hay respuestas incorrectas, he venido a decir que la masturbación puede ser una fuerza positiva en tu vida, y que no tiene que estar unida a sentimientos de culpa.

LM.- ¿Quienes son tus modelos? Fue difícil encontrar personas dispuestas a participar en tu proyecto?

SM.- Varios de los modelos son amigos mios, pero la mayoría son amigos de amigos. También abrí una convocatoria para contactar participantes en el blog de Good Vibrations, lo cual me trajo muchas pistas. Dos amigxs míos organizan mini fiestas caseras de masturbación en donde pude hacer dos o tres sets de fotos en un día. Al final no fue tan difícil encontrar modelos como lo fue agendar las sesiones fotográficas. Una vez que tuve bien claro el proyecto, empecé a buscar modelos y sólo tuve 60 días para hacer 31 sesiones fotográficas si pretendía alcanzar mi meta de hacer una fotografía por día del mes de mayo. Fueron un par de meses muy locos.

LM.- ¿Consideras que tu trabajo es activista?

SM.- Absolutamente

LM.- Realmente aprecio observar diferentes tipos de cuerpos, razas y géneros en tus fotografías. ¿Cuáles son tus ideas sobre las políticas de representación de los cuerpos en tu obra?

SM.-Gracias. Me motiva la profunda creencia de que cuando no vemos imágenes de gente como nosotros representados en las fotografías, tendemos a internalizar el mensaje de que no somos dignos de ser representados. Es por eso que me he dedicado a la idea de la inclusión radical, considero que es una forma de activismo radical el fotografiar personas que están subrepresentadas en los medios y la erótica mainstream. Es un acto de activismo radical hacer imágenes sexuales de cuerpos gordos, el mostrar sexualidades sinceras y auténticas. Algo que hago, y considero muy importante, es que le doy a mis modelos la última palabara en cuanto a la aprobación de las fotos, de esta manera creo un ambiente seguro en donde las personas pueden abrirse y arriesgarse conmigo, es mi manera de honrar la inmensa confianza que ellos depositan en mi al acceder a ser fotografiados. Ellos saben que sólo las fotografías que ellos amen y aprueben serán parte de mi portafolio y serán compartidas.

LM.- ¿Consideras que tu trabajo es feminista, o como lo describirías?

SM.- Soy una fotógrafa feminista y mi trabajo está basado en un feminismo pro-sexo e interseccional. Las realidades de la raza, la clase social y el género están presentes en mi todo el tiempo.

LM.- Me parece que hay una comunidad pro-sexo muy activa alrededor de ti, ¿de qué maneras ese hecho te ha marcado a ti y a tu trabajo?

SM.- La comunidad pro-sexo del área de la Bahía de San Francisco realmente se ha convertido en el centro de mi trabajo. Me di cuenta, después de haber vivido y estudiado aquí, que tenía 10 años de trabajo con un común denominador: documentar a la comunidad pro sexo y kinky. Decidí abrazar ese hecho y de ahí surgió el The Sex Positive Photo Project. Es un blog de fotografías que administro junto con mi amiga y Directora Editorial Airial Clark. Ahí publicamos artículos y entrevistas con miembros de la comunidad y publicamos mis fotos. Este proyecto me dio la plataforma para mostrar la serie I masturbate…. Le debo mucho a la comunidad pro-sexo de San Francisco y trato de retribuirle cada vez que puedo. Mi lema personal es: ¡Arte! ¡Comunidad! ¡Colaboración!.

Puedes ver el resto de la serie y más del trabajo de Shilo McCabe aquí.

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Reseña de la exposicion «Petite Maman» de Louise Bourgeois

Por Mónica Galván

Hace meses, una araña gigante llegó a descansar a la explanada del Palacio de Bellas Artes. Desde su llegada, causó admiración a propios y extraños, resultaba muy llamativa porque contrastaba con este espacio que siempre se ha caracterizado por su pulcritud, transmitida por el mármol blanco de su construcción.

