Aborto retrospectivo de la heterosexualidad como régimen político: Leonor Silvestri desde Argentina entrevista a Frida Cartas

Aborto retrospectivo de la heterosexualidad como régimen político, y uno de los mayores mecanismos de control y reproducción de las violencias contra las mujeres: Una entrevista de la escritora-filósofa Leonor Silvestri desde Argentina, a Frida Cartas, feminista incómoda hasta para los feminismos, en México.

Leonor Silvestri.-  Si mal no me equivoco, México fue el primer país del continente americano en legalizar el aborto. Sin embargo, vos das talleres de aborto autogestivo en casa. Me da la sensación que la situación de legalidad de México alerta al feminismo sobre este fetiche que se suele tener con las leyes, el Estado y la alianza médico-jurídica. Sin ir más lejos, acríticamente el slogan local de la buena conciencia sobre este tema es “ educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”. Quisiera que expliques cómo ves vos este tema con respecto a las ventajas de continuar realizándonos abortos autogestivos en casa versus la confianza ciega de ciertos feminismos en las instituciones médico-jurídicas, y cuáles son tus motivaciones para realizar estos talleres y reinventar estos conocimientos.

Frida Cartas.- Bueno, la “grandísima” condescendencia y el “generoso permiso” de México y sus gobiernos es sólo en la Ciudad de México, eh, conocida como la capital del país, ahí legalizaron como tal el aborto a libre demanda de las mujeres agregando una causal más a las 6 que ya existían. Así que sólo en la Ciudad de México esta afamada legalidad es posible, en el resto de los 31 estados sigue cada vez más criminalizado y perseguido como ejercicio simple de autonomía corporal y sexual, ya ni se diga como uno de los derechos humanos anclados en los derechos sexuales y reproductivos que todas tenemos. En estos estados hay de 3 a 5 causales, y una de ellas está asentada como “permiso” principal y general, que es en el caso de violación, pero la experiencia nos demuestra que aún con esa causal siempre están los ministerios públicos y las misoginadas médicas que evalúan los casos, impidiendo que uses la ley con todo y causal. No les importa que hayas sido violada igual te torturan para que no abortes, igual te culpan de la situación e impiden que abortes.

Esta propuesta de ley y exigencia para agregar la causal 7 nombrada muy antiespanto “Interrupción Legal del Embarazo” en la capital, vino por supuesto de las feministas institucionales, activistas AC u ONG, y de las que militan en alguna otra colectiva oficial. Y yo también percibo como tú, que lo hicieron más como vender una foto en el tema de avance, inclusión, progresismo bienpensante, “mírennos cómo trabajamos”, que en abrir un abanico más amplio de posibilidades y soluciones a las problemas estructurales de violencias cotidianas y sexuales contra las mujeres. Más adelante tendré espacio para detallarte este punto.

Ahora quisiera decir que persiste por encima de todo la rancia idea de que el aborto TIENE (así imperativamente en mayúsculas) que ser dentro de un hospital y con un médico porque si no es así entonces NO PUEDE SER: “No está bien”, “es sumamente riesgoso”, “qué irresponsable, no, no, no, muy mal, cómo te atreves”, “atenta directamente con la vida de las mujeres”…

Y fíjate, es rancia porque es una idea falsa, qué digo falsa, ¡es tramposa y manipuladora! Alimenta esa falacia buenrollista, polite y muy del activismo progre derechohumanista victimizante, y maternalmente arropador; le hace el caldo gordo al Estado, al progresismo bienpensante, redentor, salvador, único, verdadero; repito: falso.

A mi esa consigna todoterreno y muy “transgresora” de “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar” que mencionas, me da nausea y urticaria, es como si la dijera cualquier señora burguesa católica que se las dá de incluyente, consciente, leída y académica, pero no deja de alzar el dedo rector y misógino a la menor provocación. Se asume que cuando te dan educación sexual ya no tendrías que embarazarte jamás, porque ya lo sabes todo y sabes cómo “cuidarte”, entonces si te pasa será “por tonta, por irresponsable”, ¡porque tú lo sabías y mira lo que te pasó! Culpabilizando con ello, otra vez, una vez más, para no variar, a las mujeres. Además, ningún método anticonceptivo es cien por ciento seguro, ni uno. ¿Por qué se asume entonces que si usas alguno no tendrías que embarazarte? Muchas quedan embarazadas con el DIU puesto o el implante. Y por último, eso de aborto legal para no morir, bueno, qué te digo Leonor, la creencia generalizada que los hospitales y los médicos salvan vidas y son dioses, ah, y que allí todo se resuelve y no pasa nada, nada, más que el bien, ¡sí cómo no! Cuando lo cierto es que en el hospital también muere mucha gente por negligencia, por misoginia, porque los médicos por muy médicos que sean han sido criados y creados en este mundo heterosexual y macho, y las violencias que ahí se generan de parte de ellos y la ciencia médica hacia los cuerpos de mujeres y una decisión de aborto, son altas y muy violentas. Aborto legal para no morir, gritan, ¿viste? Por lo tanto aborto “ilegal”, como sería el aborto autogestivo en casa para esta consigna y sus simpatizantes, es igual a muerte, así en vulgar dicotomía. He ahí la consigna católica y burguesa implícita. ¡Asco! Te dejo el enlace con el demenuzamiento que he hecho por separado de esta consigna. 

