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Yo te maldigo

por Tino Ochoarrobas

A partir de la intervención de fotografías, se plantea la reflexión sobre los recuerdos personales, lo duros y dañinos que pueden ser y como mutilando y castigando las fotografías, que representan los recuerdos , el artista pretende hacer un acto catártico que haga sanar y desaparecer el pasado.

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 Tino Ochoarrobas (España)
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Araki Manga

por Latino Toons

Dibujo: Naka

Guión: Nava

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Latino Toons, recopilación de cómics de todo Latinoamérica  latinotoon

http://latinotoons.tumblr.com/

https://twitter.com/latinotoons

Heavy Liquid Kid y los Anarquistas Anales

 

“I’ll put the icing… on the top of the cake…

I’ll be playing all my favourite records…

While… you… lay… awake…

Mines full of disease

It’ll bring you down, down to your knees…”

ALIEN SEX FIEND

 por Dr. Dickersson

HEAVY LIQUID KID fue uno de los primeros en darse cuenta del peligro y la imposibilidad que representaba el hecho que hombres y mujeres no tuvieran la misma agenda de supervivencia en este planeta. HEAVY LIQUID KID supo que eran razas distintas. Lo que confirmó esa suposición fue leer el libro WILD BOYS de William Burroughs con sus MARICAS SALVAJES. En ese momento, todas las dudas que tenía acerca de su sexualidad fueron aclaradas. La epifanía que siguió para el HEAVY LIQUID KID fue hacer realidad a LOS MARICAS SALVAJES, sacarlos de las páginas del libro y convertirse en alguien determinado a vivir en un universo habitado solamente por hombres. HEAVY LIQUID KID no quería acabar con las mujeres de todo el planeta, respetaría su agenda y sus planes de supervivencia, pero si interferían con ellos no se tentaría el corazón para acabar con todas las vaginas dentadas de este lugar.

     LOS MARICAS ORIGINALES eran una excelente idea para hacerla realidad, para HEAVY LIQUID KID serían reales y su revolución será transmitida por T.V. Serían simplemente conocidos como HEAVY LIQUID KID y LOS ANARQUISTAS ANALES.

    HEAVY LIQUID KID tenía la agenda lista y el plan perfectamente trazado en su cabeza. Una guerrilla dedicada a joder a todos aquellos conservadores que no entendieran el universo masculino o por lo menos el universo masculino que HEAVY LIQUID KID tenía en su cabeza. HEAVY LIQUID KID sabía que necesitaba cómplices y estaba decidido a encontrarlos.

    El primer ANARQUISTA ANAL que reclutó HEAVY LIQUID KID fue GREASY KID, quien era capaz de realizar actos formidables con su ano. GREASE KID podía lubricar su ano a placer. En el momento en que sentía excitación por una verga, su ano empezaba a lubricar una especie de gel blanco muy parecido al esperma, ayudando a que la penetración fuera más rápida y placentera. Mientras más excitadas estuvieran las terminales nerviosas de su ano, el gel empezaba a convertirse en un ácido capaz de cortar la verga más grande y gorda. GREASE KID trabajaba en Ámsterdam en donde realizaba un peculiar acto con un burro una vez al día en el club fetichista FIST FUCK, conocido por tener una clientela gay muy selecta y con gustos muy específicos. HEAVY LIQUID KID se acercó al GREASE KID y lo invitó a formar parte de LOS ANARQUISTAS ANALES. GREASE KID se acercó a dos centímetros de la oreja del HEAVY LIQUID KID…

“¿Sabes?, no siempre lubrico ácido…” – dijo GREASE KID mientras le tocaba la verga al HEAVY LIQUID KID mientras esta crecía en su bragueta. HEAVY LIQUID KID sintió cómo poco a poco su piel empezaba a tener el tono rojo de la excitación y vio como el ano rojo y enorme del GREASE KID se lubricaba para él. Sabían que existían más ANARQUISTAS ANALES, solo era cuestión de encontrarlos.

   HEAVY LIQUID KID y GREASE KID se encontraban en un cuarto de hotel de un país sobrepoblado. El hotel se encontraba en el centro de la ciudad. Estaban por iniciar un ritual con el cual encontrarían al resto de LOS ANARQUISTAS ANALES originales.

HEAVY LIQUID KID había preparado el cuarto, tenía una vela prendida en cada esquina de la cama y una vela enorme delante del espejo que estaba frente a la cama. El ritual empezaría a las 12 de la noche, del día 12 del mes 12. La hora había llegado y GREASE KID se encontraba en el centro de la cama con los ojos vendados, completamente desnudo y con el ano expuesto y abierto para recibir al HEAVY LIQUID KID.

    EAVY LIQUID KID se acercó al ano de GREASE KID e introdujo de manera violenta su verga; poco a poco los embates fueron mayores, HEAVY LIQUID KID veía su imagen en el espejo. Lentamente, ambos desaparecieron del espejo y al momento de eyacular, HEAVY LIQUID KID saca la verga del ano del GREASE KID y eyacula en su espalda. El semen dejó una especie de mapa en la espalda del GREASE KID. El último lugar que recorrió el semen en la espalda, era el lugar al cual deberían buscar al siguiente ANARAQUISTA ANAL.

    El siguiente ANARQUISTA ANAL en ser reclutado fue ACID BALLS KID. ACID BALLS KID era el taxi boy más popular de su subdesarrollado país. La característica principal de ACID BALLS KID estaba en su esperma. Después de estar en contacto unos segundos con la garganta o anginas, el semen se convertía en una especie de goma de mascar que se adhería a la tráquea de la víctima y no lo dejaba respirar. ACID BALLS KID era contratado principalmente por esposas que habían visto a su marido con otro hombre u homosexuales despechados. Para ACID BALLS KID ambos eran la misma raza de bebés llorando porque alguien más había usado sus juguetes.

    HEAVY LIQUID KID y GREASE KID se acercaron al ACID BALLS KID y le invitaron a formar parte de los ANARQUISTAS ANALES originales. ACID BALLS KID no tenía familia, nadie lo estaba esperando, al contrario, era un buen momento para huir ya que el ejército le estaba buscando para que explicara la muerte de uno de sus altos mandos. El cuerpo del militar había sido encontrado en un taxi usado por el ACID BALLS KID. Era del Secretario de la Defensa Nacional, y el ejército no podía esperar a encontrarlo para vengarse.