    Este arácnido estimulaba deseos de adentrarse al museo y ver que había ahí, ¿porqué ese gran bicho andaba tan seguro de sí fuera de uno de los edificios más importantes de México?. Se llama Maman, pero quizás su nombre es lo de menos, aunque saberlo hacía que quisieras conocer más y más sobre l y sobre la artista que la realizó.

   Petite Maman era el título de esta muestra que presentó por primera vez en México la obra de la artista Louise Bourgeois. Esta reflexiva e inquietante mujer nos invita siempre a internarnos en su propia psique, presentando de mano a sus demonios internos para al final tener un diálogo propio de la ambivalencia humana. Cada una de las setenta y cinco piezas que integraron la exposición creaban un lugar onírico único, la atmósfera generada permitía tener una experiencia íntima, era inevitable pararse y sentir escalofríos al observar lo que se presentaba.

   La sexualidad, lo femenino, la memoria y la identidad, son los ejes centrales del proceso creativo de la artista quien encuentra en el arte la catársis de su propia existencia. Por eso era tan emotivo, sensible y cercano, porque, literalmente, ella desnuda su propio ser.

   A lo largo de la exposición se disfrutaron diferentes etapas productivas, vimos sus retratos y autorretratos, la serie Celdas, impresionantes personajes, y una otra araña más que cuidaba de una celda. La gran variedad de materiales que utiliza, muestra lo versátil de sus procesos: lo sutil de las transparencias de su propia ropa, los retazos que une con puntadas cerradas o los objetos que rescata respetando su propia memoria, presentándolos con el desgaste propio del tiempo, las suaves pinceladas en gouaches además del particular manejo del bronce, con el que logra piezas soberbias y delicadas a pesar de la dureza de dicho material. Todo esto se traduce en que no es necesario mantener una constante en la técnica, el resultado material muta de acuerdo a los conceptos que preocupan a la artista.

   Todo en esta muestra fue delicado y potente, recorría de lo individual en la psique de Bourgeois a lo colectivo debido al manejo de emociones constantes del ser humano.

   Louise Bourgeois es una de las más importantes artistas del siglo XX, hay que profundizar en sus conceptos, vida y obra, sin duda se encontrarán puntos en común que resultarán en reflexiones propias y emotivas.

Por Mónica Galván

 

 

 

 

 

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Onanismos visuales

 La construcción de una DIVA y otros placeres

Por Magalli Salcon

La imagen, la imaginación y el imaginario son constitutivos del universo subjetivo en que viven los objetos presentes frente al espectador para alimentar sus sueños. El sueño de trastocar el tiempo, el sueño de experimentar lo increíble y de ser presencia mágica, el sueño de la inmortalidad.

  Dentro de canales invisibles comienza el diálogo con lo observado. Eso que se observa es traducido por los anhelos y las creencias, para convertirse en aquello que ahora pertenece al mundo interior de su espectador, y así se erige el espectáculo privado. Esas cosas que lo forman, con vida propia, se convierten en los síntomas del poder que la imagen ha ejercido sobre éste. Pero a la vez, la ficción reforzada por el universo del símbolo retrata una cualidad genética superior: la fantasía. Traducir la imaginación de lo soñado para convertirla en sensación plena que se dirige hacia el corazón de este cómplice.

  El alma de los objetos que vive en las imágenes cinematográficas está integrada en un universo meta fílmico. Morín dice que esta alma es metafórica, e involucra la vivencia contemplativa del espectador que construye para y desde el, un imaginario. La relación del espectador con su visión desde ahora es infinita.

  La Diva es el imaginario ideal de la belleza y la perfección, ha sido diseñada para cubrir aún otra necesidad: el placer como relato. A lo largo de la historia del cine ha existido una serie de micro relatos ligados a la creación de personajes atemporales que poseen una presencia extra fílmica visitada en la figura de la femme fatale.