Pero nadie lo dice, nadie dice que los médicos no son dioses y también matan gente, la matan socialmente, y físicamente se les mueren, y menos lo dicen las activistas derechohumanistas que viven del erario público y de las políticas que papá Estado a través de sus organismos esposos e instituciones machistas otorga. Porque lo importante será siempre salir en la foto, en portada, con el encabezado “ya avanzamos, enhorabuena, lo logramos, ya hay una ley digna, esto es un logro en la lucha”; para este activismo, igual que para la democracia y el Estado, las mujeres son sólo una estadística, un número, las cifras importan y pesan mucho más para hacer el reporte mensual y anual de la ONG y/o la asociación civil, o del periodo de gobierno. Y nada más.

Hartita estoy del cuento de que si no es con leyes que el Estado “generosamente reconoce y otorga”, no podemos abortar de forma segura, de que si no es en un quirófano todo lo demás es igual a hemorragia, charcos y charcos de sangre, dolor, tortura y muerte, ¡y pues no! De ninguna manera, ¡claro que podemos abortar en casa de forma muy segura! El aborto autogestivo en casa con pastillas o hierbas, puede ser una opción segura, tan segura como la del hospital. Y eso no te lo dicen quienes abogan por la dupla médico-jurídico. Es más, te niegan e invisibilizan la opción, y con ello la decisión de autogestión. Cuando la realidad es que las mujeres necesitan además de herramientas de empoderamiento, varias opciones para tomar decisiones y soluciones, muchas opciones, cuantas más opciones mejor. Que en el aborto tengan más que la opción del hospital. Que lo tengan.

Y es que las mujeres han abortado desde siempre con o sin ley, y lo seguirán haciendo. Que han muerto muchas mujeres en ese hacerlo, es cierto, yo no lo estoy negando, pero no es por el proceso en sí sino por la falta de información o la información errónea sobre cómo llevarlo a cabo y la estigmatización, el miedo y la culpa que siembran sobre realizarlo en casa y no en el nosocomio. Nuevamente consumimos el cuento que la medicina y los médicos salvan vidas como con superpoderes y son los únicos que pueden hacer algo en estos (mal)llamados espacios de “salud”, ¡porque, oh, oh, tampoco es verdad! En casa tú puedes cuidar además tu salud psicoemocional que en los servicios de ILE en hospitales públicos de Ciudad de México no les importa cuidar porque se trata de tí: una (mala)mujer que aborta.

El aborto en casa no tiene que ser con un gancho o una tiara, ni golpeando el vientre o rodando por las escaleras, como hicieran muchas mujeres al sentirse solas, desesperadas y vulnerables. Ahora ya no están solas, no tienen que estarlo. Hay que informar e informar sin sesgos y feministamente sobre cómo hacerse un aborto seguro en casa, amplia y detalladamente paso a paso, con todos los detalles alrededor, con todas las medidas de seguridad pertinentes, y también hablar y señalar la solución a posibles problemas secundarios que pudieran ocurrir durante el proceso de aborto en casa. Se puede monitorear una hemorragia y actuar sobre ella si ocurriese, incluso antes que suceda.

Así que habiendo hecho este pequeño e ilustrativo paréntesis, déjame contarte que mi taller de aborto en casa pues es, qué te digo, ¡es una monada! Básicamente se trata de desmontar esta falacia de que la legalidad es una maravilla y la “ilegalidad” así entre comillas, es horror, tragedia y muerte. También fugamos de la dupla: Vida-muerte, ese debate tan trillado y que no le ayuda a nadie más que al discurso opresor. ¿Y cómo lo hago? Lo hago con especial énfasis en el lenguaje y toda la carga sociocultural que conlleva, porque es con la manera de nombrar y señalar cotidianamente como han logrado cimentar, reproducir y perpetuar todo este sistema que oprime y asfixia a diario, así lo han construído. Analizamos sus contextos en particular, y la cultura opresiva sobre la autonomía sexual de las mujeres y/o cuerpos feminizados. Mi motivación me preguntas, es sólo compartir y socializar la información que he aprendido en los contextos de trabajo, la información no tiene que ser un privilegio de nadie, sino un bien común y una bomba de poder y autogestión para destruir un régimen opresor.