    Los tres se dirigieron rumbo al cuarto de hotel para realizar un ritual similar al hecho por HEAVY LIQUID y GREASE KID, y encontrar al resto de los ANARQUISTAS ANALES ORIGINALES.

    HEAVY LIQUID KID, GREASE KID y ACID BALLS KID saben dónde encontrar al último ANARQUISTA ANAL. El ritual salió a la perfección: debían ir al club BLACK IRON PRISION para encontrar a quien sería VIAGRA MOUTH KID. VIAGRA MOUTH KID era popular por dar las mejores mamadas. Solo había dos cuestiones con las que debería uno tener cuidado si querías una mamada del VIAGRA MOUTH KID: la primera, era no haber tratado de joderlo con el acuerdo monetario que sus mamadas suponían y la segunda, era que no fueras el objetivo su mal humor. Las mamadas del VIAGRA MOUTH KID tenían la singularidad de pararte tanto la verga que esta duraba así varios días, provocando gangrena y perdiendo el miembro a los pocos días.

    VIAGRA MOUTH KID aceptó la invitación a los ANARQUISTAS ANALES, después de todo, tampoco tenía familia que lo esperaba o alguien en quien pensar y unirse a esta familia le entusiasmaba.

    La familia estaba completa y, curiosamente, la agenda había entrado en acción sin que LOS ANARQUISTAS ANALES se lo propusieran. Después de todo, el asesinato que había cometido ACID BALLS KID contra el alto mando militar se apegaba perfectamente a la visión del HEAVY LIQUID KID.

Y no sería la última vez que HEAVY LIQUID KID Y LOS ANARQUISTAS ANALES tendrían malos entendidos con el ejército o el STATUS QUO en general…

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Rumor negro: Sangre y Semen

Rumor negro med

Leones Toro

Tenía doce años cuándo sólo hacía falta un roce apresurado para erigir un poste de chicha en mi entrepierna. Como no eran más de dos sobadas las necesarias para llegar a la eyaculación, me di a la tarea de practicar todas las tardes la masturbación hasta dominarla. Aquel día desafortunado había tomado un autobús; en medio de la apretada población me había tocado sentado junto a un hombre de pantalones entallados que hacían resaltar un bulto sólido… en mi púber  y precoz imaginación  ya escuchaba tronar sus venas hinchadas al elevarse.

    Fue así que, urgido como maíz palomero abrazado a microondas, llegué a casa y fui directo  a mi habitación, en donde encontraría papel higiénico y una lustrosa vista a la calle llena de peatones que funcionarían como pretexto para empezar a tocarme y hacerme palomita.

    Desde mi ventana también alcazaba a ver mi patio y el de mis vecinos, primero observé a la sirvienta de mamá arrojando bolsas de basura a la calle (sus caderas inclinadas desaparecieron la flacidez de mi verga). Después detuve la mirada en un rechoncho vestido de blanco que fumaba recargado en un poste, y, apretando las nalgas, parecía invitarme a  vaciarme en él.

    En el patio de junto estaba el hijo de los vecinos portando el mismo uniforme de secundaria que yo, algo raro, pues nunca lo había visto en la escuela. Él había tomado un martillo para comenzar a golpear a las arañas pegadas en la pared mientras yo miraba su boca jadeante. Imaginé su lengua salida en mi miembro lampiño. Aunque él  había vuelto a entrar a su casa, yo seguía pensando en él, pues estaba a punto de venirme.

    Segundos antes de mi eyaculación, mi vecino uniformado volvió a salir, pero esta vez sosteniendo a su hermano pequeño del cuello, a quien le propinó incontables martillazos  a la par de mi orgasmo. La sangre salpicaba la pared a la misma velocidad que mi semen salpicaba el piso.

 El martillo

Después de ese día todo se volvió borroso, sólo recuerdo nuestra mudanza y un constante acoso por parte de la policía federal. Ellos habían recibido órdenes para desalojarnos por parte del padre de mi vecino asesino pues, convenientemente, en ese entonces era participante activo de la clase política del país.

    Luego entendí que bajo sus influencias logró encubrir la escena que marcó el resto de mi vida. Desde aquel hecho, mi sexualidad era una conjunción en un poema. A los 15 años, cuando pretendí tener mi primera relación sexual, me vi atrapado por el recuerdo de la sangre, no lograba tener una erección pues sólo sudaba frío. Intenté pensar en la sirvienta, en el enfermero, pero siempre llegué como perdido en círculos al mismo charco de sangre.

Hasta que pensé en el martillo.

    Imaginar la herramienta me llevó al desdoblamiento de mi carne, e imitando el movimiento de un pez, me excité sobre el cuerpo de mi amante. Más tarde ese día, me di cuenta que había descubierto el punto de fuga en el cuadro de mi erotización. Saqué dos martillos de la caja de herramientas y los bañé en alcohol para dejarlos estériles y lubricados.

    Mientras metía uno en mi ano, con el otro daba pequeños golpecitos en la cabecera de la cama. Para entonces mi pene estaba tan hinchado que sobresalía un color rojo de él, ese tono casi amoratado llegó a mis pezones, al espesor de mi barba, alcanzó mis nalgas, los brazos, partió mis testículos y erizó los vellos de mis orejas.

Todo terminó en una salpicadura de tremendo poder que alisó el yeso que colgaba como gotas de mi techo.

El mata cabezas

    En mi novata adultez, siendo estudiante de arte, salía de clase para abrir las calles con mi pavoneada imprudencia; caminaba erguido como sosteniendo el peso de las alas que usa el libertinaje para volar. Coqueteaba con algunos y a veces con ellas también, pero sólo le fui fiel a mi fetiche de ferretería. Para ese entonces, era del martillo donde brotaba el único placer que conocía, y a pesar de mi promiscuidad logré entablar relaciones en las que podía confiar lo excitante que me parecía el mango de un mazo.

    A partir de la descripción a detalle de un martillo galponero, comenzaba a narrar la devoción por el objeto rompiendo el estupor de mis amantes con un martillazo en el piso, lograba que me metieran la cara redonda de una de mis herramientas, hacía que lo utilizaran para golpear mi pene mientras me masturbaban.

Una noche mientras tuiteaba, me sorprendí al leer en la lista de trending topic  la frase “El mata cabezas”, en cuyo contenido había un ruido social preocupado a causa de un nuevo asesino serial. La gente indignada escribía sobre un hombre que estaba acechando a la ciudad con un martillo: los sorprendía por detrás haciéndoles estallar el cráneo con golpes iracundos llenos de maldad. Sentí en sus acciones violentas un vínculo con mis acciones perversas. Aunque pensé en no hacerlo, terminé eyaculando pensando en el mata cabezas.