  Apodada como La muerte Árabe: Theda Bara, protagoniza a “Cleopatra” (1917); como La demasiado Bella: Barbara La Marr, en “Romance Árabe” (1922); Las piernas perfectas: Marlene Dietrich, en El ángel azul (1930); La divina: Greta Garbo, en Mata Hari (1931); Lolita: Dolores del Río, en Flor Silvestre (1943); La Diva de divas: María Félix, en La Diosa arrodillada (1947); Miros-Mango: Miroslava, en Ensayo de un crimen (1955); La ambición rubia: Marylin Monroe, en Los caballeros las prefieren rubias (1953); La señorita profundamente helada: Kim Novak, en Vértigo (1958); La rubia de hielo: Catherine Deneuve, en Bella de Día (1967)…

  Y así una serie de iconicidades y poderosas atmósferas renuevan el placer. ¡Todo está vivo! Cada uno de esos objetos dentro del espacio del imaginario ha sido insuflado por el rayo hipereléctrico del cañón de luz sobre los cuadros de celuloide.

La figura humana es el centro de los deseos y del ataviado capricho del espejo. Revestida también por el zoom y el diálogo, desarmada y vuelta a armar. La figura, el rostro, la voz y esa melodía que son uno: fascinación. Onanismos visuales cuando cada parte ha cobrado vida: las hojas al viento, la copa al romperse en el suelo, la mención del perfume, las lágrimas y los diamantes.

Desde el cinematógrafo elementos como el humo, el viento o el gas (Sadoul) poseen esa alegoría mágica que aún nos atrae, y en combinación con la fantasmagoría humana que se desenvuelve ajena a su contemplación; el arte que radica en el cine es el del placer de la visualidad que puede hasta sentirse.

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De cuando mujeres activistas clausuraron el Hotel Alcázar de la colonia Doctores

Para Nestora Salgado. Porque la queremos libre.

Texto y foto: Alfredo López Casanova

Era 9 de marzo. Se citaron a mediodía en Eje Central y Dr. Liceaga de la Colonia Doctores. Llegaron discretas y en silencio desde muchos puntos de la ciudad de México. Se juntaron poco a poco. Eran mujeres de distintas edades y también algunos hombres.

Era domingo y andaban vestidas de negro con morado. Muchas llevaban la cara cubierta por seguridad. Iban con un tambor al que le daban un golpe a cada paso. Al inicio parecía un procesión religiosa porque llevaban algunas cruces. Adelante llevaban ramos de rosas, claveles y un pequeño anafre con brasa ardiente del cual salía humo de incienso que lo impregnaba todo.

A lo lejos, una señora las vió y preguntó si rezaban por lo de la semana santa. Pero no, no eran de ninguna la iglesia. “¡Ni Dios lo mande!” dijo una muchacha que la alcanzó a oír. Pero sí rezaban, llevan hojas con un rosario de agravios, no de ahorita, no, sino de todos los tiempos y gritaban: “¡Ni una asesinada más!” “¡Ante la violencia machista, la autodefensa feminista!” A la señora le quedó claro y despejó sus dudas con un ceño fruncido cuando escuchó que gritaban a coro: “¡Verga violadora, a la licuadora!” “¡Despídete de tu verga, violador de mierda!”. Un trío de jóvenas iban apuradas cargando hojas que denunciaban a los hermanos violadores del Hotel Alcázar. Los pegaban con engrudo en los muros, mientras otra brigada los colocaba en los parabrisas de los carros estacionados.

La marcha, llamada La ruta contra la injusticia, era una ruta de dolor y de esperanza. De dolor porque fue el camino que siguieron los hermanos Omar y Miguel Ángel Ramírez Anaya, cuando secuestraron a Yakiri Rubí Rubio Aupart, aquel 9 de diciembre de 2013, cuando amenazándola con un cuchillo la subieron a una moto y la llevaron al Hotel Alcázar y en la habitación número 27, la toruraron y violaron.

De esperanza, porque su caso logró reunir a una gran cantidad de mujeres feministas y coletivos que lograron, junto con su abogada, la libertad provisional. Y ahora se propusieron clausurar simbólicamente el hotel. Conforme van avanzando, el tambor suena fuerte y las consignas suben de tono. El sol empieza a calar un poco. Caen unas gotas, como que quiere llover pero sólo se nubla. “El tiempo está de nuestro lado” dice una muchacha que parece sonreir a través de la frazada que le cubre medio rostro.