Por ejemplo, les digo cosas como que dejemos de decir que el aborto es ilegal, porque no lo es, no lo es de verdad. Decir ilegal tiene un peso de terror psicosocial, y por lo tanto de control sistémico. El aborto como tal ha estado desde décadas en la constitución mexicana, como ha estado en muchas otras constituciones del mundo también… Lo que varía son las causales, y a partir de ahí le llamamos restricción, porque eso es lo que es, restricción y no ilegalidad, por eso te decía hace un momento lo de las entrecomillas. Y como este ejemplo de empezar a desmontar el aborto desde el lenguaje y/o analizar la fragilidad del estigma social para romperlo, hay montones más en el taller. Así empezamos las sesiones y luego ya encarreradas nos seguimos hablando de sexualidad más allá de la genitalidad y el coito, que es donde manipuladoramente la han sumido y reducido. Nadie te dice nunca que cogemos sólo porque nos gusta, porque nos calentamos, porque sentimos rico, y que coger no es equivalente a un embarazo, pero que si este ocurre, un embarazo no es igual a un parto, para eso hay un proceso largo de más de 35 semanas, y antes, es donde se sitúa el tan satanizado y estigmatizado aborto. Lo que yo trato de hacer con las amigas que van al taller es que tiren la culpa al inodoro y le bajen tres veces a la palanca para que toda esa mierda se vaya lejos al caño, así metáforicamente te lo digo.

Y finalmente les comparto un protocolo de aborto con pastillas, que he usado en los distintos acompañamientos por 3 años en los cuales llevo trabajando el tema, la acción y el acompañamiento. Son dos sesiones de 5 horas cada día lo que dura este maravilloso taller feminista antinorma y antiestado que doy.

Nos centramos en concientizar nuestro cuerpo no como genitalidad sino como biopolítica, como medio de producción, y como lugar legítimo para la autogestión; concientizamos en hacernos fuertes con las armas que ya tenemos desde antes y que muchas veces no miramos como tales por toda la parafernalia que a diario nos arrojan encima. En este taller nos convertimos un poco más autónomas, todo eso que no le gusta al sistema, al Estado, al mundo social ayudado por el onegeísmo, las instituciones y las buenas conciencias, que lo que quieren siempre es que hagamos las cosas y vivamos como ellos y ellas mandan, detestan la autonomía. Yo voy por la independencia, la autogestión, nuestro empoderarnos a través de nuestro cuerpo y todo lo que acontece allí, sin seguir la pauta y la guía de “las grandes”, las ilustradas, las líderes, las directoras, ¿porque adivina con quienes están líadas y casadas ellas? Con el mismo Estado macho, misógino y feminicida, que nos mata.

Considero que cuando aceptas con la mano extendida lo que una ley benefactora te da, estás aceptando que te controlen y te hagan creer y sentir lo contrario, así funciona el sistema y el mundo. Y eso es algo de lo que vemos en este taller, que por eslogan dice: taller entre amigas. Las que no dejan de alzar el dedo rector y culpabilizándonos sutilmente y a veces no sutil sino directamente, esas, no son nuestras amigas. Y acá no entran.

¿Cuáles son mi motivaciones me preguntas? Y yo te digo que mi interés y motivación surgió justo haciendo trabajo de acompañamiento a mujeres que abortan por casi un año a hospitales públicos y privados de acá de la ciudad de México, de ver todo el maltrato simbólico, cultural y discursivo que padecen por parte de esa gente que se dice Provida, y también del personal médico, y de pilón de la gente fanática religiosa que aguarda a las puertas de los hospitales para agredirlas en aras de “yo también tengo derecho a la libertad de expresión”… Hay hasta secuestros por parte de esta gente para que las mujeres no aborten, secuestros fíjate bien la gravedad del asunto, secuestros para que no lo hagan o tortura verbal para que lo lleven a cabo sintiéndose lo peor de este mundo, casi asesinas seriales, y vivan con esa carga el resto de sus vidas. Yo lo ví y lo viví, a mi nadie me lo cuenta. De modo que es muy bonito que enaltezcan una ley, hablen maravillas, se hagan muchas selfies en el senado, vayan a congresos, hablan ante la ONU mujeres, blá blá blá… pero se callen toda esta violencia y abuso, y muerte social que se da en la legalidad, porque lo importante es la ley y tener un aborto en el hospital, ¿verdaaaaaad? Como les vaya a ellas en ese ejercicio o derecho, pues “ya veremos después”.

En algunos lugares privados como Marie Stopes ni anestecia local les ponen a las mujeres para hacerles el AMEU porque “tienen pocas semanas de embarazo”, argumentan… Misoginia pura, eso es, que sufran, “para que abrieron las piernas”, y a ver si aprenden, ¿o cómo? ¡Viva la legalidad!

Yo no creo que esté descubriendo el hilo negro ni reiventando nada con este taller de autogestión, lo que sí sé es que estoy contribuyendo un poco a hacer justicia y reconocimiento a muchas otras mujeres que estuvieron antes de nosotras, trabajando y haciendo mucho en este tema, y dando su vida por ello, para que ahora con el boom de un activismo académico, bienpensante, o progresista, se les relegue al olvido y la minimización sólo porque “no impulsaron o crearon leyes”.