Rumor negro

 Al siguiente día fui a una ferretería del centro y me di a la tarea de buscar un martillo nuevo para mi colección. Toqué con religiosidad los martillos de bola, los de nylon, aquellos de uña larga para geólogos; siempre guiándome por el ancho de mi ano para ir descartando.

    Junto a mi había un hombre de mi edad. Mi mirada quedó fija en él a causa de un aire, qué digo aire, ¡de una ráfaga de familiaridad¡. Su nariz estaba pegada al mango embarnizado de un martillo de cota, parecía olerlo como revisando su edad, lo tocaba aún con más precisión que yo.

    A salir de la tienda, lo seguí hasta el anochecer. Llegó al primer cuadro de la ciudad hasta el callejón Rumor negro. Este lugar no me desconoció, pues es famoso por encuentros sexuales públicos y al aire libre, se usa como punto de encuentro para comprar piedra y es negro. Negro como mi carne caliente y oxidada, negro como mi ano usado y quemado.

    Aquel hombre se calentaba las barbas chupando el chocho de una darketa; yo aproveché para destaparme el culo con unas metiditas de dedo. Cuando terminó, continuó caminando por las calles más sosas, lo seguí esta vez sabiendo para qué lo hacía. Quería tenerlo en mi cama con su martillo nuevo.

    Al final de la calle vi con el filtro de una pesadilla, cómo azotaba la cabeza de una mujer con la punta metálica de su mazo mata cabezas. Ahí, en medio de la noche, confirmé quién era.

Lo alcancé y lo atrapé de la espalda. Aunque esperaba una reacción, no encontré nada más que mi reflejo en un aparador. En aquella refracción vi el diagnóstico de personalidades múltiples que me saludaba de nuevo.

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 Leones Toro es un anagrama de mi nombre con el que reafirmo mi teatralidad, soy artista plástico de selfieprofesión y escritor por vocación. Actualmente soy profesional independiente y emprendedor en el área de arte y diseño y escribo para coc4ine y demás publicaciones independientes.

Página: www.leonestoro.blogspot.com

FB de artista.www.facebook.com/leonestoro1

FB personal:www.facebook.com/leo.nestoro
twitter: @leonestoro

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Que nadie sepa mi sufrir

por Andrea Barragán
por Andrea Barragán

por Andrea Barragán

“Amor de mis amores, reinx mía que me hiciste que no puedo conformarme sin poderte contemplar…”

 Esta foto es de las últimas que logré capturar de mi papá; es el resultado de un hábito cotidiano en el que quería registrar sus últimos respiros de mortal. Un acto fotográfico que relataba una obsesión ritual, con la cual utilicé la cámara como una extensión de mi cuerpo, y la convertí en una prótesis de la memoria para elaborar un archivo personal como quien quiere abrazarse a la presencia, y en el cerrar de un parpadeo, al unísono con el obturador, pretende aprehender la inmortalidad para fijarla en esta memoria que tiende a olvidar involuntariamente. Esta acción salvaguardaba la oportunidad de poder verle de nuevo, por lo tanto, me transformé en una coleccionista de recuerdos y cristalicé el acto presente de observarle, postergando su último adiós con un hasta pronto, un  hasta que vuelva a sacar tu fotografía para poder redibujar tu presencia y con ello la materialidad de tus gestos, la voluptuosidad de tu cuerpo vivo que te permitía habitar este mundo.

    La imagen tomada/robada fue totalmente producto del azar, por esos días yo tomaba fotos con mi primera cámara análoga réflex y no tenía idea alguna que traían consigo un exposímetro, este descuido neófito hizo que no le pusiera las pilas correspondientes para llevar a cabo su funcionamiento por lo que en ningún momento me percaté de su ausencia. Desprovista de tal herramienta para medir la luz, sin saber que esto era lo que definía todo el proceso fotográfico estuve tomando fotos al azar, de manera intuitiva por más de un año.

    El día de esta captura, yo estaba en mi habitación que quedaba en frente de la de mis padres y le vi bañado por un chorro de luz: tan puestecito, tan ensimismado, tan imponente deviniendo presencia a través de la luz, que corrí por la cámara e hice clic para seguir sumando retazos en el collage del recuerdo.

    Cuando revelé el rollo, descubrí toda esta cruel premonición producto del azar, anunciando el principio del fin, esbozando la poética manifestación del destino sellando sus pasos, que iba enlazándose precipitadamente rumbo a su desaparición, marcando de una vez por todas la distancia negra e inmaterial que describe esta foto, dando forma al espacio negativo de quien no podrá aproximarse nunca más al sujeto amado, esa longitud entre dos cuerpos que no se volverán a sentir,  esbozaba la extraña fantasmagoría de la ausencia pretérita.

 

Amor eterno, amor eterno e inolvidable…

Producto del azar también fue el día de su muerte, – ¿o no? –  pues falleció el Día del padre hace doce años, cuando yo tenía 18. A pesar de lo insólito de la fecha, para mi resultó una estruendosa marca del destino, que apaciguando el dolor y renunciando a la opción de darle lo que iba a ser su última serenata, logré comprender su excéntrica despedida, gesto ineludible para una persona que dedicó su vida a la juerga, el azar, el placer y los excesos.

    No podría existir otra forma de despedirse que le garantizara el recuerdo de un padre ausente, la firma indeleble de un tahúr que en la tirada final avienta su mejor truco, el As de picas (el corazón negro e invertido) bajo la manga, que le llevaría a ganar el pozo completo; una maniobra del “todo por el todo” que compensó el suceso irrevocable de haberle perdido por siempre.

    Apuesta imposible de perder cuando en vida repetía constantemente que le daría mucha tristeza ser suprimido de la memoria al morir, ese temor le llevó a visitar la tumba de sus amigos para dejarles flores, deseando que tal desgracia nunca le sucediera a él. Tenía muy claro que la muerte no sería enterrar su cuerpo, si no ser condenado al olvido en el frío odioso del silencio de los cementerios.