Dos mujeres con un bote de pintura espesa color naranja y con dos sandalias en la mano, van adelante marcando la ruta. Mojan una sandalia, la mujer más grande la aplasta con su cuerpo y la presión marca “Yakiri”. Luego la segunda: “Libre” y así se van todo el camino: “Yaki” “libre” dicen los pasos. Decenas, quizás cientos de pasos.

La marcha llega a su destino: Doctor Liceaga #143. Son las dos de la tarde y el ambiente se respira denso, extraño. De sobra saben que la colonia Doctores no es una perita en dulce. Hay gente a las orillas de la calle que no se atreve a acercarse y otros de plano parecen vigilantes vestidos de civil. A dos cuadras una patrulla de la policía: la P17-07 se estaciona en media calle y cierra el paso. Otra mujer del contingente toma el micrófono y denuncia: “venimos a informar a la colonia, que en este hotel hay un nido de violadores, que antes, mucho antes de lo de Yaki, violaron a un niño y las autoridad no hace nada por atraparlos” y grita una consigna que repiten todas: “¡Vergüenza, vergüenza, justicia sinvergüenza!”. Y esta es la historia consignada en los volantes que son repartidos al paso: “En el mes de mayo de 2013, un niño de diez años desaparece después de que fue a visitar a su mamá al trabajo. Un sujeto le ofrecío dulces y le prometió de regalo una consola, videojuegos y se lo lleva. La madre, al no encontrar a su hijo en casa, lo reporta en CAPEA de la PGJDF. Al amanecer del día siguiente, el niño fue encontrado en la Plaza de Santo Domingo. Al abrirse la Averiguación Previa en la Agencia 59, el niño lleva a las autoridades y señala el Hotel Alcázar donde el hombre lo tuvo retenido. El diagnóstico médico comprueba que el niño fue violado.

La concentración sigue. Una de las más grandes mantas es puesta frente a la entrada del hotel, remite al suceso reciente que ha sido discutido por jueces, ministros,abogados, medios de comunicación, organizaciones y redes sociales. Para algunos la frase resulta polémica, pero para estas mujeres que están aquí no hay duda: ante tantas violaciones torturas y asesinatos, la legítima defensa nunca es, ni será un exceso. Más claro ni el agua. Y la actividad sigue. Brigadas de jóvenes se mueven a los extremos de la entrada del Hotel Alcázar que se encuentra cerrado. Pegan las calcomanías y tiras de plástico. En pocos minutos el hotel es clausurado en medio de aplasusos y gritos contra la violencia. El tambor repica con más fuerza, y en un dos por tres, unas bolsas de pintura roja color sangre se estrellan frente a los muros y puertas de vidrio de la entrada del hotel. Una voz al micrófono sentencia: “No nos van a silenciar porque la resolución que liberó a medias a Yakiri es injusta. Hasta que se le libere sin cargo alguno, hasta que Luis Omar Ramírez esté en la cárcel y hasta que este hotel esté clausurado, entonces podemos decir que se está aplicando la ley».

El contingente se va. Se retira compacto varias cuadras. Se agarran de las manos, se abrazan y luego desaparecen tal como llegaron con la promesa de estar vigilantes.

La calle Liceaga de la colonia Doctores se queda desierta. En el aire estas mujeres activistas y valientes dejaron tres retos inmediatos: ¿Tendrán las autoridades delegacionales valor y disposición para clausurar de manera oficial el Hotel Alcázar? ¿Las autoridades encargadas de impartir justicia girarán orden de aprehensión a Luis Omar Ramírez Anaya? ¿Y Yakiri Rubí Rubio…? Eso ya lo dijo la manta, y ya lo dijeron estas mujeres desde antes, mucho antes que saliera de prisión.

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Reseña de la pasada marcha en defensa de los derechos de la mujer en D.F.

Texto y foto: Alfredo López Casanova

En el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, cientos de mujeres y hombres se manifestaron del Monumento a la Madre al Hemiciclo a Juárez de la capital del país, para señalar que nada o muy poco a cambiado en el respeto a las mujeres, pues muchas de ellas siguen siendo violadas, asesinadas, golpeadas, despedidas de su trabajo y humilladas cotidianamente.