Te digo Leonor, tú y quien quiera puede hacerse un aborto en casa sin ir a que una sarta de gente pelotuda te agreda, te estigmatice, y hasta te secuestre, lo puedes hacer en tu casa, con suma tranquilidad y sin sufrir una tortura, o un calvario, de verdad que se puede. Aunque claro está, la decisión será siempre de las mujeres, que lo decidan: Casa u hospital. Ambas opciones tienen ventajas. En hospital es casi gratuito, en casa tu comprarías lo necesario. Pero en casa no tendrías que exponerte ante la mirada y juicios de nadie, te harías acompañar y cuidar de tus emociones por quien quisieses. En el hospital duras un par de horas, en casa la jornada es larga. En casa, se sigue respetando más cercanamente tu intimidad y tu autonomía, sin duda.

RO via Gráfica Pro Aborto Chile
RO via Gráfica Pro Aborto Chile

LS.- Sé que estás interesada en lo que llamaría los devenires animales o por lo menos el devenir post-humano por fuera de las categorías humanas como hombre y mujer, es decir, categorías siempre sexuadas. ¿Cómo relacionás vos esto con tu trabajo en relación al aborto y en especial a las maternidades lésbicas, tan moda en por estos lares, cuando se suponía que las lesbianas no eran mujeres, tal como había dicho Monique Wittig?

FC.- Yo soy antimaternal te lo digo. Podrán hablar de maternidades subversivas, lésbicas, dos mamás, familias homoparentales, de maternidades alternas, clap, clap, clap… Pero tácitamente seguir pariendo es seguir reproduciendo la etiqueta de que una mujer es igual a una vulva, y una vulva igual a una fábrica de bebés, y que es lo más natural, normal y hermoso de la vida, el mejor regalo de quién sabe quién, el fruto del amor y demás pavadas. La primera gran liberación del cuerpo de las que han sido construídas y son leídas mujeres en este mundo capitalista y heterosexual, misógino y macho, es poner cese a la fábrica. Huelga de vientres. Ni más ni menos.

¿Pero qué crees? Si lo dices eres una microfascista, no eres buena feminista, una feminista de verdad, ¡cómo te atreves! Siempre será mejor escudarse manipuladoramente en el discurso de los derechos humanos y las maternidades elegidas, y agredir a quienes decimos esto desde la rebeldía y la deconstrucción de raíz, antes que autocuestionarse lo aprendido, lo que les fue enseñado desde que un médico, la ciencia y la vida les determinó mujer aún cuando ni sabían qué era cuerpo, qué era sexualidad humana, y ni hablar podían.

Además que seguir pariendo y criando, no sólo reproduce el mundo normal, sino que continúa estigmatizando y criminalizando a todas las que tienen útero y no quieren ser mujeres, ni mamás, ni mucho menos embarazarse jamás. ¿Te molesta severamente que te tachen de mujer a medias, de que no tienes el famoso instinto maternal o no se te ha desarrollado, que no sabes lo que quieres, que no has hallado un buen hombre, el indicado para la familia, que no has madurado, que esto, que lo otro? Agradécelo a las que siguen con su práctica alimentando la idea de maquila de bebés en pos del amor a la vida y a la pareja. Al sueño de realización princesa disney, princesas hasta en el lesbianismo que arropa la figura de la madre como consumismo y amor… “Y vivieron felices para siempre”. A ellas todo el logro y el estigma.

No se les ocurre que hay mil posibilidades de hacer o de dejar de hacer familia, pues parir no tiene que ser reproducción del heteropatriarcado, y en específico reproducción de las raíces estructurales y simbólicas de las violencias contra las mujeres o demás corporalidades con vulva, porque ya hay mayores datos e información de hombres transexuales con embarazos, partos y/o decisiones de aborto también. Pero el chip del bebé les fue muy bien introyectado, y el del coitocentrismo que es donde se unen el ovario y el esperma, lo tienen hasta tatuado. Aunque en el caso de las lesbianas el embarazo ocurre en muchas maneras fuera del coito, eso sí.

¿Pero sabes? Ni se les va a ocurrir esas mil posibilidades mientras sigan lloriqueando inclusión, y no entiendan que tienen la oportunidad histórica de desmontar toda una estructura y un mundo que les oprime, y que no es rosa, ni de colores arcoiris elegebetero, ¿cómo? Dejando de alzar banderas y rogando inclusión, y abortando la normalidad. Eso, la normalidad, es lo que nos ha jodido siempre. En la norMALidad va el mal.

En este contexto el aborto, y más en específico el aborto autogestivo, sigue siendo lo único deconstructor y una manera digna de ingobernabilidad al cuerpo, pienso y siento. Wittig estaría revolcándose en la tumba si pudiera ver el panorama.

LS.- Es decir, el aborto como desobediencia sexual del heterocapitalismo… Diría que nos encontramos en un momento post-wittig y su idea de que las lesbianas no son mujeres; y a pesar de que también estamos en un momento donde los varones (trans) pueden embarazarse y las mujeres (trans) embarazar, cierto feminismo continúa considerando el aborto como un tema pura y exclusivamente de cuerpos cuya denominación es “mujer” al momento de nacer sin atisbo de duda, generando toda una serie de exclusiones y malos entendidos tales como suponer que el coito o la penetración y sus riesgos es siempre de matriz heterosexual, cuando un muchacho trans podría quedar embarazado de otro chico no trans durante una relación homosexual. ¿Cómo entendés vos desde tu cuerpo desobediente este tema, cómo lo vivís y cómo te lo hacen vivir esas feministas escencialistas hembro-mujeristas biologisistas que reafirman las políticas binarias de la heterosexualidad como régimen político?