    Por esta razón y muchas más, cada día del padre yo aparto un momento de soledad para cantarle Amor eterno, e invocar su presencia. Me abandono a la remembranza y le doy respuesta a su apuesta, la duplico para retar al destino que cronometra el paso del tiempo encargándose de empolvar los segundos muertos con prolija meticulosidad y así encubrir el pasado con sus reminiscencias. Yo sonrío desafiante con el As bajo mi corazón, el que me hace vencer cada año al tiempo, ganando la fortuna de enriquecerme cada aniversario con su vívido recuerdo, intacto como una reliquia que atesora este corazón de oro forjado con tanto amor.

     Él quería ser enterrado en el cementerio del sur, el cual nunca he visto, pero sé por sus palabras que su superficie es en arena y no como el tradicional pastal que suele resguardar los féretros, por lo que infiero que su añoranza consistía en concebir la muerte no como un renacer celestial, sino, más bien, como el cierre de ese ciclo anunciado en ese: “polvo eres y en polvo te convertirás”.

    Esa fugaz materialidad encarnada en el vuelo del ave fénix de las palomas negras, hizo que se entregara a la vida en un vaivén de borrachera, con la belleza hedonista de quien celebra la vida viviendo, esa irreductible determinación hacia que se consumiera ante el fervor de reconocerse mundano entre los mortales, y es por lo que aseguro con vehemencia que fue la forma que encontró de honrar la vida, mi querida almita vagabunda que se declaró huérfana a los 8 años cuando se fugó de la casa materna. Con el vértigo condensado en la panza, se aventuró al azar del futuro incierto.

 

«Paloma negra, ¿dónde, dónde andarás?»

Le cantaba yo meses antes de su muerte, elogiando sus desbordes, adulando su alma cantinera que derramó el elixir de la vida en cada brindis, y lo mantuvo inmerso en la laguna indescifrable que lo hacia resistirse a dormir, desvelado por no poder calmar esa excitación apasionada que le inspiraba el estar vivo.

    Duraba días enteros despierto sin poderse parar de la mesa de juego en la cual depositaba toda esa ansiedad que le quemaba por dentro y se dedicaba a apostarla noche a noche con su fé de errata; jugaba con tanto fervor como sí allí escondiera su piedra filosofal, al haber descubierto en la temeraria certeza de abandonarse a su suerte la fortuna de apostarse la vida.

    Enaltecía la existencia a punta de derroche, puedo asegurar que fue la persona que reía con la devoción con la que lloraba Chavela Vargas, sus carcajadas llenaban salones enteros y en la picardía que hacia brillar sus ojos se condensaban historias interminables que él se encargaba de narrar con tanta emoción como si le acabaran de pasar. Lo hacía de manera particular, por lo general dejaba el mejor detalle para el final a modo de acertijo para que uno dedujera con asombro la magnitud de lo que había vivido; la otra modalidad de contar sus aventuras era dejar un chiste para el final que por supuesto no echaba de manera explícita, se quedaba callado sonriendo para que uno después del silencio se echara a reír.

    Cada vez que pasábamos por una carretera particular, sonreía y decía: “Yo sé en donde hay una mina de oro escondida por aquí”. Conocía muy bien las rutas de Colombia, había caminado buen parte del territorio en otros tiempos cuando no existían estas carreteras que extendían los recorridos que él había acortado a pie.

    Nació en 1921. Como buen hijo de la modernidad, los autos y la tecnología lo volvían loco; cuando mi madre lo conoció, manejaba un Mercedes Benz verde oliva descapotado que yo sólo conocí en fotos porque luego le fue hurtado; tampoco lo vi conducir porque sus desmanes no lo dejaron invicto, tuvo la enfermedad de Parkinson durante más de 20 años, sin contar las otras enfermedades que llegaron por el lujo de sus excesos.

     Su pasión por la velocidad y los extralímites también lo dejaron cojo de la pierna derecha, definiendo su único agüero, que a mi me resultaba extremadamente particular: lo espantaban los perros negros, pues cuando se accidentó el día en que quedó cojo fue porque un perro azabache se le atravesó mientras conducía y casi lo hace morir en Caracas, Venezuela; además de dejarlo postrado en una cama por un mes recuperándose.

    A pesar de haber escuchado atentamente sus historias nunca supe a ciencia cierta mucho de él. No le gustaba hablar de sí mismo y lo que sentía, era emotivo pero impenetrable, jamás le vi llorar, por ejemplo. De él solo sé que había huido de casa y que tenía sólo un apellido: el de su madre, que heredé yo también, quien además era indígena, razón por la cual lo apodaron el indio . Su pasión por las cartas y el azar la acogió siendo muy pequeño cuando se dedicaba a la minería para ganarse la vida, allí un señor al que le decían el tuerto lo había adoptado por su evidente inteligencia para que apostara con los otros trabajadores las góticas de oro que habían sacado en la jornada minera; el timo era obvio, aún así los señores se aglomeraban para vaciar los bolsillos del chiquitín, sin saber que los que saldrían despojados de sus piedritas doradas serían ellos, pues el pequeño Efraín los abatía hasta el final en compañía de su suerte implacable que desde esos días nunca lo abandonó en toda su trayectoria de tahúr.

¿Por qué no me enseñaste cómo se vive sin ti?

El acertijo con el que cerraba sus historias, es el que ahora yo trato de descifrar para alcanzar a comprender quién fue; como le perdí siendo joven aún, no le pregunté todo lo que habría querido saber de él. Con el transcurrir del tiempo cuando yo crecía y él envejecía nos fuimos distanciando, la forma de relacionarnos se tornaba difusa, de esta manera le fui perdiendo. Él se estaba volviendo cada vez más hermético pues la vida se le estaba escapando, aquella pulsión que en otra época se había encargado de avivarlo frenéticamente ahora lo estaba extinguiendo hasta hacerlo perder su semblanza. Eso sí, lo que no dejó de hacer fue jugar cartas, aunque este placer también le fue arrebatado cuando el cáncer lo condenó a la inmovilidad.

    Al final de sus días una metástasis que le invadió por completo el cuerpo le selló la voz, sólo hablaba cuando era estrictamente necesario. Lo último que me dijo fue que me quería mucho. Siempre se había esmerado por hacérmelo saber, aún cuando no hablábamos mucho, lo hacía, se acercaba, me besaba la frente y me decía la misma frase que balbuceó aquella vez que me regaló sus últimas palabras. Creo que lo hizo continuamente porque sabía que al fin de cuentas el amor es lo único que queda.

