Activismo gorde, y ¿gordofobia? o ….

por Erika Bulle

No recuerdo en qué etapa de mi vida escuché más veces la palabra gorda, pero si recuerdo que algunas veces fue muy dolorosa y otras solamente era un sonido, una guturación emitida por algún violentadorx.

Las heridas quedan, como pequeñas manchitas que podríamos ver en una radiografía imaginaria, en nuestros huesos, en nuestro tórax o quizás en nuestros pulmones.

esas manchitas con el tiempo se van eliminando, pero ¿qué pasa cuándo llega otra enfermedad que no regresa a la vulnerabilidad de los primeros años?

Así llegó la COVID 19, y junto con ella el discurso de odio hacia las corporalidades gordas más largo e insistente que he escuchado.

He llegado a los 52 años como activista gorde con mis herramientas puestas en las artes y este discurso parecía derrumbar el trabajo de tantos años. El miedo, se apoderó de mí, comencé a experimentar la condición de mis amigas gordas que no tienen accesibilidad a las calles, la sentencia diaria fabricada por un médico evidentemente gordofóbico o mejor dicho gordo odiante.

El problema que enfrentan las corporalidades gordas crece conforme la violencia médica avanza, incorporo en mi pensamiento las palabras del filósofo camerunés Achille Mbembe, quien propone en su tesis Necropolítica la idea de que el terror forma parte implícita de los regímenes coloniales contemporáneos, es aquí donde la necropolítica se erige como un aparato de poder que amenaza constantemente estas corporalidades en México, ya que como Mbembe lo apunta “vivir bajo la ocupación contemporánea es experimentar de forma permanente la vida en el dolor” y en el caso de México donde el sector salud estatal interviene de manera masiva lo que puede experimentar un cuerpx gorde es el constante dolor a ser rechazado, humillado y señalado por el otro. Las corporalidades gordas se encuentran constantemente intimidadas por ese médico que a diario nos mencionaba en la televisión, bajo la amenaza de morir, por el simple hecho de ser gordes, obligandonos a someternos a peligrosas dietas que en ocasiones terminan con la vida. Llegaron las nuevas prácticas de control de los cuerpxs por parte del Estado, una amenaza que puede derivar en un dispositivo de necropoder.

La guerra también es un medio de establecer la soberanía tanto como un modo de ejercer el derecho a dar la muerte”, lo que se puede deducir en la palabra guerra es que ha sido causante de exclusión, discriminación, terror y ha llegado a generar la muerte. Es el poder del capitalismo el que se ha ensañado con estos cuerpxs gordes rechazándolos y mandándolos a la condición de pérdida.

Permanecer en casa por casi dos años, bajo una selección médica de prioridades para vivir, los hospitales llenos, ¿acaso hay una cama para un gorde más?

Al igual que Mbembe describe, el cuerpx gorde se ha sumido en las condiciones del esclavo, donde se pierde el hogar, los derechos sobre el cuerpx y el estatus político, perdimos el derecho a la opinión. Mbembe nos da un panorama de la necropolítica de forma global y problematiza con conceptos como el de biopolítica de Michel Foucautl. Mientras que para Foucault el biopoder es el poder de la vida de los sujetos, para Mbembe esto va mucho más allá; él plantea los mecanismos de control sobre quién debe vivir y quién debe morir; mediante una clasificación de las vidas donde existen cuerpxs que no son productivos, lo que llama el hacer morir y dejar vivir, concepto que da paso al silenciamiento del cuerpx, mecanísmo usado en la pandemia al tratar de dejar en evidencia que las corporalidades gordas solo aumentamos la problemática de la pandemia.

Pero regresando al pensamiento gordoodiante de las conferencias COVID, quiero reflexionar sobre la palabra “gordofobia”.

La discriminación a los cuerpxs gordes en especial el de las mujeres gordas es una problemática que a diario se presenta en el contexto del Abya Yala; para enunciar esta forma de violencia se utiliza el término gordofobia; el vocablo tiene la potencia necesaria que señala la denuncia al agresor, sin embargo resulta un tanto paradójico debido a que la palabra fobia en esencia es una patología, por lo que es necesario consientizar sobre la palabra.

Según la página, Glosario de Psicología encontrada en la red, y cuyas definiciones coinciden con otros diccionarios especializados encontrados, dice que una fobia es:

Miedo irracional y obsesivo a ciertos objetos y situaciones; Temor patológico angustioso, que se experimenta ante circunstancias u objetos que normalmente no son temibles, y que por lo tanto no tienen justificación objetiva. El término fobia deriva de la palabra griega phobos, que significa temor, terror y pánico.

Para el DSM1 la fobia tiene las siguientes características diagnósticas.

La característica esencial de la fobia específica es un miedo intenso y persistente a objetos o situaciones claramente discernibles y circunscritos. La exposición al estímulo fóbico provoca casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad. Esta respuesta puede adquirir la forma de una crisis de angustia situacional o más o menos relacionada con una situación determinada. Aunque los adolescentes y adultos con este trastorno reconocen que este temor es excesivo e irracional, esto no sucede a veces en el caso de los niños. En la mayoría de las ocasiones el estímulo fóbico es evitado, si bien a veces puede experimentarse, aunque con sumo terror. El diagnóstico es correcto sólo si este comportamiento de evitación, miedo o ansiedad de anticipación en relación con el estímulo fóbico interfiere significativamente con las actividades cotidianas del individuo, con sus relaciones laborales o sociales, o si la existencia de esta fobia provoca un malestar evidente”.