La marcha fue encabezada por Norma Andrade, fundadora de la organización Nuestras hijas de regreso a casa, quien desde hace trece años busca justicia por el asesinato de su hija Lilia Alejandra y por miles de mujeres desaparecidas en Ciudad Juárez. Además se encontraba Yakiri Rubio, la joven que apenas el 5 de marzo salió de prisión acusada de exceso de legítima defensa en agravio de Miguel Angel Ramírez quien la violó, junto con su hermano, en un hotel de la colonia Doctores.

La marcha salió a las cinco de la tarde a paso lento. El grueso del contigente estuvo integrado por diversas organizaciones de mujeres y líderes feministas de distintas épocas: mujeres activistas sobrevivientes del 2 de octubre de 1968, madres de las y los jóvenes desaparecidos en un antro de la Zona Rosa el 26 de Mayo del 2013 – hecho conocido como el caso Heaven-, el Comité Ciudadano para la Libertad de Yakiri, la organización Pan y Rosas, el movimiento Rosas Rojas, estudianes de escuelas rurales y decenas de jóvenes, muchas de las cuales salían a la calle a marchar por sus derechos por primera vez.

De morado y rosa, pancartas y mantas mostraban mayoritariamente solidaridad con Yakiri, cuyo caso fue muy sonado en meses recientes en las redes sociales y algunos medios de comunicación. Había también las que exigían la libertad de todas y todos lo presos políticos, en especial la de Nestora Salgado, comandanta de las policía comunitaria de Guerrero, acusada de secuestro y de obstrucción a las vías de comunicación.

La marcha llegó al Hemiciclo, que estaba cercado con tiras de plástico amarillo para limitar o impedir el paso, pero integrantes de varias organizaciones las quitaron sin problemas y se dio inicio a la participación de las oradoras.

La Mamá de Yakiri señaló: “No tenemos nada que celebrar hasta que no haya ninguna mujer asesinada o violentada, – y recordó- Yaki no está complentamente libre, pues se encuentra en libertad condicional”. Cerró agradeciendo a todos los colectivos y personas que se organizaron para conseguir que su hija esté fuera de prisión.

Una de las madres de hijos desaparecidos del caso Heaven, denunció la falta de resultados creíbles en las pesquisas de las autoridades capitalinas para dar con el paradero de sus hijos e hijas y señaló que seguirán luchando hasta encontrales.

La activista Norma Andrade, en su intervención durante la concentración, manifestó que “ya son 13 años de buscar justicia para mi hija y nada (ha sucedido) ya que el asesino sigue libre, porque tenemos un gobierno de porquería. En vez de hacer justicia me han amenazado, me piden que me esconda como si fuera un delincuente, pero no tengo porqué hacerlo, pues lo único que pido es que se acabe la violencia contra las mujeres, y esto lo vamos a lograr hasta que los hombres cambien y aprendan a respetar”.

José Luis Rubio, padre de Yakiri, señaló que fue una proeza la liberación de su hija, pues “el juzgado 68 tenía un cochinero en el proceso y gracias a nuestra abogada se logró que se rectificaran los criterios de aplicar la justicia. Pero eso gracias, además, a todas y todos los que nos movimos en las redes sociales y al apoyo que recibimos tanto nacional como internacionalmente. Eso en la familia lo agradecemos mucho”.

Y reflexionó: “Tenemos que cambiar como hombres. Nos enseñaron a tratar mal a las mujeres. Tenemos que reaprender pues a veces se nos olvida que venimos de una mujer”.

Por último, Yakiri Rubio cerró: “Gracias a los que me apoyaron aún sin conocerme. Quiero que sigamos pues allá adentro (en la cárcel), siguen muchas mujeres presas injustamente igual que como estaba yo”.

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Editorial #5 Onanismo

Ilustración por Iurhi Peña
Ilustración por Iurhi Peña

El término Onanismo tiene su origen bíblico en la relación que tuvo Onán con la viuda de su hermano, Er: al tener que casarse con ella como disponía la ley, Onán debía, además, concebir un hijo que tuviera el mismo nombre que el hermano muerto.