    Antes de morir, quiso buscar a su familia de la que había perdido el rastro hacía muchísimo tiempo, me imagino que quería resolver su propio enigma. Por mi lado, yo sigo resolviendo el mío; he inventado un relato con el cual imagino o trato de desentrañar cómo habría sido su vida, por lo tanto mi proceso de duelo no ha sido vaciar su presencia de mi memoria, al contrario, he hecho de su recuerdo un tributo diario, un ritual cotidiano con el que conmemoro lo que fue su existencia junto a la mía para compensar el vacío que dejó su ausencia; así he ido incorporando su aura con lo que soy ahora; he adoptado sus gestos, sus corbatas, sus carcajadas, la arruguita que le daba picardía a su mirada, su amor desinteresado… en fin, innumerables micropresencias que me calaron hondo, que ahora cuando me miro al espejo embriagan y despistan esa sensación de haber quedado huérfana.

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Luto autoimpuesto

negro (1)
por Carmelina Jardón Rodrigo

por M Yolanda García Ares

Aquella noche murió mi abuela. Según mi madre, se quedó dormida en la cama y no hubo grandes dramas ni llantos. Mi abuela llevaba la cabeza perdida con un Alzheimer sin diagnosticar durante varios años y mi madre llevaba tantos días rezándole a Dios y a todos los santos que un día se la llevara para acabar con aquel sufrimiento que en forma de vegetal pululaba del sillón a la cama y de la cama al sillón durante todos los largos días de aquellos imposibles años. No hubo larga noche de tanatorio, el médico se opuso frontalmente a la administración del seguro y dijo que la agonía de aquella mujer ya había durado bastante y pidió el enterramiento inmediato. A la mañana siguiente, mi abuela ya descansaba bajo tierra.

     Mi madre insistió en ponerse seis meses de luto, y se hizo un pichi negro. Lo peor no fueron los meses, sino la actitud de descanso eterno que asumió ésta mirando al infinito desde aquel sillón. Luego murió su hermano y casi seguido el otro. Un buen día, se levantó del sillón. Dijo que ya no llevaría más luto. Recuerdo que yo tenía trece años y que agradecí sobremanera el que mi madre acabara con aquella actitud de muerte personal autoimpuesta que se había alargado tres años infinitos.

    En mis luchas rebeldes de adolescencia siempre había una firma física de aquel negro, un lazo de terciopelo en el cuello, un brazalete de raso en el brazo, un cinturón que robaba a mis hermanos o alguna gorra del Che Guevara. El negro significaba para mí el derecho a aquel silencio depresivo del dolor digno de mi madre. Mi abuela paterna que había intentado conquistar sin éxito el lugar de mi abuela materna. Al verme salir, protestaba criticando mi look, increpándome que a dónde iba de luto. Yo escapaba ante la complicidad callada de mi madre, que le decía a media voz “deje a la niña que vista como quiera”.  Con los años, el negro se fue haciendo dueño de mi armario. Al principio estilizaba, luego disimulaba, más tarde invisibilizaba y ahora, a los años pasar, completa un vestuario cómodo y funcional. El negro no me silencia al día de hoy, es como la parte inherente a mi historia personal, más bien, la grita. Se ha vuelto un refugio cómodo y un look acertado. No me siento triste, ni elegante, ni estilizada, ni romántica, ni subrayada ni ninguna de esas acepciones por vestir de negro de forma asidua. Me siento cómoda, me siento identificada con ese color en su neutralidad como la comodidad del sillón desde el cual puedo dejar perderse en la distancia la vista y por fin, descansar.

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Negras pordioseras que venden el sudor

Presentación del libro Pordioseros del Caribe del poeta dominicano Johan Mijail

Por Cristian Cabello

Activista feminista del Colectivo Universitario Disidencia Sexual (CUDS) y Magíster en Comunicación Política (Universidad de Chile)

Hoy la ciudad de Santiago es hostil para las mujeres dominicanas inmigrantes. Son devoradas por las miradas de un patriarcado neoliberal, se cobijan en sus peluquerías para soportar una ciudad que no acoge, sino que separa. “El sentido de gueto, la visión maniquea de la realidad donde sólo caben unos; o nosotros o los otros. La necesidad de cerrar la puerta a cualquiera que no pertenezca al colectivo”, así explica la activista feminista boliviana María Galindo la experiencia de división racial. ¿Qué tiene ese caribe que hace que unas caribeñas pordioseras viajen hasta la Patagonia de América para buscar «mejor suerte” y traer el calor de sus cuerpos a un sur con icebergs y esqueletos de una pre-historia[1]? ¿Qué hace el caribe que tantas cuerpos negros se le fugan, que tantas cuerpas migran para terminar saciando la erótica capitalista de chilenos y chilenas con cuerpos que ni se imaginaban que existían? ¿Qué sabemos del caribe sino sólo su olvido?

     Como frustrado de tanta espera y exhibiendo la violencia que supone imaginar un futuro -en unas islas que fueron saqueadas por colonizadores europeos y norteamericanos- un poeta performer dominicano pregunta a gritos al imperio “¿Cuándo vas a contestarme el teléfono? ¿Cuándo dejarás de hablarme en inglés? ¿Cuándo me darás la oportunidad de dejar de ser esclavo y ser amo”[2]. Una  feminista negra y transfronteriza describe ese clima poético como un infierno, como un territorio donde se sobrevive con la locura. Es cierto que a veces esta locura permite sobrevivir y eso lo sabemos los y las poetas: “Yo sé que la locura es un pretexto que han inventado algunos grupos para marginar a otros grupos que se están enterando de qué es lo que está realmente pasando en este presente”, dice la voz de Johan Mijail, para luego agregar  que la locura ya es un modo de vivir: “hace ya algún tiempo es fruto de la posmodernidad, donde la gente hace todo lo posible por parecer demente”[3]. Entre la figura de una negra loca, una escritura que va pa’ llá, viene pa’ acá, “Sí, señores, tó e’ ná, cuando se vive en esta hipocresía. En esta mentira travestida de verdad. Tó e’ ná, Ná e’ tó, Tó e’ coro’”[4].

     Como una filosofía del caribe el todo se vuelve nada y la nada todo, un modo de burlarse de un pensamiento que busca razones y explicaciones para estas vidas caribeñas precarizadas. Mijail no hace tomar conciencia de estos problemas de tercermundismo con razones, sino con fragmentos poéticos que presentan cómo el cuerpo caribeño es educado para soportar un no futuro[5]. Bourdieu en una conversación con Egleaton señala «las personas dominadas, las mujeres, adquieren el sometimiento a través de la educación del cuerpo. Podría dar algunos detalles: por ejemplo, las chicas aprenden a caminar de un modo determinado, a mover sus pies de una forma particular y a ocultar sus pechos» [6].