Al teclear en el buscador Google, cuáles son las fobias más comunes, aparecen la aracnofobia, sociofobia y aerofobia. Nuevamente acudí al DSM IV, aquí encontré los siguientes resultados:

Subtipos de fobias:

Tipo animal. El miedo hace referencia a animales o insectos. Este subtipo suele iniciarse en la infancia.

Tipo ambiental. El miedo hace referencia a situaciones relacionadas con la naturaleza y los fenómenos atmosféricos como tormentas, precipicios o agua. Este subtipo suele iniciarse en la infancia.

Tipo sangre-inyecciones-daño. El miedo hace referencia a la visión de sangre o heridas, o recibir inyecciones u otras intervenciones médicas de carácter invasivo. Este subtipo presenta una incidencia marcadamente familiar y suele caracterizarse por una intensa respuesta vasovagal.

Tipo situacional. El miedo hace referencia a situaciones específicas como transportes públicos, túneles, puentes, ascensores, aviones, coches o recintos cerrados. El inicio de este trastorno sigue una distribución bimodal, con un pico de mayor incidencia en la segunda infancia y otro a mitad de la tercera década de la vida.

Otros tipos. El miedo hace referencia a otro tipo de estímulos, entre los que se incluyen las situaciones que pueden conducir al atragantamiento, al vómito, a la adquisición de una enfermedad; fobia a los «espacios» (es decir, el individuo tiene miedo de caerse si no hay paredes u otros medios de sujeción), y el miedo que los niños tienen a los sonidos altos o a las personas disfrazadas. Resalta el hecho de que en ninguno de estos diccionarios especializados, aparezca la palabra gordofobia, o la insinuación de que pudiera existir este padecimiento; al parecer no se han registrado casos en los que un sujeto experimenta un miedo irracional a las personas gordas, sin embargo en el grupo de las fobias sí se encuentra clasificado el temor a engordar, a esta fobia se le llama pocrescofobia, que puede ser una de las causantes de la anorexia, sin embargo muchas personas anoréxicas tienen relaciones amistosas o familiares con gordos, lo que resulta contradictorio, ya que por un lado un sujeto con anorexia no desea engordar, aunque no necesariamente rechaza al gorde, aquí también encontramos algo interesante y es que durante el año en él escuchamos las conferencias COVID las corporalidades en extremo delgadas, nunca se mencionaron como factor de riesgo e incluso se supuso que no tienen las llamadas comorbilidades. ¿Pero, las personas delgadas en realidad nunca son diabéticas o hipertensas?

La palabra gordofobia se usó a partir del año 1984, en los Estados Unidos como fat phobia, por L.C Bacon y J O/Reilly (Taringa 2014), castellanizándose hace algunos años, primero en España y América del sur, hasta llegar a México más recientemente.

Wikipedia que es la enciclopedia de la red más consultada por los jóvenes y estudiantes, la enciclopedia ha trabajado en la definición de una palabra llamada obesofobia, el término actualmente fue aceptado para su publicación después de una discusión y propuesta de borrado.

La obesofobia del inglés obesophobia, también referida en la literatura como pocrescofobia, miedo a ganar peso, fobia al peso o fobia a la grasa es un neologismo que alude al miedo o desagrado exagerado a la gordura propia o la de otros. En los ámbitos de la psicología clínica y la nutrición, algunos autores la asocian a problemas de conducta alimentaria riesgosas y trastornos psicológicos tales como la anorexia nerviosa.

Sin embargo, la palabra indica que el sujeto obesofóbico padece de una patología al igual que el obeso por lo que ambos deben entrar en tratamientos que compete atender a la psicología y a la psiquiatría, ambos términos patologizan al sujeto, por lo que se da por hecho que la conducta discriminatoria hacia el cuerpx gorde es aceptable o justificable por tratarse de una enfermedad. El mismo uso de la palabra gordofobia por la persona gorda ha ido obligando al uso y creación del término formal, lo que concede la duda al que con su conducta agrede sistemáticamente al gorde, generando un sentimiento de culpa y desamor solo por el hecho de poseer un cuerpx gorde.

Para evitar esta disculpa y tolerancia hacia el insulto y discriminación por parte del gordofóbico se tendría que considerar la búsqueda de algún otro término que no pertenezca al aparato de la clínica, pero que refiera a la actitud discriminatoria de manera tan contundente como hasta ahora ha sido la palabra gordofobia. Con esto quiero proponer el uso de la palabra gordoodio, misma palabra que me ha ayudado a entender y visibilizar más fácil el activismo gorde una vez que llegué a los 50 y me acompañó una pandemia.

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Erika Bulle (9 de junio de 1969, Ciudad de México), Activista gorda y performer, cuenta con 14 años de experiencia docente. Ha dado ponencias y performances sobre activismo gordo y performance a nivel nacional e internacional.

“Beneficiaria de sistema Nacional de Creadores de Arte 2021, del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (SACPC)”

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