Onán, renuente a esto, decide ir contra el designio divino, y riega su semen sobre la tierra, por el cual, Jahveh le hace morir.

De esta manera, el término onanismo se refiere tanto al coito interrumpido, como a la masturbación: ambas designan una resolución del sexo, ajeno a la reproducción.

Por ello, este número va dedicado a las múltiples maneras de reconocimiento de las capacidades para darnos placer por propia mano: el autoplacer como acto de definición de un cuerpo que nos pertenece, y sobre el cual debemos ejercer una sexualidad libre, ajena a las necesidades de su reglamentación como acto de producción necesario: de reproducción, pues.

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Sam

Foto: Ivelin Meza   Modelo: Samuel

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Manuela Torres García y sus pinturas Histéricas

Por Liz Misterio

Entrevistamos a la artista española Manuela Torres García para conocer un poco más sobre su proceso creativo y las ideas detrás de sus obras que ejercen una siniestra seducción en el espectador, a la vez que levantan cuestionamientos sobre las sexualidades femeninas que escapan a la normalidad.

Liz Misterio.- Tu serie se llama Histéricas, ¿Por que decides emplear éste termino que refiere a la patologización del deseo femenino?

Manuela Torres.- Elegí el título Histéricas para dar nombre a una serie de pinturas y dibujos que he ido desarrollando más o menos entre 2008 y 2011. Todo empezó cuando cayó en mis manos un libro muy interesante, La invención de la histeria, de Georges Didi-Huberman, que me fascinó.  Actualmente utilizamos de forma habitual el término “histeria” para referirnos a una situación inusual de gran agitación o miedo (como por ejemplo “histeria colectiva”), o el adjetivo “histérica” para describir a una mujer que reacciona o actúa de modo “excesivamente emocional”, que llora, grita, se expresa sin comedimiento, que está nerviosa, que se ríe desmesuradamente… resumiendo, que no respeta la norma social en lo que a expresión de emociones se refiere.

En principio, me interesaba comparar el uso actual del término y el uso que se le dio a partir de su nacimiento como enfermedad, allá por el siglo XIX. Aunque más bien se trataba de un síndrome, es decir, de un conjunto de síntomas, sin que en ningún momento el estamento médico-científico haya podido “aislar” el elemento responsable de la histeria (como ocurre ahora con el SIDA, por ejemplo). Y me interesaba también cómo la histeria se definió en aquel momento a partir de una patologización de la sexualidad de las mujeres, ya fuera por exceso, por defecto o por el simple hecho de ser mujeres.

Este libro me abrió los ojos a un mundo que me fascinó de inmediato: por un lado, la construcción histórica de la histeria desvela cómo los distintos aparatos de poder trabajan al unísono para construir y modificar nuestras condiciones de vida, y por otro lado, cómo las personas inventamos estrategias y encontramos recursos para hacer vivible la existencia. En el caso de la histeria, se unieron el aparato médico-psicológico y el visual. Charcot, el médico que intenta definir y clasificar las fases y características de la “enfermedad”, ideó un hospital (La Salpetrière, en París) que funcionó como un auténtico museo científico viviente. Disponía de salas de fotografía, para inmortalizar a las enfermas en mitad de sus ataques, y de un anfiteatro que funcionaba como aula donde los alumnos podían presenciar estos en directo; además, escultores profesionales obtenían moldes de los cuerpos de las mujeres in situ para obtener reproducciones de escayola, así como dibujantes.

Algunos de los absurdos tratamientos que se les aplicaban consistían en hacerles oler materias malolientes, comer porquerías o escuchar sonidos insoportables (con el fin de calmar al útero, fuente de histeria); otros consistían en los conocidos masajes vaginales y clitorianos, ya fuera con los dedos, con chorros de agua o con aparatos (naciendo así el vibrador en su forma arcaica), es decir, la aplicación de orgasmos controlados.