FC.- El aborto como absoluta radicalidad a los roles de género, ¡exacto! En ese sentido todas las que abortan son más feministas en la praxis que las que se pavonean de conseguirles leyes, jajaja. Aún cuando sus razones sean unas u otras, y ni conciencia de nombrarse feministas tengan, su acción como radicalidad de los roles de género opresivos están en la acción y el hacer. ¡Tomen eso, gente!

Pero bueno, respondiendo a tu pregunta, claro que hay muchos hombres transexuales que se embarazan y tienen partos, en relaciones homosexuales o de pareja heterosexual, acción que por supuesto evidencia que el tema de aborto es de cuerpos y no de género ni mucho menos de orientaciones sexuales, ¡pero alégale a las feministas biologicistas! Pesadas. Tontas. ¡No las soporto! Y no las soporto porque sean “separatistas” o incluso terf’s, sino porque insisten en vender ese feminismo suyo como un “único y un todo” en medio de la multiplicidad de feminismos. Y eso es lo desagradable y estúpido.

El coito apesta y es enfermo, ya lo dijo Alicia Murillo, no sólo por las infecciones que pueden surgir de allí, o de los embarazos no deseados, o de las maternidades forzadas que desatan, ¡es enfermo socioculturalmente! Y mira que lo digo sin fansear a la Murillo, ya lo dijo ella y estoy muy de acuerdo con sus puntos y disertaciones del tema.

Yo, además de recuperar mi condición biológica de intersexual, y mi alegre resignificación post-humana con un devenir trans, me reapropié de mi cuerpo, y lo intervine alterando todo el mundo que me educaron, desde el esencialismo y demás mierda desde que tuve el infortunio de caer en este mundo de humanos.

Como una lucha ética y política desde mi cuerpo contra las estructuras, hice una automutilación o autocensura del pene y fugué. ¡Jamás embarazaría a un chico trans! He tomado muchas malas decisiones en mi vida, pero no reproducirme es de las pocas mejores, acertadas, ecológicas y contranormales decisiones que pude pensar y actuar.

Y aquí es donde la comunidad chic y fashion de colores o la gente trans-normal, me odia y pide que ruede mi cabeza, en unión religiosa con quienes piensan que la heterosexualidad es sólo una orientación sexual. No me importa. Te lo digo. Yo cuestiono y critico estructuras, raíces, no a gente que ni conozco, idiota estaría si perdiera mi tiempo haciendo críticas individuales personales, son a las estructuras, a las raíces, si se sienten aludides es su asunto, el no autocuestionarse, no soy yo Frida Cartas quien les está atacando, honestamente lo digo.

4. Existe un ala radical dentro de cierto feminismo, usualmente acallada entre tanto feminismo de la buena conciencia, la paz, la cordura y las instituciones, que considera el infanticidio como aborto retrospectivo y el aborto en sí como el último bastión no sólo de un método anticonceptivo de emergencia sino de desobediencia sexual anti-heterosexualidad como régimen político. ¿Cuál es tu postura al respecto?

Jajaja. Me encanta. ¡Post-aborto!

A mí todo lo que sea desobediencia me alegra. Estoy convencidísima que cuando pides aceptación, inclusión, un poquito de respeto, que te miren porque tú como el resto son parte de la ciudad, la sociedad y el mundo de cajita feliz mac donalds, ahí ya te fuiste directito al carajo, y ya te domesticaron felizmente como al resto, con burbujitas de una gaseosa o unas sabritas.

La desobediencia, la ingobernabilidad, la rebeldía, es lo único para existir en este mundo de la re-gran mierda que no te deja vivir, y que te orilla (mientras el produces gratis) a (sobre)vivir. Toda inclusión es subordinación, no hay mucho que escarbarle ahí, me parece.

Hay una frase que no sé de quién es y que me fascina, dice: “La lucha contra el sistema que nos rodea, no es más importante que la lucha contra lo que del sistema tenemos interiorizado”, y es ahí, en el autocuestionarnos y enfrentarnos con ética a nosotres mismes, donde nace toda esta moda-revolución de redes virtuales: muchos posts, mucho tuit, mucho tumblr, mucho compartir y retuitear, pero apagan la compu y vuelven a ser la misma gente normal y pelotuda de siempre. La revolución es ahora de mucha palabra y de poca o nada práctica, tristemente.

LS.-  Han circulado dos textos tuyos por los cuales se ha generado ya sea gran rencor, ya sea gran fascinación, ambas de maneras viscerales. Me refiero tanto al texto donde abordas el tema de las maternidades y lo trans, y otro donde arguyes la imposibilidad de ser varón y feminista, donde también incluís el tema de las nuevas masculinidades y de los varones trans; lo cual exige de tu parte un gran valentía porque es como ponerle el cascabel al gato. Me gustaría que nos comentes cuál es la relación entre estos temas y aborto, y cuál ha sido en general la recepción de tales críticas que nadie en la actualidad se atreve a realizar.