     La educación sobre el cuerpo, el cuerpo como un foco de aprendizaje del sometimiento que es precisamente un proceso que no es necesariamente asunto de la conciencia. La emancipación como una cuestión del cuerpo. ¿Cómo reconocer el lugar del sometimiento racial y sexual? Nos parece preguntar Mijail. Hay una insistencia por un cuerpo racializado que responde, un cuerpo caribeño que se emancipa, que es todo lo que nos queda. Como pequeñas acciones de performance se presenta este cuerpo negro: “lo primero que hago cuando despierto en las mañanas es ver si mis cejas todavía están sobre mis ojos”[7].

     En el texto la afirmación negra no aparece de modo identitario, no es una identidad caribeña solicitando aceptación desde un foco colonial que nomina la política de forma compartimentalizada, sino que se trata de una parodia poética de un texto que no parece poesía sino que más bien ocupa la forma del ensayo para escribir una poética pordiosera. “La queeridad deshace las identidades a través de las que nos experimentamos como sujetos, insistiendo en lo Real de un goce que ya ha sido clausurado de antemano por la realidad social y por el futurismo en que esta se basa” dice Lee Edelman (2014) poniendo atención en cual es el lugar del deseo de un cuerpo que no se hace Real sino sólo como rareza posible, alegando que no todos los cuerpos adquieren un territorio visible como ciertos sexos y la “raza”. Prestar atención en el color de la piel es de antemano un diálogo social y político negado, una negritud que no se piensa como parte de los relatos futuristas de la nación heterosexual donde vivimos. Para romper esta clausura contra lo negro la escritura de Johan Mijail es algo de lo que –ocupando palabras del dominicano Junot Díaz- “los muchachos no pueden parar de hablar (…) y cuya atracción todavía no entiendes”[8]. Como una rareza dentro de una ciudad como Santiago la escritura de Mijail toma  escena como una excepción dominicana, como una rareza dentro de ese estereotipo que piensa sólo como víctimas a los cuerpos caribeños.

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fotografía por Gonzalo Tejeda

     ¿Cómo tomar reconocimiento de este sometimiento racial? ¿Cómo se vive siendo un dominado en  un New York chiquito? Un Apocalipsis caribeño, ruinas y
desolaciones en el territorio donde llegó Colón y donde ahora después de 500 años la «estatua de Cristóbal Colón está sola» donde «ya no hay enamorados dispuestos a ir a besarse a los parques » (pág. 41). Mijail pone un cuerpo isla, inserta corporalidad al territorio. Una isla donde sus habitantes originarios, los Taínos, se rebelaron contra los españoles y “comenzaron a asesinar a sus propios hijos y recién nacidos, a fin de que no sufrieran el destino que ellos debían padecer en carne propia” [9].

     Son esas violencias que educan al cuerpo racializado lo que se pone en escena en esta isla donde los relatos civilizatorios del progreso siguen siendo promesas válidas, tan válidas que inmigrantes dominicanos, quizás vecinas de Mijail, llegan a Chile con la información de que aquí en Chile se paga en dólares y de que hay trabajo e incluso cuando llegan aquí notan que no hay tantos negros[10]. Y es que ¿a quién le interesa pensar o hablar del problema social e histórico que se apega al color de la piel? Entonces son esas promesas de un neoliberalismo que genera promesas de un avance y un mejor desarrollo, son esos discursos los que Mijail parodia. Una poética política que derrumba estos sueños económicos civilizatorios y se arma sus propios afectos.

    “El mundo es una trampa donde van cayendo por un hueco enorme muñecos de plástico de todos los tamaños y colores para poder sobrevivir cuando se acaba la naturaleza o cuando comienzan a llover gotas de cemento y a veces piedras” (78).

     Esta ficción con la que se arma Mijail es para una resistencia, la resistencia a articular relatos no victimizarios de la negritud. Sino eso que no esperabas.

     Y debemos afirmar con Mijail como la razón es un lugar de instauración de colonialismos históricos que excluyen esa dimensión donde el cuerpo se articula y no necesariamente desde la razón. Así lo advierte Bourdieu «yo lo llamo una tendencia escolástica, una tendencia a la que todos estamos expuestos: la de pensar que los problemas pueden ser resueltos sólo mediante la conciencia»[11]. Y asimismo aparecen escenas donde las creencias expresan otros modos de habitar que han sido silenciados, donde aparecen fantasmas, espectros más que personas, donde el pan en la puerta servía para no «dejar entrar cualquier energía a la casa. Que lo malo andaba suelto y nuestra responsabilidad es alejarlo»(88). Esta es la voz de los padres del caribe, una que asusta, que reprime y que persigue.

     Politizar el color del cuerpo, no significa colorear o travestir superficialmente el cuerpo, sino reconocer los vínculos donde se reproduce la violencia racial. No es mera performance. La raza es una dimensión que no requiere sólo de un grupo humano o que describa a una minoría, sino que está fundada en dimensiones sociales como la familia. Familia, nación y raza es lo que se presenta en este ensayo poético de un cuerpo que se declara isla, donde no hay ninguna familia armoniosa sino que Mijail se enfrenta a los estereotipos de la negritud. «El tambor, la velas, el gagá. Cada una de esas características de nuestros ancestros parece le hicieron algo malo a los presidentes y a los que han tenido, desde siempre, el poder. Los vencedores» (89). ¿Por qué y para qué preguntarse por los ancestros? ¿Cuál es el lugar de lo hereditario en un régimen nacionalista sino sólo restituir el valor de lo sanguíneo de esas “primeras familias” originales? Y como afirma la feminista bióloga Haraway la raza se basa en una diferenciación de sangre, de quién pertenece a qué tipo de origen y a que por favor no se mezclan las sangres. “Los lazos sanguíneos eran los hilos proteicos expulsados por el paisaje físico e histótico de sustancia de generación en generación, formando los colectivos orgánicos altamente entretejidos de la familia humana. En este proceso, donde estaba la raza estaba también el sexo. Y donde estaban la raza y sexo, las precauciones en torno a la higiene, la decadencia, la salud y la eficiencia orgánica” (Haraway, 265). ¿Cuándo unos orígenes sanguíneos, es decir familiares, siguen constituyendo el relato del sujeto? Es decir, donde los orígenes siguen importando, la raza seguirá funcionando como un articulado de exclusión. Algunos tienen el honor de saber y hablar sobre sus orígenes familiares, conocen la herencia de su sangre, otros nos conformamos con imaginar una raza kiltra, una donde las violaciones entre españoles, indias y negras nos difuminaron un pasado biológicamente prístino[12].