Todo este rodeo es necesario para poner en claro cómo nace la idea de las pinturas y dibujos que componen Histéricas. El primer cuadro de la serie, aún sin haber decidido pintarla, lo realicé en España, poco antes de irme a vivir a París, donde inesperadamente en una exposición me topé con unas fotografías antiguas de mujeres internadas en La Salpetrière. Me impactaron tanto que a partir de entonces me centré en este proyecto.

Me interesan mucho aquellas histéricas rebeldes, que a menudo aparecen burlonas o desafiantes frente a la cámara, que saltaban por la ventana, que seducían a médicos y estudiantes, que desplegaban sus ataques de histeria como coreografías bien aprendidas para que las dejaran en paz, conocedoras de la mentira que se les atribuía…  Ancianas, putas, vagabundas, mujeres que rechazaban el matrimonio, otras que querían vivir solas, las que tenían una vida sexual demasiado intensa… todas convivían en el sanatorio, como un cajón de sastre que para muchas se convirtió en una prisión, de la que ya no salieron con vida. El proyecto Histéricas nació porque me sentía heredera de ese desdén y de esa burla, y al mismo tiempo del drama de sus vidas y de su rabia. Así que decidí dar salida a estas contradicciones por medio de la pintura, tomando como referentes algunas imágenes de la época y otras de personas de mi entorno, mezclándolas con elementos del presente, preguntándome a qué tipo de mujeres y cuáles de sus prácticas sexuales se tacharían hoy de histéricas. Y además he querido incorporar un componente irónico, como una especie de guiño u homenaje a las histéricas del pasado, porque ellas lo sabían, sabían lo absurdo que era todo aquel montaje… como los montajes que nos construyen la vida ahora.

Hysterical 6
Hysterical 6

LM.-Tus personajes a primera vista lucen inocentes, incluso infantiles, pero paradójicamente en sus actitudes rompen con éste estereotipo y se perciben deseantes y desafiantes ¿De donde vienen estos contrastes?

MT.-Estos contrastes, no sé muy bien de dónde vienen, la verdad. Esta es una constante en todo mi trabajo, y sigo sin querer desprenderme de este recurso, aunque cada vez mis niñas son menos niñas, y las cabezas van dejando paso a los cuerpos enteros… Pienso que la vida está impregnada de ambigüedades, de contradicciones; por suerte en todo hay aristas y matices, y no me interesan para nada ni la objetividad ni las verdades absolutas, no me las creo, y la absoluta coherencia tampoco.

Me interesa ese “a primera vista” que señalas, porque es un engaño, una apariencia, un juego, y sin embargo a la vez es real; conozco gente que prefiere quedarse con eso y me parece estupendo, solo quiere ver la candidez o una belleza inocua; sin embargo considero que mi trabajo expresa más allá de eso, que hay que mirarlo varias veces y detenerse en él, y aun así a veces ni yo misma sé del todo lo que busco plasmar. Pero sí, rotundamente uno de mis objetivos es provocar algún tipo de cortocircuito o incertidumbre interpretativa. Es estupendo poder pintar a una “niña” que al mismo tiempo atrae y provoca repulsión; que resulta frágil y adorable pero que tiene muy claros sus deseos y va a por ellos sin pensárselo dos veces, que te mira desafiante, o incluso te amenaza, mientras estás pensando que es hermosa; es una libertad que solo me da la pintura.

LM.-¿Qué papel juega el BDSM en tu imaginario?

MT.- El BDSM para mí simboliza una herramienta para manejar los roles de poder en general, no solo sexuales sino los que se dan en todos los ámbitos de la vida. No siempre es posible, pero sí se puede trabajar sobre ellos, aprender y ser consciente del rol que tú misma estás jugando, a veces sin darte ni cuenta, y sobre todo para ser consciente de qué tipo de roles quieres o no asumir, qué límites estás dejando cerrados o abiertos… me parece un aprendizaje muy arduo.

A nivel del imaginario, me interesa porque evoca una carga bastante ambivalente, porque no están nada claros los roles de los personajes de mis cuadros, no se pueden delimitar claramente. También a un nivel puramente visual, me interesa incorporar elementos de la cultura BDSM para situar cronológicamente las escenas en el presente, en un presente de mujeres que los incorporan en su sexualidad.