Maternidades y lo trans

Hombres no son feministas

¡No sabes cómo se ofendieron! Tan sensible la gente. Muy culta, muy preparada, muy open mind, muy revolucionaria, de izquierdas, tan Marx, tan Beauvoir o Rosa de Luxemburgo, pero les tocas tantito el mundo heterosexual y se ofenden cual artista plástico al que no le alabas la porquería de obra que todavía osa y se atreve a exponer.

Me han amenazado con golpearme o matarme por “feminazi”, por “hembrista”, me han insultado hasta el hastío, retirado amistades, echado de asociaciones civiles, por “grosera y no respetar”, llamado microfascista, impositiva, pendeja, puta, y hostil. Hostil me gustó. Puta yo no sé cómo alguien puede pensar que es insulto, pero bueno, te decía, me ha ido terriblemente mal. Además que las putas cobran por un trabajo sexual, yo cojo gratis, ¡por mensa! Jajaja.

Yo siempre digo, que uno de los mayores problemas mundiales de eso que llaman educación en la escuela es el déficit de comprensión de lectura, la gente no sabe leer aunque lea. Jamás dije que no sean hombres, y jamás dije que hombre es un pene, y jamás dije que nadie se embarace y ejerza una una crianza. Pero ahí tienes a la horda sensible y lastimada en su mundo natural y normal. Pobre gente, pobrecita, pobre gente, toda la gente, dijera Liliana Felipe en su maravilloso canto.

Aunque también han habido quienes entendieron perfecto los textos, que déjame te presumo ya se tradujeron al inglés, portugués e italiano. Mucha de esa gente son hombres, y muchas de ellas madres. No todo está perdido y podrido como se ven tan a menudo, supongo.

¿Cómo lo relacionaría con el tema de aborto? No lo había pensado fíjate, pero indudablemente me remite al cuerpo político, al cuerpo ya no como campo de batalla, como el estira y el afloja, como el asunto de voto en el senado, sino como arma de destrucción a todo este heteroimperio, ese cuerpo político que se pierde en la mar de los discursos esencialistas, médicos, legales, capitalistas, feministas de la buena conciencia… quienes son los que finalmente te construyen el cuerpo como algo fijo de nacimiento y como sexo biológico. A eso me remite. Recomendamos aquí consultar a Spinoza, Foucault, y a Beauvoir, que lo explican mejor que yo.

Con el aborto en un útero-cuerpo abortas sólo un cigoto, pero con el abortar la normalidad y el heteropatriarcado capitalista en un modus vivendi y praxis, que también implica cuerpo, mente y acción, ¡abortas todo! Y eso nos hace tanta falta, abortar todo lo establecido porque nos lo impusieron, no lo elegimos. A veces digo: Si sólo vamos abortar fetos o cigotos, ¡que chiste!

LS.- Al momento de nacer se te asignó al sexo privilegiado al cual abdicaste posteriormente en pos de un devenir crítico contra el binomio. Esta desobediencia de género, este despojarte de tus privilegios de una masculinidad hegemónica, esa renuncia al órden mayor en una región con políticas claramente aniquiladoras de formas de vida antagónicas al heterocapitalismo te otorga, no obstante, un estatuto de “modelo” o “superioridad” por sobre aquellos varones que, pese a postular afinidad con las luchas de “minorías sexuales, mujeres y lesbianas”, lato sensu, nunca realizan los actos performativos y nunca adquieren las formas de vida que les removerían de su lugar de privilegio dentro de la heterosexualidad como régimen político. Lo que intento decir es que ese devenir menor en el cual vivís, por el cuál te conocemos y nos interesa tu labor es también la posible puerta de entrada a una peligrosa reterritorialización. Me gustaría que nos cuentes como estás viviendo una existencia como ejemplo personificado de que que para ser varón anti-patriarcal se debe dejar de ser varón, lo cual, paradójicamente produce un efecto de voz privilegiada por sostener materialmente un devenir radical: aquello que te desposee de tus privilegios de género te convierte en una interlocutora más legítima que otras voces, y por lo tanto voz más atendida y oída que otras desobedientes. Asimismo, ¿cómo se podría desmontar el binomio desde una corporalidad asignada políticamente a “mujer” al momento de nacer desde tu implacable crítica a las nuevas masculinidades y cierto “machirulismo” con concha, en tiempos donde hasta las lesbianas desean ser mujeres heterosexuales, a la altura de los deseos?

FC.- Sí claro, con todo lo que hago y soy, también sigo luchando diariamente con la heteronorma, desde luego. Nos la sembraron perfectamente desde antes incluso de nacer, cuando le decían a la mujer que nos cargaba en el vientre: ¿Y qué es, niño o niña? Sacársela y quemarla no es tarea nada fácil, aún con un cuerpo bomba como el que me hice yo sola.