     ¿Cómo se sobrevive siendo un pordiosero del Caribe? Esa es la pregunta que instala la posición crítica de Mijail resaltando ese lugar del pordiosero que imagina en qué basurero quiere pasar la noche cuando se acabe el mundo o que incluso ha pensado en vender su sudor «para darle tumbe a los extranjeros que todavía creen que somos únicamente palmeras y motoconchos y, del otro, enormes tiendas con ropa muy fea y cafeterías donde he pensado ir a vender mi sudor» (86). Y no es locura, pero también sí, y no es sólo una buena performance, pero también sí, sino que Mijail propone y sigue el juego de la imaginación neoliberal, ese donde un caribeño hace visible que quizás sea posible vender ese cansancio, ese gasto enérgico, ese sudor ya sea sexual o efecto de la explotación laboral, ese sudor que se pone a la venta y que no es visible en las vitrinas. Ese sudor invisible del inmigrante que tampoco sabía que en el sur hacia tanto frío y donde viven negros y negras atrapados en la isla que nos enseñan es Chile.

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[1] Recomiendo revisar la investigación periodística sobre las trabajadoras sexuales dominicanas en la región de Magallanes de Chile. “Crece la violencia y los abusos contra mujeres migrantes en Magallanes”. En Ciper. Link: http://ciperchile.cl/2014/12/29/crece-la-violencia-y-los-abusos-contra-mujeres-migrantes-en-magallanes/

[2] Pordioseros del Caribe (2014) Johan Mijail. Editorial Desbordes: Santiago.

[3] Íbid. Pág. 85.

[4] Íbid.

[5] No al futuro. La teoría queer y la pulsión de muerte (2014) Lee Edelman. Egales editores: Barcelona.

[6] “Doxa y vida cotidiana: una entrevista” (2003) Pierre Bourdieu y Terry Eagleton. En Ideología: un mapa de la cuestión, Slavoj Zizek. Fondo de Cultura Económica. Pág. 300.

[7] Pordioseros del Caribe. Pág. 85.

[8] La maravillosa vida breve de Óscar Wao (2008) Junot Díaz. Editorial Mondadori, Barcelona.

[9] La invasión de Haití. La cara sucia de las razones humnitarias (2013) José Antonio Gutiérrez. Witrän Propagaciones, Argentina.

[10] Observaciones realizadas en el contexto de la investigación Fondecyt “Inmigrantes ‘negros’ en Chile: prácticas de racialización/sexualización” a cargo de la Dra. María Emilia Tijoux (2013-2015).

[11] Op.Cit.(2003). Pierre Bourdieu y Terry Eagleton. Pág. 300.

[12] Agradezco a Lucha Venegas, activista CUDS y huacha, esta reflexión.

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Johan Mijail Castillo Guillén (Santo Domingo, República Dominicana, 1990) Periodista, escritor y performer. Ha publicado un poemario (Metaficción, 2011).  Ha presentado exposiciones fotográficas, performances y spoken Word. Trabaja gestión cultural y colabora para medios de comunicación de su país.

http://johanmijailcastillo.tumblr.com/

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Este 14 de febrero será NEGRO / Primera convivencia Hysteria! Revista

Promo-finalsmll

****************************PROGRAMACIÓN*******************************

7:00 – Coctel de bienvenida cortesía de la Microcervecería La Chingonería (lleguen temprano por que se acaba)

7:30 – Charla sobre tips básicos para el sexo anal – por Ma. Carmen López Segura de Exotantric

8:00 – Demostración de Bondage por Frida con Todo mi Odio y Gatocontos

8:45 – Performance de Julia Antivilo

9:00 – Proyección de videoarte xxx por Carnesí

10:00 – Premiación del concurso de sexy selfie 

10:20 – Concierto de Lxs Escombro

11:20- Manifiesto del Colectivo Poliamor México

11:30 Dj Asagi Saundo

2:00 Se acaba la fiesta 🙁

Porque ya nos hacía falta inventar un pretexto para conocer y convivir con nuestrxs colaboradorxs y lectorxs, nos es muy grato anunciar nuestro Primer Encuentro Nocturno de Hysteria! Revista: «NEGRO», que se llevará a cabo el día 14 de febrero de 2015 en Casa Galería.

Julia Antivilo
Julia Antivilo

Una convivencia con nuestros queridxs y apreciadxs colaboradorxs y lectorxs en la que lxs agasajaremos con: Una demostración de Bondage en vivo a cargo de Gatocontos, Frida Con Todo Mi Odio y Alejandro Molina y una plática sobre técnicas para realizar sexo anal por Exotantric. También tendremos una exquisita proyección de videoarte XXX cortesía de Carnesí.  La única e inigualable artista $hilena Julia Antivilo nos presentará uno de sus performances. Asimismo contaremos con la fina presencia de nuestra maestra de ceremonias, la señorita-artista-filósofa Walpurgis Gara y, para mover el bote, tendremos la cumbia galáctica de Asagi Saundo. Para cerrar la noche con broche de oro contaremos con el sonido garage-punk de una de nuestras bandas favoritas ¡¡Lxs Escombro!!

También habrá stands de nuestros fabulosxs patrocinadores que tendrán a la venta algunos de sus productos con interesantes promociones. Nuestros patrocinadores de este evento son: Condonería Coyoacán, Exotantric, Sladom y  MicroCervecería La Chingonería.

El cóctel de bienvenida correrá a cargo de la MicroCervecería La Chingonería, de fabricación artesanal así que ¡lleguen temprano porque se acaba!