LM.- Tus imágenes evocan a la movida postporno ¿Cómo te relacionas desde la pintura con éste movimiento?

MT.- Tampoco sé muy bien cómo me relaciono con el postporno, ni si se puede establecer una relación directa entre este y mis pinturas… Lo cierto es que he creado Histéricas en una etapa de absoluto fervor hacia la postpornografía, que acababa de descubrir. En 2009 pude presenciar algunas performances en directo, durante las jornadas Interferencias Viscerales, organizadas por Arms Idea en la universidad politécnica de Valencia. Me parecía increíble llegar a la facultad de bellas artes, como de costumbre, y encontrarme por allí a Diana J. Torres paseándose medio desnuda, a María Llopis, a Post Op… parecía el mundo al revés. Durante los días que duraron, aquel entorno habitual bastante gris y previsible se llenó de colorido y se convirtió en algo inesperado donde cualquier cosa podía pasar. A partir de aquí mi interés fue creciendo, y al final la investigación teórica sobre arte contemporáneo (otro de mis intereses), que había ido a hacer a Francia, terminó por centrarse en el postporno “español”. Y he de decir que despertó bastante interés y que estoy muy satisfecha de todo lo que aprendí en aquella etapa de trabajo frenético: escribir y pintar, pintar y escribir.

Y pinté a mis histéricas mientras estaba totalmente sumergida en el postporno: fotos, vídeos, poemas, jornadas, textos, cine… todo eso está presente en las pinturas. De alguna manera también me movía el deseo de plasmar estos descubrimientos a través de los pinceles, de abrir mis propios imaginarios sexuales y ver qué pasaba…

LM.- A menudo las obras que retan los cánones de representación de la sexualidad confrontan a las espectadores con sus miedos y sus deseos ¿ha habido alguna actitud de los espectadores o de la crítica ante tu trabajo que te sorprenda?

MT.- Sí, hubo quien me tachó de pederasta hace un tiempo, una persona con buena intención que trabajaba con niñxs abusadxs, y que en su rabia se equivocó de enemigo al que linchar… porque llegó a utilizar un lenguaje bastante violento hacia mí. No hubo manera de hacerle entender nada, así que desistí, cada cual que piense y que interprete lo que pueda o quiera…  Esto por un lado me enseña que no se puede razonar con quien no quiere razonar, y por otro pienso en la verdadera caza de brujas que estamos viviendo ahora con todo este tema de la pederastia. En un clima como este alguien así te puede hacer mucho daño, pero finalmente esta interpretación se quedó en algo anecdótico que cayó por su propio peso. He de recalcar mi rechazo a cualquier tipo de abuso o de violencia hacia quien sea, niño, adultx o animal no humanx. Pero creo que en el fondo no se están poniendo los medios para que estas violencias desaparezcan, y que toda esta paranoia es una cortina de humo; las instancias poderosas están ocupadas con otros asuntos.

A veces aún me sorprende que, en general, mi trabajo suele tener una buena acogida. Esto quizás sea porque no es totalmente desagradable ni inquietante, por esa imposibilidad de no ver la parte hermosa que hay en él, la belleza, que por otro lado cada vez me interesa más encontrar.

Lo mismo expongo en salas de museo que en peluquerías o en sex shops, y esto que en un principio llegó a decepcionarme bastante, ahora me parece estupendo porque puedo llegar a más público y más diverso. Me gusta exponer en galerías, pero entra mucha menos gente, y no sueles vender porque tienes que inflar mucho el precio, ya que tu margen se reduce a la mitad, con suerte. Pero también me gusta exponer en restaurantes, porque hay más público y es un perfil mucho más diverso, y puedes hacer más accesible tu trabajo en todos los sentidos, aunque a menudo no cuentas con las mejores condiciones técnicas (iluminación, etc).

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Paisajes masturbatorios de Omar Fernández


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Omar Fernández (Méxco 1982) Su obra se centra en el erotismo, el surrealismo, el realismo mágico y paisajes oníricos, encuentra en la tinta y el grafito el principal medio para expresarse de manera lúdica y gestual.

Puedes ver más de su obra aquí [/box]

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