Yo no sé si renuncié a algo a lo que nunca me adscribí o sentí membresía, ¿sabes? Yo salía a la calle desde la infancia y era a recibir puros insultos y hasta golpes por “parecer niña”, por “hablar como niña”… Cuando crecí un poco más fui hasta violada varias ocasiones, y tras concluir la universidad fui siempre excluída del mundo del éxito, el desarrollo profesional y el mercado laboral, por verme como “mujer”, “como una nena”. Es decir, claro que nunca fui hombre tal como se conoce en este mundo, con todos los privilegios y los roles y estereotipos de género, ni tampoco era mujer de la misma forma para el mundo y la sociedad binarios, pero el mundo y la sociedad sí fueron muy buenos para maltratarme como si fuera una por esa feminidad, ¿te das cuenta? Hoy día yo ando por todo los espacios y las lecturas sociales son mujer, eso me hace una mujer en la realidad cotidiana, háganle como quieran queridas transfóbicas, yo tengo las mismas posibilidades y probabilidades de ser asesinada en un feminicidio, y el acoso sexual es el pan de cada día. Sólo por mencionarte dos de mis realidades y contextos. Aún así yo me vivo una mujer que no llena las peticiones y estándares del mundo, y no les llena porque se me da la gana no llenárselas. Mi desaprendizaje y dinamitación están implícitas ahí incluso en lo que se puede mirar como un simple resto de la dicotomía de género. Pero bueno, ya está por salir un libro que escribí donde dejo en claro que yo siempre fui Frida, no transicioné, sino retomé lo que quisieron mutilarme, y me tuve que hacer justicia a mí misma en un mundo donde las mujeres no tienen justicia, precisamente.

Soy antihombres totalmente, lo digo frontal y sin tapujos, y no como genocidio, sino como destrucción-extinción de la categoría social de poder, no hay manera de reivindicar esa categoría, por más nuevas masculinidades, copy and paste de las teorías de género feministas, que hagan. No la hay. Pero ese es hoy día el nuevo discurso y política pública del Estado y el onegeísmo, hacerles creer y sentir y pensar al progresismo consciente y revolucionario, que sí, y que a los hombres hay que reeducarlos y llenarlos de nuevas masculinidades. Una mierda tragada con gusto y consentidamente por donde le mires. El sólo tema me enerva. Si los hombres quieren dejar de ser patriarcales, que lo hagan solos y por allá lejos, sin esperar que se les agradezca o se les aplauda, pues no están haciendo un favor. Es lo mínimo que podrían hacer, y callarse. Y dejar de violar y matar.

Y hay por supuesto muchas corporalidades leídas mujeres en los espacios, que en realidad son hombres socialmente, te voy a dar ejemplos, las “mujeres en el poder”: Margaret Tatcher, Bachelet, Elba Esther Gordillo, Hillary Clinton, quien ejerce roles de género misóginos y opresivos sobre las mujeres, es un hombre. Las violencias provienen de las dinámicas, las prácticas, los ejercicios y los roles, no de los genitales. Ni de un cariograma. Hay que ser muy idiota para pensar ésto.

Las lesbianas feministas, que actualmente son unas pesadas y enloquecieron terriblembente, han llegado al grado de culpar al resto de las mujeres de su propio feminicidio por intentar construir relaciones sexoafectivas con hombres, y han llegado hasta desear matarnos a nosotras las trans porque no podemos ser mujeres dicen, y no podemos siquiera vivir argumentan. Pero el lesbofeminismo sigue siendo fuera de ellas, y tiene un máquina potente de destrucción sistémica, en esa máquina hay que centrarse. Vayamos con armaduras para no morir en el camino a manos de estas autoguardianas y copyrighteras.

Yo no tengo nada qué enseñar, Leonor ni quiero, yo no soy pedagoga, soy combativa. Me niego a ser un modelo o ejemplo de algo, o de cualquier cosa. Considero que la gente tiene que pelear con lo que en su cabeza tiene de heteropatriarcado, sola. Eso es autonomía, eso es emancipación. Me cagan los llamados líderes o lideresas. Si la gente no fuera por ahí aprendiéndoles, o siguiendo líderes, o admirándoles, tal vez no iría leyendo hombre o mujer sin ton ni son, a quien no quiere ser leíde ni viste así. Ni iría legislando o legitimando el culo de nadie. Yo si acaso hago algo con mi trabajo feminista, es ponerles cerca de la propia concientización de la raíz de la opresión, y de ahí abono a la pauta para que se construyan sus propias herramientas y verdades.

Yo no voy a cambiar el mundo, pero indudablemente yo ya cambié el mío. Ojalá más personas cambien el suyo, por su propia sobrevivencia y resistencia.

FC.- ¿Cómo te posicionás acerca del valor cósmico y kármico que se le da a los fetos abortados? ¿Cuál es tu postura respecto a esta simbología que me atrevería a decir pretende pacificar la culpa que crea en ciertos activismos la radicalidad de extirpar de nuestros cuerpos la humanidad que en ellos puede habitar, para devenir algo que no estamos siendo ahora?