La entrada será únicamente con pases que estaremos otorgando los días previos al evento, por lo que si quieres asistir lo único que tienes que hacer para ganarte un boleto doble es mandarnos un sexy selfie a hysteriapromociones@gmail.com, las dos mejores selfies serán premiados el día del evento con un súper paquete de regalos, cortesía de nuestros patrocinadores.   *** ATENCION: Sólo mayores de 18 años, los selfies no serán publicados, sólo los verá el equipo editorial para asignar a los ganadores del concurso***

Para que se inspiren en sus selfies aquí les dejamos unas fotos de el equipo editorial de Hysteria! ;D

 

Además, te recordamos que el dress code es lencería negra, leather, vinyl, kinky, goth o bondage. Y, sobre todo, que Hysteria! Revista está basada en el respeto al cuerpo e identidad de todxs, por lo que asumimos que tu postura es igual a la nuestra, por lo que ninguna agresión, tocamiento no solicitado ni falta de respeto en general será tolerado.

El evento será en:

Casa Galería: Abasolo No. 37, Col. Santa Úrsula Coapa, Delegación Coyoacán. Ciudad de México.

MAPA CASA GALERIA

Allá nos vemos!!!

 

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La obra de Gabrielle Le Roux

Silva-Namibia3

por Erika Bülle

Conocí a Gabrielle en noviembre del 2014, una charla en un seminario donde el tema a tratar en esa ocasión era su trabajo como activista y artista. (*)

   Se presentó con un fluido español, diciendo, soy Gabrielle, y soy Queer.

    Pero, ¿quién es Gabrielle?, ella nació en Londres y creció en Sudáfrica. Es artista visual y activista por la justicia social. Desde 2001 ha colaborado con organizaciones y grupos diversos en la creación de intervenciones culturales, en una diversidad de formatos, incluido el video. Fue cofundadora del South African Women’s Media Watch, organización de la que fue directora durante varios años. Su trayectoria como activista feminista en torno al género, cuestiona aspectos como el sexismo, el racismo, el clasismo y la homofobia.

    Después de la introducción curricular, nos explicó las dificultades que enfrentaban las personas transgénero en África, la nulidad de sus derechos, su poca aceptación, la dificultad económica para rehacerse con proceso hormonales, así como la importancia del desafío religioso que este cambio tiene consigo.

    Cuando finalmente llegó la hora de ver su trabajo, me encontré con dibujos directos de la observación de lxs modelos, en todos había palabras alrededor del retrato. Algunos otros eran pinturas un tanto más elaboradas a color, que reflejaban más una preocupación técnica que de expresión. Cuando le pregunté cuáles le gustaban más, sin pensarlo me dijo; “los primeros, los dibujos”, me explicó entonces el proceso de esta serie, donde retrata modelos transgénero, Todxs de diferentes países del continente africano; Uganda, Zimbabwe, Kenya, Botsawana, Sudáfica, entre otros. Mientras dibuja platica con lxs modelos, así el trabajo se vuelve dinámico y ella logra apropiarse de sus historias para complementar el sentido de los dibujos. Le toma aproximadamente dos horas dibujar el retrato; para posteriormente pedirle al modelo que con sus palabras y letra, escriba lo que quiera que todos sepamos sobre su persona, sentimientos, historia, lo que sea que quiera decirnos; de esa manera el trabajo del artista se convierte en una unidad entre su modelo y ella.

    Gabrielle jamás propone la composición que lxs modelos hacen al poner sus textos, sorprendentemente todxs han escrito alrededor del dibujo, sin cruzarlo, sin rayar su retrato, sin incidir dentro de él, como un ritual de respeto mutuo, donde retrato y escritura se complementan haciendo una fusión de dos personas hablando de lo mismo. De la discriminación transgénero, de la raza, del orgullo de ser auténtico, de la lucha que persiguen juntos.

    Para Gabrielle, el objetivo de los dibujos no es crear obras de arte que pretenda vender en galerías y museos, ni tampoco consagrarse como una artista importante dentro del mercado del arte, su objetivo es darnos a conocer las diferentes caras de las personas transgénero, con sus problemáticas, con sus logros, para poder avanzar en los lugares donde hay tensiones con el tema.

    Gabrielle ha expuesto este trabajo en lugares como el Wits Art Museum en Sudáfrica, el Museum of London, la sede de la UNESCO en París, el Ninsee Museum on Dutch Slave History and Heritage en Amsterdam, las galerías Shunt en London Bridge Station, y Art Cage Gallery en Amsterdam, también se incluyen Berlín, Barcelona, Estanbul, Madrid, Estocolmo, Hamburgo, Viena, Tier, El Haya, Atenas, Ankara y Malmo.

    Gabrielle Le Roux actualmente trabaja una serie de videos de personas transgénero en Turquía, una experiencia diferente para ella, pero sin lugar a dudas igual de valiosa.

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* Seminario permanente…… Visiones Multi y transdiciplinariAs» y CEEAGSE: Marinella Miano

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Editorial #11 NEGRO

#11 NEGRO
#11 NEGRO

*negro, gra. (Del lat. niger, nigri). 1. adj. Se dice de la ausencia de todo color. 2. adj. Dicho de una persona: Cuya piel es de color negro.  3. adj. Moreno, o que no tiene la blancura que le corresponde. 4. adj. Muy sucio. 5. adj. Infeliz, infausto y desventurado. 6. adj. coloq. Muy enfadado o irritado. Estaba, se puso negro.

*Definición de la RAE

 

**Negro. Negro de lo negativo, lo sucio, lo cruel. Opuesto al blanco positivo, virginal, puro y hegemónico. En este primer encuentro, Negro, aprovechamos el tema del que hace gala nuestro número 11 y tomamos el color de lo oculto y lo prohibido para, en la víspera de nuestro 2º aniversario, salir de detrás de la computadora, dar la cara y abrazar a nuestrxs lectorxs y colaboradorxs sin quienes este hermoso proyecto no sería posible. Porque en el negro es donde realmente nos encontramos, en la disidencia ante la normalidad, nos  mostramos sin miedo para reconocemos en lxs otrxs, pero además para gozarnos y saber que lo que estamos haciendo es un incentivo para el diálogo y el cuestionamiento mutuo de nuestras corporalidades, nuestras afinidades, nuestras identidades particulares y desde ahí fincar alianzas.

Así, este es un pretexto para agradecer a todas las personas que han hecho posible que Hysteria! no sólo sea un sueño nuestro, sino de todxs aquellxs que envían sus textos y obra, haciendo de esta revista un lugar de unión e intercambio donde lo que más se agradece es la pluralidad de puntos de vista, sexualidades e identidades. ¿Qué más podríamos pedir?

Ojalá que, para todxs, esta noche sea muy, pero muy NEGRA.

**Texto de recibimiento del «Primer Encuentro Nocturno de Hysteria Revista: NEGRO«

 

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