FC.- ¡Eso! Pacificar la culpa. Sobre la culpa han cimentado muchísimo de lo que nos oprime, y se han hecho transnacionales y empresas exitosas y productos con la culpa: la iglesia católica y papa Francisco, dos grandes muestras fehacientes.

¿No abortes en martes porque el feng shui dice que te da tres años de mala suerte, o cómo? ¿Al abortar hazlo de noche y prende una veladora para que dios y la vida te perdonen, o cómo?

Yo te decía hace rato que a la culpa la botamos al excusado en mi taller, ¿recuerdas?

Comentarios como el aura del bebé, me han venido por supuesto, desde gente muy radical y anarquista, ¡no te creas! Pero es que te digo, una cosa es el discurso, otra la práctica, ahí es donde se les acaba su “vamos acabar con la opresión”.

Te dejo aquí un enlace sobre un texto para desgenerar la culpa en relación al aborto.

Siempre he dicho que no basta con enunciarse feminista, sino terminamos por desheteropatriarcalizarnos, desheterosexualizarnos, abortar no sólo fetos, sino principalmente la familia como el primer y más grande enfermo agente socializador que hay; no basta sino abortamos además la culpa, el amor romántico, la presión estética, la gordofobia, el capitalismo, el colonialismo, sino abortamos todo. DesEducarse, DesAprender, Destruir. No hay más. Y abortar, abortar, abortar, ese es el inicio del gran fin opresor.

Srta. Jess via Gráfica Pro Aborto Chile

LS.- Finalmente, me gustaría que te expreses acerca de cómo hacés para homogenizar unas lecturas críticas locales y un saber de las subalternidades propias de contextos no europeocéntricos cuando se nos dice todo el rato que las teorías post-identitarias y las desobediencias sexuales pertenecen a grupúsculos artistoides con pasaportes de privilegio.

FC.- Jajajaja. Yo llegué al feminismo “sin saber” nada de feminismo, déjame decirte, mi acercamiento fue mediante el psicoanálisis, en terapia, luego con activistas y onegeístas, y me maravillé, pero luego asenté muchas cosas en mi cabeza, y en retrospectiva miré mis viejas lecturas, miré mi infancia, mi adolescencia, entonces me dí cuenta que yo feminismo hacía desde que no permití, por ejemplo, que la mujer que me parió me pusiera unas botas de piel de víbora, porque yo “era hombre” y vivía en el norte, y entonces tenía que verme como charro o vaquero lógicamente. Oponerme a lo socialmente establecido con mi accionar y mi corporalidad, eso es un feminismo, ahí hay feminismo. Desde ese momento de remembranza consciente, empecé a abortar también toda la escuela, toda la teoría y toda la universidad que había hecho. El feminismo a la calle, con las mujeres y no mujeres de a lado, en el mismo piso, a pié; el feminismo con la experiencia de realidades sin libros, con las cotidianeidades de las que siempre han conocido la voz y rostro del opresor. El feminismo con no despreciar el conocimiento empírico de quien sobrevive todo este sistema. Así se podría comprender mejor tanto privilegio de “ir a la escuela y/o aprender en teorías”

El feminismo dejó de ser un movimiento para mí (gracias por conseguir que las mujeres votáramos y fuéramos a la universidad, pero perdón, no sirve mucho si hoy día mis opciones en esta democracia androcéntrica son votar por los mismos rateros, nepotistas y misóginos de siempre, ni sirve mucho poder ir a la facultad a que me viole un profesor con doctorado en Londres y me digan puta por denunciar), no lo vivo como un movimiento que busca iguales derechos blá, blá, blá, a mi se me hizo praxis cotidiana, porque ya lo había sido mucho antes sin ser consciente y darme cuenta. Mi práctica radical y ética no cabe en ningún libro, ni mi cuerpo, ni mi hacer diario.

Creo que no ocupé resumir u homogenizar textos ni las lecturas hechas, creo que lo que hice fue bajarlas del limbo donde las ponen todas estas gentes que piensan y sienten que publicar un libro o hacer la tesis y complejizar a Foucault o seguir a Preciado como los 12 apóstoles a Cristo es un activismo académico, las bajé y las aterricé en la señora religiosa de Puebla con dos hijos adolescentes, que fue a un taller mío, y terminó diciéndome luego de que les pregunto al final que qué pueden concluir de las sesiones, y ella responde: yo por muchos años me he visto obligada a tener relaciones con mi marido, pero ahora, luego de escucharte, sé que eso era violación, y que no tengo qué aguantarme ni siquiera por los hijos.

Y eso, querida, ya quiero ver que lo logré Marcela Lagarde dando conferencias rimbombantes en auditorios escolares, o la mismo Butler en una clase de la universidad. Lo quiero ver. Quiero ver que el activismo académico logré algo, un día.

Mientras llega ese día, yo seguiré acá, auto-abortándome y abortando todo.

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Frida Cartas (Mazatlán, México) 16649474_215166265625049_5565678843790032355_n
* La encuentran en Twitter como @friedducha

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